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Te fui infiel, mi excusa, me dejaste sola

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Había empezado a llover y mientras Nana ladraba y correteaba por el kiosco del parque, Jules apretando y empujando con fuerza sus caderas metía su polla en mi coño por detrás a la vez que me apretaba con fuerza mis pechos con sus manos haciéndome gemir y gritar de placer, un polvo, un polvo rápido era lo que yo sin querer y sin darme cuenta había estado buscando desde hacía días y a él le había dado esperanzas de que algún día pudiera follar conmigo y ahora yo tenía lo que quería y Jules tenía lo que había estado buscando con tanta insistencia.

Todo había empezado días atrás cuando por la tarde empecé a salir a correr con mi perra Nana al Koningin Astridpark (Parque de la Reina Astrid), era el parque que teníamos cerca donde vivíamos y allí fue donde conocí a Jules haciendo deporte, al principio nos mirábamos de reojo, más tarde directamente, hasta que empezamos hablar y a correr juntos, Jules es un chico muy atractivo con un cuerpo de esos que te hacen suspirar, no obstante se está preparando para bombero.

Aunque quizás debería ir más atrás para que entendierais mi estado en esos momentos, exactamente un mes antes cuando mi novio me regaló a una perrita labradora preciosa, quizás porque él, ya sabía que me iba a tener que dejar durante bastante tiempo, al menos tres o cuatro meses por motivos de trabajo y me quería tener contenta.

Aún recuerdo aquellos primeros días sola en la ciudad pasándolo muy mal a pesar de la perrita Nana que realmente me alegraba los días, se me hizo muy cuesta arriba, sin trabajar, sin apenas amigos solo unos pocos conocidos en una ciudad que a pesar de llevar en ella ya más de seis meses no era la mía, si muy bonita, pero para una chica como yo tan activa en todo me empezaba ahogar, contagiándome de la frialdad de su gente tan diferente a mí y además en esa época del año el tiempo era tan gris, tan diferente al sol al que estaba acostumbrada y sin querer viajar a Valencia por el miedo o responsabilidad tal y como estaban las cosas por la pandemia.

Si, aún recuerdo aquellos días tan aburridos e interminables, que ni la música, ni los libros, ni los paseos con Nana cámara en mano haciendo fotografías a todos los rincones de esa bonita ciudad medieval me animaban, tan siquiera los relatos que escribía por las noches me hacían salir de la monotonía y hacerme sentir bien y ahora… con tiempo para pensar, echando la vista atrás no sé si por despecho, por haberme abandonado durante tanto tiempo después de arrastrarme aquella aventura, no sé si porque necesitaba compañía masculina en esos momentos de bajón, un polvo rápido y ya está, el caso que me dejé llevar por mis más bajos instintos.

Todo empezó a fraguarse al cabo de un mes de estar sola, a primeros de noviembre empecé a correr por el parque y a la semana conocía a Jules, a las dos semanas coqueteaba bastante con él y a las tres semanas con la excusa de haberme doblado el tobillo nos sentamos en los escalones del kiosco, hablábamos de todo un poco siempre en inglés, ya que yo todavía no hablaba muy bien el francés y menos el flamenco que era lo que más se habla en Brujas y Jules no hablaba nada de español.

Aquella tarde estuvimos hablando de temas muy personales, quería saber si tenía novio, que donde estaba, donde trabajaba, siempre tirando el sedal y siempre recogiendo un poquito acercándome más a él, yo sabía lo que pretendía y lo podría haber cortado, pero la verdad que de momento me encontraba a gusto. Empezaba a llover y Jules acercándose más a mí me paso su mano por mis hombros para calentarme y yo no dije nada, su mano acariciaba mis mejillas y yo le dejaba hacer sin decir nada, es más, apoye mi cabeza en su hombro y cuando los dos estábamos en silencio viendo llover sobre la fuente el tomo como un sí, para que su mano sujetara mi barbilla y mirándome me besara en los labios y yo… yo le deje.

En esos momentos no pensaba en nada, en ese momento en que empezó a llover más fuerte y subimos todas las escaleras del kiosco para resguardarnos y sin decir nada los dos frente a frente en el centro del kiosco Jules me empezara a besar y acariciar mis pechos por encima de mi ropa y yo seguía sin decir nada dejándole hacer, eran las seis de la tarde y no había ya nadie en el parque, la noche nos protegía de miradas indiscretas de las casas cercanas o de algún caminante que como nosotros aún estaba en este hermoso parque.

Jules mordía mis lóbulos de las orejas libres de pendientes, derritiéndome cada vez más a sus encantos, dejando sé ser una muñeca para él y participando con sus caricias y sus besos que hasta hacia poco eran solo de él, abrazados frotando nuestros cuerpos, buscando su sexo con el mío nos íbamos acercando a la barandilla y apoyada sobre ella las gotas de lluvia me empezaban a mojar mi cara con los ojos cerrados cuando eche mi cabeza hacia atrás sacándola del kiosco, esperaba a que terminara de besarme y morderme el cuello a la vez que sus manos se habían internado por debajo de mi camiseta y de mi top acariciando mis pechos, sintiéndolas frías al principio y cálidas cuando empezaron a meterse también por debajo de mis bragas.

Los besos cada vez más apasionados, ya solo los ladridos de Nana y el sonido de la lluvia al caer rompía el silencio que se había instaurado en el parque, sus dedos penetraban en mi vagina haciéndome gemir, su polla llenando mis manos subiéndola arriba y abajo excitándole más aún si cabe, sin dejarnos de besar me bajo mis mayas hasta las rodillas metiendo su polla entre mis muslos, mis manos se apoyaron en la barandilla abriéndome un poco de piernas y metió su glande en mi vagina, tan mojada en ese momento que simplemente de un pequeño empujón hacia arriba su polla desapareció dentro de mi cuerpo deslizándose por mi interior y dándome el placer que estaba deseando desde que comenzó la tarde, gimiendo y dando pequeños gritos cada vez más altos, cada vez que me la metía.

Nana ladraba y correteaba a nuestro alrededor mientras los dos follábamos y gemíamos, Jules me giró y metió nuevamente su polla en mi coño, metiéndola y sacándola hasta retirarse deprisa y con su polla fuera de mí correrse a la entrada de mi vagina, me di la vuelta y nuevamente nos empezamos a besar notando como su semen resbalaba por mis muslos y empapaba mis bragas.

Tardamos poco en irnos de allí, hacía frío y tenía el cuerpo mojado de la lluvia y mis bragas de su semen, lo primero que hice nada más llegar a casa fue desnudarme y darme un buen baño, tirando en el cesto de la ropa sucia todo lo que llevaba y mientras se llenaba un poco la bañera de agua caliente, me quitaba las bragas la última prenda de mi cuerpo, todavía mojadas con su semen y llevándomelo a la nariz las empecé a oler, recordando el olor de mi amante, el olor de su semen que en ese momento me resultaba tan delicioso y pensaba que no había estado mal, pero que me había sabido a poco, tenía su telefoto y tenía su dirección.

Al día siguiente más relajada pensaba en lo que había hecho, en mi novio a miles de kilómetros de mí y yo le acababa de poner los cuernos y aunque le quería con todo mi alma por un lado me arrepentía y por otro no, seguía muy enfadada con él por haberme dejado allí sola, eran las doce del mediodía y estaba mirando como llovía a través de la ventana con nana a mis pies mordisqueando mis zapatillas, en mi mano tenía todavía las bragas de ayer impregnadas con su semen, recordando el momento del parque, recordando sus besos, sus caricias y sobre todo como me iba penetrando poco a poco con su polla, la imagen la tenía nítida en mi memoria y era una verdadera lucha interior, volverle a ver o no, volver a sentirle o no.

Tenía su teléfono y su dirección, era fácil una simple llamada o quizás esperar a la tarde y salir acorrer al parque, me iba a estallar la cabeza quería, pero no podía, podía, pero no quería, así estuve tres días hasta que una mañana lluviosa me vestí y salí a pasear sola bajo la lluvia dejando a mi perra en casa, pantalones vaqueros ajustados, camiseta blanca, chaqueta verde oscura, una cazadora de piel negra muy caliente y zapatillas blancas, andaba si rumbo aparente por las calles pensando si llamarle o no, calándome hasta los huesos mientras buscaba en mi bolsillo todavía las bragas con su semen para recordarme lo que paso aquella tarde y sin haberlo planeado estaba enfrente de su portal, una casa moderna de tres pisos.

Subía y bajaba las escaleras indecisa todavía de lo que hacer, si tocaba la puerta pasaría unas horas maravillosas de sexo con él, si me iba todo seguiría igual y no tendría que arrepentirme también de esto más adelante, mi cabeza me iba a estallar cuando Jules abrió la puerta y me pilló con el puño cerrado a punto de golpear su puerta, estaba empapada de agua y Jules me invitó a pasar para secarme un poco, mis pantalones chorreaban al igual que mi cazadora y mi chaqueta, al no llevar sujetador mis pechos se trasparentaban en la camiseta blanca en el momento que me quite las otras prendas.

Jules me contaba que me había visto llegar por la ventana y como tardaba en entrar me iba a buscar, los dos nos reíamos de las pintas con las que había llegado, se burlaba de mí diciéndome que si en España no sabíamos lo que era un paraguas y muy amablemente me trajo una toalla para secarme y me ofreció una camisa suya para ponérmela de momento mientras metía mi ropa en la secadora y tomando un café caliente empezamos hablar, era algo extraño, me encontraba muy a gusto con él, muy cómoda a pesar de estar en su salón sentada en el sofá con tan solo una camisa azul suya que me estaba enorme y mis bragas, el resto de la ropa se secaba dando vueltas.

Algo tenía aquel chico que me atraía, algo tenía pues estaba dispuesta a estropearlo todo con Tomás, algo pasaba por mi cabeza que no estaba bien y no podía achacarlo al enfado con él, no, aquello era algo más, al cabo de un tiempo Jules se acercó a mí, sentándose a mi lado, ya estábamos como el otro día, él hacía y yo callaba, él pasaba su mano sobre mi pelo apartándolo de mi cara y yo como una niña tonta le miraba embelesada, me estaba excitando cada vez más, sabía que una vez que entrara en su casa íbamos otra vez a follar, lo malo que no quería follar como el otro día, quería más, quería pasar la tarde y la noche follando con él.

Jules lo sabía también, sabía que si había ido era por algo, no había ido a pedirle azúcar o café no, sabía lo que yo quería y él estaba más que dispuesto a dármelo, Jules se acercó y susurrándome al oído me dijo.

- I'd love to fuck you again Lara, feel your skin warm in mine... para saborear el néctar de tus labios, lamer tu clítoris y beber de tu coño.

- Let me fuck you again Lara, put it inside you, in your wet pussy… y hacerte gritar hasta que te corras.

Me había girado para besarle y por fin pasaba yo a la acción después de oírle susurrándome al oído hizo que terminara de mojar mis bragas, alegrándome la tarde y sonriéndole mientras que le decía una y otra vez yes, fuck me please yes, yes, fuck me please.

Jules me cogió en brazos y besándome me llevo a su habitación tumbándome en la cama, al pie de la cama veía como se quitaba primero la camiseta y luego los pantalones con su bóxer, mordiéndome el labio inferior me quede mirando la erección que tenía en su polla, la polla que ya me había follado y la misma que me iba a follar ahora, estaba deseando el momento de sentirla una vez más dentro de mí, desplazándose por mi vagina, entrando y saliendo de mi cuerpo.

Estaba tumbada en su cama esperándole con mis rodillas flexionadas y abriendo y cerrando mis piernas, Jules se subió en la cama y de rodillas frente a mí me fue quitando uno a uno los botones de la camisa descubriéndome los pechos, dibujándolos con sus dedos, los lamía y besaba metiéndose los pezones en su boca, sus dedos iban descendiendo por mi cuerpo despacio hasta llegar a mis bragas que cogiéndolas con suavidad me las fue quitando a la vez que sus ojos miraban y descubrían el terreno conquistado, mis bragas volaban por la habitación de Jules, me cogía por mis nalgas acercándome despacio y metiéndose ente mis piernas como un cuchillo, sentía su pene en mi sexo, pero no paro allí, tiraba más de mí elevando mis piernas hasta sus hombros poniéndome casi boca abajo y cogiéndome bien de las caderas metió su cabeza entre mis piernas saboreando todo el néctar que hacía rato que mi vagina expulsaba al exterior, lamiendo y metiendo mi vulva prácticamente entere en su boca mientras que con su lengua recorría mis labios y la metía en mi vagina.

No sé el tiempo que estuvo lamiéndome, solo sé que no me cansaba de gritar, estaba tan a punto de correrme que él lo sabía, le arañaba con mis uñas sus muslos, veía como me miraba, como veía mi cabeza con los ojos entre abiertos girar de un lado a otro de la cama gritando de placer, por fin Jules me dejo libre de su boca, sentía mi sexo realmente empapado entre mi flujo y su saliva, me miraba y se tumbaba encima de mí besándome, con sabor a mis flujos su lengua iba de un lado a otro de mi boca librando un apasionado baile dentro de mí con mi lengua, su glande no encontró ninguna resistencia al bajar mi cuerpo un poco de esa posición en la que me había lamido el coño, según bajaba su polla entraba en mi vagina que estaba tremendamente lubricada, sentía su polla entrar con tanta suavidad que le perdía dentro de mí.

Apretando mis músculos vaginales le presionaba la polla haciendo que la fricción fuera aún más, succionándola dentro de mi vagina mientras la sacaba y me la volvía a meter, los gritos de placer de los dos empezaron a traspasar puertas y paredes, el movimiento de nuestros cuerpos desplazaban la cama hacia delante y hacia atrás golpeando la pared con fuerza, Jules me la estaba metiendo cada vez más rápido y nuevamente sentía que llegaba a la meta, pero esta vez no le iba a permitir que abandonara, tampoco iba a permitir que la sacara cuando se corriera, lo quería todo quería la sesión completa, caricias, besos, gemidos, gritos, su polla penetrando dentro de mí tan profundamente como le era posible, quería mi orgasmo, quería su orgasmo, lo quería todo de él.

Los dos estábamos a punto de corrernos y los dos nos gritábamos al oído yo en español y él en inglés.

- Más, más, así, así fóllame así... así,

- I love of pussy, I love of pussy Lara

- Si, si y a mí que me folles Jules, mm aahh sigue, sigue, fuck me please.

Sentimos los dos a la vez como nuestros cuerpos nos paralizaban, con su polla bien metida en mi vagina lanzaba su leche con fuerza dentro de mí y como una ola de flujo barría su pene envolviéndolo entero y queriendo salir por mi vagina, siento que su orgasmo fuera tan corto, la verdad que el mío fue interminable, sentía una y otra vez mi vientre arder, mis piernas temblar y mientras Jules seguía metiendo y sacando su polla, no se había deshinchado, quizás un poco, pero seguía dándome placer y bajando mis piernas de sus hombros, rodamos los dos hacia la derecha y me puse encima de él sin que su polla saliera de mí y empecé a cabalgar a subir y bajar sobre su polla que poco a poco volvía a estar tremendamente dura.

Después de besarnos me aparté de él y tomándome mi tiempo, me levantaba y sentaba despacio sobre su pene, prácticamente blanquecina de mis flujos entraba y salía metiéndose muy dentro de mí, rozando cada milímetro de mi vagina, estábamos probando bien los muelles de la cama que sonaban una y otra vez junto a nuestros gemidos, mis manos acariciaban continuamente sus pectorales y él mis pechos escalando una y otra vez mis pezones que estaban como nunca antes habían estado de hinchados a pesar del frío exterior en aquella habitación el calor era notable y en la cama ardiente, los dos sudorosos resbalando nuestros dedos por nuestros pechos.

Poco a poco volvíamos a notar que llegábamos al clímax, que tendría otro maravilloso orgasmo con él, apoyando mis manos hacia atrás y cogiéndole de los tobillos, mi cuerpo se arqueaba hacia atrás, deje de estar de rodillas para ponerme de cuclillas y empecé a mover mi pelvis con fuerza hacia delante metiéndome su polla con más ímpetu con más rapidez hasta que empecé a notar como nuevamente me corría, cada vez más rápido y una vez con más los gritos de placer.

Ahora era yo quien me lo follaba, él solo me miraba y gritaba de placer, mi cuerpo totalmente estirado con mis pezones apuntando como dos misiles al techo y mi cabeza hacia atrás con mi melena cubriéndole la pierna, estaba recibiendo un tremendo orgasmo y termine por desplomarme nuevamente de rodillas tumbándome sobre su cuerpo casi sin fuerzas, Jules me cogió de las caderas y subiendo su pelvis empezó meter y sacar su polla a tal velocidad que reavivo mi orgasmo haciéndome realmente gritar, nunca antes había gritado tanto y nunca antes un orgasmo me había durado tanto, su polla penetraba tan rápido que no notaba la diferencia entre tenerla dentro o fuera, Jules empezó nuevamente a expulsar su semen dentro de mi cuerpo, esta vez más cantidad, parecía vaciarse dentro de mí, los dos besándonos y gritando a la vez, nadie me había follado así, nunca sentí tanto placer como en aquel momento, todo mi cuerpo parecía disfrutar de aquella sensación tan placentera, nunca de verdad nunca he sentido flotar de tanto placer.

Habíamos follado dos veces y no habían pasado más que dos horas, teníamos todavía toda la tarde y la noche por delante, no me arrepiento de aquella tarde, de aquella noche, no podría jamás arrepentirme de estar con Jules, había sido infiel sí, pero no me arrepentía, pude irme a mi casa al cabo de esas dos horas, pero no quise, al cabo de cuatro, pero no pude, me tenía tan enganchada que estaba disfrutando como nunca del sexo y eso que siempre he disfrutado y he tenido y tengo maravillosos amantes.

La noche pasó y me pude ir a primera hora de la mañana y sí, me fui, pero no sin antes despedirme de Jules y dejarlo que me volviera a follar.

Que si le volví a ver… sí, sí que nos vimos y si volví a disfrutar con su polla y él con mi pussy como le gustaba decir.

Que si follamos… si y mucho.

Que si le veo ahora… no, ya aquella aventura se terminó antes de que mi novio llegara.

Que si le echo de menos… si, si le echo de menos, pero siempre le tendré dentro de mí.

Que si mi novio se enteró, si se enteró cuando yo supe que él a mí me hizo lo mismo y la verdad que me dolió como sé que a él también le dolió, quizás nuestra relación ya está en ese plano en el que las cosas que nos hacemos que antes no le damos importancia nos importan, tendríamos que estar tristes, enfadados, mosqueados y lo estamos, pero lo que pasó nos unió más, nos queremos con locura ahora lo sabemos, ahora sé que le importa que esté con otros hombres cosa que antes no e igual me pasa a mí.

Ahora la pregunta sería volverías a tener una aventura con él… podría contestarte que sí, pero es que no, no porque ahora sé que le quiero de verdad y le respeto demasiado, no sé si soy una ilusa, pero de momento me gusta ser una ilusa, el tiempo dirá y aparte me ha hecho un gran regalo… volvemos a casa, quizás a Valencia no, seguro que a Valencia no, pero a España.

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Y tú… qué opinas si fueras yo, dejarías nuevamente que Jules o cualquier otro te follara.

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