Anteriormente les comenté de mis primeros escarceos y exploraciones sexuales que tan generosamente me brindaron las mucamas indígenas y la cocinera de la finca en la que nací y crecí en la ciudad sureña de Pasto en Colombia, allí el servicio doméstico exploró y me dejó explorar las intimidades de sus chochitos, sus tetas, sus lenguas expertas y su despreocupada naturalidad hacia el sexo.
Todas me llamaban "patroncito", eran muy cariñosas y después de que una ecuatoriana veinteañera llamada Marianita me "desvirgó", ya me dejaban entrar tarde en la noche en sus recámaras para comerles las conchitas y "cachar" con ellas, hasta la cuarentona de la cocinera por fin (después que mi hermano se fue a la universidad) me dejó meterle la verga en su enorme concha toda peluda, a veces cuando los viejos se iban a la ciudad, nos poníamos todos a ver películas porno en el VHS de la casa, y entre tocada y broma, a veces alguna se ponía a mamarme la pinga.
Mis padres se hacían de la vista gorda, y creo que mi viejo también se singaba a la cocinera Lucía, que tenía las tetas y el culo generosos, y nunca se negaba a dejarse mamar las tetas o abrir las piernas para echar un polvo rápido, con tal de que nadie se metiera a su cocina a fisgonear o decirle como freír un huevo.
Seguí cogiendo con las indias de la casa y a los 20 años, ya con las hormonas alborotadas y la verga de un tamaño respetable, nuestras domésticas se anduvieron con más cuidado porque no querían ni perder el trabajo o salir embarazadas, a lo que comencé a frecuentar a las chicas locales muy lindas y algunas muy putonas y cogían con despreocupación pero siempre con un condón por miedo al SIDA y a salir embarazadas.
Ciertamente, cogía con mis vecinas y me encantaba, pero les faltaba ese toque ”indígena” que tanto me gustaba, sus tetas paraditas de pezones casi negros, sus conchitas totalmente lampiñas o con solo algunos vellos, sus olores de hembra montuna, y sus murmullos en sus idiomas al meterle y sacarle la verga o al comerles las conchitas y su total desenfado a la hora de querer echar un polvo, no eran complicadas e igual les gustaba coger como mamar verga, tragándose el semen sin hacer ascos.
Una vez vi a la cocinera mirando de forma rara a una chica nueva que había llegado hacia poco de Perú, recomendada por una mucama que se fue de vuelta a su país, era flaca y alta para ser india, con muy pocas tetas, pero de bello cuerpo, y al preguntarle a Lucía (la cocinera) que si se quería cachar a la nueva, me dijo que no preguntara pendejadas, pero una noche metido en su recámara después de echar un buen polvo, le volví a preguntar por la flaca y esta vez me dijo que sí, que quería probar un chocho, que ella me había visto comiéndole la conchita a Mariana, y a Mariana besándose con otra de las sirvientas, y eso le daba curiosidad.
Entonces entre Lucía y yo comenzamos a tentar a la flaca que se llamaba Teresa, ella no tenía problema con que yo la tocara, nos besáramos, que le sobara las tetas, y le mamara la panochita, pero no se dejaba meter la verga porque estaba ¨prometida¨ para casarse en su tierra y eso me puso muy cachondo, entonces le pedí dejarse coger por el culo y que nos viera Lucía, y tuvimos que darle dinero para que accediera, entonces una tarde de viernes después que quedáramos en la finca los tres solos, la llamé al cuarto de Lucía que estaba muy caliente mientras nos tomábamos un rico ron de Caldas.
Teresa llegó como quien no quiere la cosa, pero se dejó toquetear las tetas y comenzamos a besarnos, mientras Lucía se desviste y comienza a decirnos que hacer: cosas como ¨Mámale la verga¨, "mámale las tetas", "apriétale el nabo" hasta que Teresa entre en serio y jugando retó a Lucía a que se metiera en el juego, y ésta sin pensarlo se metió en la cama con nosotros dos, y que me comienza a mamar la pinga, y que le digo a Teresa, que Lucía quiere comerle la conchita, y Teresa ve con ojos muy abiertos a Lucía que se ríe con mi verga en la boca, se saca la pinga y Teresa que se acerca a besar a Lucía, que está muy caliente y que le mete la lengua a la flaca en la boca que casi la ahoga.
Teresa responde bien, y le digo que le mame las tetas a la cocinera, y que se inclina a chuparle los pezones a Lucia que muy excitada me pide que le meta a Teresa la verga y le digo que Teresa no "cacha" porque está prometida, y me dice que se la meta a ella, y que comienzo a bombear a Lucía, de lado mientras Teresa le mama las tetas enormes, pero yo sabía que la cocinera lo que más deseaba era chuparle la conchita a la flaca, y que le digo a Teresa que se acueste para que deje a Lucia comerle el chocho; la flaca no se hace rogar y se pone en su espalda y abre las piernas para mostrar una rajita larga y rosada que babea flujo y huele a selva.
Lucía que no sabe bien que hacer. se pone a darle besitos a la rajita, y yo que le digo que le chupe los labios de la vulva y que le meta la lengua adentro de la concha, y que Teresa que mira a Lucía y a mi, le mete la cabeza a Lucia entre sus piernas y que ya no se está riendo, sino que comienza a morderse los labios y a decirle a Lucia que siga chupándole la conchita "así" y Lucía le pide a Teresa que le diga groserías en Quechua como dicen las otras chicas cuando están cogiendo conmigo… Y que se desata Teresa a decir una sarta de palabras que no sabíamos lo que significaban, pero sonaban divino en nuestros oídos lujuriosos.
Entre tanto viendo a las dos mujeres gozando entre si, comienzo a meterle la pinga desde atrás a Lucía, que parece no darse cuenta, dándole lengua y comiéndose la panochita de Teresa, que arquea la espalda y sisea en español que "se vino" y veo que le sale de la panocha un par de chorritos blancuzcos, que Lucía le lame, que se incorpora Lucia, besa largamente a Teresa y las dos se mojan la cara con los fluidos de la india flaca.
Lucia se pone a mamarle las tetitas a la flaca y Teresa parece que la está pasando de maravilla, mientras tanto yo no se muy bien que hacer, parado allí viéndolas a las dos gozando, como un poste con la pinga tiesa y que me está reventando, y Teresa le dice a Lucía que "atendamos" al "patroncito" que se ha portado bien, y Lucia le pregunta con malicia a Teresa ¿Te han cogido por el culo? Y Teresa con ojos muy abiertos niega enérgicamente con la cabeza, a lo que Lucía saca de la cómoda un tarro de loción Nivea, y le asegura a Teresa que no duele si "afloja el culo y no lo aprieta".
Después de un par de rones, besos, caricias y mamadas de su panochita divina, Teresa un poco asustada accede, y que se pone en "cuatro" y Lucia le pone la blanca loción en el ojete del culo, un poco en la cabeza de mi verga, y se pone a calmar a Teresa que está nerviosa y pidiendo que por favor no la "desvirgue"; siento que las bolas y la pinga me van a estallar, hasta que Teresa dice "ahora patroncito, méteme la verga", mientras Lucia se está dejando mamar las tetas por la flaca y viendo la acción.
La verdad nunca había follado por el culo, pero después de dos intentos en los que Teresa corcoveó un poco, sentí como la pinga se deslizaba sin mayores tropiezos dentro del culito apretado de la indiecita Teresa, que parece que me va a decir que le saque la pinga, pero ¡Sorpresa! Parece que le está gustando, y que me dice Lucia "dale mi amor que le gusta a esta india que la cojan duro", -me acuerdo como si fuera ayer- y que comienzo a darle verga por el culo a Teresa, y pinga y más pinga, siento que me vengo y que se lo digo, y le pregunto que si le echo la leche en la espalda o las tetas, y Lucia que dice ¡No! !¿Estás pendejo?! "Échale la leche adentro del culo"! Y Teresa que me dice- Si patroncito, quiero tu lechita en mi culito! Y que me vengo dentro de ese culo moreno y apretado, siento como me salen como cinco o seis chorros de semen con un placer indescriptible, mientras Teresa está moviendo el culo de arriba a abajo, diciendo vulgaridades en Quechua y pidiéndome más leche.
Me desacoplé de ese culito indio, y me dio corte ver que tenía materia fecal pegada de la verga, y después que fui a limpiarme, me encuentro a Teresa llorando, porque le dio pena ver mi desagrado, pero la tranquilicé dándole las gracias por haberme dejado cogerla, mientras Lucía le limpiaba un poco la panochita y el sudor de las acciones con Lucía y conmigo; después de esa sesión, Lucía quiso que le diera verga a ella y que Teresita le mamara el chocho, cosa que ambos hicimos con mucho gusto, Lucia ya estaría cerca de cumplir los 50 años, pero estaba entera, con un cuerpo fuerte de haber trabajado en granjas toda su vida, ambos Teresa y yo nos pusimos a mamarle las tetas a Lucia (uno en cada teta) y Lucía estaba muy cachonda de tener ahí a Teresa viéndonos a ambos cuando estábamos cogiendo, y esa noche ambas se comieron las panochas y volví a coger a Teresa por el culo.
Pasé la noche con las dos en la cama de mis padres, y en la mañana, después que Teresita se fue a asear, le di a Lucia una de las mejores cogidas que nunca le di. Después de ese encuentro, cogimos con las otras dos indias de la casa, a esas si podía meterles la verga por sus panochitas indígenas (con condón) y lo seguimos haciendo hasta que me tocó a mi irme a estudiar a la universidad, donde cogí con cantidad de mujeres, inclusive con dos o tres negras costeñas, rubias de Bogotá o bellas morenas paisas, pero nunca me ha gustado coger a ninguna otro tipo de mujer si puedo coger con una india (de donde sea) las indias son y han sido mi pasión, he comido muchas panochitas indias y nunca pierdo el gusto.
Luego les cuento la historia de las cogidas con unas indias mayas puras en Mérida México…