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Tu novia (perspectiva masculina)

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Conocí a tu novia el primer semestre de la universidad. Con apenas 18 años, era una de las chicas más hermosas y joviales que había conocido. Era sin duda la chica más tierna y dulce de nuestra generación; siempre sonriente, con una voz tan suave, y sus expresiones que dejaban ver su inocencia. Yo, como muchos, me hice su amigo, deseando que ocurriera algo más. Y aunque ella no era para nada tonta, me di cuenta que sería complicado cumplir mis deseos con ella, al menos por un tiempo. Era una estudiante muy aplicada, tranquila, y aunque llegué a verla en una que otra fiesta, no era del tipo de chicas que no regresaba a dormir a su departamento, aun siendo una estudiante foránea.

Ser amigo de tu novia me permitió verla crecer; verla transformarse en una mujer. Por los siguientes dos años, la dulce chica que conocimos, se convertía en una gran mujer, más hermosa que nunca, con una mirada encantadora y sexy. Su sonrisa alumbraba a quien fuera que la viera. Y siempre, sin excepción, era su cuerpo lo siguiente que llamaba la atención de cualquiera. Con 20 años, tenía un cuerpo increíble. Su piel blanca tan suave y femenina, era tan... su complexión delgada la hacía lucir muy atractiva, acompañada de lindas piernas, una cintura de modelo, y un par de senos preciosos. Más de una vez intenté observarla desde atrás de ella, intentando alcanzar a ver sus pezones en su escote, y desafortunadamente mis intentos fueron en vano. Como deseaba tener la más corta oportunidad de verlos... y más que eso.

Tenía que aceptar que en ese momento tu novia era inalcanzable para mi. Así que me dedique a ser su amigo, genuinamente. Mis deseos sexuales los llené con otras chicas, no tan bellas como tu novia, pero sí más fáciles de atraer y de... bueno... coger. No me quejo, en realidad disfrute mucho del sexo con varias de ellas. Hasta tu novia las conoció, y sabía de mis aventuras con ellas. Tu novia destacaba hasta con su amistad conmigo, llegando a considerarla una de mis mejores amigas, y creo que ella a mi también. Lo que sin duda me causaba curiosidad, era su vida sexual. Me costaba entender como una mujer así no se llevaba a un chico diferente cada viernes por la noche. Yo mismo la llevé a su departamento después de las fiestas, sin nadie que la acompañara. ¿Sería que ella tenía sus ligues fuera de esos ambientes? ¿Cómo una chica así controlaba su deseo sexual? Era claro que por su cuerpo, estaba en plena condición reproductiva... si hablamos en términos biológicos.

Luego... llegaste tú. Un chico fuera de su círculo social, de otra universidad, que en cuestión de semanas, se había ganado el corazón de una de las mujeres más hermosas que conocí. Me alegré por ella, si te soy sincero. Pero no podía dejar de pensar en como me molestaba la idea de que pronto, en algunas semanas más, estarías haciéndole el amor a esa mujer en particular. Una persona llega de la nada y se coge a la más buena de la carrera. Admito que pasé algunas noches masturbándome imaginándola contigo. Veía sus fotos, que siempre me habían inspirado en las noches, y pensaba en lo afortunado que eras en poder quitarle la ropa a esa hembra. Cuántos chorros de leche deje ir pensando en tu hermosa noviecita... qué desperdicio, pudiéndolos dar a ella.

En principio, no planeaba intentar nada. Mi plan era seguir con mi vida, cogerme a otras chicas, masturbarme con fotos de tu novia de vez en cuando, y listo. Los meses pasaron y nada cambio. Recuerdo el día en que ella nos presentó, lo que me obligó a aceptar tus invitaciones de amistad en redes sociales. Quisiera agradecerte por restregarme lo feliz que eras con ella, como la besabas, las fotos que te tomabas con ella en la playa. Al menos me diste buen material para mis noches solitarias. Pero un día... decidí que esto no podía seguir.

Recuerdo aquella noche, era final de semestre, y como siempre me disponía a organizar una salida de fiesta con todos mis mejores amigos y amigas de la universidad. Todos sabían que la última fiesta del semestre era la mejor; mucho alcohol y mucho sexo. No recordaba un solo semestre en el que no hubiera dormido con alguna chica en esa legendaria fiesta. La diferencia era que este año, yo no quería dormir con cualquiera...mi objetivo era tu novia. Y como si fuera una señal del cielo, recibí su mensaje: "Oye, cuando apartes la mesa, solo cuéntame a mi, mi novio no podrá ir". La mejor noticia de toda mi vida. Era mi oportunidad para cumplir mi sueño y llevarla a la cama. Y haría todo en mi poder para lograrlo.

La noche llegó, me arreglé y me perfumé. Traté de cuidar más los detalles. Me considero guapo, y gracias al ejercicio, luzco un cuerpo atractivo. Nada podía salir mal. Al llegar al lugar, me sorprendí, como siempre, de lo preciosa que tu novia se veía. Llevaba un vestido de color rojo, que lucía unas piernas bellísimas, con tacones negros, y un escote increíble, que dejaba imaginarme lo hermosos que se verían esos pechos saltando en mi cama. Mi pene se endureció al instante, poco hubiera faltado para empezar a eyacular de tan solo mirarla. Tu novia se veía como la más hermosa puta de todo el mundo.

La noche pasó bastante alegre. Tomábamos y bailábamos. Me aseguré de controlar mi sed de esa noche para estar en control de la situación. Me acerqué a tu chica, y no dude en preguntarle: "Qué paso con tu novio? Nunca te suelta y la mejor noche del semestre te deja sola". Ella solo sonrió, aunque era claro que su sonrisa no era del todo sincera. Al parecer perdiste puntos con ella, amigo, pues ella tenía muchas ganas de ir contigo. En lugar de acompañar a esta muñeca, decidiste salir de viaje un día antes de vacaciones. Bueno... afortunadamente me tienes a mi para cuidar de ella.

Sin pensarlo dos veces, la invité a bailar. El cariño que sentía por ella, genuinamente amistoso, me impulsaba a intentar hacerla sentir mejor esa noche. Mi deseo de poseerla, me invitaba a otras cosas. Aproveché el baile para tomarla de la cintura y acercarme a ella. Le dije lo hermosa que se veía esa noche, y solo se sonrojó. La pasamos muy bien, tu novia sí que baila. No perdí la oportunidad de sentir sus senos golpeando mi pecho entre los movimientos. Cada vez más pegado a ella, sentía que era el momento de hacer mi jugada. La miré a los ojos y no tardamos mucho en acercar nuestros rostros, para por fin besarlos. Aquel fue el mejor beso de mi vida. El momento que tanto esperé, por fin comenzaba. Ni siquiera recuerdo cuánto tiempo la besé. De repente, ella se separó, y se disculpó, dejándome solo en la pista de baile.

Creía que lo había arruinado todo. Seguro ella se iría y mis planes no funcionarían. Mi sorpresa fue encontrarla sentada en nuestra mesa, sola, mirando el teléfono. Fui a la barra y pedí dos tragos, una para mi y otro para ella. Al acercarme, noté que hablaba contigo por mensaje. No solo eso, tú te despedías de ellas, pues ya ibas a dormir. Pobre pendejo, pensé. Me senté junto a ella, y se sonrojó al instante. Muy apenada se disculpó conmigo diciéndome que no sabía por qué había hecho eso. La tranquilicé y le di un trago: "No pasa nada, lo pasado pasado". Brindamos, y tomamos.

Más tarde, al terminar la fiesta, comenzamos a recoger nuestras cosas e irnos. Como siempre, me tocaba llevar a algunos a sus casas, incluyendo a tu linda novia, que como siempre se sentó en el lugar del copiloto. Me aseguré de llevar a todos y dejar lo mejor para el final. Al llegar a su departamento, me estacioné y apagué el auto. Comenzamos a charlar de todo, sobre la fiesta, sobre la escuela, sobre las vacaciones. Hasta que el silencio incomodo volvió. No podía perder la oportunidad de intentar algo, así que le dije que ese beso me había encantado. Otra vez se sonrojó; cómo amo cuando hace eso. Me sonrió y me dijo que a ella también, pero que había estado mal, pues tenía novio y yo lo sabía. A lo que respondí: "bueno, un par de besos no son la gran cosa", y poco a poco me acerqué a sus labios y la besé de nuevo. Segundo strike. Y esta vez, no dejaría que se me fuera a pasar.

Comencé a acariciar su hombro, y subir mi mano por su cuello hasta su mejilla, para besarla más intensamente. Ella parecía mucho más entregada esta vez. Sus tiernas manos acariciaban mi rostro y mi cabello. Por fin era mi momento. Comencé a besar su mejilla, y luego su cuello. Su aroma era delicioso. Y era mi oportunidad para ir más lejos...mis labios siguieron por sus clavículas, y hasta llegar a sus acolchonados pechos. Tu linda novia solo acariciaba mi cabello y cerraba sus ojos. Acaricié sus hombros, y sutilmente deslicé los tirantes de su vestido rojo, y los jalé lentamente, liberando por fin los pechos hermosos de la puta. Qué emoción; eran más hermosos de lo que pensé. Realmente eran perfectos, en todos sentidos. Besar sus pezones fue lo mejor. Habría podido pasar horas comiéndolos.

Creo que tu novia realmente estaba necesitada. Seguramente esa noche te la hubieras cogido. ¿Cómo lo sé? Pues no tardó mucho en desabrochar mi cinturón, y bajar mi pantalón. Ni siquiera tuve que pedírselo. La muy puta sacó mi pene... y vaya que se sorprendió. Creo que nunca había visto más de 20 cm en su vida. Recuerdo su sonrisa: "Wow... esta enorme". No dejaba de mirarlo, lo acariciaba tímidamente con su mano derecha. Se veía tan bella, con sus pechos de fuera, y una gran verga en su mano. La besé otra vez, y lentamente comencé a jalar su rostro hasta mi pene. Ella no puso absolútamente nada de resistencia. Pronto, tu novia estaría comiéndose mi verga como nadie. En serio era una experta. ¿Con quién había practicado tanto? Su forma de lamerla y chuparla era simplemente exquisita. Por más ganas que tenía de llenarle su boquita de leche, quería guardarla para la mejor parte.

Nos volvimos a besar, y nuevamente acaricié y jugué con sus pechos. Le propuse entrar a su departamento, y ella no dudo de nuevo. En cuestión de minutos, ya estábamos en su cama, besándonos de nuevo. Esta vez le quitaría su vestido, para poder apreciar por primera vez su delicioso cuerpo. La recosté, completamente desnuda, y comencé a besar sus senos, bajando por su abdomen, hasta llegar a su vagina. Estaba completamente afeitada... se arregló para ti, y la desaprovechaste. Ahora sería yo quien se la comería hasta hacerla orgasmearse. Comencé a besar sus labios vaginales, buscando su clítoris, que estaba por demás hinchado y húmedo. Tu linda novia estaba empapada de excitación. Sus jugos sabían delicioso, no podía dejar de lamerla. Me aseguré de meter mi lengua lo más profundo que pude. Después de un rato, la puta estaba arqueada de la espalda, rogándome por detenerme.

Me recosté junto a ella, y nos besamos de nuevo. Ella jugaba con mi verga entre sus dos manos. "La quieres?", le pregunté. "Si", me respondió. Decidí cumplir su deseo, me coloqué sobre ella, me acomodé, y lentamente la penetré. Su grito de placer me dio a entender que jamás había sentido una verga así en su interior. Finalmente, después de casi tres años, la estaba haciendo mía. Sentir el calor de su vagina me volvía loco... tan apretada y húmeda. Comencé a penetrarla más rápido y con más fuerza. Sus gemidos eran música para mi.

Te cuento a que tu nena me la cogí en varias posiciones. La hice montarme, y vi sus pechos saltando por fin. Se acercó ella misma a mi para dármelos a chupar. La puse en cuatro, como buena perrita, y la penetré durísimo. Jamás había sentido tanta energía en el sexo. Sentía que podría darle toda la noche. Recuerdo como jalé sus brazos en esa posición, y la penetré aún más fuerte. Eso volvió loca a tu putita, y la hizo venirse de nuevo. Y recostada boca abajo, me levantó su hermoso trasero, y comencé a penetrar su vagina otra vez. Un poco más lento, pero fuerte. Acariciaba su espalda blanca, sus hombros, besé su dulce cuello, toque sus pechos... la disfruté tanto.

No podía aguantar más. Y no quería aguantar más. Estaba dispuesto a cumplir mi fantasía, y hacer lo que siempre quise. La volteé de lado y, de cucharita, seguí penetrándola. Tu novia no paraba de gemir. Intentaba penetrarla lo más profundo posible, lo cual no era muy difícil. Luego, sin previo aviso, la penetré una última vez, para expulsa todo mi semen caliente en su interior y llenarla con mi semilla. Disfrutamos tanto ese momento, ella y yo. Gimió tan intensamente, y sonreía. Estaba tan feliz de haber recibido mi amor. Se volteó hacia mi y me besó como poseída. Se abrazaba de mi y me besaba. Era claro que necesitaba cariño y placer. Dormí plácidamente con tu bella novia, desnudos, con su cuerpo junto al mío. Más tarde en la madrugada, los dos despertamos con ganas de más. Volví a llenarla de semen.

Ella volvía a su ciudad de vacaciones hasta el lunes. Me invitó a quedarme con ella el fin de semana, y no pude negarme. Lo que fuera por cogerme a esa puta todo lo que pudiera. Si te interesa, al día siguiente pude llenar su linda boquita de leche. Le pinté sus labios de blanco. También le di su merecido baño de leche a sus senos deliciosos. Pero sin duda, lo que más disfrute, fue eyacular en su interior una y otra vez. Espero que hayas disfrutado tus vacaciones, pues serás papá muy pronto...

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