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Un vecino perverso, se aprovecha haciéndome de todo

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Le llamaban Tino, por Florentino, vivía en el mismo edificio que vivía yo. Yo sabía que solía tener relaciones homosexuales, era un depravado sexual, al que le gustaba cazar jóvenes y follárselos. Lo había sabido por mi vecino de puerta, el cual era unos años menor que yo, con el que solía salir y tener relaciones sexuales. Un día me había contado lo de este vecino, incluso en una ocasión me vino a buscar a casa para ir a junto este vecino para mantener relaciones sexuales los 3. Le dije que no, y todo quedó ahí. No me gustaba mi vecino Tino, era mayor, tenía unos 67 años, pero además lo que menos me gustaba de él, era la cara de perverso, y sobre todo su gordura, tenía un barrigón de esos que llaman la atención. Hasta que un día en el que coincidimos ambos en el ascensor, me pidió si podía acompañarlo que quería hablar conmigo.

Al principio dudé, e iba a decirle que no, pero… él se dio cuenta de que iba a negarme, y sin cortarse un pelo me soltó: Te conviene, solo quiero hablarte de Luis; Luis era mi vecino de puerta, con el cual solía salir y mantener relaciones sexuales; quedé pensando, y mientras el ascensor iba subiendo, le dije que bueno.

Bien, así me gusta, me dijo. Te espero arriba en los trasteros dentro de 30 minutos, no me falles, te lo digo por tu bien.

Bajé en mi piso, dejando que siguiera subiendo mi vecino Tino en el ascensor. Entré en casa y quedé pensando, preocupado por saber que sería lo que querría de mí. Tino no sabía que yo era homosexual, al menos eso pensaba yo, pero el cabrón se había enterado por mi otro vecino, Luis, que fue quien le habló mía, y lo que solíamos hacer los 2.

En casa no había nadie a esas horas, por lo que fui al baño, y después de orinar y lavarme, miré el reloj, y a los 25 minutos, volví a salir de casa. Llamé el ascensor y subí al último piso, que era donde estaban los trasteros.

Abrí la puerta que da acceso a estos, encaminándome hasta el trastero de mi vecino Tino.

No hizo falta que llamara, ya tenía la puerta entornada, por lo que la abrí un poco y lo llamé, ¡Tino!

Pasa pasa, se escuchó la voz de Tino.

Abrí de todo la puerta para entrar, viendo que ya venía él hacia ella. Me puso la mano sobre el hombro, y mientras me hacía pasar, cerró la puerta.

Quedé mirando todo lo que tenía en el trastero, llamándome la atención lo limpio y recogido que lo tenía. No pude fijarme mucho más, porque al momento él se puso a hablarme.

Bueno, Dani, te estarás preguntando qué es lo que quiero de ti. Supongo que ya te darás cuenta; en esos momentos, yo movía la cabeza diciéndole que no lo sabía; bueno pero seguro que lo sospechas, o al menos deberías intuirlo, dijo mirándome a los ojos. Claro que tenía mis sospechas, pero eso no se lo iba a decir.

Pero bueno, voy a ir al grano y no me voy a andar con rodeos, dijo arrimándose a mí. Me puso una mano sobre el hombro, y va y me suelta de sopetón, se lo que haces con Luis, y quiero que lo hagas conmigo.

En esos momentos me puse rojo como un tomate maduro, no sabía que hacer o decir, me había quedado mudo.

No te pongas colorado, me decía bajando la mano que tenía sobre mi hombro por la espalda, hasta posarla en mi culo.

Me gusta el culito que tienes, decía, apretándome con su mano el culo a la vez que lo manoseaba.

Di un paso atrás intentando zafarme, tropezando con una silla, quedándome atrapado entre la pared y el vecino que no se despegaba de mí, siguiendo con su mano sobre mi cadera.

No te asustes, yo sé perfectamente lo que hacéis tú y Luis, y sé que te gusta. Así que lo que quiero es que me dejes probar tu culito, quiero follarte este culito tan sexi que tienes. Sino ya sabes… No creo que te guste que se sepa lo que hacéis ambos.

Que hijo de puta, el muy cabrón me estaba chantajeando. Sin saber que hacer, quedé parado allí arrinconado entre la pared y mi vecino, que no dejaba de manosearme el culo.

Como el muy cabrón, veía que ya me tenía en sus manos, sin dejar de magrearme el culo, llevó la otra mano a mi entrepierna, agarrándome los genitales y la polla que ya se me empezaba a empalmar, sabiendo que no iba a protestarle.

No te preocupes, que esto quedará entre nosotros. Además, sé que te gusta y lo estás deseando, mira como estás de empalmado, me decía apretándome la polla y genitales.

Tenía razón, me estaba poniendo cachondo, cada vez estaba más caliente y excitado, y el cabrón del viejo, no paraba de magrearme, excitando aún más.

Tranquilo tontito, tranquilo, tu solo déjame a mí, que yo sé lo que te gusta, y te garantizo que lo vas a disfrutar, me decía magreando el culo con una mano y con la otra frotándome los genitales y polla, sabiendo que ya me tenía en sus manos.

Como veía que yo no me movía ni hacía ni decía nada, siguió avanzando en sus intenciones, pegándose a mí, acercó su cara a la mía, intentando llevar su boca a la mía, pero en el momento que iba poner sus labios sobre los míos, giré la cabeza, pegando su boca sobre mi cara.

En ese momento sin soltarme el paquete y culo que me seguía magreando, me susurró, no te resistas, que sé que lo estás deseando. Ya verás cómo vas a disfrutar, te voy a hacer gemir y gozar como a Luis.

¿No te dijo como lo hago chillar de gusto?

No, le contesté moviendo la cabeza.

Pues tú tranquilo y no te resistas, ya verás cómo vas a disfrutar, me susurraba pasando la lengua por mi cara, llegando al cuello, donde empezó a morderme.

Ahí ya caí rendido, solté un leve gemido a la vez que me estremecía, empezándome a temblar las piernas de tal manera, que tuve que sujetarme a él.

Ves cómo te gusta, me decía intensificando el magreo y los mordiscos en mi cuello.

El muy cabrón había dado con mi punto más débil y sensible, dándose cuenta de cómo me estremecía y excitaba aquellos mordiscos, el hijo de puta me estaba haciendo temblar como un flan.

Si al final me vas a salir toda una hembrita, y vas a estar deseando que te de por el culo, ¿verdad que sí putita?

Yo no decía nada, solo podía abrazarme a él mientras emitía leves gemidos sin dejar de temblarme las piernas.

Mi vecino no perdió el tiempo, al ver como me tenía, llevó sus manos a mi cintura, y sin dejar de darme mordiscos en el cuello, empezó a aflojarme el cinturón, mientras me seguía susurrando, querías hacerte el difícil y lo estabas deseando, ¿eh putita?

Mira cómo tiemblas y estremeces. Te mueres de ganas porque te dé por el culo, ¿eh maricón?

Ya me había aflojado el cinturón, y prácticamente me tenía desabrochado el pantalón, mientras yo seguía aferrado a él, temblando y gimoteando cada vez más fuerte.

Así maricón, así, no te resistas y déjate llevar, ya verás como hoy vas a chillar de placer, me seguía susurrando, mientras empezaba a bajarme los pantalones junto al slip.

¡Oh que gusto! Decía acariciando mis genitales y polla, ¡ufff maricón que bueno estás! Estás caliente y salido como una perra en celo, ¡eh maricón!

Anda, no pierdas tiempo, ve sacando mi garrote mientras yo te voy desnudando, me decía empezando a desabotonarme la camisa.

Anda maricón, ya verás como vamos a disfrutar, decía llevando su boca a la mía y ahora sí, apoderándose de ella. Te resistías y lo estabas deseando ¿eh tontito? Con lo bien que lo vamos a pasar los 2.

Dios, yo no daba desabrochado el pantalón a mi vecino, entre los nervios, el tembleque que me estaba haciendo pasar, y ahora su lengua metida en mi boca saboreando toda mi cavidad bucal, no terminaba de desabrocharle el pantalón. Y joder vaya pedazo de lengua que tenía el gachó, si seguía metiéndome la lengua, me iba llegar a la boca del estómago, joder si la polla la tiene como la lengua, me va a reventar el culo, pensaba yo.

Con bastante trabajo, por fin pude terminar de desabrocharle el pantalón, excitado por el morreo que mi vecino Tino me estaba dando, mientras iba desabrochando mi camisa.

Nervioso y excitado, empecé a meter mis manos por dentro de su pantalón, buscando su polla. Toqué el calzoncillo empezando a palpar, notándole un bulto considerable, el muy cabrón estaba que se salía de empalmado que estaba. Joder vaya bulto que se le notaba al cabrón del viejo, metí la mano por el elástico del calzoncillo, tirando para abajo. Al momento salió la verga quedando sobre mis manos. Dios que sensación tuve en esos momentos, al tener sobre mis manos aquel pedazo de pollón, no podía verle la polla, pero lo que estaba tocando, me estaba dejando impresionado, la notaba gorda y de muy buen tamaño, le debería medir unos 17 o 18 centímetros, y unas bolas enormes, sobre todo comparado con lo que yo tenía.

Así maricón, así, pálpala, pálpala bien que ya verás cómo te va a abrir el culo, vas a chillar como el maricón de tu amiguito. Al maricón le encanta que se la meta por el culo, y le de bien fuerte. Estoy seguro de que a ti también te va a gustar, decía sacándome la camisa, quedándome desnudo de cintura para arriba y con el pantalón y slip sobre los tobillos.

Y allí estaba yo, desnudo con el pantalón y slip sobre los tobillos, delante de mi vecino Tino, encerrado en su trastero, con su polla en mis manos acariciándosela, a punto de ser ultrajado por él. El muy cabrón, ya había dado caza a otro joven al que dar por el culo. Iba meterme su polla por el culo y follarme hasta la extenuación. Tenía que domar aquel potrillo hasta que cayera rendido a sus pies y le obedeciera siendo un buen sumiso.

En esos momentos pude verle la polla, quedando con la mirada fija en ella, mientras la acariciaba con mis manos. Joder, vaya pedazo de polla que tenía el cabrón, me había quedado hipnotizado mirándola mientras no dejaba de acariciarla.

¿Te gusta lo que ves? Me decía viendo como me había quedado hipnotizado mirándole la polla.

Levanté la cabeza mirándole a los ojos, sin dejar de agarrarle la polla acariciándosela, y sin poder abrir la boca para decir nada.

Tranquilo maricón, no te asustes que no muerde, pero eso sí, ya verás cuando te la meta por el culo cómo vas a chillar, notando cómo te abro el culo. Al principio todos os asustáis, pero luego estáis deseando que os la metan por el culo y os hagan gritar mientras os follan dejándoos bien preñados.

Anda, agáchate y abre esta boquita que quiero que la pruebes, me decía apoyando sus manos sobre mis hombros, empujándome para que me agachara.

Me agaché y abriendo la boca, llevaba aquella polla que, en breve, me iba a dar por el culo, dejándome abierto y bien preñado.

Metí la verga de mi vecino en la boca, empezando a chuparle el glande, a la vez que él, acariciaba mi cara mientras me iba diciendo entre suspiros: Así maricón, así, ves como te gusta, ¡ufff que boquita! Así así, abre bien esa boquita, y chúpala toda, chúpala que es toda para ti. Te la vas a comer hasta los cojones, me decía mientras seguía acariciando mi cara.

Dios, aquella era demasiada polla para mi boca, era imposible que tragara más de la mitad, por lo que yo solo me limitaba a chuparle el glande, acariciarle los genitales, y cuando la sacaba de la boca, pasarle la lengua por el prepucio. Pero el muy cabrón de mi viejo vecino, no se iba a conformar, el muy cabrón, poniendo sus manos en mi nuca, me ordenaba que abriera bien la boca que me la iba a tragar hasta los mismísimos cojones.

Empujando mi cabeza a la vez que impulsaba su pelvis, me hacía tragar su polla hasta chocar sus genitales con mi cara, golpeando mi barbilla igual que golpea el badajo la campana.

Así maricón, así, abre bien esa boca y traga hijo de puta, me decía. ¿Te gusta la polla eh? Pues toma polla maricón.

Dios, los ojos no paraban de llorarme, la saliva y bilis salían por la comisura de mis labios y nariz. El depravado de mi vecino metía su verga en mi boca con tanta furia y fuerza, que me llegaba hasta las amígdalas, haciéndome abrir en vómitos.

Después de un buen rato donde me estuvo follando literalmente la boca, me ordenó poner de pie y que me sacara los zapatos y me quitara toda la ropa. Quítate todo y quédate totalmente desnudo, te quiero en pelotas, decía desnudándose él también.

Le obedecí quedándome como me había ordenado, totalmente desnudo, incluso los calcetines me había quitado. Esperaba allí de pie, desnudo, empalmado como un burro, rascándome con la mano la pierna mirando como se iba despelotando él.

Dios, miraba como le colgaba la polla y pelotas, mientras se desnudaba, sintiendo un escalofrío recorrer mi cuerpo. Sabía que aquello que le colgaba, me la iba meter por el culo. Aquello me daba algo de temor, pero me excitaba y calentaba a la vez.

Una vez terminó de desnudarse, sentado en la silla, me ordenó que me acercara. Ven para aquí, que quiero ver ese agujerito que tienes.

Me puse enfrente de él, agarrándome mi viejo vecino por la muñeca, ordenándome que abriera las piernas mientras colocaba mi mano sobre su hombro. Ven para aquí, mariconcito, y abre bien las piernas. Así, así, pon las manos sobre mis hombros, y acércate me decía quedándome a horcajadas sobre él.

Tenía sus piernas en medio de las mías, haciendo que me quedara totalmente abierto de piernas delante de sus narices.

Empezó a acariciar mis genitales y agarrar mi polla descapullándola, mientras la iba acariciando y mirándome a los ojos. Te gusta ¿eh maricón? Mira como estás de empalmado, me decía manoseando la polla y genitales. Y estos pezoncitos, mira que duritos y excitados los tienes, decía llevando su boca a ellos lamiéndolos y mordisqueándolos.

Después de manosear mis genitales y descapullar mi polla manoseándola, llevó sus manos a mis cachetes, empezando a acariciar y apretar los glúteos, mientras susurraba lo bonito y sexi que era mi culito, ¡ufff maricón! Que culito más bonito y sexi tienes, cada vez que te veo en la calle y veo como mueves el culito al caminar, me vuelves loco, ¡ufff que ganas tenía de tenerte así delante mía! Me decía acariciando y manoseando los cachetes de mis nalgas.

Vamos a ver este agujerito, decía llevando su mano a mi culo. Empezó a pasar sus dedos por la raja de mi culo, tanteando mi orificio con sus dedos. Presionó con uno de sus dedos el agujero de mi ano, haciendo que este entrara un poco, haciéndome estremecer a la vez que soltaba un quejido, ¡ahhh! Exclamé al notar como su dedo abría mi culo dándome un pinchazo al abrirse mi esfínter introduciéndose una parte de su dedo.

Bueno maricón, bueno, tranquilo que no pasa nada. Estás bien cerradito, vamos a tener que lubricarte y dilatar un poco este agujerito, decía llevando su mano a la boca impregnando de saliva sus dedos. Volvió a llevar su mano a mi culo, y luego de untarme con su saliva varias veces, volvió a presionar con un dedo introduciéndolo de nuevo en mi culo.

¡Ahhh! Volví a quejarme, al notar entrar su dedo. Esta vez lo metió por completo, empezando a girarlo dentro de mí. Sacaba y metía el dedo e iba presionando las paredes de mi ano, haciendo que mi esfínter se fuese dilatando. Cuando ya entraba y salía su dedo con facilidad, incorporó otro dedo al proceso de dilatación, haciendo que volviera a quejarme, ¡aaahhh ahhh! Exclamé notando como se abría más mi ano, introduciéndose un segundo dedo.

Tranquilo maricón tranquilo, relájate y deja que te vaya dilatando, ya verás como después te va a gustar cuando te meta la polla por el culo. Vas a chillar de gusto, vas a chillar como tu amiguito, Luis. El maricón chilla, pero luego se retuerce de gusto. Lo mismo que vas a hacer tú, cuando tengas mi polla dentro de tu culo.

Después de abrirme bien el culo con sus 2 dedos, me ordenó que sujetara su verga con mi mano, la colocase en la entrada a mi ano y me fuese agachando mientras se iba introduciendo su polla en mi culo.

Pasando mi mano por detrás de mi espalda, agarré su polla con mi mano y colocando la cabeza en la entrada a mi ano, me fui sentando sobre sus piernas, mientras aguantaba su polla con mi mano.

Noté como mi esfínter se iba abriendo, y aquella polla se iba introduciendo en mí. Dios, iba agachándome despacito, notando como aquel monstruo se iba introduciendo, abriendo mi culo en canal. Gritaba cada vez que su polla se introducía un poco más, ¡ohhh! ¡ohhh! Me quejaba cada vez que su polla se introducía, abriéndome el esfínter, dilatándose cada vez más.

Así maricón, así, iba animándome el viejo mientras su polla iba invadiendo mi cuerpo profanándolo. Cuando ya casi había entrado el glande, el viejo vecino, sujetándome por las caderas, impulsó su pelvis a la vez que empujaba con sus manos mi cuerpo hacia abajo, haciéndome soltar un alarido, al notar como su verga se introducía casi por completo dentro de mi culo.

¡Ohhh ooohhh ohhh! Exclamé en un grito de desesperación, al notar entrar aquel garrote que me introducía en el culo.

Dios, que dolor me había causado, me había quedado rígido y paralizado. Intenté levantarme, pero el muy cabrón no me dejaba, me tenía sujeto por la cintura con sus manos, y ahora llevaba su cabeza, apoyándola en mi hombro, tratando de inmovilizarme.

Tranquilo mariconcito, tranquilo. Ya ya, ya pasa, relájate que ya va a pasar, me decía al oído mientras me iba dando mordiscos en el cuello.

No puedo, no puedo, lloraba yo suplicando que me dejara levantar. Me está haciendo mucho daño, le dije.

Aquella era demasiada verga para mi estrecho culo, y el muy cabrón no me había dilatado suficientemente.

Como veía que no daba soportado la polla en el culo, dejó que me levantara, y ordenándome esperar, se levantó de la silla, fue hacia el armario que tenía contra la pared, descorrió la puerta de este, dejándome alucinado viendo lo que allí se veía. Tiró una colchoneta de espuma al suelo, pudiendo ver que ancladas a la pared había unas correas a media altura, y más abajo, había otras correas algo más cortas. También se podía ver toda clase de juguetes sexuales, llamándome la atención la colección de consoladores que allí tenía. Joder, había un consolador, que era enorme, era monstruoso. Debería ser ancho como mi muñeca, y joder que grande era, si aquello te lo meten por el culo, te dejan empalado como si fueras un pincho moruno.

Me ordenó tumbar sobre la colchoneta, quedando boca arriba. Estaba algo nervioso, ya que no sabía que es lo que iba hacerme. Vi que cogía un tubo de crema lubricante, y como tanteaba los consoladores cogiendo 2 de ellos.

Se puso de rodillas junto a mí, y después de colocarse a horcajadas sobre mi pecho, me ordenó que estirara los brazos, empezando a sujetármelos con las correas que estaban ancladas en la parte de abajo de la pared. Yo como un idiota, no dije nada, dejando que me inmovilizara sujetándome los brazos a aquellas correas.

Una vez me tuvo sujeto los brazos a aquellas correas, echó mano a las que estaban ancladas más arriba y que eran mucho más largas, empezando a sujetarme las piernas con aquellas correas. Me sujetó amarrándome por los tobillos, de tal forma que, al ir regulando la correa, hacía que las piernas se me fuesen levantando, quedando totalmente levantadas y abierto de piernas. De esa manera, mi culito quedaba totalmente expuesto y preparado para ser sodomizado.

Una vez me tuvo bien amarrado, me dijo: Así maricón, así no te me vas a mover, y ahora vamos a lubricar y dilatar bien este culito, ya verás como ahora tu culo va a tragarse mi polla, y estoy seguro de que mi consolador favorito, también lo vas a soportar.

Joder, estaba empezando a sudar de pánico, no se atrevería a meterme aquel consolador enorme, por el culo.

Estaba tumbado y amarrado como si fuese un pollo asado, y sin poder moverme, y lo que era peor, en manos de un viejo depravado que iba hacerme de todo.

Empezó a acariciarme los genitales y menear la polla para que fuese animándome, mientras iba hablando para que me fuese tranquilizando, ya que había visto la cara de pánico que se me había puesto.

Tranquilo mariconcito, tranquilo. Estate tranquilo que no te voy a hacer daño, no quiero hacerte sufrir, solo quiero hacerte disfrutar y que goces mientras te doy por el culo.

Empezó a morderme los músculos internos de las piernas, haciendo que diera varios gemidos al notar como mordisqueaba mis músculos que están pegados a las ingles. Luego siguió mordisqueándome el escroto y perineo, haciéndome soltar más gemidos, para por último llevar su lengua a mi ojete, haciéndome retorcer de gusto.

¡Ohhh! ¡ohhh! ¡ooohhh! Gritaba gimoteando por el gusto que me estaba dando el muy cabrón del viejo. Dios que pedazo de lengua tenía, con sus manos abría mi ojete, metiendo la punta de la lengua en él.

Te gusta ¿eh? Mira como chillas y gimes como una perrita en celo, ¿eh? Pedazo de maricón.

Metía su lengua en mi culo, mientras jugaba con sus dedos abriendo mi esfínter, y una vez lo tenía abierto, introducía su lengua, llegándome tan adentro, que me hacía retorcer de gusto y gemir como una puta.

Ahora vamos a introducirte un consolador, así dilataremos más este culito de puta que tienes, es como un chochito virgen.

Cogió el consolador, y luego de untarlo con el lubricante que tenía, empezó a introducirme aquel consolador por el culo, haciéndome soltar más gemidos, ¡ohhh! ¡ooohhh ooohhh! Gemía notando como me abría el culo y me follaba metiendo y sacando el consolador de mi culo, haciendo que mi ano y esfínter se fuesen dilatando y me abrieran bien el culo.

Después de probar los 2 consoladores que había cogido, pegándose a mí, llevó su verga a la entrada de mi ano, empezando a introducir su falo en él.

Dios, ahora si que me había tragado su verga de una sola estocada y sin sentir dolor alguno. Ahora me había lubricado y dilatado perfectamente, y su polla me entraba sin ningún problema.

Así maricón, así, ¡oh que calentito estás! ¡oh que bien se siente! Ay que gusto, ay que gusto, gritaba metiendo y sacando su verga de mi culo.

Notaba como entraba su polla golpeando sus pelotas la entrada de mi ano, sonando con cada golpeteo, el chof, chof chof, de su polla entrando en mi culo y como su voluminosa barriga, frotaba mis genitales, cada vez que me culeaba.

Mi cara era todo un poema, me estaba derritiendo de gusto, la pobre de mí polla no paraba de gotear semen, con la fricción que su panza le daba a mis pelotas y polla, no tardaría en correrme.

Y así fue, antes de que me preñara de semen, mi polla estalló empezando a derramar todo el esperma por mi abdomen y pecho.

¡ohhh me corro! Me corro, me corro, ¡ooohhh! Gritaba eyaculando sobre mi abdomen y pecho, mientras mi viejo vecino me seguía dando por el culo, allí tumbado y amarrado por las correas que me mantenían sujeto.

Así maricón, así, córrete. Mira que orgasmo has tenido, pedazo de maricón, vaya corrida que te has largado, decía sin dejar de taladrarme el culo con su polla.

El hijo de puta del viejo tenía un aguante descomunal, mi culito ya estaba que echaba humo, y él seguía dándome por el culo sin piedad alguna.

Después de un buen rato de haberme corrido yo, empezaba el viejo a apurar sus envestidas, notando que su corrida era eminente, y dando unas fuertes envestidas, empezó a gritar que se corría. Ya maricón ya, ya me corro, ya me corro, gritaba empezando a soltar varios trallazos de leche regando mis entrañas.

¡Ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! gritaba dejándome preñado el culo con su semen.

Dios, los 2 estábamos sudando, pero al cabrón del viejo, la polla no se le bajaba, la seguía teniendo dura y metida en mi culo.

Echado como estaba sobre mí, empezó a morderme los pezones sin sacarme la polla del culo, luego fue subiendo a mi cuello, a la vez que me susurraba, tranquilo maricón, tranquilo que esto es solo el comienzo, decía mordiéndome el cuello haciéndome estremecer. Aun vamos a seguir dándote por el culo, esto es solo el aperitivo, me decía el hijo de puta de mi viejo vecino.

Continuará…

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