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Una noche en el trabajo

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Les cuento: hace un tiempo mi trabajo me exigía laborar en horarios poco habituales, cada cierto tiempo tenía turnos durante toda la noche, en esos turnos nos quedábamos pocas personas, así que nos turnábamos los recesos de manera que solo uno descansará cada cierto tiempo.

Ese día en particular me puse una falda y una camisa; esta camisa era especialmente problemática para mi, dado que en la parte del busto siempre se me abría el botón, aunque debo confesar que eso estaba bastante lejos de molestarme, tengo ciertos atributos y me gusta sentir las miradas sobre ellos.

En mi hora de descanso fui a la desierta cafetería, simplemente para salir de la rutina de trabajo, entrando en ella me di cuenta que no estaba tan desértica como suponía, en la TV estaba un partido de fútbol y el encargado de seguridad lo estaba viendo. Al percatarse de que yo había entrado solo se puso de pie y no hizo más que mirarme el escote, presione cada brazo a los lados de mis pechos y lo salude, el susurro un salud y salió disparado de ahí.

Como estaba haciendo tanto y calor y no había nadie aproveche para acostarme encima de una de las mesas que estaban debajo del ventilador, subí mi falda y abrí todos los botones de la camisa. ¿Que estaba pensando yo en ese momento? Realmente no sé, pero abrí mis piernas un poco y con mis dedos empecé a tocar mi clítoris.

Quizás por el ruido de la TV o por mis propios ruidos no lo escuche entrar, solo me di cuenta de él cuando dos manos enormes, apretaron, casi dolorosamente, mis pechos. Abrí los ojos y ahí estaba, el guarda de seguridad, sonriendo y diciéndome: "PUTA"

Lejos de asustarme, molestarme o cualquier reacción normal, solo me calenté y respondí sonriéndole de vuelta.

-Sí que eres una putita -decía mientras se sacaba la verga del pantalón, me jalo hacia él sacando mi cabeza del apoyo de la mesa y haciendo abrir más las piernas. La metió toda y casi vomito, y tal vez fueron cosas mías, pero que rico me supo esa polla. Su mano jugaba con mi entrepierna mientras mi lengua hacía lo mismo con la suya.

Se fue al otro extremo de la mesa, me dio la vuelta, mordió mis nalgas, me quitó el panty, y metió su cara entre mi culo, lamió unos minutos el ano para después concentrarse en la entrada de mi vagina, tenía un mete saca de dedos delicioso.

Solo podía gemir y retorcerme de placer, de pronto paro y metió toda su rica verga, tuve que morderme el labio para no gritar como loca, toda esa situación me tenía como una perra en celo. Empezó a meter un dedo en mi culo, luego dos, después tres, finalmente metió cuatro, ya sus embestidas eran desenfrenadas tanto con su polla como con sus dedos.

Se corrió en mi trasero sin dejar de penetrar me con sus dedos el culo.

-Ese culito será mío.

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