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Una noche increíble

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La noche estaba estrellada y la cabeza de Pedro ahumada, pues aunque no estaba borracho le llegaba bien. Al doblar una esquina se encontró cara a cara con una muchacha de tez blanca, alta y delgada que tenía más mierda encima que el palo de un gallinero. Tenía mierda en la cara, en el pelo y en su vestido largo de color marrón, vestido que por partes estaba negro. La muchacha le dijo:

-Tú eres Pedro, ¿no?

-Sí, mi nombre es Pedro

-¡Qué casualidad! Ayúdame, primo.

A ver, falta le hacía que le ayudase por la pinta que tenía, pero pedir ayuda a aquellas horas era un poco sospechoso y encima lo tomaba por un primo. A Pedro no le dio tiempo a decirle que se fuera a tomar viento, ya que a la muchacha se le acercó un hombre por la espalda, le echó la mano a un hombro y cuando la muchacha se dio la vuelta levantó la mano para cruzarle la cara. La hostia que le metió Pedro al tipo lo dejó dormido sobre la acera. La muchacha se puso aún más nerviosa de lo que ya la había puesto al ver el que ahora estaba inconsciente.

-Después de esto cuando me encuentre me mata a golpes.

Pedro mirando para el feo durmiente, le preguntó:

-¿Quién es ese pavo?

-Mi suegro, y es un hijo de puta.

-Eso me pareció

-¿Me puedes ayudar?

No se podía negar.

-Mi piso está a cien metros de aquí, ven que te doy algo para que puedas ir tirando, y si quieres te aseas un poco.

-No me reconoces, ¿verdad?

-¿Debía?

-Soy tu prima Rita, la hija más joven de tu tía Ramona.

-Te recuerdo muy niña.

-Tenía siete años cuando me viste por última vez, fue en el día de tu boda.

El hombre empezó a volver en sí cuando se iban.

En el camino al piso la muchacha le dijo que escapara de la caravana donde vivía porque su suegro abusaba sexualmente de ella y encima con el beneplácito de su marido y de su suegra, que eran dos alcohólicos cómo su suegro. También le dijo que llevaba tres días escondida en un coche abandonado, tres días sin lavarse y sin comer. Por la roña que llevaba encima y por el tufo que despedía su cuerpo supo que no le mentía.

Pedro en el piso tenía en el horno de la cocina medio pavo asado con patatas que le sobrara del mediodía. Le preguntó:

-¿Quieres comer algo Rita?

-Sí, lo que sea, y beber, tengo mucha sed.

En la cocina puso el pavo con patatas a calentar, cogió una botella de agua mineral en la nevera y se la dio. Casi la manda de un viaje. Rita estaba seca. Pedro le preguntó:

-¿Quieres darte un baño?

Cómo buena gallega, le respondió con otra pregunta.

-¿Quieres aprovecharte de mí, primo.

-No soy de esos. Si decides ducharte puedes lavar la ropa en el baño que después la pongo en la secadora.

-Quedaría desnuda.

-No si te doy una de mis batas.

-Vale, dámela.

Fue a por la bata, se la dio y la muchacha se fue a duchar. Cuando la vio de nuevo en la cocina, limpia y con la bata puesta se dio cuenta de lo hermosa que era. Sus ojos eran negros y grandes, su cabello negro azabache y rizado, sus cejas las tenía pobladas, sus labios eran carnosos, su nariz pequeña y tenía un tipazo. Al ver sobre la mesa el pavo con patatas, el pan y el agua, le peguntó:

-¿Eso es para mí?

-Sí.

Se sentó a la mesa y comenzó a comer. En su vida había visto Pedro comer con tanta voracidad. Él se bebía un rioja viendo cómo comía. Al acabar de comer le preguntó:

-¿Quieres algo más?

-No. Gracias por la cena, estaba deliciosa, ahora voy a lavar el vestido, y cuando seque me voy.

-Puedes quedar a dormir aquí. Así tendrás toda la noche para pensar lo que harás mañana.

-¿Qué dirá tu esposa si un día se entera de esto?

-No diría nada, le preguntaría yo porque se marchó de compras hace diez años... La verdad es que tarda un poco en volver. ¿No crees?

Rita sonrió por primera vez y aún la vio más hermosa.

-Sí, un poco tarda.

Rita se quedó a dormir en la habitación de invitados. Pedro se quedó planchado a los pocos minutos de meterse en cama. Una hora después lo despertó el teléfono móvil. Lo cogió con la luz apagada y con un tono de voz agresivo, preguntó:

-¡¿Quién coño es a estas horas?!

-Soy Nico, tío. Necesito tu ayuda.

-¡¿Qué te pasa, Nicolás?!

-Que una chavala que está cómo un queso quiere que le coma el coño.

-Pues cómeselo, carallo, cómeselo y déjame dormir.

-Quiere que se lo coma yo, pero con tu ayuda.

-¡¿Qué?!

-Lo que has oído. Dice que quiere que le coma el coño dándome tú instrucciones.

-No entiendo nada. ¿De qué me conoce esa guarra?

-Es la hija de Mercedes.

-¿Qué Mercedes?

-La de la tabacalera.

-Ahora lo entiendo todo. Dile que vaya a tomar por culo, y si no va le das tú, que le gusta una barbaridad que la enculen.

-No digas eso, tío si vieras cómo está de buena.

-Lo sé, chaval, sé cómo está de buena. Sé el culazo que tiene. Sé cómo son sus tetas y cómo tiene el coño de peludo.

Pedro oyó la voz dulce de una muchacha.

-No tengo el coño peludo, me lo afeité para tu sobrino.

-¿Cómo lo convenciste para que me llamara, golfa?

-Diciéndole que si no te llamaba no follaba.

-¡Zorra!

-Muy zorra, y tú lo sabes mejor que nadie.

-Ponme con mi sobrino.

Se puso el sobrino al teléfono.

-Dime, tío.

-¿Aun sabiendo que ya folló conmigo sigues queriendo comerle el coño?

-Estoy tan cachondo que le comería hasta el culo.

Oyó de nuevo la voz de la muchacha.

-¿Ves por qué le dije que te llamara?

-No me vuelvas a hablar, golfa, que se ponga mi sobrino.

-Dime, tío.

-¿Dónde estáis?

-Desnudos sobre una cama.

Pedro iba a ayudar a su sobrino.

-Mete tu cabeza entre sus piernas y separa sus labios vaginales con la lengua, hazlo suavemente y después lame sus labios interiores de modo que tu lengua acabe lamiendo el clítoris. -hizo una pequeña pausa-. Lame de abajo a arriba suave al principio y después más fuerte -volvió a callarse un tiempo-. Lame el capuchón del clítoris por los lados- se calló unos segundos-. Tira del capuchón hacia atrás y al tener el glande al descubierto, bésalo, lámelo y chúpalo. Hazlo todo muy despacito -esta vez tardó más en volver a hablar-. Si no se está magreando cógele las manos y llévaselas a las tetas para que las magree. Separa suavemente sus piernas y después mete y saca tu lengua de su vagina unas cuantas veces -volvió a callarse-. Está atento a su lenguaje corporal, o sea, a los movimientos de su pelvis, a sus manos, a su respiración y a sus gemidos, todo eso te dirá si vas bien, que vas porque oigo los gemidos de esa zorra. Deja el coño, besa su boca con lengua y dile guarradas -paró de hablar de nuevo-. Eso de "come coños" estuvo bien. Baja besando y lamiendo sus tetas, su vientre, su ombligo y besa su clítoris. -otro silencio.- Vuelve a separar sus labios vaginales con tu lengua y lame despacito de abajo a arriba -dejo de hablar de nuevo un par de minutos-. Levanta su culo con las dos manos y lame sus nalgas, lame su periné y lame y folla su ojete con la punta de la lengua -esta vez guardó silencio durante unos minutos. Lame su coño de abajo arriba presionando con la lengua y al llegar al clítoris haz círculos sobre él, pero sin presionar -volvió a guardar silencio hasta que oyó los gemidos de pre orgasmo de la muchacha-. Métele dos dedos dentro del coño y presiona con ellos hacia el abdomen para estimular su punto G. Mastúrbala apretando hacia arriba y encogiendo los dedos al retraerlo -se volvió a callar un ratito-. Pon tu lengua sobre su clítoris y haz un remolino sobre él con la lengua apretada.

Pedro sintió los gritos de placer de la muchacha al correrse. Colgó y dijo:

-¡Qué puta es la cabrona!

Se metió en la cama y su brazo rozó un cuerpo. Encendió la luz y vio a Rita. Estaba destapada y desnuda. Su cuerpo era precioso, tenía tetas pequeñas, redondas, con pequeñas areolas y pequeños pezones y en el coño tenía una generosa mata de vello negro rizado. Le peguntó:

-¡¿Qué haces aquí?!

Rita tenía una mano entre las piernas.

-Escuchar y tocarme.

Quitó la mano de entre las piernas, tenía dos dedos pringados de jugos, los chupó. Pedro le dijo:

-Eso ya lo veo, y que necesitas un buen polvo también, pero porque has venido.

-Tenía miedo y vine para tu cama. ¿Sabes una cosa, primo?

-Cómo no me la digas tú...

-A mí nunca me comieron el coño.

-A ti sería un crimen comerte el coño sin antes gozar de tu boca, de tus tetas, sin antes gozar de todo tu cuerpo divino.

Rita no se anduvo con rodeos.

-Goza de él.

Pedro se levantó de la cama y le dijo:

-Ahora vengo.

Fue al aseo, orinó y se lavó la boca. Se volvió a meter en la cama, la besó en ambos lados del cuello, le mordió los lóbulos de las orejas. La besó en la frente, en los ojos, en la punta de la nariz, en el cuello y después le dio un pico. Rita abrió la boca y echó la punta de la lengua fuera, se besaron largamente, luego la lengua de Pedro lamió el pezón de la teta izquierda mientras le acariciaba la otra con la mano la derecha. Mamó la teta y luego hizo lo mismo con la otra. Después fue bajando lamiendo y besando por el vientre hasta el monte de venus... Lamió sus labios mayores y luego bajó besando y lamiendo el interior de su muslo derecho. Al llegar al pie le levantó la pierna y le masajeó la planta, le chupó los dedos, lamió entre ellos... Le hizo un buen trabajo, trabajo que haría en el otro pie antes de subir besando y lamiendo por el otro muslo, muslo que estaba mojado cerca del coño. Abrió los labios vaginales con su lengua y se encontró con el coño encharcado. La lengua se le pringó de jugos de sabor entre agrio y salado, jugos que se tragó. Luego lamió de abajo a arriba lentamente al tiempo que le echaba una mano a la teta derecha y con dos dedos jugó con los pezones. De repente el cuerpo de Rita comenzó a temblar y a convulsionarse mientras jadeaba cómo una loca. Pedro no dejó de lamer su coño hasta que no acabó de echar la última gota de la corrida.

Al acabar de correrse tenía una sonrisa de oreja a oreja. Pedro la volvió a besar y después de hacerlo le dijo Rita:

-Comes el coño como los ángeles.

-Más bien cómo un diablo. ¿Y tú qué tal follas?

-Contigo follaría cómo una puta cerda y viciosa.

-Me gustan esas clase de mujeres, las mujeres sin perjuicios, las guarras, las que les da lo mismo comer una boca, un culo o una polla.

-En ese caso lo vamos a pasar en grande.

La polla de Pedro se había puesto a media asta. Rita escupió en la mano, se la cogió y la meneó con parsimonia. Meneándola acercó su boca a la de Pedro y le escupió en los labios, después le escupió en la cara para luego lamer su saliva con la lengua, lengua que acabó dentro de la boca de Pedro. Luego, sin dejar de menear la polla, puso la boca cerca de su ojete y le escupió en él varias veces, después mojó un dedo en la boca y se lo fue metiendo en el ojete. Pedro estaba callado cómo un muerto. Rita le peguntó:

-¿Te gusta?

-Todo lo guarro me encanta.

Le sacó el dedo del culo, lo olió, y le dijo:

-Me gusta este olor.

Chupó el dedo y se lo volvió a meter en el culo. Después le cogió el glande por la corona con dos dedos y lo masturbó. Al ratito Pedro se corrió. Su leche bajó por el talle y el que llegó a los huevos Rita la lamió y la tragó.

Pedro al acabar de correrse, le dijo:

-Eres de las mías.

-Si crees que lo que hice es ser una cerda, espera y verás.

Subió encima de él y le puso el culo en la boca. Pedro lamió y folló el ojete con la lengua, luego Rita le puso el coño a tiro, al sacar Pedro la lengua se lo frotó contra ella... Poco más tarde cogió su polla, la frotó el ojete hasta que la puso dura y después la fue metiendo hasta el fondo del culo. Lo folló despacito, frotando su clítoris contra el monte de venus y comiéndole la boca. Rita estaba en su salsa y lubricaba una cosa mala... Tiempo después sacó la polla del culo y la metió en el coño. Lo folló con saña y al rato comenzó a temblar de nuevo. Se estaba corriendo. Pedro sintiendo los jugos de su prima encharcando sus huevos y su boca chupando su lengua la sacó y se corrió fuera.

Al acabar le preguntó Rita a su primo:

-¿Te gusta cómo follo?

-No me gusta, me encanta.

-¿Alguna vez te bañaste bajo una lluvia dorada?

-¿Te excita mear por un hombre?

-Me encanta bañarlo de arriba a abajo.

-Pues ya estás tardando en bañarme.

Rita subió encima de Pedro, abrió el coño con las dos manos, apuntó a su cara... Y ahí lo dejo porque la meada fue cómo la noche, larga, muy larga.

Por cierto, Rita sigue viviendo con su primo.

Quique.

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