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Unas vacaciones con mis tías (Parte 4) : Una maratón
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Tiempo de lectura: 10 minutos

Subimos al salón y salimos al jardín. Eran las cinco de la tarde y el sol todavía era intenso. Las tres estaban tomando un refresco a la sombra sentadas alrededor de una mesa redonda.

– Hola! Saludaron mi madre y Sole, mi hermana siguió con los cascos puestos. – Hola! Contestamos nosotros. Yo seguía en bañador y Candi se había vuelto a poner la bata.

– Que tal! Te ha gustado la bodega? Preguntó Sole.

– Si, está muy bien, pero me he quedado dormido después de tomarme el whisky! Dije yo pensando que había sido mucho tiempo.

– El pobre debía de estar muy cansado después del viaje! Me apoyó Candi.

– Venga, sentaros con nosotras! Comentó Sole.

Me senté algo abstraído pensando en todo lo que me había dicho Candi, mi mente era una olla en plena ebullición.

– Acompáñame Sole, vamos a sacar algo para picar! Dijo Candi. Me dio la impresión que le iba a contar nuestra “siesta“ sin demora.

– Que tal hijo? Menuda siesta te debes haber echado! Comentó mi madre.

– Ufff, pues si! Me he quedado dormido nada más acabarme la copa!

– Pues fenomenal, así estarás bien descansado. Creo que lo vamos a pasar muy bien aquí, este sitio es tan tranquilo y relajante!

– Estoy seguro de ello! Le contesté sonriendo por dentro. “Y lo derelajarse, va a ser para ti!“ Sonreí de nuevo en mi interior.

Volvieron mis tías con unos aperitivos y más bebidas. Pude ver a Sole que me miraba y se pasaba la lengua por los labios, estaba claro que Candi se lo había contado con detalle. Se sentaron y comenzaron una conversación entre las tres hermanas. Mi hermana seguía con los cascos puestos y tecleando en su móvil y yo seguía algo abstraído pensando en todo lo que me había pasado desde la llegada.

– Te apetece darte un baño, Pedrito? Dijo Sole sacándome de mi abstracción. Me quedé algo parado por la sorpresa.

– Venga! , dijo levantándose de la silla. – Vente conmigo y jugamos un rato. Me gusta que me des vueltas en el agua!

– Vale tía!

Contesté con poco convencimiento pensando que quería más polla. Me quite la camiseta a la vez que ella se quitaba la bata. La miré mientras lo hacía y volví a contemplar ese cuerpo sensual lleno de curvas. Se había cambiado de bikini, este era de otro color, pero del mismo estilo. La parte de arriba era granate con algunas flores verdes que dejaba ver la mayor parte de sus hermosas tetas. La parte de abajo era solo granate, pues no había espacio para las flores, una tira rodeaba su cintura por encima de las redondeadas caderas. La parte trasera tenía un pequeño triangulo en el centro del que salía una tira que se perdía entre sus grandes glúteos y por delante bajaban las dos tiras para acabar en otro triángulo que cubría su pequeña mata de pelo rizado. “Joder, me la comería aquí mismo!“ Pensé con las hormonas alborotadas de nuevo. Se acercó hasta mi con esa sonrisa tierna que me ponía.

– Vamos! Vamos! Que hay que quitarnos el calorcillo!

Dijo riéndose mientras me agarraba de la mano y tiraba de mi. Bajamos por las escaleras que se perdían en el agua y nadamos hacia el otro extremo. Cuando llegamos dio unas palmadas en el agua riéndose para salpicarme.

– Venga, cógeme y dame vueltas!

Me dijo con esa ternura que le caracterizaba. Directamente se puso boca abajo para que la sujetará con mis manos. Por supuesto esta vez no era como cuando acabábamos de llegar, ahora ya sabía lo que quería y por supuesto no lo dude. Con una mano agarré sus tetas y la otra la metí entre sus muslos para sentir su coño enbosquejado. Ahora ya no me corté con las palabras.

– Te gusta así, tía!

– Me encanta Pedrito! Sabes llevarme muy bien!

Dijo al sentir mis dedos en su coño. Jugamos un rato en el que la estuve sobando todo su cuerpo bajo el agua sin cortarme. Ella tampoco se cortó, esa mujer afable y candorosa agarró mi miembro un par de veces bajo el agua a la vez que pegaba sus tetas contra mi pecho y me sonreía con dulzura, hasta que la tercera vez que lo hizo ya se me había puesto la polla como una piedra y para la sorpresa de mis oídos me susurró con una voz más profunda que la que tenía habitualmente.

– ¡Que rabo más duro que tienes cabron! Me quedé pasmado y la miré a los ojos, su mirada había cambiado y ahora era la misma mirada felina que la que tenía su hermana Candi. “¡Joder, esto va a ser también la genética!” Me dije a mi mismo. Mi mente voló por un instante como alineando mis neuronas y llegué a pensar en lo más retorcido. “¿Será mi madre igual?“. Me lo quité de la cabeza lo más rápido que pude y volví a la realidad, más bien mi hermana hizo ese trabajo.

– Por qué no bajamos al pueblo a ver algunas tiendas! Tengo que comprarme algo veraniego! La oí decir.

– Buena idea! Contestó Candi. Mi madre estuvo conforme y preguntó.

– Y vosotros, juguetones, os queréis venir?

– No, se está muy bien aquí! Contestó Sole agarrándome la polla.

Yo me puse nervioso pensando que podrían ver donde tenía la mano y contesté lo más rápido que pude.

– No, no! Yo también me quedo!

– Traernos un helado! Añadió Sole sin soltar mi miembro.

– Vale! Acabó mi madre y se dio la vuelta para entrar en el salón.

– Ummmm, que bien lo vamos a pasar, cabroncete! Me susurró con su nueva voz. Yo seguía algo aturdido intentando ordenar mis ideas, estas dos mujeres me desconcertaban continuamente y siempre con sorpresas agradables, sobre todo para mi mente de salido. Mientras esperábamos a que se fueran decidí atacar duro, es decir, las frases que utilizaba en mis fantasías llevarlas a la realidad, con quién mejor que con mi deliciosa y ardiente tía que estaba dispuesta a dármelo todo. La miré a sus ojos, ahora felinos, y le solté la primera bomba.

– Te voy a reventar el coño a pollazos, Sole! Le dije con furia.

– No podrás, cabroncete! Pero estoy deseando que lo intentes! Y no me llames Sole, llámame tía, o tía Sole, que me pone más guarra!

Su rotundidad y su desparpajo me pusieron como una moto, esta tía Sole me excitaba mucho más que la anterior. Me había gustado tanto su contra ataque que decidí seguir con más artillería pesada. Recordaba como me había puesto ver su gran culo cuando la estuve follando y decidí atacar por ahí.

– Después te la meteré en el culo hasta rompértelo! Le rugí a la vez que se lo apretaba con fuerza bajo el agua.

– Más ganas tengo yo que tú de sentir está dura polla en mi culo embistiendo con todas tus ganas hasta que me lo llenes de leche!

Joder, no podía con ella, tenía la mente incluso más guarra que la mía. Estaba ya como loco por qué se fueran para salir del agua y follármela allí mismo. Seguíamos manoseándonos a la vez que disimulábamos haciendo que jugábamos hasta que por fin apareció Candi por la puerta del salón.

– Pasarlo bien! Tardaremos un par de horas! La muy astuta nos dijo hasta el tiempo que teníamos.

Oímos arrancar el todo terreno y como se perdía el sonido en la lejanía. Mi tía Sole, como ella quería que la llamara, se abrazo a mi cuello espachurrando las tetas contra mi pecho y me devoró la boca con un beso lleno de pasión y deseo. Cuando despegó los labios me dijo con su voz habitual

– Vamos a mi habitación que estaremos más cómodos, y además te tengo una sorpresa, Pedrito! Te importa que te llame Pedrito?

– No, además creo que viniendo de vosotras me pone más! Le contesté mientras salíamos del agua con cierta rapidez.

Entramos a la habitación y cerró la puerta. Puso música clásica en su teléfono y noté que tenía un buen ritmo. – Siéntate en la cama! Me dijo y la obedecí de inmediato.

Entre la parte trasera de la cama y el armario había un gran espacio cubierto por una gruesa alfombra. Sacó unos zapatos de dicho armario que tenían unos buenos tacones y se los puso, ahora sus piernas se estilizaban más y su culo tenía una vista más deliciosa. Las puertas del armario de corredera eran de espejo y había otros dos espejos de cuerpo entero en los laterales. Se quitó la parte alta del bikini y sus hermosas tetas afloraron como dos pequeños balones de playa. Las aureolas marrones eran majestuosas y los grandes pezones surgían de su centro como los caños de una fuente. “No sé si será esto el regalo, pero me está encantando la visión!“ Pensé mirándola con lascivia incontrolada. Me hizo varias posturas y movimientos sexis al ritmo de la música que pusieron mi polla más dura aún. La saqué del bañador, donde ya casi no cabía, y la masajee con lentitud. A un par de metros de mi, se agarró las tetas para subírselas a la vez que las juntaba. Después se giró inclinándose para mostrarme su majestuoso culo bien levantado, lo abrió con sus manos y pude ver la fina tela del tanga que apenas cubría el amarronado agujero. Lo movió sinuosamente para darle un par de cachetes al final. Yo ya estaba que me salía, pero parecía no haber acabado. Me di cuenta que seguía el ritmo de la música a la perfección, como si lo hubiera ensayado. Volvió a ponerse de frente y metió los pulgares entre la tira del tanga de sus caderas y al ritmo de la música lo fue bajando con lentitud. Yo ya casi no podía más y comencé a pajearme. Poco a poco fue descubriendo su pequeña mata de pelo rizado de color castaño oscuro y mis ojos estuvieron a punto de salirse de las órbitas. Dejó que cayera el tanga y se lo sacó con soltura por los pies. Me levanté y me lancé contra sus tetas y comencé a comérselas con delirio.

– Así , así! Chúpalas bien! Muérdeme los pezones, que me encanta!

Oí de nuevo su voz más grave y profunda. Ella me había agarrado la polla y la restregaban contra su coño, podía sentir el cosquilleo del vello púbico en mi capullo. Mordisquee sus pezones casi sin control.

– Ahh! Más suave cabroncete, que todavía no estoy bien caliente! Resonó su nueva voz más profunda.

Apostó alto, sin saber lo que podría dar yo de sí, o quizás sí lo sabía por Candi.

– Vamos, que te voy a dejar que me folles por todos lados! Y quiero que me llenes de leche todas las cavidades de mi cuerpo! – y con la última frase me hizo saber que ya sabía todo con detalle – Me ha dicho Candi que sueltas mucha leche y eso me encanta, cabroncete!

Joder, había llegado salido, pero como estaba en ese momento no tengo palabras para describirlo. Me retiró de sus tetas y se fue hacia la cama, se inclinó y apoyo las manos en el borde, subida en los altos tacones me pillaba a la altura perfecta. Su culo se había abierto y los labios del coño afloraban bajo sus muslos. – Empieza por el coño! Te recuerdo que has dicho que me lo ibas a reventar!

La dulce y cándida tía Sole se había convertido en una zorra que me retaba. Cuando me acerqué volvió a hablar.

– Primero cómemelos bien! Quiero tu lengua de perro salido bien dentro de los dos!

“Joder que vocabulario, casi es peor que el mío!“ Pensé mientras me arrodillaba sobre la alfombra. Saque la lengua y di una larga lamida desde lo más bajo del coño hasta el agujero del culo. Repetí varias veces más el mismo lengüetazo hasta que sentí su respiración larga y profunda. Después me concentre en sus gordos labios, pase mi lengua por ellos salvando la mata de pelo rizado que los cubría hasta poderla introducir. Lamí el interior en busca del clítoris, algo que no me costó encontrar. Mi tía Sole tenía un pedazo de clítoris como un pepinillo en vinagre. Lo chupé, lo succione y lo mordisquee. No os podéis imaginar la cantidad de sonidos que salieron de su boca, eran como jadeos guturales que sonaban como rebuznos. Noté como sus piernas temblaban y un chorretón de flujo llenó mi boca y parte de mi cara, y por supuesto su coño quedó empapado. Saque la lengua del coño y fui lamiendo hasta llegar al culo, todavía su piel tenía sabor al cloro de la piscina que se mezclaba con su propio sabor corporal. Abrí su gran culo con las manos y metí la lengua en su agujero oscuro para llenarlo de su propio flujo y al sentirlo su espalda se flexiono a la vez que emitía una especie de aullido.

– Sigue! Sigue! Métela más! Ábrelo bien!! Me gritó intentando que fuera un susurro. Metí más la lengua y la retorcí en su interior. Su respiración aumento de ritmo y volvió a rebuznar, noté como temblaban sus piernas de nuevo y pensé que había hecho un buen trabajo. Estaba ya tan excitado y salido que no sabía lo que iba a durar, quizás me correría nada más meter la polla en su emboscado coño. Me levanté de la alfombra y agarré mi venoso miembro que parecía que iba a reventar. Busque entre la mata de pelo esos carnosos labios que ya estaban abiertos y jugosos y empuje sintiendo como se metía hasta el fondo. Su voz ronca y profunda volvió a resonar.

– Vamos! Dale fuerte! Quiero tu polla dura bien dentro!

No necesitaba oír más, me agarré a sus caderas y comencé a bombear. Mi polla entraba y salía como si la hubieran engrasado con un buen aceite. Pasaron los segundos y seguía dándole con fuerza, tener ese culo a la vista me estaba volviendo loco. No lo pensé dos veces y metí la punta de mi dedo en su hermoso culo.

– Sii, síii! Ábrelo bien, cielo!

Su voz volvió a ser dulce y candorosa y ya no sé cuál me excitaba más de las dos. Al tercer intento mi dedo se coló por completo y sentí como el esfínter me lo presionaba.

– Ahhh! Cielo, que guarra me pones!! Esa mezcla de dulzura con palabras grotescas era como una dosis extra de lujuria. Giré mi dedo dentro de su precioso culo y – Aghhh! Aghhh! Bramó como si le hubiera metido una estocada. Se volvió a correr y sentí como chorreaba por sus muslos. Ahora era yo el que rugía o bramaba, no se, pero mi polla comenzó a soltar chorretones de leche como si me hubieran abierto el grifo.

– Síii, síii! Llénamelo! Ufff, diosss! Como me gusta! Me gritaba. Cuando solté el último dardo de leche mi corazón latía como el de un león después de correr tras su presa, saque la polla y me sorprendí de la dureza que mantenía. Tenía tantas ganas de follar ese culo que había abierto con el dedo que no espere ni un segundo, era la primera vez que la iba a meterla en un culo y el de mi tía era precioso. Apreté sintiendo una gran presión en mi capullo, mi tía comenzó a resoplar al sentir la penetración, pero no dijo nada. Saque lo poco que había metido y volví a empujar y repetí varias veces hasta que ese maravillo agujero se abrió de una forma impresionante. Mi polla se metió hasta el fondo y relajé mi mandíbula, que había apretado mientras empujaba, y sentí como su esfínter presionaba suavemente toda mi polla. Si no me hubiera acabado de correr creo que lo hubiera hecho de inmediato. Tiré hacia atrás despacio hasta sacarla casi entera y la volví a meter, a la tercera penetración mi polla entraba y salía con facilidad. Mi tía había dejado de resoplar. – Te gusta ehhh! La oí decir mientras arrugaba la sábana con sus dedos retorcidos sobre ella.

– Vamos, dame unos azotes que he sido mala!

Volvió a sorprenderme con su voz cálida. Me descolocó un poco que me lo pidiera con voz su voz candorosa, “Cómo se puede ser mala con una voz así?“. Realmente me apetecía atizar a ese culo y le solté un par de palmadas.

– Más, más! Volvió a susurrar cálidamente.

Bombee un par de veces y volví va atizarla. Zas! Zas! Mi polla ya entraba y salía con facilidad aunque su esfínter mantenía cierta presión. Me había imaginado muchas veces fallándole el culo a las chicas con las que había estado y a algunas más con las que no había estado, incluso a mi hermana y a mi madre, mi mente calenturienta no hacía distinciones, pero ahora era real y estaba disfrutando como un verdadero cerdo, creo que es el mejor apelativo que me podía aplicar. Mi tía metió la mano por debajo y comenzó a pajearse el coño y empezó a gritarme de nuevo.

– Venga, dale más! Más fuerte!

No sabía si se refería a mi polla o a los azotes, por lo que tome la opción de las dos cosas. Le atice en el culo con más ganas. Zas! Zas! Y la embestí con más fuerza.

– Joder, como me estás poniendo cabron! Su voz volvía a cambiar, de nuevo era más ronca y profunda y eso me animaba, me ponía más salvaje, me sentía como un toro enfurecido embistiendo contra el burladero. Pasé una mano por debajo hasta tocar la suya que se movía a gran velocidad en su coño y empecé a mover yo su mano. A los pocos segundos jadeó como una perra y empapó su mano y la mía, se había vuelto a correr abundantemente. Le solté la mano y volví a atizarle en el culo. Zas! Zas! Ahora ya su culo había enrojecido y ella gritaba barbaridades.

– Te gusta ehhh, cerdo! Aprieta bien, a ver si me la sacas por la boca! Vamos cabron, rómpeme el culo y llénamelo de leche!

No paraba de gritar y mi excitación ya estaba al límite. Llevaba varios minutos embistiendo, más de lo que esperaba, y mi polla estalló. Mi tía sintió como la llenaba el culo de leche y volvió a gritar.

– Siiii, siiii! La quiero toda dentro!

No paré de embestir hasta que salió la última gota.  Ufff, esto si que ha sido la ostia!“ Pensé al mirar ese gran culo todavía con mi polla dentro. La saqué y mi tía pareció derrumbarse cayendo boca abajo con el pecho sobre la cama y las piernas colgando. Yo también caí a su lado, pero boca arriba, cogiendo aire como si el que había en la habitación no fuera suficiente.

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