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Verano en Mallorca (Capítulo 4)

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A la mañana siguiente, domingo, después de desayunar como a las 10 am, le pedí a Niko que me acompañara a comprar unas cervezas. En el camino, aproveché para conversar con el chico y tratar de entendernos. Luego de un poco de cháchara a modo de romper hielos, me lancé:

– Nicolas, toda esta situación que estamos viviendo en casa de tu madre, es un poco extraña y puede prestarse para malos entendidos. Me gusta tu mamá, no puedo evitarlo y a ella le gusto yo. No sé qué va a pasar más adelante, pero en el futuro inmediato, tenemos que convivir. Parece que con Cristina, tu hermana, nos llevamos bien, no hay una relación directa, pero nos simpatizamos. Para mí, eso es suficiente. No pretendo tener nada con ella, aunque es una verdadera belleza. Estoy con Ángela, solo con ella, a menos que Dios disponga otra cosa. Por el otro lado estás tú, con quien no he conversado casi nada, pero que me parece que nos empezamos a entender desde que corrimos a Saúl. No pretendo quitarte nada, solo respetarnos mutuamente. Con eso me basta. Y están Sara y Sonia. Esas dos mujeres, realmente hermosas, son un peligro inminente. Sonia se desilusionó de Saúl, brutalmente, lo que la pone al filo de salir a cogerse al primero que le pase al lado. Y la Sara está dolida conmigo y con Ángela, porque le corrimos al que la cogía y según ella, muy bien. También es un peligro latente. Ambas podrían presentarse uno de estos días con un par de “negros” aquí en casa, como sus machos y eso sería un desmadre total. Están cachondas, mucho. ¿Me sigues? - Niko respondió afirmativamente, así que continué:

– El nuevo sheriff en el pueblo no podría controlar una invasión de esa naturaleza y habría que llamar a tu papá, con todas las consecuencias que eso suponga. Podría ser que al día siguiente tuviéramos 20 “negros” en casa y las violarían a todas, incluyendo a tu madre y tu hermana. Quizás a ti y a mí también aparte que nos matarían a coñazos. No podríamos controlar eso. ¿Estás de acuerdo conmigo? - Niko enseguida me preguntó qué porque yo estimaba que eso pudiera suceder. Le expliqué:

– Porque ya en la disco las vieron a las cuatro, las más hermosas mujeres que hay por estas playas. Y cuatro “negros” tuvieron a tu maravillosa madre en sus manos, por unos segundos. Se las quité, pero les quedó el hambre por la hembra que perdieron. No le hicieron nada, pero olieron su aroma. Y a las otras dos ya un cierto grupo se las comió, literalmente. Por cortesía de Saúl. Así que por allí pueden estar al acecho y si estas dos salen a buscar pelea, pues se abrirán las puertas del infierno. ¿Te queda claro?

Ante esta explicación, cruda pero contundente, Niko reconoció que yo tenía razón. Lo que se arriesgaba era mucho, se trataba de su madre, su hermana, su tía y su amiga. Yo no tenía mucho que perder, podía regresar a mi casa y borrón y cuenta nueva, pero él sí, demasiado. Y entendió que una mujer despechada y otra rabiosa, podían hacer mucho daño hasta sin proponérselo, porque no pensaban con la cabeza, sino con el coño. El muchacho, de tonto no tenía un pelo, era realmente muy inteligente. Pero retraído, introvertido.

Me lancé más a fondo:

– Niko, tu mamá dice que tú tienes una tranca como la de tu padre, quizás mejor, según ella, no lo sé, pero parece que tu padre es muy capaz con las mujeres. ¿Y quién dice que tú no lo seas también? A lo que voy es que hay dos hembras desesperadas de polla, que solo tu podrías atender. Yo no puedo. Tienes que tirarte a tu tía, de frente, sin temores y mostrarle cuan varón eres y que tú eres el que manda. Tienes que hacerlo y es ya. Una vez que domes a esa fiera, te pasas a la otra, que, al verte triunfar con la primera, se rendirá a tus pies. Están heridas y tú debes curarlas. Yo, mientras, mantengo a Ángela contenta y segura y Cristina, pues, ella no parece peligrosa. Y si llegara a serlo, me vería obligado a controlarla yo. Ese sería mi problema, porque sé que no te puedo pedir eso a ti, es tu hermana y sé que la adoras.

Niko me preguntó qué pasaría si él no le llegaba a Sara. Le expliqué:

– Si Sara crea problemas, tal vez yo me retire y los deje solos. No soy Don Quijote. No voy a buscarme más problemas. Pero eso para ti, tu madre y tu hermana, podría ser catastrófico. ¿No crees?

Él se quedó meditando el asunto, hasta que me expresó con total inocencia:

– Sara es mi tía, como crees que voy a poder llegar hasta ella para tirármela? A lo peor se ríe de mí y me da una bofetada.

Yo le respondí:

– En estos momentos Sara no es tu tía, ni siquiera tu amiga, no es la hermana de Ángela. Es una perra en celo, simplemente eso y si le ofreces una buena polla que la satisfaga, será tuya hasta que tú lo desees. También es una bomba a punto de explotar. Por eso te he hablado claro, así, crudamente. Discúlpame si te he parecido un desgraciado por eso, yo normalmente no soy así, pero tenemos una crisis, tenemos que enfrentarla y no sé si tu podrás con esto - y continué:

– Al llegar a casa, te desnudas por completo y te vas a la piscina. Muéstrate, exhíbete, especialmente delante de esas dos. Que vean lo que tienes. Si te empalmas, mejor. La excusa es el calor y que además estamos en confianza, en nuestro círculo. Yo me ocupo de Ángela, que no te de lata. Tal vez tu mamá me pida que haga lo mismo, pero no sé si sea conveniente, ya sabes, por tu hermana. A ella la respeto. Por tu parte, no te muestres avergonzado ni tímido, muéstrate el macho que las va a dominar, a poseer.

Al llegar a la casa, bajamos la compra, la organizamos y el chico procedió. Se quitó la franela, la bermuda y se dirigió a la piscina con una cerveza en la mano. Al llegar allí, encontró a todas las chicas tomando sol, Sara, Sonia y Ángela en topless. Me miró, se sonrió con malicia y se quitó el bóxer. Se exhibió, tal como le había pedido, lanzándole un chorrito de cerveza helada en el culo a Sara, la que brincó y le dijo una grosería. Al ver que era él, le sonrió más dulcemente y entonces se fijó en su entrepierna:

– Caramba, pero si mi sobrino querido esta como Dios lo trajo al mundo, que cosa tan hermosa tienes allí. No sabía que estabas tan bien dotado. Sonia, mira la polla que se gasta Niko.

Yo me sonreía y Ángela lo miraba a él y luego a mí. Le guiñé el ojo en señal de complicidad y mantuvo silencio. Pero Cristina no salía de su asombro:

– Hermanito querido, nunca me imaginé que te atreverías delante de mamá y de mí. La verdad, me tienes asombrada. Parece que la ida de Saúl te ha desinhibido, por fin. Así me gusta, te amo por eso - y lo aplaudió. Y Sonia enseguida se emocionó, lo llamó a su lado y le pidió que se sentara con él. Él se le acercó y le dijo algo en el oído, que pareció divertir a Sonia. Así estuvieron un rato. Él se sonrojaba, pero seguía adelante. Se notaba que realizaba un esfuerzo, conversando íntimamente con ella. Entonces se levantó y se dirigió a Sara, se sentó a su lado en la tumbona y también le dijo algo al oído a ella. Sara se relamió de inmediato y se levantó, lo tomó de la mano y subieron a su habitación.

Mas tarde se empezaron a escuchar unos gemidos, luego más y al final, por los gritos se intuía que estaban follando, que Sara la estaba pasando muy bien. Ángela me miraba, Cristina se sonrojaba, Sonia se relamía. Se me acercó, sin sostén y me puso todo su tetuario frente a la cara y con su carita de yo no fui, se pasó la lengua por el labio inferior y mirándome a la cara, le preguntó a Ángela:

– ¿Ángela, me prestas a tu macho? Estoy muy cachonda. Demasiado... - yo por mi parte rogaba a Dios que Ángela la mandara al carajo, porque a esa hembra, deliciosa por demás, yo no iba a tocarla, no después de saber cuántas vergas se había chupado ya y cuantas más se había tragado. No, yo lamentablemente, soy escrupuloso. No follo con putas.

Afortunadamente, Ángela se levantó, mostrándose cuan exuberante era y le dijo que no, que ese hombre era solo para ella, propiedad privada. Y me tomó de la mano y subimos a su habitación. De pronto me detuve y regresé con Sonia, me agaché a su lado y le susurré al oído:

– Tranquila, después de Sara, seguro que te toca tu turno, parece que ese muchacho es un verdadero monstruo. Y solo tiene 19 años, así que prepárate.

Volví con Ángela y subimos, ya sabes, al séptimo cielo. Y la chica más dulce, Cristina, se quedó pensativa, sola...

Ese día Niko se las mandó a ambas y si bien luego me dijo que no estaba seguro de haberlo hecho como se debía, a mí me pareció que sí y a Ángela también porque la actitud de Sara y Sonia mejoró notablemente. Ya estaban menos soñadoras, menos tristes, más alegres. Y eso era sexo, puro sexo, para domesticar a esas dos perras en celo. Bravo por el chico.

Después de almorzar, Ángela y yo les informamos que nos íbamos a Palma, debido a que yo tenía asuntos que atender allá el lunes y el martes. La noticia le agradó a Sara, se le notó en la cara. A Sonia ni siquiera le importó, pero a Cristina la descolocó. Enseguida preguntó que porqué:

– Yo no sabía que ustedes se iban a ir por unos días, que voy a hacer yo, porque estos tres tienen ya su circo montado, pero yo no califico - de pronto, sin siquiera consultarme, Ángela le sugirió que se viniera a Palma con nosotros. Yo me quedé sin nada que decir, así que asentí. Y nos fuimos los tres para Palma, a mi casa, a casa de Tita.

Antes de partir, hablé con Niko:

– Niko, lo has hecho muy bien hasta ahora. No te descuides, castígalas duro, que sepan quien es el que manda aquí. No salgan de la casa, armen aquí su relajo, su orgía si quieren, ya que Cristina se viene con nosotros por si acaso, pero no bajes la guardia - el respondió ya con más seguridad que no me preocupara, que tenía todo bajo control, que les había dado en la madre. Yo me sonreí, porque la verdad, las había escuchado y parecía muy cierto. Ángela, Cristina y yo nos subimos al coche y partimos para Palma.

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