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Verdulero siempre listo

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Don José, un hombre grande, de sesenta y pico, muy amable, educado, muy alto, manos grandes, siempre simpático.  Estaba a 6 cuadras de mi casa, no era muy frecuente ir a su negocio, Iván cómo es chef, siempre compra al por mayor y trae siempre fruta y verdura. Pero alguna vez tocó ir.

Verano caluroso, nada como una ensalada de tomate y zanahoria, fui al gimnasio, a la playa, a bañarme, me puse un vestido de algodón sin corpiño y apenas una colaless, fui a la verdulería y don José me atendió, con una amabilidad exagerada, estaba ya guardando los cajones porque cierra para la siesta.

Debe haber estado excitado previamente, terminó de guardar y me preguntó, en qué te ayudo nena, ese “nena” me produjo una excitación que me mojé, cierro por si entra alguien más, dijo y cerró la puerta. Nos quedamos solos, me miró y se acercó sonriente. Tomate le dije un kilo. Eligió con delicadeza como siempre. Me miró a los ojos, pepino, dije. este te va a gustar me dijo y puso un pepino largo en la mesa, le sonreí, entendí su indirecta, acaricié suavemente el pepino y le dije, necesito al menos 4 de estos y sonreí, él río fuerte, me buscó 3 parecidos y los puso junto al elegido primero.

Acariciaba los pepinos y le pedí zanahorias, ¿unas 4 bien grandes? Me preguntó entrando ya en un terreno muy picante. ¿Siempre cierra a esta hora? Dije desviando el tema, vos vení cuando quieras me dijo a mi espalda apoyando las zanahorias en la mesa. ¿Te gustan así? Me dijo. Me encanta le dije y acaricié morbosamente la más pareja, larga y bien pareja. Querés alguna albahaca me dijo siempre a mi espalda, yo estaba muy caliente ya

Su pepino me encanta le dije mirándole apenas de reojo, sentí sus manos en mi cola, abrí las piernas y dejé que me tocara, muy ágil y en un segundo estaba don José besándome en el cuello sacando su tremenda herramienta, no tengo preservativos, ¿te hago la cola? Claro le dije gimiendo y lamentando, abrí las nalgas y sentí la interminable entrar y entrar fue muy placentero, era descomunal, estaba tan lubricada que entraba despacito, bombeó suavemente, dándome placer gemía poco por vergüenza, ¿así que te gustó este pepino?

Lo agarró y me lo acercó a la vagina, totalmente ensartada por detrás como un experto me comenzó a frotar el pepino en la vagina. Increíble, yo tenía orgasmos y mojaba el pepino, no tan hábil como Iván, Don José se las arregló para meterme el pepino y hacerme acabar unas 30 veces hasta que se estaba por correr y la sacó, me di la vuelta y se la chupé, me tragué todo, muy feo sabor y olor, pero genial, yo tenía el pepino metido todo, se ofreció a seguir, me lo saqué, lo puso en una bolsa aparte, me dio la compra y fui temblando a casa.

Llegó Iván a las 4, yo estaba en la cama con el pepino, llegó se duchó se recostó y me preguntó, le conté, lo que había pasado, con detalles mientras me manoseaba y metía dedos me besaba y disfrutaba más que yo. El pepino fue por todos lados y el artífice de unos 200 orgasmos y un trío arriba de Iván con el pepino hasta el fondo en la cola y luego adelante. Genial.

Programamos dos visitas más a don José, una un lunes que Iván tenía descanso, eligió el vestido y todo. Un amor don José.

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