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Viernes de amigos

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Era el décimo viernes que nos reuniríamos con mis amigos de la infancia para jugar cartas, ver películas y beber. Nada hacía prever que sería diferente al resto de las juntas y todo gracias a mi esposa.

Tare: ya po, cuéntame, por qué tanto secreto, qué es lo que hacen todos los viernes tú y tus dos amigos.

Yo: cosas de hombres. Jugamos cartas, juegos de video en la consola, vemos películas. Tomamos alcohol. Lo usual que se hace con los amigos... Por qué tanto interés?

Tare: curiosidad. Ya me conoces.

Yo: si oh. En fin... Me voy.

Había pasado una semana desde aquella conversación y el tema no se volvió a tocar. La junta de esa semana peligraba dado que el departamento de Renzo estaría ocupado por su segunda esposa y su grupo de amigas. Entonces, tuve una idea. El mismo día en la mañana hablé con Tare.

Yo: oye reina. Aún te interesa saber qué hacemos los chicos y yo en las juntas de los viernes?

Tare: si... Por supuesto. Pero. Acaso no estaban prohibidas las mujeres?

Yo: si... Pero los monos no tienen por qué saber que tu estarás... Mira...

La idea era ofrecer la casa para la ocasión y en el cuarto de juegos instalar cámaras para que mi mujer, desde tu pieza, pudiera ver en vivo y con todo detalle. Le gustó. Pusimos las dos manos a la obra. Finalmente, instalamos 8 cámaras, dejamos una mesa pequeña en un rincón con tres sillas y varios juegos de salón; limpiamos la mesa de pool y encendimos todas las luces. El escenario estaba listo.

Yo: quiero advertirte que las películas que dejamos correr son todas porno...

Tare: y qué?

Yo: yo te digo no más...

A las 8 llegaron Renzo y Ernesto. El primero es un play boy. Rubio de pelo largo y liso. Mide 1.85 m y es más bien atlético. Ernesto en cambio es más bajo que yo (1.68 m), delgado, pero musculoso. Moreno e increíblemente simpático y entrador. El payaso.

Renzo: wena mono. Qué le dio a tu mujer que te dejó solo.

Todos: jajaja

Yo: ya pasa. Hola chico. Cómo vas?

Ernesto: hola Javi. Todo bien, hermano.

Yo: ya saben el camino. Póngase cómodos. Es su casa. Yo voy al tiro...

Tare estaba en la pieza de los pc mirando cómo Renzo prendía el televisor y Ernesto tomaba las cartas y despejaba la mesa. Al sentir mi llegada se dio la vuelta y comenzó a hablar.

Tare: Javi...

Yo: diga, reina...

Tare: me dio más sed con el trago que me diste. Me puedes dar otro, por favor, amor...

Yo: mmmm... Miren a la picarona. Recuerda qué te pasa cuando se te suben las copas a la cabeza. No me quejo, pero luego estás una semana con resaca.

Tare: uno más. Es que… La situación de espiarlos me excita. Para que te voy a decir otra cosa y me gusta la sensación que tengo. Oye, y ven solo ese tipo de películas?

Yo: bueno, si. Te molestan. Las cambio?

Tare: no. Al contrario, me gustan. -en ese momento en la pantalla una mujer recibía una verga en su coño y otra en el culo. Tare no podía sacarle los ojos de encima a la escena.

Yo: me agrada que estés a gusto... Toma, aquí tienes tu traguito. Y, por si me demoro, en el frigobar hay otro preparado para llegar y servir. Voy y vuelvo.

Tare: anda tranquilo que yo me atiendo. Gracias por esto amor.

Yo: si me necesitas, me envías un mensaje.

Cuando regresé, los dos estaban jugando pool y viendo una película porno donde a una mujer le daban tres tipos por todos lados sin piedad ni respiro. No pude evitar sonreír al saber que mi esposa estaba viendo esto. Sabía que se calentaría. Seguramente estaba masturbándose o faltaba poco para que comenzara.

Jugamos pool por más de dos horas. Tare no me llamó en todo ese lapso. Pensaba en ello mientras corría otra película donde el marido y dos tipos se follaban a la esposa después de una fiesta cuando me llega un mensaje. Ven, decía. Les dije a los chicos que volvía de inmediato y partí.

Cuando entré en el cuarto, de inmediato mi mujer inició la conversación... Estaba sentada en la butaca para pc, completamente desnuda con sus piernas abiertas de par en par y dos dedos de su mano derecha embutidos hasta el fondo en su depilado coño.

Tare: Javi. Estoy caliente. Quiero que me folles aquí y ahora mismo, por favor, lo necesito.

Yo: -la visión era maravillosa- tengo una idea mejor, preciosa. Si tú lo quieres puedes cumplir ese sueño cochino que hace tiempo me confesaste... Ahhh... Siiii... Pensaste que lo había olvidado. Jajaja, pues no... En fin, bella, qué me dices. Si o no...

Mi esposa a sus 45 años ostenta un cuerpo menudo, pero muy bien proporcionado, mide 1.50 m, posee un bello rostro enmarcado en un sedoso, largo y semi ondulado cabello castaño, una piel blanca y suave, sus senos son de formas perfectas y de medianas dimensiones, coronados por dos rosados, formados y sensibles pezones, todo rematado por un culito que es más bien pequeño, pero perfectamente delineado y delicadamente engalanado por dos singulares margaritas.

Sus dedos aumentaron el ritmo hasta hacerla llegar al orgasmo. Levantó la vista y sus ojos vidriosos me respondieron. Me acerqué a ella. Le tomé el brazo gentilmente y así, tal cual, la dirigí hacia mis amigos. En la puerta nos detuvimos.

Yo: espera acá un minuto para prepararlo todo.

Tare: ya...

Sus pezones estaban erectos; sus mejillas coloradas y su mano derecha entre sus piernas, tocándose. Entonces, casi obligándome, ingresé a la habitación, cerrando la puerta tras de mi.

Yo: Renzo. Apaga todo, menos la mesa de pool y la tv. Ernesto. Despeja la mesa porfa... Ya po...

Sin preguntar nada ambos se pusieron manos a la obra y en menos de medio minuto todo estuvo listo.

Yo: ya. Tomen asiento. Sí... En las sillas alrededor de la mesa de pool y se tapan los ojos hasta que les diga.

Los dos: ok...

Entonces, Tare entró en completo silencio, caminó hasta la mesa de pool. Al llegar a ella, se subió y, quedando de frente a los comensales, se entiró apoyando los codos, abrió las piernas y les dijo: -hola chicos, Javi me dijo que esta noche podía ser su putita. Quieren que lo sea?

Mis dos amigos se dieron vuelta a mirarme. Ambos tenían su boca abierta y con los ojos me suplicaban aceptara.

Yo: qué me miran a mi. Están haciendo esperar a una dama.

Fue suficiente. Renzo por la izquierda y Ernesto por la derecha comenzaron a tocarle todo el cuerpo. Primero suavemente, apenas roces que fueron subiendo la intensidad hasta convertirse en manoseos. Mi mujer emitía leves gemidos, moviendo sus caderas, facilitando así el paseo de cuatro ansiosas manos. Las caricias fueron complementadas por besos. A las manos se sumaron dos lenguas que recorrieron concienzudamente todos los rincones del menudo cuerpo de Tare. Mientras Renzo se quedaba en las tetas, Ernesto bajó lentamente hasta ubicarse frente a su coño.

Los gemidos de mi mujer ya eran completamente audibles. Lo estaba gozando. Fue cuando Ernesto empezó a tirarle su cálido aliento directamente sobre el clítoris. Tare levantaba sus caderas espasmódicamente. Un nuevo orgasmo, más intenso que el anterior, la inundaba de placer.

Renzo se metía casi entera cada teta al chuparlas. Sus pezones apuntaban inhiestos, duros, anhelantes de más placer. Casi sin darme cuenta me había quitado la ropa. Acercándome toqué el hombro de Ernesto, el que sacó su lengua del coño de Tare. Con señas le dije que se apartara y se desnudara. Al salirse mi amigo, me ubiqué entre las piernas de mi mujer y de una sola estocada, le clavé la verga hasta el fondo. Ahí la dejé unos segundos sin movimiento alguno. Acto seguido comencé a follarla duro. Ernesto estaba listo por lo insté a que cambiara con Renzo para que éste último también pudiera desvestirse y así lo hicieron.

Arriba de la mesa, tirada de espaldas con los ojos cerrados. Ernesto chupando y masajeando sus tetas al tiempo que yo la follaba a un ritmo frenético. Cerré los ojos por un par de minutos. Al abrirlos vi que Tare tenía la polla de Ernesto en su boca y la de Renzo en su mano derecha, meneándola con vigor. Eso me puso a mil y dos minutos más tarde acabé en su estómago. En cuanto me salí, Renzo se puso en mi lugar y comenzó a follarle el coño como si el mundo se fuera a terminar en ese mismo instante. Menos de 5 minutos duró el hombre entre las piernas de mi mujer, acabando también en su barriga. Entonces, mientras Ernesto la penetraba, le limpió nuestro semen con un pañuelo desechable que le alcancé. Al igual que mi otro amigo, el chico no duró mucho, corriéndose en sus tetas abundantemente...

Renzo: hace cuanto que tu esposa te tiene cortada el agua, chico?

Todos: jajajaja

Ernesto: eres un payaso, pero fuera de bromas hace rato que no tenía sexo y menos con una diosa como tú, Tare...

Tare: jaja... Gracias, chico. Voy al baño. No se vayan o ya se hartaron de mi?

Renzo: por favor, cosita más rica. Mi señora es bonita, pero tú... Tú eres una hembra... Una hermosa, deliciosa, hembra.

Ernesto: quiso decir que de acá no nos movemos.

Todos: jajaja

Yo: necesitas ayuda, amor?

Tare: te llamo si necesito algo.

Al levantarse, nos permitió admirarla en todo su esplendor. Era una bella y caliente mujer con una verdadera vocación de puta. Notó que los tres la admirábamos embelesados. Nos sonrío.

Tare: voy y vuelvo. Me gustaría tomarme un whisky con dos hielos a mi regreso.

Yo: sus deseos son órdenes, mi reina.

Cuando nos quedamos solos, les dí a cada uno una píldora de esas de color azul. Los tres nos calzamos nuestros bóxer y comenzamos a ordenar y limpiar la habitación. No pasaron más de 10 minutos. Terminábamos de correr las sillas cuando mi celular sonó. Era Tare en video llamada...

Tare: -tirada en la cama para invitados, desnuda y con el pelo mojado- Javi. Por qué no vienes para acá. Me siento solita y tengo mi conchita nuevamente con ganas. Invita a tus amigos, si quieren venir, claro. Colgó.

Los tres estábamos hipnotizados con lo que mi teléfono nos mostraba. Ahí estaba la muy puta tocándose su coño y sus tetas mientras nos invitaba a que la siguiéramos follando. Despertamos cuando la llamada llegó a su fin.

Yo: amigos pueden hacerle todo lo que quieran y ella permita. En estas condiciones le gusta que se la follen duro así que... El deber nos llama.

Todos: jajaja

Yo: adelántense, chicos, yo los alcanzo al tiro, voy a cerrar y apagar todo, porque por lo que veo, de aquí no nos movemos hoy. Ah y no olviden el whisky.

Después de mi vuelta, me dirigí a la cocina. Tras servirme un trago y darle un sorbo miré mi reloj. Eran las 12 recién. Mi celular volvió a sonar. Era Gerardo. Otro de mis amigos, pero no había sido considerado para nuestras juntas por estar fuera del país debido a su trabajo desde hacía dos años. Le contesté de camino a la pieza.

Justo antes de traspasar la puerta, me detengo. Mi amigo estaba en la entrada de la casa, recién llegado a la ciudad. Cambié la dirección de mis pasos, dirigiéndome hacia la entrada. Ahí estaba mi compa. Nos saludamos de abrazo y tras ello, hablándole casi sin respirar, le conté lo que estaba pasando, invitándolo a que se uniera.

Gerardo: jajaja... Por supuesto que me uno. Vamos.

Yo: dale, pero sácate la ropa antes de entrar... Ah y toma, la necesitarás.

Los aullidos de mi mujercita se escuchaban nítidamente al otro lado de la puerta. Escuchamos unos segundos hasta que de pronto el ruido se ahogó. Decidimos ver qué pasaba. Al abrirla, el espectáculo nos empalmó las pollas, automáticamente. Ahí estaba la muy puta en cuatro patas con la verga de Renzo incrustada en el coño hasta las bolas y la de Ernesto embutida en su boca hasta la garganta. Ambos la follaban con determinación.

Con Gerardo nos sentamos a observar el show en dos sillones ubicados en cada esquina de la cama de dos plazas. No fue necesario menearnos las vergas para mantenerlas erectas, pues de verdad ver a Tarella así, como en una película porno en vivo, era increíble.

Después de unos 10 minutos así, mi mujer había experimentado dos intensos orgasmos y cuando le llegaba el tercero, mis dos amigos intercambiaron posiciones y siguieron follándosela por otros 10 minutos por el coño y la boca hasta acabar dentro de sus dos agujeros entre gritos y jadeos. Los tres quedaron estirados sobre la cama. Permanecieron así por casi un minuto.

Yo: cómo te sientes, querida?

Tare: como la más puta de todas y eso me encanta... Me alcanzas mi vaso, amor por favor.

Yo: -acercándole el vaso- mira quién llegó de sorpresa.

Tare: Gerardo!!! Ven para acá, mono. Te voy a chupar esa verga jugosa que tienes.

Mi mujer se incorporó dándome la espalda y, gateando, fue hacia la empalmada polla de mi amigo. Verla así, con su culo parado fue demasiado. Tenía la verga de Gerardo en su boca cuando comencé a follarle el coño. Estaba en eso cuando le metí en su empinado culo, el dedo índice hasta la mitad. Seguía el mete y saca con mi verga en su coño y entre tanto lograba insertarle dos dedos completos en su ano. Tarella se sacó la verga de Gerardo de la boca para largar un tremendo aullido de placer.

No fueron más de tres mete y saca con los dedos y mi mujer alcanzaba un nuevo e intenso orgasmo. Entonces, saqué mi polla de su coño y se la ubiqué en la entrada de su ano. Jugué ahí por unos segundos hasta que...

Tare: métela de una vez, por favor... Ayyy... ahhhh... Dale...

Mis bolas golpeaban los glúteos de mi mujer con salvajes movimientos. Menos de 5 minutos llevaba cuando Tarella se retorció en un intenso orgasmo. Bajé el ritmo hasta detenerme. Le mantuve la verga clavada y ella solita comenzó a metérsela con movimientos de sus caderas. Fue cuando la tomé por los hombros y jalándola hacia mi, la recosté sobre mi pecho. Su culo estaba lleno con mi polla. Gerardo no necesitó instrucciones. De una sola estocada le clavó toda su verga en el coño. Tarella suspiró.

Comenzamos a movernos y rápidamente conseguimos el ritmo. Mi mujer estaba extasiada. Aullaba de placer, pedía a gritos que la folláramos más fuerte y lo hicimos. Casi 10 minutos después de estar follando ininterrumpidamente Tarella tuvo un nuevo orgasmo y Gerardo y yo nos corrimos en sus agujeros casi al mismo tiempo.

Cuando nos salimos, mis otros dos amigos estaban listos para la acción y sin perder ni un segundo, Ernesto por el culo y Renzo por el coño, empezaron a follar sin miramientos. Mi mujer estaba entregada al placer. Su cabeza bamboleaba al igual que sus tetas. Sus gritos se mezclaban con los que emitía la televisión.

Nos turnamos entre las dos parejas para follar a mi mujer durante toda la noche. Al despertar mis amigos ya se habían ido. Tare aún dormía desnuda sobre la cama. Estaba toda llena de semen fresco. Al parecer los chicos antes de despedirse le dejaron un último regalo.

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