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Virginia (Parte I)

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Estábamos en la puerta de su habitación, ella me abrió para que saliera, pero yo no estaba dispuesto a hacerlo.

La tomé por la muñeca y ella me miró con sus grandes ojos y una expresión de sorpresa, su boca con una mueca que no podía definir si era de sorpresa, miedo o… de gusto.

La atraje hacia mí y siguió muda, aunque rodeé con mi brazo su cintura y mi pelvis se frotaba con su cuerpo, posó su otra mano sobre mi hombro en un débil intento de apartarse, lo que solo consiguió que su cuerpo se frotara con el mío y sintiera aún más excitación, ya que bajo mi calzoneta no usaba nada, en ese movimiento de querer apartarse sus piernas rozaban con las mías y sentía lo cálido de su piel.

Comenzó a ponérseme dura y presioné contra su cuerpo, en esos momentos ella seguía sin decir nada, mirándome con su expresión de sorpresa y una sonrisa reprimida, mordiéndose los labios que se miraban cada vez más rojos y húmedos. Dejé de aferrarle la muñeca y quiso usar su brazo como palanca para que dejara de aferrarla por la cintura, logró hacer un espacio entre mi brazo y su cintura, con lo que volví a aferrar su mano, pero esta vez, como la mantenía hacia atrás, la presioné contra su cadera, jalando aún más hacia mí, presionando contra su cuerpo, ahora sus pechos se alzaban, por el apretado espacio entre ella y yo, sus pechos hacían que se mostrara un profundo escote por su blusa, incluso se hacían notar como sus pezones reaccionaban al estímulo, eran dos pequeñas protuberancias en la curvatura de sus pechos, que se marcaban como queriendo atravesar la barrera de tela que las ocultaba.

Me fui arrodillando sin soltarla, de su cintura pase a sus caderas, liberé sus brazos, y aferré mi pecho contra sus piernas y mi barbilla a su vientre, mirando entre sus pechos hacia su cara, ella apretaba mis hombros con ligera fuerza, pero no lo suficiente para liberarse, su escote se pronunciaba más ahora, ya que unos botones se habían soltado en este juego de apretar y oponerse.

Pasé una mano por su cintura justo debajo de la blusa, la alcé lo suficiente para poder acercar mi barbilla a su piel, ella hizo una larga inspiración cuando rocé mis labios a su piel.

Virginia: aquí no, aquí no… nos va a ver alguien.

Yo: ¿eso es lo que te da miedo?

Le di un beso en el vientre, su cuerpo tembló y se arqueó ligeramente sobre mí, apoyó sus manos en mis hombros y los apretó con los dedos, sentí que tensaba sus piernas, así que mi mano bajó por su cadera y me entretuve en sus muslos carnosos y cálidos… seguí besando de lado a lado, una ligera chupada y mordida a su cintura, su cuerpo reaccionaba con calor y su piel se ponía brillosa, pasé mi mano por el interior de sus muslos y su piel se erizó y apretó las piernas, su calor envolvió mi mano, seguí explorando entre ellas y mi boca deslizándose por su vientre, ya sus manos se posaban más atentas en mi espalda, dejo de apretar las piernas y pude recorrerlas de arriba abajo, reconocí la forma de sus tobillos, sus pantorrillas, sus muslos que temblaban al sentir mis manos aproximarse mucho a su entrepierna, a su lado más caliente.

Su falda se fue subiendo conforme deslizaba mis manos por sus caderas, ella me miraba con los ojos abiertos otra vez con expresión de susto y sorpresa, su boca hacia una mueco como diciendo no, pero también parecía excitarla lo que estaba haciendo, mis dedos llegaron a sentir el borde de su ropa interior a mitad de sus caderas, sentí el encaje de la prenda y lo recorrí con una mano hacia atrás y la otra hacia el frente, ella volvió a tensar los brazos y apretaba las manos sobre mis hombros, echó la cabeza hacia atrás, apretó las piernas frotándoselas, a medida que mi mano derecha llegaba al borde interno de su pierna izquierda, mi mano izquierda se encontraba al borde de su nalga, ambas tanteando el calor de su cuerpo.

Deslicé la prenda por las caderas, pero ella seguía apretando las piernas, fui acariciándole la entrepierna y comencé a besar sus muslos, ella se estremeció y poco a poco fui bajándola con cuidado, a medida que bajaba, mi boca daba suaves besos hacia arriba, ya cuando la prenda bajaba por la pantorrilla, logre que levantara el pie, le di un beso por la pantorrilla para que me dejara levantar su tacón y sacarla, hice igual con el otro pie, la prenda ya estaba totalmente en mis manos.

La vi a la cara y ella se mordía nuevamente el labio y me miraba con ojos totalmente lujuriosos, acerqué mi cara a su prenda, sentía el calor húmedo de su sexo, su fragancia de mujer.

Me levanté y la agarré nuevamente de la cintura, esta vez ella no se opuso, bajé las manos a las caderas, su falda seguía levantada sobre sus muslos, agarré sus nalgas y la levanté hacia mí, soltó un ligero pujido cuando tuvo que abrir las piernas para acomodarse alrededor de mi cuerpo, las manos se agarraron a mi espalda, sus pechos apretados sobre mi pecho, así la llevé hacia la cama, le besé el cuello y ella gimió, a la vez apreté sus nalgas y pude darme cuenta lo firmes que se sentían, se las estrujé haciendo círculos con las manos, quería escuchar como chocaban sus nalgas entre ellas, me arañó el brazo porque se excitó al rozar lo profundo de sus nalgas.

Le di varias nalgadas que hicieron un fuerte sonido, trató de evitarlo, asustada de que alguien más lo fuera a escuchar.

La acosté en la cama y comencé a besarle el cuello, agarraba sus caderas y apretaba sus nalgas, su blusa aún sin abrir, pero sus pechos llamaban a ser liberados, su pelo negro y largo se extendía sobre la cama, ella se apoyó en los codos para levantarse, seguía con una gran sonrisa con sus labios rojos y brillantes, sus mejillas sonrojadas y la mirada de deseo…

Me lancé por su boca, su cuello, su oreja, ella me ofreció entero su cuello, mi mano se adentró bajo la falda y fui reconociendo su pubis, se sentía un vello muy suave y escaso, mis dedos se adentraron más y más, siendo empapados rápidamente, ella se estremeció cuando fui tocando más adentro, me atrancó el brazo y abrió la boca, como si le hubiera tocado un nervio, apretó las piernas, pero mi mano ya se adentraba, un dedo curioso fue deslizándose cada vez más por todo lo húmeda que estaba y vaya que se humedecía.

Pronto mis dedos se deslizaban con suavidad en el casi hirviente fuego interno, ella se recostó boca arriba y me apoyé sobre mis rodillas para acomodarme mejor, seguí explorando su sexo con la mano, haciendo que se contorsionará dando vueltas, casi doblándome el brazo en sus giros.

Le subí la falda por la cadera y apareció ante mí su sexo palpitante y caliente, aprecié el incipiente vello que lo cubría y lo brilloso que se miraba la piel cubierta de sus flujos, comencé a chupar sus muslos, ella soltó un bufido y estrujo la cama, puse mi barbilla sobre su pubis y la miré a los ojos, parecía suplicante, le di un lengüetazo y puso una expresión de placer, fui explorando con la lengua entre sus pliegues, me venía el penetrante sabor de su sexo, pensaría que tiene un sabor particular, pero no podría decir cual, lo único es que eso la estaba poniendo muy caliente y le flaqueaban las piernas.

Comenzó a gemir y a respirar a bocanadas cada vez que pasaba mi lengua, le separé más aun las piernas, estas se desplomaron como grandes árboles, debilitadas por la sensibilidad de su sexo a los juegos de mi lengua, fui metiéndole dos dedos, luego tres, encontré su clítoris y lo palpé, al primer toque le dolió, fui tocando con más sensibilidad, haciendo más lentos los movimientos circulares, le pasé la lengua directamente en el clítoris y comenzó a llorar, era una mezcla de reacciones con cada toque, con cada fibra de sus ser que se activaba.

Cuando terminé, mi cara estaba empapada de sus flujos, me limpié en sus muslos, estaba totalmente abierta ante mí, apenas cubierta de cintura para arriba, estaba exhausta, se había quedado dormida, con la cara hacia un lado, el pelo revuelto, los brazos laxos extendidos uno y el otro apenas sobre su cabeza.

Me levanté al baño a lavarme la cara y quitarme la costra seca de todas las secreciones que salieron de lo profundo de Virginia, no habían pasado ni 2 horas desde que le quité la ropa interior y ella se había quedado dormida, la verdad es que yo también estaba cansado, que haría… esta noche todo ya había pasado, pensé que hacía falta y claro, no habíamos tomado nada, nos faltó el combustible de un sexo desinhibido…

Salí del dormitorio cerrando con llave, ya mañana sería un día propicio, claro, me llevé toda la ropa interior de su maleta y antes de salir tomé un lápiz de maquillaje de su bolso y le dejé un mensaje en su piel: que rico sabes, seguimos después…

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