Mi joven esposa (4): Cuernos consentidos (parte 1)

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T. Lectura: 6 min.

Continuo con la serie de relatos, en este caso, como me ha llevado más palabras de las que se me permite publicar, he decidido dividir este capitulo en dos partes, con la finalidad de no dejar fuera nada.

Fue una tarde, un día en que los dos trabajamos solo medio turno, salimos al centro de la ciudad con tiempo, pero sin ningún plan, nos acercamos a un restaurante y pedimos de comer, no teníamos ninguna prisa ni lugar a donde ir, solo era ocupar el tiempo que las leyes laborales nos regalaban.

Hacía cerca de dos meses que habíamos hablado del tema de llevar a cabo un encuentro cuckold, usamos las redes sociales como medio para contactar, pero no había gran fortuna, muchos mensajes y conversaciones con personas que solo estaban ahí para indagar sobre el tema, conocer personas, pero al final, nunca se concretaba nada. El juego seguía en pareja, tampoco es que tuviéramos necesidad del sexo, pues entre nosotros siempre ha sido un tema que se lleva bien, pero la inquietud que teníamos ambos nos hacia insistir en la búsqueda, así, aquella tarde llego la oportunidad.

Su nombre era Diego, nos envió un mensaje con que decía “mucho gusto chicos, mi nombre es Diego, tengo 51 años, vi su perfil y me agrado mucho, me gustaría tener la oportunidad de conversar con ustedes”. Nosotros correspondimos el mensaje y le preguntamos sobre él, nos comentó que era divorciado, no tenía pareja en ese momento, tenía dos hijos ya mayores de edad, trabajaba en una empresa en el área de tecnología y en los ratos libres era taxista de aplicación, nosotros le comentamos algo sobre nuestra relación, que éramos recién casados y aun sin hijos.

La conversación iba muy bien, pero a un ritmo normal, él había salido de su trabajo a medio día por las mismas razones y había vuelto a su departamento para bañarse y dedicar la tarde al taxi, de hecho por un lapso de tiempo no contesto, cuando se reintegró nos explicó que ya se había arreglado y se disponía a salir, justo comenzaría por el centro de la ciudad, no podíamos dejar pasar dicha coincidencia, así que le enviamos un mensaje de “te deseamos buena tarde” y un “a ver si nos ves por aquí”, adjuntando una foto del lugar.

Lo hicimos sin realmente esperar nada, pasaron los minutos y como pensábamos, no nos contestó, pagamos la cuenta y nos retiramos, caminamos por las calles del centro rumbo a tomar el subterráneo, de repente entró otro mensaje, era el señor Diego de nuevo, preguntando si podía saludarnos y enviándonos una foto del restaurante en el que antes habíamos consumido.

Nos pareció entre gracioso y perturbador, ya que se había tomado la molestia de ir hasta allí, aunque sabiendo que era taxista tampoco consideramos que fuera extraño que conociera el lugar y supiera cómo llegar, nos miramos y con la vista nos dijimos “porque no”. Le regresamos el mensaje y le dimos de nuevo la ubicación, mencionándole que nos moveríamos a una Estación del suburbano y allí mismo podríamos conocernos, lugar público como medida de seguridad.

El señor Diego envió su ubicación en tiempo real, así que no nos quedó más que esperar y al menos recompensar sus buenas intenciones con una conversación, tras unos minutos nos dijo que ya se encontraba en el lugar, que no había estacionamiento y si podíamos salir, esto nos causó algo de inseguridad, pero nos pusimos en sus zapatos, sabiendo que era verdad que no había donde aparcar por la zona.

Salimos de la estación y observamos alrededor, había varias personas y autos esperando a las afueras, vimos un auto negro cruzando la calle y nos pareció que nos hecho las luces, camine por delante de ella y cruzamos al otro lado, me acerque con cautela al auto y observe al conductor, hombre moreno, cabello con algunas canas, algo corpulento, me observo por un momento y pregunto.

D: ¿Karin?

K: ¿señor Diego?

D: si soy yo, mucho gusto

K: hola que tal

Nos dimos la mano, mientras Yesica se encontraba detrás de mí, mi esposa que siempre tenía un carácter atrevido, hoy se mostraba como una niña inocente y temerosa. Le incite a que lo saludara y así lo hizo, de beso en la mejilla por supuesto, nos dijo que si gustábamos nos podía invitar a un lugar cerca y tomar un café o lo que nos apeteciera, por las molestias tomados le aceptamos la invitación, subimos a su auto y fuimos a un pequeño bar de la zona.

Ahí la plática fue amena, tocamos temas comunes, hablamos de trabajo, de familia, contamos algunos chiste, y reímos, como si de compañeros de trabajo o amigos se tratara, poco a poco nos sentimos cómodos con su presencia y tras las copas prometidas, el pago la cuenta y salimos del lugar, nos ofreció llevarnos de nuevo al mismo punto de encuentro, accedimos y una vez dentro del auto, la conversación siguió, sin darnos cuenta ya nos encontrábamos en el sitio indicado, pero continuábamos platicando como si no quisiéramos terminar, al darse cuenta de la situación nos dijo que si deseábamos, podíamos continuar la noche en su departamento que se encontraba muy cerca, sin ningún compromiso de por medio, nuevamente entre miradas cómplices, aceptamos su propuesta al unísono.

Se movió hasta el lugar, que deberás estaba muy cerca, pero la zona había cambiado de aires, era un barrio común, como donde nosotros vivíamos, gente en las calles, pero que no se metían con nadie, se estaciono en una esquina y bajó del vehículo para comprar algunas bebidas, le acompañe, entramos como si solo fuéramos un par de amigos en busca de unos tragos, el chico que atendía lo saludo como cualquier conocido, era evidente que era un cliente frecuente y vecino del establecimiento, a mi solo me observo haciendo evidente que no me conocía, el pago las cosas y se despidió.

Salí con él mientras pude observar que el chico continuó mirándome, se asomo hacia fuera como para ver el vehículo de su vecino y solo sonrió, como si algo le hubiese dado gracia.

Volvimos al vehículo y continuó hasta media calle, en un edificio de departamentos, allí se detuvo y abrió el portón, estacionó su vehículo en el sótano con los demás y nos invitó a pasar, subimos por unas escaleras de concreto llegando a un pasillo muy enredado, si uno no era vecino del edificio, salir sería toda una aventura.

En el recorrido hacia su departamento, en un pequeño patio, nos encontramos con una de sus vecinas ya algo mayor en compañía de un niño que debía ser su nieto o algo así, esta lo saludo y le preguntó si éramos amigos suyos, pues no nos ubicaba, además que era entre semana, un día muy atípico para reuniones sociales, el señor Diego le contestó que no se preocupara, éramos amigos suyos y veníamos con él, la señora se tranquilizó, nos dio la bienvenida y nos dijo “que la pasáramos bien”, ella se despidió de él y entró a su departamento.

En ese mismo pasillo de lado izquierdo estaba el departamento del señor Diego, abrió la puerta y nos invitó a pasar, tras la puerta estaba una pequeña sala, del lado derecho una pequeña cocina y una barra a modo de comedor, de cada lado había una puerta que llevaba a una habitación, del lado derecho estaba la de él y la otro era de uno de sus hijos que vivía con él, se notaba que era el departamento de un par de hombre solteros.

Nos sentamos en la pequeña sala y continuamos conversando, destapamos las cervezas que antes habíamos comprado y poco a poco se fueron consumiendo, nos platicaba sobre su vida, las causas de su divorcio, la experiencia de ser padre, el empleo y otras cosas más, la realidad es que era muy interesante por lo que conversaba y por su manera de expresarse, pero ya se había hecho de noche y nos preocupaba que su hijo fuera a volver, sería difícil de explicar que hace una pareja joven bebiendo en su departamento a solas con su padre, nos comentó que era verdad que no tardaría mucho en volver, si gustábamos él podría acercarnos a nuestro departamento, le acepte y solo nos pidió un momento para ir al sanitario.

K: ¿cómo estás, te sientes bien?

  1. si, solo es el alcohol

K: ¿qué te ha parecido la plática?

Y: muy buena, la verdad Diego hace buena compañía

K: si, a mi también me ha caído bien, ha sido paciente y no nos ha presionado a nada más, supongo que podríamos platicarlo en casa y quien sabe, volver a salir con él

Y: si claro, puede ser

K: aunque si no te ha simpatizado claro que no

Y: no, bueno, si me agrado

K: Entonces ¿cuál es el problema?

Y: es que…

K: ¿Que pasa, algo te ha molestado?

Y: Todo lo contrario, no sé cómo decirlo, ¿crees que no le he gustado?

K: claro que sí, ¿por qué lo preguntas?

Y: no lo sé, es que solo estuvimos conversando y no paso nada

K: Diego no ha querido faltarnos al respeto, por eso solo ha sido una plática y ya, es como una primera cita

Y: por lo que hemos leído, imaginaba que iría directo al grano

K: el hecho de que no haya ido al grano a la primera habla bien de él

Y: supongo que tienes razón

K:o dime, ¿acaso es que tu si quieres algo más?

Y: pues… la verdad… si me gusto el señor Diego

K: entonces solo házselo saber

En ese momento el señor Diego regresó del sanitario.

D: bueno chicos, pues ¿ya están listos?

K: si, creo que si

  1. pues entonces los acompañó, adelante

Yo solo mire a Yes esperando si pretendía hacer o decir algo, pero ella se quedó estática y no dijo una palabra, conforme avanzamos hacia la puerta noté su decepción, la chica que siempre parecía tan atrevida hoy estaba avergonzada y la pena no le permitía hacer nada, antes de que abriera la puerta hable.

K: disculpe señor Diego

D: si, dime

K: nos ha agradado mucho como persona y la hemos pasado bastante bien bebiendo y conversando

D: les agradezco sus palabras, si lo que me dicen es verdad, les agradecería volvernos a ver y platicar de forma más privada

K: si gracias, sobre eso…

D: ok entiendo, no se preocupen, ha sido sin compromiso, si no soy de su agrado para otra cosa al menos queda en la amistad

Yo seguí esperando que Yes interviniera, pero seguía sin palabras, sin embargo, se le notaban los nervios y me veía como si ella no tuviera idea de qué hacer.

K: no es eso señor, de hecho, mi esposa tiene algo que decirle

Le dejé la última palabra a ella, se puso roja, pero se aferró a su silencio, el señor Diego la observaba, pero ella solo volteo a verme a mí, sentí como con su mirada me decía, “díselo tu”.

K: mi esposa ha disfrutado de su compañía, le ha parecido un hombre muy agradable y atractivo

Y: ¿eso es verdad querida Yes?

La miro y ella no tenía donde meter la cabeza.

K: sí señor, de hecho, hace un momento me ha dicho que… que le gustaría que pasáramos a algo más

D: cuando ustedes gusten, mi casa es su casa

K: no me está entendiendo señor, mi esposa quiere saber, ¿si le gustaría estar con ella esta noche?

Ella aún mantenía su mirada en mí, incrédula de lo que acababa de decirle al señor Diego, él le tomó las manos y le preguntó:

D: ¿Es verdad lo que tu marido dice?, ¿quieres estar conmigo ahora?

Con toda la pena e inocencia del mundo, contestó con una voz temblorosa, entrecortada y casi inaudible.

Y: si

Acercando su cuerpo al de ella, volvió a preguntar.

D: necesito que seas clara, ¿qué quieres hacer?

Y: quiero para esta noche con usted

D: dime Karin, ¿estás de acuerdo con lo que me pide tu esposa?

Y: si, estoy de acuerdo

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