Cuando cumplí 18 años les pedí de regalo a mis padres que me mandaran en un crucero, pero para mala fortuna mía no encontraron lugar así que me conformé y tuve que ir a la isla de Jamaica.
Oyendo pláticas sobre Jamaica oí decir a una tía mía, que fue, que estuvo con un negro que tenía una tranca descomunal, que le había hecho encontrar los placeres más profundos jamás imaginados.
Entonces hice mis maletas y tome el avión rumbo a Jamaica, al llegar ahí me quedé sorprendida de las hermosas playas y el hablar tan chistoso del inglés que tienen los jamaiquinos, como fui con un grupo de personas algunas viejas y otros jóvenes, que tenían algo en común eran unos pelmazos completos y aburridísimos, entonces decidí conocer la isla por mí misma y tomé un jeep en el cual un muchacho negro como de 21 años me llevaría a conocer la isla.
Yo enseguida lo empecé a molestar diciendo que eso de que los negros tenían una tranca enorme no era verdad, y él respetuosamente solo reía, pero después de molestarlo durante un rato, ya enojado me dijo que si quería comprobarlo pasaría por mí en la noche, y así fue en la noche llego por mí, y me subió al jeep y durante casi una hora nos internamos en la selva de esa isla, de repente paró había enfrente de mí una casita pequeña con unas luces apenas visibles, entonces me invitó a entrar, yo suponía que él y yo la íbamos a pasar muy bien.
Al entrar a la casita casi no se veía nada mientras mis ojos se fueron acostumbrando a la oscuridad vi que había otros dos negros en la casita y de repente él que me llevó me tomó por la espalda y me dijo:
—Verás lo que son trancas grandes pequeña zorra y vas a ver lo que es bueno…
Entonces él me arrancó mi vestido y de repente estaba solo con mi tanga parada en medio de esos tres tíos, y en un momento los tres se sacaron sus trancas, yo me quedé atónita del espectáculo que estaba viendo, eran unas trancas negras enormes y brillosas por lo duro que estaban, entonces uno de ellos de un solo jalón me quitó mi tanga que era lo único que me quedaba, entonces otro hizo que me pusiera en cuatro patas de frente a dos y él detrás de mí y me dijo: “vas a empezar a mamarnos la tranca a todos”.
Yo me acerqué a uno de ellos y le tomé su tranca, era tremenda, mis dedos cuando la tomaban con mi mano quedaban súper separados, entonces me empujó hacia abajo, abrí mi boquita y solo pude meterme la cabeza de tan inmensa tranca, mi boca estaba al máximo de abierta y no podía pasar más que la cabeza de la tranca, pero esto pareció gustarle y me dejo chupársela como yo quise.
Después de un momento de estar concentrada en tan tremenda tranca, sentí que uno me tomaba de la cintura y empezó a penetrarme, tomé un ritmo cadencioso mientras se la chupaba a uno y el otro, desde atrás me la metía un mi coño, mientras otro de ellos se conformaba con ver lo que hacíamos.
Después de un rato los dos cambiaron de posición y al que se la estaba chupando se pasó atrás de mí y el otro se sentó enfrente de mí, le tomé la tranca un poco más chica que la del otro, y mientras se la chupaba yo probaba mis propios jugos que habían quedado sobre de ella. Entonces de repente el otro empezó a metérmela por mi coño, me dolió, y le mordí la tranca al otro y por esto me dio una bofetada. Entonces yo esperé a que el que estaba detrás de mí me la metiera toda, sentí un dolor tremendo, creí que me iba a partir en dos, pero después de un rato mi vagina se acomodó tan bien que empecé a disfrutar todo aquello.
De repente el que tenía yo en mi boca empezó a endurecerse, sabía lo que iba a pasar entonces, en una eyaculación tremenda su tranca empezó a escupirme muchísimo semen viscoso y calentito, yo intenté tragar, pero no pude, me asfixiaba, era demasiado para mí, mi cara, mi cabellos, mi nariz, todo estaba cubierto por su semen. Después de pasarle mi lengua y limpiarle bien la tranca, sentí que el que me la estaba metiendo que de por si era grande me empezaba a lastimar.
Yo me recargué en la pierna del que había terminado en mi boca y soltando sollozos de dolor y placer se vino dentro de mí, fueron unos instantes tremendos llenos de dolor y placer, que hasta mis lágrimas brotaron, pero me sentía muy bien, ya que había logrado dos orgasmos impresionantes que nunca había sentido antes, entonces ya más tranquila me dijeron “ahí va lo bueno”, entonces el negro que solo había estado viendo se puso de pie.
Los otros dos me acostaron y me abrieron de piernas, y me las alzaron, alcancé a ver que el que se dirigía a mí tenía una lata de bronceador en la mano y que se había echado gran cantidad de este aceite en su tranca, en ese momento supe lo que me iban a hacer, entonces les pedí que por favor me soltaran, y le decía al que estaba a punto de clavarme que se lo haría con mi boca y que sentiría muy rico, pero nadie me hizo caso. Él se hincó frente de mí, subió mis piernas a sus hombros y empezó a clavarme por mi culito, sentí un dolor, grité como una loca, pero ya estaba dentro de mí, entonces los otros dos me decían, que si eso era lo que buscaba, que era una putita cualquiera y que no me iba a olvidar de esto jamás.
Yo sentí que el tiempo se detenía, el que me la metía por mi ano parecía que nunca iba a acabar, entonces le supliqué que terminara, pero él respondió que si la sacaba de mi culo iba a ser solo para que me echase el semen en mi boca, y así lo hizo.
Después de un rato de estar dándome duro, se salió ya eyaculando sobre mí y me metió su descomunal instrumento en mi boca, diciéndome que se la dejara totalmente limpia.
Yo de tanto que estuve con ellos que no sé si me desmayé o me quedé dormida, en la mañana siguiente al despertar me encontré que ya estaba en el hotel, y vi mi cuerpo todo lleno de semen seco y toda adolorida, me metí al baño y me bañé para limpiarme, y pensando en lo que había dicho mi tía que era verdad, que esos negros tenían una tranca descomunal.
Estuve unos tres días más, me dolían tanto mi boca, como mi coño y que decir de mi ano, me lo dejó este tío todo rosado, el solo hecho de pensar en sexo me daba asco, pero sabía que eso solo era temporal hasta que tuviera otra oportunidad.