Así que un jueves por la noche salimos a Veracruz, el viaje fue algo cansado y en cuanto nos hospedamos en el hotel Colonial en el centro del puerto, mi marido se dio un baño, se arregló y salió a visitar a sus clientes.
Yo por el cansancio, me bañé y me acosté en la cama quedándome profundamente dormida hasta las 7 de la noche. Bajé al restaurante y cené mariscos, por cierto deliciosos. sonó mi celular y era mi marido quien me preguntó que donde estaba, le dije que en el restaurant del hotel y al rato llegó Luis. mientras él comía, yo estuve bebiendo algunos toritos, bebida clásica del puerto.
Ya más noche mi marido me dijo que ya nos fuéramos a dormir, pues estaba muy desvelado y que al día siguiente tenía mucho trabajo. subimos y él se quedó dormido en cuanto tocó la cama, yo estuve viendo televisión y a pesar del clima, me sentía con un calorcillo interno que no me dejaba dormir, no sé a qué hora me dormí.
Al siguiente día, nos despertamos muy temprano, como a las 6 am Luis se dio un baño, se arregló y yo hice lo mismo, me dijo que bajáramos a desayunar y de ahí él se iría a ver a sus clientes, que ese día regresaría muy noche, pues iría a la ciudad de Córdoba, yo hice un gesto de disgusto, pero Luis me dijo que yo me fuera a alguna playa para que no me aburriera. Luis se fue dándome un beso en la mejilla y me dijo, “pásatela bien, disfruta del mar”.
Como no llevaba traje de baño, me fui a visitar algunas tiendas de ropa de playa, el calorcillo dentro de mi cuerpo regresó, me sentía algo inquieta y por qué no decirlo excitada, el clima es caliente y húmedo, entré a una tienda y empecé a ver la ropa de playa, escogí una bata floreada hasta las rodillas y unas sandalias, luego de ver varios bikinis, encontré uno que me encantó, era micro bikini de color azul rey, la tanga tenía a los lados hilos con adornos y muy pequeña, y el bra, muy chiquito, un sombrero de paja de alas grandes, pagué en la caja y regresé al hotel.
Le pregunté a la recepcionista por alguna playa tranquila que no tuviera oleaje alto, me dio varias opciones y entre ellas la de Mocambo, me dijo que estaba como a 15 minutos y que por ser temporada baja no había mucha gente, y que si yo lo deseaba, un taxi del hotel me llevaría.
—Está bien —le dije— sólo subo a la habitación para arreglarme y bajo por el taxi.
Subí a la habitación y me quité la ropa que traía puesta, me puse el bikini y luego fui a un espejo para ver cómo me quedaba, me quedé sorprendida al verme en el espejo, el color del bikini era muy llamativo y la tanga era tan chiquita que sólo me tapaba los vellos de la vagina y la parte de atrás por lo ajustada que me quedó se me metía entre las nalgas como si fuera de hilo dental, y las copas del bra tan pequeñas que sólo me tapaban los pezones.
El verme así me provocó una fuerte excitación, luego tomé una toalla grande y mis sandalias, me enfundé en la bata playera, tomé mi monedero, el sombrero y bajé a la recepción, pedí el taxi y me llevó a la playa Mocambo.
El taxista me dijo que ahí había varios taxis para cuando decidiera regresar. bajé del taxi y caminé hasta llegar a una palapa con servicio de bar, pedí una piña colada, la pagué y me fui caminando a la arena casi hasta donde llegaban las olas, tendí la toalla en la arena, me quité la bata me unté bloqueador y me acosté boca abajo bebiendo mi piña colada.
La playa estaba casi desierta había muy poca gente, casi puras parejas que se notaba eran extranjeros, lo que si había eran varios vendedores de curiosidades, lancheros ofreciendo sus servicios de paseos en lancha y en banana.
No tenía ni 15 minutos de estar acostada cuando empezaron a acercárseme muchos vendedores muy insistentes, incluso unos me decían que estaba bien rica, y no dejaban de verme las nalgas, pero ni caso les hacía, cuando acabé de beber la piña colada, fui por una más, el sol estaba a todo, regresé con mi piña y me volví a acostar en la toalla, pero ahora boca arriba, con las piernas recogidas.
Seguí bebiendo mi bebida y de pronto se me acercó un lanchero, muy guapo por cierto, moreno de ojos verdes y de buen cuerpo, me dijo:
—Linda, ¿te gustaría darte una vuelta en mi banana? Para ti por estar tan solita es gratis,
—¿De veras? —Le pregunté y me contestó que sí, que me daría el mejor paseo en su banana, me dio su mano para que me levantara.
Nos fuimos a la famosa banana, como el agua me llegaba casi a los pechos el chico me tomó de la cintura, me alzó y cuando yo estaba subiendo una pierna a la banana, me agarró las nalgas y me empujó. Su atrevimiento me gustó y yo volteé a verlo con una sonrisa, luego él se fue a la lancha y empezó el paseo.
Después de casi 5 minutos del paseo, empezó a ir más rápido, y giraba la lancha muy bruscamente, lo que causó que yo cayera al agua, el chico regresó a donde yo estaba, se tiró al agua y nadó hasta donde yo estaba, jajaja rio, “¿te está gustando el paseo en mi banana?” mientras sus manos rodeaban mi cintura, y me fue repegando a su cuerpo, al sentir el contacto con su cuerpo, un escalofrío recorrió mi vagina, así me fue llevando a la lancha.
Con una de sus manos se agarró de la orilla de la lancha y con la otra me sujetaba de la cintura, y me dijo: “que buenota estás”, y yo ya excitada le contesté, “¿te gusto?”, “mucho” me dijo, entonces me jaló más hacia él y me dio un beso en la boca, y su mano bajó a mis nalgas, yo abrí las piernas y lo rodeé de su cintura, sin dejar de besarnos.
Luego él me empezó a desabrochar los hilos de la tanga y me la quitó, la aventó a la lancha sin dejar de besarme, con su mano me levantó de nuevo mis piernas y me acomodó la punta de su verga en la entrada de mi raja, yo estaba bien caliente, y su verga empezó a penetrarme, yo lo jalaba con mis piernas hacia mí para que me la metiera más adentro, estaba sintiendo muy rico, mi vagina se ensanchó mucho, y por el movimiento de las olas a veces tragaba agua, así que me agarré de la lancha.
El lanchero seguía cogiéndome más y más fuerte, hasta que sentí un dolorcillo en mi vagina, era una verga grandísima, pero él no dejaba de cogerme, con la sensación del agua, y la vagina bien llena y el clítoris jalado hacia adentro y afuera me provocó un gran orgasmo, no saben como estaba yo pujando de placer,
Luego el chico me sacó su verga y me volteó con la cara hacia la lancha yo puse mis manos en la lancha y me levantó de las caderas, me empezó a meter su verga por detrás y yo podía ver a la gente en la orilla de la playa, hasta parecía que estábamos dando una función de sexo, todo eso me tenía loquita de placer, mi lancherito siguió cogiéndome hasta que se vino.
Luego se subió a la lancha y me dio mis tangas, me las puse como pude y me subió a la lancha con él, de regreso a la playa, me preguntó si me había gustado el paseo en su banana, “la tienes rica, le contesté, me llenaste toda la raja” me dejó en la orilla y se fue.
Ya bien cogida, regresé a donde estaba mi toalla y me senté, estaba tan acalorada que fui a la palapa por otra piña colada, cuando llegué a la palapa, estaba sentado en una banca de la barra un señor como de unos 40 años, y cuando me dieron la piña, el señor muy gentil me dijo que él pagaba, que me invitaba a sentarme con él para platicar un rato, cosa que yo acepté, pues ya estaba demasiado acalorada.
Se presentó y me dijo que era del D.F. que era viudo y que esa playa era su favorita para descansar, seguimos bebiendo y charlando cosas sin sentido, hasta que ya bebidos, entramos a la plática del plano sexual, me dijo que me veía muy sexy con ese bikini, que le gustaba mucho y que se me notaba que era yo muy sensual, que él tenía mucha necesidad de una mujer como yo, a lo que le contesté que a mí me gustaba mucho disfrutar mi cuerpo y hasta presumirlo.
Entonces me dijo que nos fuéramos a un lugar más íntimo, a seguir bebiendo y a disfrutar nuestros cuerpos, acepté y nos fuimos a su camioneta, yo iba en el bikini, me abrazó y yo puse mi mano izquierda en sus piernas, con la mano que me tenía abrazada, la bajó hasta acariciarme el pezón, llegamos a un motel.
Les sigo contando en otro relato.