Hace años, después de que mi primera pareja lésbica y yo lo dejásemos, me sentí en la necesidad de experimentar con más mujeres. Durante meses no conseguí nada, solo sexo fortuito con chicos (algunos de ellos bien dotados) pero mis ganas de cruzar piernas con una mujer incrementaban conforme pasaba el tiempo. Tanto fue mi necesidad que tuve que crearme un perfil en una app de citas, app que tengo demonizada. Tras varios días con mi perfil rondando y hablando con algunas potenciales mujeres dispuestas a complacerse conmigo pero que ninguna cumplía con mis estándares psico-físicos, me crucé con Leticia.
Leticia en la foto aparecía como una chica de 18 años (justos los que yo tenía) blanca de piel, pelirroja, con ojos claros y un cuerpo esbelto y elegante. Su figura no era curvilínea, todo lo contrario, pero aun así se me hacía muy muy atractiva. Quizás fuese por su mirada, sus finos labios, su color de pelo… deslicé e hice match. Era mi momento.
Ella y yo comenzamos a hablar, todo bien, muy amigable pero algo recesiva. Según me contó nunca había tenido relaciones con chicas y quería animarse a probar ya que más de una vez ha sentido atracción por mujeres y al parecer yo tuve la suerte de ser uno de sus intereses. Los días pasaron y seguimos hablando, esta vez por WhatsApp, la confianza fue suficiente al tanto de 6 días por lo que decidimos quedar y pasar la noche en mi casa. Las dos sabíamos lo que queríamos.
Mi outfit no fue demasiado atrevido, ya que era verano me tenté por usar un top y pantalones cortos y ajustados. Como siempre, no llevaba sujetador y solo fui con unas braguitas. Tomé unas deportivas, el bolso y me dispuse a acudir a la quedada.
Cuando la vi venir su belleza fue aún mayor en persona, era guapísima e incluso su cuerpo se veía más atractivo en persona. “Las fotos le pasaron una mala jugada” pensé mientras venía. Nos saludamos con un fuerte abrazo lleno de risas y emoción. La tarde fue muy llevadera, no dejamos de hablar ninguna de las dos, no dejamos de mirarnos ni dejé de pensar en lo que iba a hacer con ella. Y para más emoción, iba a ser la primera en estrenarla en el mundo lésbico.
Cuando ya se hacía tarde fuimos directas a mi casa, mis padres la saludaron como si fuese una amiga más, sin saber que esa “amiga” iba a acabar en mi cama fuese como fuese. Como era verano decidimos meternos a la piscina del patio durante el anochecer. Hacía un tiempo espectacular a esas horas y estar al remojo sentaba muy bien al cuerpo. Las dos nos pusimos un bikini, vernos así aumentó nuestra tensión sexual y las hormonas sobrevolaron nuestros cuerpos. Al principio compartimos piscina con nuestros padres jugando con una pelota, un retrato muy familiar. Cuando cayó por completo la noche mis padres decidieron irse.
-No os quedéis hasta tan tarde. -Dijo mi madre mientras se secaba.- Ah y de nuevo, encantada de conocerte Leti, espero que pases una buena noche.
Una vez se fueron mis padres, Leti y yo nos quedamos sentadas en el borde de la piscina hablando de la vida. Típico momento reflexivo, estábamos pegadas una a la otra, con nuestros muslos rozando y nuestros hundidos pies jugueteando. La miré a los ojos y tras coquetear un poco entre nosotras la besé. Ella no se resistió, se dejó llevar por mis besos aunque con mucha timidez. Entendía la sensación, era su primera vez con una mujer por lo que fui lenta y suave, dejando que ella llevase la iniciativa y animándola a tocarme guiando sus manos hacia mi cintura. Conforme iba pasando el rato nuestro beso iba siendo más intenso, nuestros cuerpos se iban pegando cada vez más y nuestras miradas pedían sexo ya de ya.
-¿Te está gustando? -Pregunté con mis labios a milímetros de los suyos.
-Si… no pares…
Nos besamos de nuevo. Nuestro respirar se fundía y cálidos soplidos salían, nuestros corazones bombeaban sangre sensibilizando aún más nuestras pieles, nuestros ojos cerrados nos veían en una fantasía erótica sacada de una secuela lésbica de Crespúsculo.
-Tócame.
Al decirlo agarré la mano de Leti y la llevé a uno de mis pechos. Cuando lo agarró no paró de manosearme por debajo del sujetador y jugar con mi pezón mientras nos besábamos.
-¿Te gusta?
-Me encanta…
-¿Quieres comerme las tetas?
-Si por favor.
Me quité el sujetador. Mis pezones estaban erectos, esperando a que una boca hambrienta los chupase. Leticia tímidamente comenzó a lamerme las tetas, mirándome de reojo y disfrutando de mi cuerpo. Yo me dejé amamantar por ella, sus lamidas y chupetones me estaban dejando hipersensible y muy cachonda. Mientras ella me chupaba una teta yo me estaba manoseando la vulva.
-¿Quieres probar las mías Mónica?
-Me encantaría.
-Las mías no son tan grandes como las tuyas.
-Me da igual, sácatelas.
Leticia dejó al descubierto sus pechos. Efectivamente, no eran muy grandes pero eran los pechos más lindos que había visto jamás. Además sus pezones rosados y endurecidos decoraban la vista.
-Son preciosas. -Dije mientras las tocaba.
Me acerqué a comerle las tetas. De alguna forma su piel recién mojada por la piscina sabía muy bien. Le besé todo el pecho, hambrienta jugueteé con sus pezones. Sentirlos duros en la punta de mi lengua le daba mucho placer, me estaba comiendo a una chica que estaba increíble.
-Venga, quítate la braga. -Dije a susurros.
-¿No nos verán tus padres?
-Su habitación no da al patio, no nos verán, te lo prometo.
Ella, no muy segura de mi respuesta, decidió quitarse las bragas quedándose totalmente desnuda. Me hundí en la piscina quedando al borde y encarando sus piernas, ella las abrió y las apoyó sobre mis trapecios y se inclinó un poco hacia atrás para dejar más al descubierto su vagina. Era una vulva preciosa, rosada y depilada mojada por las gotitas de agua de la piscina. Yo procedí a lamer poco a poco su húmedo coño. Fui jugueteando con mi lengua entre sus labios pasando de vez en cuando por su ano.
Comencé con sus esponjosos y suaves labios externos para luego poco a poco ir metiendo mi lengua más dentro de ella, comenzó a soltar leves suspiros en señal de que estaba disfrutando de mi oral, yo di un paso más y metí uno de mis dedos dentro de ella mientras lamía su clítoris. Al parecer esto último le gustaba más ya que sus gemidos fueron más altos pero también retenidos para solo ser escuchados por nosotras. No paré hasta sentir sus piernas temblando sobre mí.
Una vez acabado mi oral, salí de la piscina y nos tumbamos en una de las tumbonas. Ella se puso sobre mí, nos besamos de nuevo apasionadamente sin dejar tiempo a tomar un respiro arrastrando nuestras pieles.
-¿Qué tal? -Pregunté.
-Increíble, se te da muy bien esto.
-Soy experta jajaja. -Le di un beso de agradecimiento- Sabes que te toca ¿no?
-Si, no me juzgues eh, nunca he hecho esto.
-Tranquila.
Me quitó la braga, me abrí de piernas y aún tumbada me dejé comer por ella. Estaba disfrutando muchísimo de sus lamidas, de su mirada mientras me comía la vulva, de como me sonreía al escucharme gemir y de su cuerpo encorvado haciendo que su mojada figura se viese divina. Yo de mientras me estaba masajeando las tetas y pellizcándome los pezones para sentirme más excitada de lo que estaba. Rodeé su cara con mis muslos presionándola aún más hacia mi vagina. Después de ello se puso sobre mi a besarme de nuevo pero esta vez ella arrastró sus dedos sobre mi vientre hasta llegar a mi vulva y me los metió enteros. Concretamente me metió dos dedos.
Mientras me besaba ella comenzó a dedearme el coño con mucha pasión, mi vagina chapoteaba, mi cuerpo vibraba, mis tetas temblaban y yo gemía como loca en su boca hasta que llegué al orgasmo y solté un squirt. Después de ello me metió sus dedos hasta el fondo de mi boca y volvió a masturbarme apasionadamente para volver a alcanzar un orgasmo acompañado de un squirt y otro chillido de placer. Esta vez esparció mis fluidos sobre mis tetas y comenzó a chupármelas soltando leves gemidos. Yo descansé disfrutando de ella comiéndome los pechos a la vez que acariciaba su pelo.
-¿Vamos a mi habitación? -Dije cuando acabó de comerme los pechos.
Las dos nos pusimos los bikinis y cubriéndonos con toallas nos fuimos directas a mi habitación haciendo el menor ruido posible. Al llegar nos tumbamos una al lado de la otra, volvimos a desnudarnos tirando los bikinis al suelo y comenzamos a besarnos intensamente abrazadas juntando nuestros cuerpos y gimiéndonos entre suspiros. Jugueteamos con nuestras lenguas, nos mordíamos los labios, jugábamos con nuestros pechos y nos pellizcábamos los pezones, todo riéndonos y mirándonos con una pasión exagerada. Yo quería que ella volviera a comerme el coño, por lo que extendí la toalla en la cama y puse mi vagina sobre su cara mientras ella seguía tumbada.
Leticia empezó a lamerme la vulva suavemente con la punta de su lengua, yo me notaba hipersensible, sentir su punta recorrer mis labios bajos tan lentamente pero a la vez intensamente me estaba dejando sin aire. Ella empezó a lamerme rápidamente, esto me excitó aún más. Comencé a gemir mientras me agarraba de las tetas y desviaba mi mirada por el placer de su oral. A su vez empecé a arrastrar mi coño por su cara con rápidos movimientos de cadera para masturbarme con ella. Así conseguí llegar a otro orgasmo, solté otro chorro que mojó la cara entera de Leticia y gran parte de su pelo.
Su rostro estaba rojizo y muy mojado, me sonreía con sus ojazos bañados en mis fluidos vaginales. Ver su cara así de mojada era algo increíble, era bellísima. Me tumbé sobre ella para volver a besarla y saborear sus mejillas con suaves lamidas. Las dos estábamos muy sudadas por el calor de la habitación pero nos daba igual. Bajé mis besos a su cuello, seguí bajando por todo su cuerpo hasta llegar a su vagina. Fui besando distintas partes de su vulva. Luego fui jugando con su clítoris succionándolo y lamiéndolo con la puntita de mi lengua, eso la excitó tanto que comenzó a revolcarse del placer.
Le dije que se tumbase boca abajo, me hizo caso. Dejó su culo encarado a mi, comencé a besar y agarrar sus nalgas soltando algún que otro azote para hacerla chillar. Acerqué mi boca a su ano y empecé a lamerlo en círculos lentamente mientras yo me masturbaba lentamente. Su ano era muy suave, los músculos de su perineo palpitaban repetidamente por el jugueteo de mi lengua, sus nalgas vibraban levemente y ella soltaba ligeros suspiros por el disfrute de mi oral. Pegué mi boca a su ano hundiéndome aún más entre sus nalgas y comencé a lamérselo con más intensidad.
Leticia empezó a masturbarse metiéndose los dedos enteros en su vagina y a gemir agitadamente, sus piernas temblaban sin parar y sus glúteos se contraían alrededor de mis mejillas. Ella alcanzó el orgasmo, se quedó temblando en esa posición mientras se iba relajando, yo seguí besando su ano pero más pausadamente.
Leticia se volvió a tumbar boca arriba, nos volvimos a besar pero esta vez lentamente.
-Quiero probar algo. -Dije riéndome-.
Abrí el famoso cajón de mi mesilla de noche para sacar un vibrador. Me tumbé apoyando mi espalda en el cabecero de mi cama, ella se tumbó sobre mi dejándose caer de espaldas a mí, con su cabeza a la altura de la mía. Se abrió de piernas dejando al descubierto su vagina. Encendí el vibrador y con él comencé a masturbarla a la vez que jugueteaba con una de sus tetas. Ella empezó a gemir con su boca pegada a mi oído, sus gemidos venían acompañados de su cálido aliento que me hacía cosquillas.
Su sudoroso cuerpo se retorcía de placer sobre el mío, mis tetas estaban aplastadas por su espalda y los dedos de mis pies jugueteaban con los suyos. Comenzamos a besarnos de nuevo mientras yo seguía masturbándola con el vibrador, ella me gemía en la boca y me pedía con la mirada que no parase. Leticia alcanzó el segundo orgasmo que la dejó temblando sobre mí y gritando de placer.
Hundí mis dedos en su vulva para mojarlos y metérmelos en la boca para saborear sus fluidos. Volví a meterlos para que esta vez ella los saborease. Nos besamos compartiendo saliva, sudor y fluidos.
-¿He conseguido hacerte bisexual Leti? -Pregunté irónicamente-.
-Creo que me has hecho lesbiana. -Dijo ella riéndose-.
-Bueno pues vamos a acabar haciendo un clásico de las lesbianas. Así te dejo completamente estrenada
Tras besarnos de nuevo nos pusimos una frente a la otra, cruzamos nuestras piernas y juntamos nuestras vulvas. Empezamos a frotarnos entre nosotras, ella torpemente ya que era su primera vez. Los labios de nuestras vulvas se arrastraban unos sobre otros. Subimos la intensidad de nuestro frote haciendo que nuestros pechos comenzasen a botar sin parar. Mientras nos tijereábamos nos mirábamos muy sensualmente, con la lujuria en nuestros ojos nos gemíamos en señal de que nos lo estábamos disfrutando como nunca.
Tras estar un largo rato follando en esa posición alcancé el orgasmo y mojé el cuerpo entero de Leticia con un gran chorro, soltando a la vez un gemido que quizás sonó por toda la casa. Yo me dejé caer, ella se puso encima para besarme y acabar así nuestro sexo.
Limpiamos todo, echamos la toalla a la lavadora, nos duchamos juntas besándonos bajo el chorro de agua y nos fuimos a dormir desnudas en posición cucharita y sin manta alguna, totalmente descubiertas al mundo.
Esta sería mi historia con la heterocuriosa quien terminó siendo bisexual por vuestra queridísima autora.
¡Muchos besos!
Cómo siempre una obra de arte, me encanta como lo detallas todo sobre todo cuando hay orgasmos, chorros, pies entrelazados…Me encanta muy buen relato.
Excelente relato! Besos