Como les comenté en la primera parte Roxana andaba de paseo por la ciudad y se estaba quedando en una pensión, luego de volver a tener sexo en mi habitación y quedarse recostada a mi lado, nos dormimos un momento, cuando despertamos ya era eso de las 20 horas, estaba algo oscuro y además se había puesto helado.
Yo le comenté que porque no tomábamos algo y se quedaba conmigo y se iba mañana a la pensión, lo pensó un minuto y me dijo “¡bueno, pero voy a llamar a la pensión para avisar que no llegare!”.
Mientras ella llamaba me levante como andaba solo con bóxer y fui a la cocina a destape una botella de vino, a los minutos llego ella solo con una polera sin ropa interior debajo y un tanga muy pequeña y ajustaba que no pude evitar mirar, a lo que ella se dio cuenta y con un leve movimiento coqueto se la acomodo, a lo que mi reacción fue un beso muy sutil en su cuello.
Nos sentamos en sofá de la casa pero mirándonos de frente ambos con las copa de vino en la mano, ella separo sus piernas y me dijo con una risa coqueta y excitante “¡mira cómo me queda mi tanga en la parte de adelante!”, mientras se la apretaba con su vagina, marcándose sus deliciosos labios, a lo que yo solo le dije “mira como me pones mi verga al hacer eso”, apretándome sobre mi bóxer mi pene, a lo que ella respondió dejando su copa de vino en la mesa de centro y quitándome la mía para dejarlo donde mismo, para luego correrse su tanga en la parte de adelante y dejar al descubierta su vagina, pidiéndome que me acercara.
Al acercarme no pude dudar en meter mi lengua y empieza a lamer su clítoris que ya en ese entonces estaba durito y el resto de su vagina mojado, mientras ella agarraba mi cabeza y la movía al ritmo de mi lengua, así estuve un buen rato hasta que me pidió que me diera vuelta para hacer la famosa posición 69, mientras seguía lamiendo su clítoris acompañado de dos dedos que introducía en su vagina ella comenzaba a chupar y lamer mi pene, sentía como lo recorría completo hasta mis testículos, como a veces hacia arcada por tanta intensidad, era una competencia de placer cuando cada uno le daba intensidad a su gusto.
En un momento me dice “¡saca!”. Paro, me doy vuelta y comienzo a penetrarla de frente, sentía como mi pene envestía su vagina mojada, como mis manos se aferraban a sus senos y como me miraba con placer y deseo, mientras teníamos sexo ella me gritaba y me decía “¡no pares! Sigue que me tienes extasiada”.
En un momento le digo que voy a acabar y ella me dice, “échamelo adentro quiero sentir tu leche caliente, sin miedo hacelo por favor” y así fue que me descargue dentro de su vagina, contemplando su cara de placer, luego saco mi pene y me lo chupo completo para no dejar restos de semen, fue algo delicioso, así continuamos tomando vino pero ahora decidimos hacerlo juntos abrazados acariciando cada parte de nuestro cuerpo sutilmente, nos relajamos tanto que decidimos irnos acostar, nos acostamos desnudos antes de dormir se da vuelta colocándome su trasero encima de mi pene y me dice “¡intentemos hacerlo de lado! “.
Mi pene se introdujo en su vagina, pero esta vez no tan duro ya que igual estaba cansado, ella mojada nuevamente empezó a moverse y llevar el ritmo mientras yo masajeaba sus senos y ella acariciaba su clítoris, su movimiento de cintura me excitaban mucho, además sentir como ella gemía y afirmaba mis manos para que no las sacara de sus senos, no logre acabar, pero ella sí, dejando mi sabana mojada con sus fluidos a lo que tuvimos que secar la cama con secador para dormir.
Dormimos abrazados hasta el otro día donde a eso de las 9 de la mañana se despertó se vistió y se fue, desde ese día que no hemos vuelto hablar, ella, me elimino de WhatsApp y nunca más supe de ella, pero solo queda una buena experiencia.