De amiga a esclava (3): El bar
—Quiero que abras un poco las piernas y que me dejes sentir cómo te estás mojando aquí, frente a todos. Ella dudó unos segundos, pero cedió. Mi mano avanzó hasta encontrarse con su intimidad desnuda. Estaba húmeda, caliente, latiendo de deseo. La toqué con la yema de mis dedos y ella tuvo que morderse el labio para contener un g...