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La fascinación de travestirme y sentirme mujer (Parte 1)

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Cuando advertí que a mi vecino le iba hacer de mirón mientras salía desnudo del baño, recién duchadito y me tocaba sutilmente mientras me travestía, decidí que quería estar con él, ofrecerme abiertamente a sus perversiones y disfrutar de un macho, de su verga y hacer mías esas sensaciones propias de mujer.

Ramón es un maduro de esos que prefieren hacerse una paja a coger con su mujer. Ramón tiene 48 años y quiere cama, pero no la suya. Mi nombre es Daniela, tengo 21 añitos y me gustan exactamente como él. Y me da morbo precisamente porque es un "vejete morboso" que babea -como todos- por cepillarse un culito travestido con sorpresa en la delantera, la mía ronda los 17 y la suya mide a precisión de flexómetro, 21 gruesos y venosos centímetros deliciosos de carne en estado de erección total.

Nos separan apenas dos metros entre ventana y ventana, en teoría sabía perfectamente cuándo estaba solo, qué tiempo lo estaba y claro, a qué dedicaba ese tiempo de soledad. Su mujer, la peluquera del barrio subía a casa a las siete y media de la tarde y ramón luego de cenar con ella (no tienen hijos), se marchaba al bar que es de su propiedad para regresar pasadas las cuatro de la madrugada. Por mi parte yo estudio hasta las dos y suelo llegar a casa a las tres. Almuerzo, me ducho y a jugar a ser la nena para volver a la realidad a las nueve, hora en la que regresan mis padres del trabajo. Soy hijo único (o mejor, hija), guardo muy en secreto mi orientación aunque soy demasiado evidente en mis gestos y así mismo guardo en lo más profundo de mi armario ropita sexy de niña que suelo conseguir en mercadillos o en tiendas de lencería que al comprarla digo que es para mi novia.

Mis hormonas revolotean las 24 horas del día y como gay pasivo, sí, he mantenido relaciones con algunos chicos de la universidad y del barrio. Ya no soy virgen y sé a qué sabe el semen ajeno y mío propio.

Ramón se me hizo visible y deseable una noche en la que mientras cenábamos llamó a la puerta. Su piso si bien queda frente al nuestro, ambos se comunican por un pasillo común que hace un semi-rectángulo entre ambos bloques. Apuntar que Ramón y su mujer Raquel son muy buenos amigos de mis padres, ramón y mi padre suelen jugar tenis y Raquel es la peluquera de la familia. Pues mi "futuro marido" traía consigo una invitación para el fin de semana a una barbacoa en su casa del pueblo. Mi padre lo hizo pasar y ramón se sentó a mi lado. Traía puestos unos vaqueros y marcaba paquete. Pinta canas y lleva gafas, cosa que me enloquece en un hombre, de manos grandes y gruesas -igual que su verga- pude sentirlas en mi espalda pues al ponerse en pie me agarró por los hombros y me dio un par de palmadas. Creo que me convencí en aquel instante de que ese semental iba a ser el que me "desvirgara" por vigésima vez y de que me dejaría hacer de todo y como quisiera.

Esa noche ardí en deseos, me estimulé vía anal con el pepino más grande que encontré en la nevera y acabé haciéndome un facial con mogollón de leche en una postura imposible pero reconfortante al recibir mis chorros por la cara y boca. Soñé que ramón entraba a hurtadillas a mi habitación y me abusaba con rudeza hasta dejarme preñada, desperté con el tarugo tieso y antes de salir a la facultad me lo repasé para catar mi crema dulce de putita encabronada.

Volví a casa antes, lo tenía decidido. Me pelé las tres últimas clases y a las once empecé a travestirme después de lavar mis entrañas y ducharme. Ramón estaba en casa y para darme a notar dejé las cortinas sin correr y me paseé sensual por mi cuarto. Cuando lo tuve a tiro le hice un gesto con el dedo de que se llegara hasta mi piso pues presentí que estaba a punto de sacarse la chorra y desperdiciar ese exquisito néctar en un pajote a mi salud. Ramón cerró su ventana y escuché el eco de que cerraba su puerta. Llamó al timbre y presurosa, trastabillando sobre unos tacones aguja de charol caminé presurosa al encuentro con mi amado.

Tanguita, mallas con lazos y liguero a conjunto de encaje negro, tacones de charol negro con correa, faldita escocesa de tablones mostrando muslo y un top ajustadito dejando desnudo mi vientre. Descalza mido 178 cm. Ramón es apenas cinco centímetros más bajo que yo. Peso 48 kilos, soy bastante delgadita pero culona, ramón es de complexión fuerte, fibrado, musculoso, bello, uff!!!...

El celo del macho verdadero es evidente por el aroma que suelta su piel. Ramón olía a sexo. Qué hermoso lo vi, era un adonis, mi príncipe soñado, el hombre que sin tenerme me violó la noche anterior. Fue como si el amor se acabara de inventar y como si ya hubiésemos tenido intimidad antes. Lo abracé y sus fornidos brazos me amarraron a su humanidad viril, me agarró por los muslos y levantándome entrecrucé mis delicadas piernas a su trasero y nos fundimos en febril morreo que me supo a éxtasis. Su lengua recorría lo más profundo de mi cavidad y saboreé el elixir espeso que me traspasaba mientras me magreaba el culo y con sus dedos hurgaba mi razón femenina. Ramón reventaba su entrepierna y como buena anfitriona tras ponerme con delicadeza en el suelo me arrodillé ante su majestuosidad y ansiosa me lie en el puto cinturón y en los broches de sus vaqueros.

El brinco que dio su tranca fue magnífico. Mis gestos lo decían todo. Estaba deshaciéndome en jugos y deliraba al ver tremendo manjar ofrecido. Lamí un glande hinchadísimo, una seta enorme enrojecida que con preseminal me supo a dulce. Así sus testículos tales como dos pelotas de tenis, gordas y algo colgadas, los chupé y sin dejar de masturbarlo me metí los dos en la boca. Ramón flipó y con gemidos acelerados me indicó que marchase por otros rumbos. Repasé con mi lengua el falo interminable, movía la cabeza de un lado al otro, subí hasta su capullo y haciendo alarde de una amplia cavidad engullí la verga hasta hacerla tocar la campanilla. Me dieron arcadas y babeé pero no me detuve. Temí que si continuaba con mi labor oral mi amante descargase su esperma antes de haberme batido las entrañas. Se la devolví bañada en saliva y los colgajos que descansaban en mi barbilla fueron recogidas por su lengua para acabar bebiéndosela.

Ramón acabó por desnudarse y libre por completo se puso de rodillas para descubrir mi sorpresa. La tomó en su mano por la base y me hizo una mamada que me motivó hasta la punta de la coronilla. Con su otra mano me estimuló el coñito y más avergonzada que rendida eyaculé en su boca. El glú glú al tragarse mi semen fue sensacional y con una cara de puta y de felicidad lo vi con ojos de amor. -te amo papi- le dije antes de voltearme y ofrecerle mi tesoro. Ramón se dio un banquete de culo y mojadito como me lo dejó procedió a hacer de marido.

Agachándose sacó del bolsillo de su pantalón un condón y rompió el envase -lo dejé- se lo puso en su venosidad imposible -también lo dejé- del otro bolsillo sacó un tubo pequeño de gel y lo regó por mi coño y por su verga "plastificada" -hasta ahí llegué-.

Le desbaraté sus planes de echarme un polvo y con cara de enfado me giré, sin decirle nada le estrujé los cojones y le retiré la goma para tirarla al suelo. Lo miré enamorada a los ojos y besándolo le dije -tú crees que a un marido se le puede permitir tal cosa?, no quiero que me folles, te quiero como mi marido y quiero que me hagas el amor, entiendes papi?, quiero quedarme preñada de ti. Eres mi primer hombre de verdad y no voy a permitir que tu néctar se desperdicie, lo quiero dentro, quiero que te vengas en mi culito y quiero quedarme embarazada de ti. Hoy voy a ser mujer y quiero que tú me hagas mujer. Voy a ser tuya mi cielo, eres mi sueño y como hombre te deseo hasta para lo que no te imaginas, ámame papi, soy tu mujer, quiero que me hagas mujer...

Ramón me besó con pasión y no dejé de masturbar su verga. Me di vuelta y sobre el sofá me puse en pompa y apoyé la cabeza en el espaldar. Con mis manos ladeé el tanga y abrí mis muslos para regalarle mi agujerito.

El dolor me vuelve loca y eso era algo para perder el sentido. Qué difícil es no amar a un hombre que sabe cómo usar su miembro y darle a su hembra en la justa medida dolor y placer a la vez. Chillé y me retorcí pero no reculé hasta que me plantó su hombría en todo el recto. Lloriqueante y sudorosa me sentí perdiendo aceite en su máxima expresión, mordiendo el cojín para que los vecinos no se enterasen que un macho verdadero se estaba enculando para dejarla embarazada a la trava del Tercero A. Ramón tiene un aguante divino y mi culo tuvo que moldearse a su buen polvo. El capullo rozaba mi intestino, si me aplastaba el vientre podía sentir su manguera bombear mis entrañas, sus grotescas manos me daban de nalgadas y delirante hecha un mar de sudor y lágrimas finalmente fui mujer.

Tuve dos orgasmos antes de que mi marido me inundase en lo más profundo con su esperma. Sus estertores, bufidos y embestidas fueron de toro hasta que brotó su fluido espeso dentro de mí. Me había copulado y como tal fecundado -en mi fantasía- para dejarme embarazada, cosa que excitada como estaba recibí encantada de la vida. Daniela nació el 9 de febrero de 2018 a las 14:27 exactamente cuando su hombre botó su pasión dentro suyo y se quedó amarrado a ella hasta que sus entrañas se inseminaran...

Continuará!

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