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Susana, la guarrilla de mi instituto (Segunda Parte)

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Para Lara, mi más fiel lectora.

Como os conté en el relato anterior, pasaron 7 años hasta que Susana y yo volvimos a encontrarnos. Yo tenía ahora 25 años y trabajaba para una multinacional. Estaba muy bien pagado y tenía mi propio lugar de trabajo. Era una oficina muy grande, con mucha gente trabajando allí y un trato bastante bueno.

Un día de noviembre recuerdo que unos de los chicos que llevaba el correo se acercó a mí. Se inclinó para que no nos oyera nadie, con el carro del correo tapándonos.

-Jefe, me han dicho que hay una tía en el curro que le mama la polla a los tíos por 40€.

-Que dices. ¿Cómo va a hacer eso una tía y encima que trabaje aquí?

-No sé. Algo he oído alguna vez en los baños.

Al decirme eso, algo me vino a la cabeza. Pero no podía ser ella, pensé.

Pasaron unas semanas y me olvidé de ello, cuando un día en el baño estaba lavándome las manos antes de comer y oigo una especie de gemido bajito que veía de uno de los lavabos.

El morbo me llevó a meterme en el de al lado y pegar el oído a la separación.

-Uf, uf, uf, que gusto... podía oír.

Por otro lado oía una especie de gorgoteo, tenía que ser la mujer en cuestión haciendo una mamada.

Seguí escuchando un rato más y se me ocurrió una locura. Me subí a la taza del váter y me asomé un poco por arriba. Desde allí se veía como una mujer rubia chupaba la polla del hombre sentado en la taza, que con la cabeza hacia arriba, estaba disfrutando como un loco. Afortunadamente tenía los ojos cerrados por lo que no pudo verme.

Estuve tentado de hacer una foto, pero me contuve.

Al rato volví a sentarme en la taza de mi váter, cuando oí como el hombre se corría. No pude saber si la mujer en cuestión se habría tragado su semen o no, pero me dio un poco igual ya que en ese momento yo me había puesto cachondo con lo que había visto y oído.

Esperé a que salieran del baño para bajar las piernas al suelo y finalmente salir del baño yo también.

Al día siguiente recibí un correo extraño. No conocía al remitente y se anunciaba como una mujer que ofrecía sus servicios para los trabajadores. Estaba claro que aunque la mujer trabajara allí, el correo había sido enviado desde fuera de la empresa porque no era nuestra intranet.

Decía que las mamadas las cobraba a 40€, las mamadas tragándose tu semen eran a 80€ y que por 100€ echaba un polvo contigo.

Me extrañó que ahora echara polvos. Conmigo lo había hecho porque la chantajeé. Pero pensé: ¿qué clase de vida ha tenido que llevar para que se ofrezca a mamarla o echar un polvo? Ya de joven parecía ninfómana, pero ¿y ahora? ¿Hasta dónde había llegado su perversión?

Aun no tenía claro que se tratara de Susana, porque la mujer que vi era rubia y Susana no, pero un simple tinte la habría hecho cambiar de color de pelo. Tenía que averiguar más.

Estaba absorto en mi trabajo, cuando por encima de mi despacho, vi una cabeza rubia que se dirigía al cuarto de las fotocopias. Teníamos allí todo el material aparte de un par de plotters bastante avanzados.

Me levanté cuando me dio la espalda y me quedé mirándola. Estaba más rellenita que cuando íbamos al instituto. No gorda, pero si con más carne. Muslos anchos, un poco de tripa y un pedazo de culo que se bamboleaba según andaba, ceñido con unos vaqueros azules. La verdad es que estaba bastante buena. No pude verla la cara todavía.

Se metió en el cuarto y cerró la puerta. Llamé al chico del correo, todavía no sabía ni como se llamaba y le pedí que contestara el teléfono si sonaba, porque estaba esperando una llamada.

-¿Y si llaman, que digo?

-Nada. Solo di que estoy reunido y que les llamaré en cuanto termine.

Me acerqué decidido al cuarto de las fotocopias. ¿Y si no era ella y metía la pata? Podría no ser Susana, pero por el pelo estaba claro que era la mujer que vi en el baño.

Abrí la puerta y estaba de espaldas a mi haciendo unas fotocopias. Su culo era grande, no demasiado, pero magnifico. Me acerqué y me pegué a su culo.

-¿Qué? Le pregunté. ¿Te acuerdas de mi?

Se giró y pese a los 7 años transcurridos, la reconocí enseguida. Era Susana.

-Pedro, me dijo sorprendida. Que pequeño es el mundo.

-Pues sí, volvemos a encontrarnos después de tanto tiempo, pero tu sigues siendo una pervertida como en el insti.

-¿Te llegó mi correo?

-Si, claro. Iba a decirla que la había pillado con el tío ese, pero preferí callarme.

-A ti te haré un descuento. Como ya nos conocemos... El polvo te lo dejo por 50€. Y se rio picarona.

-¿50? No llevo tanto suelto.

-Ahora no, tonto. El fin de semana. ¿Qué te parece?

La cogí el culo con la mano y se lo sobé bien fuerte.

-Me parece que no, le dije. No voy a pagar por tus servicios. Vas a hacérmelo gratis y además cuando yo quiera. Y me dirás con quién lo haces y si follas también.

-Estás loco. Tú vas a pagar como los demás.

-Si no quieres que se entere el director y te ponga de patitas en la calle, no. Sé quién eres y si no haces lo que yo te diga, le contaré a todo el mundo que eres “Susana la guarrilla” la que se anuncia por internet. No decía en el mail que fuera Susana la guarrilla, pero ya se me había quedado ese nombre para ella.

Seguí sobándole su hermoso culo hasta que tuve una erección.

-Ahora vuélvete.

Obedeció enseguida.

Me volví a pegar a su culo y comencé a frotarme arriba y abajo como si me la follara. La incliné sobre la fotocopiadora un poco más y seguí así, follándomela pero sin follármela, hasta que me corrí en los calzoncillos.

Recuperé la respiración y le dije:

-Estás más buena que en el instituto. Ahora tienes más carnes. Pero recuerda, que ahora seré tu chulo. Quiero 10€ de cada trabajo que hagas.

No dijo nada y yo salí de allí dando un portazo.

Volví al curro con los calzoncillos pringosos. Hasta la hora de la comida no voy a poder cambiármelos, pensé. No me di cuenta de que no llevaba ningún otro calzoncillo. Me quedé sin nada hasta que terminó la jornada.

Había estado bastante bien el polvo con Susana, aunque no hubiese sido un polvo completo, pero me daba igual. Me había corrido y eso era suficiente. Ya tendría tiempo de metérsela.

Me duché bien al llegar a casa y anduve desnudo por ella. No me apetecía vestirme pese al frío.

Cené y me acosté pronto. No soñé nada y al día siguiente me desperté muy pronto. Más pronto de lo que solía hacerlo para ir a trabajar. Encendí el móvil y vi que tenía un correo. Era de la misma dirección de Susana, pero con otro tipo de mensaje. Decía:

“Hoy a las 15:30 en el cuarto de la limpieza de la 14ª planta tengo una mamada con el Sr. Pérez. Imagino que sabes quién es. Espero que estés de acuerdo con el mensaje y con que estoy obedeciendo tus órdenes”

Sonreí para mis adentros y me dirigí al baño. Meé, me lavé las manos y preparé un pequeño desayuno como todos los días.

La mañana pasó rápida. Estaba un poco nervioso por la situación, pero enseguida me olvidé de todo.

A las 14:30 le pedí a uno de mis compañeros que me cubriera porqué hoy iba a comer más pronto.

Bajé al comedor. Estaba muy lleno pero todavía había sitio. Me senté en una mesa cerca del Sr. Pérez y le observé sin que se diera cuenta.

El Sr. Pérez era un jefazo. Un director general de marketing o algo así. Casado hacía 30 años y con 4 hijos. Vamos, que pillarle con Susana mamándosela sería un logro, aparte de los 10€ que me iba a dar.

Terminé de comer y me subí para terminar de cargar mi teléfono. Quería tenerlo a tope de batería para la “hora H”

A las 15:25 recibí un mensaje de Susana. Ya estaba en el cuarto de la limpieza, lista para una limpieza de sable, jejeje.

Subí en el ascensor hasta la planta 13, no era supersticioso y subí andando hasta la 14.

No sabía dónde ponerme para tener una buena imagen. Susana desde dentro me hizo pasar y me indicó donde debía ponerme. Eran las 15:28.

A las 15:30 en punto el Sr. Pérez salió del ascensor y se fue al cuarto de la limpieza. Cerró la puerta y creo que la atrancó con una caja.

Se puso delante de Susana y se bajó los pantalones y los calzoncillos y esta se agachó y le masturbó hasta que estuvo erecto y entonces, comenzó a chupársela.

-Señorita, siga así, que gusto, decía el cochino.

Yo estaba grabándolo todo, evidentemente. Tenía una vista perfecta desde donde me había dicho Susana.

Volvió a llamarla señorita y en ese momento sospeché algo.

-Señorita, me corro, señorita, me corro, ay señorita, decía el viejo verde.

Dio unos espasmos y el tío se corrió. Susana hizo como que se tragaba su leche, pero no fue así.

El viejo se incorporó y se arregló bien el traje.

-A las 5 la quiero en mi despacho. Tenemos que terminar ese informe.

Era evidentemente su secretaria y ahora, también su puta.

Cuando nos quedamos solos le dije a Susana que ahora me tocaba a mi.

Se bajó el pantalón para que me la follara.

-No, no quiero sexo hoy. No llevo condones. Solo quiero que me la chupes.

Se iba a poner el pantalón, pero le dije que no se lo pusiera. Y que se quitara la blusa y dejara al aire sus tetas.

Sacó mi miembro con suavidad, ya estaba erecto, y me la acarició. Me sobó los huevos y recordé aquella vez hacía 7 años en el gimnasio del instituto. No sé porqué pensé que qué habría sido de algunos de mis compañeros.

Con su mano derecha agarraba mi miembro mientras me la chupaba. Yo estaba en el cielo. Más tarde le pedí que quitara su mano de mi polla al mismo tiempo que agarraba su cabeza. Veía sus tetas botar con el movimiento de su cabeza y era lo más.

Estaba llegando al orgasmo, cuando entonces decidí que no me correría en su boca. No sé porqué me dio lastima y la saqué antes de eyacular.

Me pajeó y me corrí.

Un primer chorro saltó a su barbilla y 3 más que me salieron cayeron a sus tetas. Uno a su teta derecha y el otro a la izquierda. El último cayó en su canalillo.

Me senté en el suelo, estaba agotado y Susana me acompañó.

Cogí papel de baño y limpié su barbilla y sus pechos. La ayudé a incorporarse y nos vestimos mutuamente.

-Cuando me pague el Sr. Pérez te daré tus 10€

-No te preocupes. Cuando puedas me los das.

Nos separamos y volvimos a nuestro trabajo cada uno por su lado.

Al día siguiente me tiraría a Susana.

El día amaneció nublado cuando me desperté. Al salir de casa empezó a llover y cogí un taxi para llegar al trabajo sin mojarme. No me gustaba mucho llevar paraguas.

Cuando llegué a mi despacho, el chico del correo me dejó la correspondencia y antes de irse, se volvió y tímido me dijo:

-Hoy voy a quedar con la mujer esa.

-¿Con la que se anuncia en el correo?

-Sí, esa. Tengo ahorrados 80€ y quiero que se trague mi semen.

-Pues por 20 más podrías follar con ella.

-Claro. Se quedó pensando un poco. Tendría que venir a mi casa y vivo con mis padres y...

-Mejor en la oficina, ¿eh?

-Si. Vamos a quedar en la última planta. Hay un cuarto que no se usa y allí me la mamará.

A las 12 en punto recibí un correo.

“Hoy a las 14:00 en el cuarto sin usar de la última planta tengo una mamada con el chico del correo. Imagino que sabes quién es. Espero que estés de acuerdo con el mensaje y con que estoy obedeciendo tus órdenes”

Sonreí para mis adentros. Ese pringado iba a recibir su primera mamada de una experta. Vaya suerte tenía.

A las 14 en punto estaba allí. Susana volvió a indicarme donde colocarme, parecía conocerse todos los recovecos de la empresa y me dispuse a grabar.

El chico llegó 5 minutos tarde. Se le notaba nervioso. Susana hizo todo el trabajo y se tragó su polla no demasiado erecta. Comenzó con la mamada y antes de que contaras hasta tres el chico se corrió. Se marchó de allí corriendo con los calzoncillos y el pantalón por los tobillos después de dejarle el dinero sobre una caja.

Susana escupió el semen y me miró fijamente. Yo seguía grabando con el móvil pese a que todo había terminado ya.

Se desnudó delante de mí y me empujó sobre una caja y nos besamos apasionadamente. El móvil se cayó al suelo y acabamos tirados en el suelo. Yo le sobaba las tetas y se las chupaba y luego bajaba a su coño y la masturbaba con un dedo.

Acaricié su clítoris y tuvo un primer orgasmo.

La giré sobre sus piernas y me puse a sobar sus nalgas. Me encantaba su culo grande aunque no demasiado. Me pasé a sus muslos y luego volví a su coño.

Para entonces yo ya estaba lo suficientemente caliente. Me pasó un preservativo que había dejado en el suelo y me lo puse como un experto.

La penetré sin más, sin mucho miramiento y así a cuatro patas comenzamos a hacerlo.

-¡Ah, ah, ah! Gemía Susana. Le estaba gustando mucho y creo que era la primera vez que disfrutaba con uno de sus clientes.

El oír sus gemidos me puso más cachondo y en dos o tres embestidas más me corrí. Me había convertido en un eyaculador precoz.

Pese a todo no podía dejar a Susana así, a dos velas, aunque ya hubiese tenido un orgasmo. Quería que se corriese con mi polla dentro.

Me quité el condón pringoso y la abrí de piernas frente a mí.

-Espero que tomes la píldora, le dije.

Ella asintió con la cabeza y yo la penetré.

Ahora si íbamos bien, Susana me agarraba la espalda como loca y me clavaba las uñas. Yo la bombeaba como loco sabiendo que no iba a correrme en un buen rato.

Dos veces se corrió antes de que yo lo hiciera.

Después de media ahora llegué al orgasmo y eyaculé dentro de Susana. La sensación de derramarme dentro de ella sin goma fue lo más.

Ya satisfecho, saqué mi polla de dentro de ella y volví a sentarme en el suelo, desnudo.

Recuperamos nuestras respiraciones. Nos vestimos y salimos del cuarto.

Ya no me importaba si no me daba el dinero. Estaba satisfecho por habérmela follado después de 7 años y que ella hubiera disfrutado.

Si os gustado el relato y queréis cambiar impresiones, escribidme a: [email protected].

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