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Fantasía porno: Mi familia
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Tiempo de lectura: 13 minutos

Al cumplir 18 años mis padres mantuvieron conmigo una seria conversación.

– Hijo, creo que ya eres sexualmente activo, así que queremos pedirte una cosa – dice papa.

– Si, cariño. Es muy simple. ¿A ti te importaría si tus hermanas y nosotros dos fuéramos por casa desnudos, si nos apeteciera? – dice mama.

– ¿Desnudos? – les digo desconcertado.

– Si – responden al unísono.

Los miro sin saber que decir.

– Si te supone un problema, no hay más que hablar – dice mama.

– Si… Solo es… Bueno nos gusta estar en casa a gusto, relajados – dice papa.

– ¿Y mis hermanas están de acuerdo? – les digo sorprendido.

– ¡Oh si! – dice papa sonriendo con picardia.

Lo pienso un rato y asiento.

– Bueno, vale. No me importa – les digo.

– ¡Magnífico! – dice papa.

– ¡Oh genial! – dice mama relamiéndose los sensuales labios con una extraña cara de excitación.

Al día siguiente llego del instituto con mama. Aparca el coche y entramos en casa. Es verano y solo viste una ligera camisa y una falda a juego.

Nada más entrar oímos unos gemidos y jadeos.

– ¿Que es ese ruido? – le pregunto a mama.

– ¡Nada! No te preocupes. ¡Karl, chicas, ya estamos en casa! – dice mama en voz alta.

Los ruidos cesan en el acto y entonces me quedo flipado. Me lo habían dicho pero…

Mama se quita la camisa y la cuelga de un perchero en la entrada. ¡Por favooor! ¡Que pechos más enormeees! No puedo apartar la vista de esas dos enormes cosas contenidas apenas por un precioso sujetador de encaje. Rebosan por arriba, por abajo, por los lados y… ¡Oh! ¡Se lo ha quitado! Mi realidad cambia a slowmotion. Al quitar el sujetador las dos enormes tetas se pasan una eternidad botando. Abajo, arriba, a un lado, al otro… Gordas, pesadas, erguidas, ¡gloriosas! Dos pezones puntiagudos dejan la comparación con cualquier biberón pequeña.

Mi reacción es quedarme con la boca abierta.

Luego se quita la falda… ¡Oooh! ¡Pero qué caderas! ¡Qué voluptuosidad! ¡Qué nalgas! ¡Gordísimas! ¡Durísimas!

Unas deliciosas braguitas negras semitransparentes mejoraban el conjunto realzando la excelencia de una cintura mínima y un vientre plano y musculado. Se podía ver a través de la tela un pubis depilado y unos gordos labios vaginales.

¡Había entrado en shock! ¡Madre mía! ¡Que hembra!

Mama me mira, sonríe y se adentra en la casa con un andar de una femineidad y sensualidad descomunal. ¡Parece pedir a gritos…!

Salgo de mi estupor y entro en el salón.

Veo de reojo a mama subiendo las escaleras al piso de arriba camino de las habitaciones. Yo sigo el mismo camino para ir a mi habitación a dejar la mochila y ponerme el pijama.

Papa está sentado en un sofá y al pasar veo que está desnudo… ¡Está empalmado! ¡Coño, vaya polla enorme que tiene el viejo! Además… ¡La tiene como mojada de algo…! ¡Es como pegajoso…!

– Hola papa – le digo al pasar procurando no mirar a su enorme polla viscosa.

– Hola Joe. ¿Qué tal las uni? – me pregunta sonriendo.

– Bien, bien – le digo pasando rápido, azorado.

– ¡Y a mi no me saludas hermanito! – dice una voz desde una esquina del salón.

Miro en esa dirección y veo a mi hermana Jenny. Es la mediana, un año mayor que yo, aunque aparente menor edad.

¡Está desnuda!

En la esquina hay una silla y hay está sentada, directamente enfrente de papa. Alterna su mirada entre la viscosa polla de papa y mi alucinado rostro. Se relame sin parar los gordos labios con una mirada que yo no sé interpretar. Si se puede decir algo es que es… ¡intensa!

Está sentada con las nalgas en el borde de la silla y… ¡muy abierta de piernas! Menuda como es y sin apenas pecho, los pezones le resaltan una barbaridad. ¡Igual que los biberones de mama!

No puedo evitar mirar a su sexo.

¡Ooooh! ¡Que coño más grande! Contrasta tanto con su pequeño cuerpecito que se ve descomunal. Los labios están entreabiertos y rezuman un líquido blanquecino que resbala y gotea al borde de la silla. De hecho a rebosado dicho borde y está goteando al suelo. ¡Hay un charquito en el suelo! ¡Plof! ¡Plof! ¡Plof!

– Hola Jenny – le digo cortado acelerando el paso.

Ella se ríe juguetona mientras desaparezco escaleras arriba.

¡Ufff! ¡Que pasada! Tengo que acomodar mi polla en la bragueta. Me he excitado y estoy incómodo. No ayuda el hecho de que abajo vuelven a oírse gemidos y jadeos. Giro para entrar en el pasillo del piso de arriba con la mano en la bragueta y la retiro de golpe.

Mama y mi hermana mayor están en mitad del pasillo bloqueando el paso a mi habitación.

A los pocos segundos vuelvo a acomodar mi polla y además la masajeo un poco por encima del pantalón. Ellas no me ven.

Mama sigue solo con su braguita y mi hermana mayor tiene un camisón completamente transparente, bajo el cual su desnudez es total y… ¡Están besándose! No. O sea. ¡Eso no es un beso! ¿O sí?

Las dos tienen la lengua fuera y se rozan ambas lenguas como si fueran serpientes. Lo hacen mirándose a los ojos con una intensidad… ¡Eso es! ¡Es la misma mirada de Jenny en el piso de abajo!

Están abrazadas y veo como uno de los enormes pechos de mama cuelga por encima del brazo de mi hermana Kathy. Los de Kathy casi tan grandes como los de mama rebosan por encima de la descomunal teta expuesta de mama. La tela es tan transparente que se ven perfectamente las aureolas, enormes, morenas, sexys… ¡Ufff!

– ¡Ejem! – digo tras dejar de tocarme.

Se separan al oírme y me sonríen.

– Hola cariño, pasa. No te habíamos oído llegar – dice mama mientras no puedo evitar mirar a sus gigantescos pechos.

– Si. Pasa enano. Por cierto, ¿te ha gustado el beso que me daba mama? – dice mirando a mi paquete, el cual debía abultar el pantalón.

– ¿Eh? Bueno… Pues sí. Era raro… ¡Excitante! – les digo cortado.

– ¿Quieres probar cariño? – me dice mama otra vez con esa extraña e intensa mirada.

– Pues la verdad es que… No me importaría… – digo vacilante.

Mama se mueve un poco pero Kathy la para con la mano.

– No mama. ¡Yo primero! – dice mientras se acerca y me abraza.

Me mira a los ojos con esa rara e intensa mirada.

– ¡Saca la lengua! – me dice casi con un jadeo.

Saco la lengua e inmediatamente ella saca la suya y empieza a moverla contra la mía. ¡Qué sensación! ¡Es excitante! ¡Y esa mirada intensa de…! ¡Zorra! La palabra viene a mi mente y le va como un guante. Al pensar así, al decir en mi mente ¡zorra! la polla se me puso tan dura que dolía al estar atrapada en el pantalón.

Miro de reojo y una palpitación recorre mi pene ante lo que veo.

Mama se esta estrujando una de las enormes tetas con una mano y tiene la otra dentro de la braguita. Nos mira con la lengua fuera, muy afuera. ¡Que lengua más larga! Y esa mirada superintensa de… de… ¡Zorra!

– ¡Aparta! ¡Me toca! – dice mama apartando a mi hermana.

De inmediato me abraza y empieza a mover su lengua con la mía. Siento los gigantescos pechos rebosar desde mi barbilla hasta mi ombligo. Todo mi torso rebosa de duras y enormes tetas desnudas. ¡Uffff! Me mira a los ojos mientras mueve su lengua con la mía. ¡Que cara de…! ¡Uffff! Como me aprieta la polla en el pantalón…

– ¡Disculpad, pero debo…! – les digo a las dos escabulléndome a mi habitación.

Entro rápidamente dejando detrás un coro de alegres risas femeninas – ¡Que puta eres mami! – oigo que dice Kathy a mama. Es la gota que colma el vaso. Como un rayo entro en el baño de mi habitación y me hago la paja del siglo. ¡Ufffff!

Organizo mis tareas para hacerlas despues y me pongo un pijama. Me quedo parado mirando a mi entrepierna. No se que me voy a encontrar cuando salga de mi cuarto. ¿Y si me vuelvo a empalmar? Con el pijama se va a notar un montón. ¿Me pongo la bata? Lo que pasa es que hace un calor… Nada, intentaré controlarlo.

Salgo hacia el salón para comer. Hace un rato que sonó el timbre del repartidor que trae la comida. Siempre la encargamos, mis padres o no saben o no quieren cocinar.

En el dintel me quedo con la boca abierta y a los pocos segundos me doy la vuelta a mi cuarto. A medio camino tengo la polla empalmádisima empujando el pijama de manera evidentísima. ¡Joder! ¿Qué me pongo para que no se me note esto? – pienso agarrando mi barra por encima del fino pantalón de pijama.

Decido el camino del medio. Me pongo la bata sin nada debajo. La holgura disimula la erección perfectamente, así que vuelvo al salón para constatar que todo sigue como lo dejé.

Mama lleva un sujetador de encaje varias tallas por debajo de la necesaria para sus enormidades. La copa apenas cubre las tetas por debajo, así que las levanta y el impacto visual es que sus pechos han pasado de gigantescos a directamente descomunales. Los gordos pezones apuntan al frente enhiestos como pitones. ¡Que barbaridad!

Está de pie repartiendo la comida en los platos y ¡no lleva bragas! Su pubis depilado está a la vista. Solo tiene un poco de vello perfectamente rasurado en forma de corazón, justo encima de los labios vaginales. Las caderas atléticas, anchísimas, de gordos glúteos, se prolongan en unas esbeltas piernas enfundadas en unas medias de encaje hasta casi la cadera, que casi provocan mi total obnubilación. ¡Que perfección lujuriosa!

La melena recogida en una coleta, lo que deja su esbelto cuello a la vista. Lleva un collar… ¡Bueno…! Si es un collar, pero muy ancho… Parece el collar de una mascota o algo así. Lleva una argolla al frente, como si fuera el collar de un perro y la argolla fuera para enganchar la correa. Además lleva escrito en los laterales con letras blancas muy visibles, la leyenda "PERRA". El conjunto es tan… ¡Madre mía! ¡Creo que no había visto una mujer tan excitante en mi vida!

Mi padre a su lado solo lleva unos ajustados boxers que marcan su pene delineándolo de tal manera que la imaginación no debía trabajar. ¡Joder con papa! ¡Está en forma! Sin caderas y el abdomen plano como una tabla… ¡de chocolate! La espalda subía en una "v" pronunciadísima a unos anchísimos y tremendamente musculados hombros. Barba canosa de dos dias y pelo ensortijado también con canas peinado hacia atrás. Debe ser muy atractivo. Mi hermana Jenny no le quitaba ojo.

¡Jenny! ¡Por favor! ¡Que sexy! ¡Si no lo veo…!

Está poniendo los vasos y se pasea del armario donde están a la mesa.

Zapatos blancos sin tacón adornados por una media blanca hasta medio muslo. La media tenía escrito muchas veces en letras negras la palabra "PUTILLA".

Tampoco lleva bragas. Su enorme sexo se enmarca en unas deliciosas y anchísimas caderas, con glúteos duros y respingones, que en su pequeño cuerpecito resultan superturbadores. Una camiseta recortada justo por debajo de las diminutas tetitas, la cual tiene dos agujeritos por los que asoman sus puntiagudos pezones. El pelo recogido en dos coletas en lo alto de la cabeza completan su imagen de chica… ¡Ah! Y al moverse me fijo en algo. De su sexo cuelgan largos labios vaginales que se bambolean al andar y… ¡De ellos penden balanceándose una especie de…! ¡Parecen mocos! Blanquecinos y espesos cuelgan del sexo y de vez en cuando resbala alguno y cae al suelo. Es evidente como gotea su sexo de vez en cuando dejando espesos goterones en el suelo, pero a nadie parece importarle. ¡Bueno, a alguien si! ¡A mi polla! ¡Se me ha empalmado como no creo recordar!

Y por último Kathy.

Está sentada al otro lado de la mesa enfrente de mama. Tiene la mirada fija en los descomunales pechos de mama. Se relame los sensuales labios con esa mirada de… intensísima.

Su vestimenta es muy rara. Es como una malla transparente superajustada desde los tobillos hasta los hombros. Le cubre todo el cuerpo como una segunda piel pero le sienta maravillosamente. Supervoluptuosa y atlética al tiempo, hace que la ajustada malla realce la maravilla de sus anchas caderas, gordos glúteos, largas y turgentes piernas y… ¡No! Lo único que no tapa la sexy malla son los descomunales pechos. Cuelgan desnudos y enormes por fuera. Sendas aberturas al efecto en el "vestido" permiten su impúdica exhibición.

Mira fijamente a mama y tras relamerse lentamente los labios, de manera inconsciente se abre de piernas asomando una pierna por el lateral. ¡Ooooh! Veo que el "vestido" tiene otra abertura estratégica. Su sexo se exhibe enmarcado y obsceno. ¡También está goteando esa sustancia blanquecina!

– ¡Mami! Estas goteando la comida – dice Kathy hablando muy ronca con esa intensa mirada de…

¿De que habla? ¿A que se refiere?

¡Aaaah…!

Mama se mira las tetas y entonces lo veo. De ambos pezones cuelga bamboleándose una gota de leche.

¡Las tetas de mama dan leche!

Mama sonríe.

– ¿A alguien le molesta? – dice socarrona.

Todos se ríen.

– ¿Y a ti cariño? ¿Te molesta? – me dice mirándome con esa escalofriante mirada de…

– Pues… La verdad es que no. No me molesta – le digo con mi polla palpitando debajo del pijama.

– Eso pensaba… – dice recogiendo en las palmas de las manos sus monstruosidades – ¡Saca la lengua pequeña traviesa! – le dice a Kathy jadeando al hablar.

Kathy saca la lengua mirando a los ojos a mama y esta aprieta de golpe los descomunales globos. Un aspersor se dispara desde los pezones salpicando de leche toda la cara de mi hermana. Algo cae en la ofrecida lengua, pero la mayoría se reparte por su cara y su pelo. Gotitas blancas le resbalan por todos lados.

Ambas gimen de manera superobscena durante la operación y mi mano si darme cuenta pajea mi polla.

– Antes estabas guapa cariño, pero ahora estás perfecta – dice mama jadeando de excitación mirando a Kathy.

– ¡Me encanta tu leche mami! – dice Kathy mientras una de sus manos frotaba rápidamente su sexo.

– ¡Kathy! ¡Tu hermano! – dice papa con voz severa. Pero su expresión no era para nada de enfado. Todo lo contrario.

– ¡Ah! ¡Si! ¿Te molesta que me toque hermanito? – me dice sin dejar de frotar su sexo.

– ¿Eh…? Pues… – realmente no me importaba claro, pero estaba algo sobrecargado de información.

Kathy malinterpretó mi vacilación y dejo de tocarse. Puso la mano con la que se masturbaba sobre la mesa y creo que casi me corro de excitación. ¡Tenía todos los dedos cubiertos por una espesísima patina de mocos blanquecinos! ¡Se enlazaban unos dedos con otros como si fuera una membrana elástica! ¡QUE GUARRA! – grito mi mente.

– ¡Realmente creo que no le molesta que te masturbes Kathy! – dice Jenny a mi lado.

Miro a Jenny y veo que tiene la mirada fija en mi entrepierna.

¡Oh! ¡Me estoy masturbando con mi pene fuera de la bata! ¡No me había dado cuenta!

En un movimiento felino Jenny agarra mi empalmádisima polla y empieza a pelármela lentamente.

– Mama me ha dicho que te gusta el beso con la lengua. ¿Es cierto? – dice acercando su bella cara a la mía, mientras su mano me pajea deliciosamente.

– ¡Pues si! – le digo.

– ¡Pues a ver esa lengua cerdo! – dice sacando la suya con una expresión intensísima de…

Saco la lengua y ella arrecia en su masturbación. ¡Uuuuuf! ¡Estoy en el cielo! Su lengua se enlaza con la mía en un frenético baile de placer.

– ¡Tu mano está mejor aquí hermanito! – dice poniendo mi mano izquierda sobre una de sus desnudas y durísimas nalgas.

¡Que sensación! ¡Que turgencia! ¡Que placer!

Miro al resto de mi familia y todos tienen una mano en su sexo. ¡Mama abiertísima de piernas frotándose a toda velocidad! ¡Kathy abiertísima de piernas frotándose a toda velocidad! ¡Papa con la polla fuera dándole duro a su enorme palo!

– Hermanita, voy a preguntar algunas cosas. Cada vez que haga una pregunta me masturbas más duro, ¿vale? – le digo a Jenny al oído.

Ella asiente sonriente.

– ¡Familia! ¿Os puedo hacer unas preguntas? – les digo mirándolos alternativamente, mientras dos de mis dedos empiezan a pringarse al resbalar de la nalga al empapadísimo coño.

Jenny acelera la paja al oír mi pregunta, tal como le pedí.

Todos asienten.

– ¡Papa! ¿Te follas a tus hijas? – pregunto mientras Jenny vuelve a acelerar la paja.

Un coro de gemidos femeninos rubrican mi pregunta y veo como todos se masturban aún con más fuerza.

– ¡Si! – dice papa ronco de excitación.

– ¡Mama! ¿Te follas a tus hijas? – pregunto mientras oigo gemir a todas a lo bestia y Jenny me machaca la polla in crescendo.

Mama apoya los talones sobre la mesa ya completamente despatarrada en la silla y abiertísima de piernas. Veo consternado como cuatro dedos y toda la palma de la mano es enterrada con vigorosos golpes en un coño tan encharcado, que restalla una lluvia de jugos con cada empujón.

– ¡Si cabrón, ME LAS FOLLO! – responde mama, diciendo las últimas palabras muy despacio y rubricando cada sílaba enterrándose la mano entera con sendos y rotundos golpes.

Jenny a mi lado jadea muchísimo y se restriega contra mi mano buscando su placer.

¡Que tetas gigantes tiene mama! ¡Son tan enormes, que recostada como está, sobrepasan la línea de las abiertísimas piernas y rebosan por encima!

– Mama… Esto… ¡Tus pechos son… increíbles! ¿Puedo tocártelos? – le pregunto a mama mirando fijamente a sus descomunales montañas.

– ¡No! ¡No puedes tocármelos! – dice mama enterrando la mano en su enorme coño con golpes aún más fuertes.

Ante la respuesta todos nos quedamos parados excepto ella, que se metía la mano con tanta fuerza en el coño, que llenaba la habitación con un sonido parecido a alguien golpeando un charco. Nos mira a todos con calma sacando la lengua y poniendo los ojos en blanco cada poco, con un rictus de placer espectacular.

– ¡No cabrón! ¡No quiero que me las toques! ¡Quiero que me las estrujes! ¡Que me las agarres con todas tus fuerzas! Úsalas como si fueran dos globos en manos de un niño! ¡Ponte cachondo con las tetazas de mama, cabrooon!… – dice salpicando jugos a lo bestia con cada golpe en su coño.

Kathy y Jenny gritaron en un gemido cuasi orgásmico. Papa se pelaba el enorme nabo a toda potencia y yo era recompensado por mi hermanita con un incremento en su fenomenal paja.

Me levanté y me acerqué a mama. Jenny me acompaño sin soltar mi rabo y manteniendo la perfecta paja. Me puse detrás de mama y sin más agarré las más enormes tetas.

¡Uffff!… ¡Que turgencia! ¡Blandísimas al principio, permitiendo enterrar los dedos en ellas, para luego descubrir la más sublime de las resistencias! ¡Era increíble! ¡Apretaba, estiraba, estrujaba y mama se corría sin cesar, mirando intensamente los gestos de profundísimo placer que mi cara expresaba!

Jenny me pajeaba y me lamia el lóbulo de la oreja a la vez, gimiendo en mi oído de una manera que sumaba y aumentaba mi placer.

Kathy me miraba con los ojos desorbitados y un rictus intensísimo en su rostro, que acompañaba el velocísimo frotamiento que le estaba dando a su sexo. Y papa se estaba dando la paja del siglo.

– ¡Mama!… ¿Puedo pedirte otra cosa? – le pregunto mientras pinzo un pezón y de un violento tirón estiro la teta más de un metro.

– ¡Arrrrg!… ¡Siii!… ¡Pregúntame…! ¡Lo que…! ¡Quieraaas!… ¡Cerdooo! – dice mama escupiendo las palabras entre cada golpe, en el que ya la mano entera y parte de la muñeca entraba en el enorme coño.

– ¡Mama me gustaría!… ¡Me gustaría!… ¡CORRERME EN TU CARA! – le digo mientras mantengo las tetas estrujadas por debajo, justo junto al sujetador y sujetas de esta guisa, las muevo a los lados disfrutando del desparrame de las dos enormísimas ubres.

El gemido de mama es larguísimo. Le causa tanta excitación, que empuja la mano con todas sus fuerzas en el coño y poco a poco el antebrazo es devorado por su encharcadísimo sexo. El codo la frena y mantiene todo el brazo enterrado sin moverse con los ojos en blanco. Entonces empieza a convulsionarse y alrededor del codo empiezan a salir chorros de jugos, provocando una aspersión igual a la de una fuga en la junta de una cañeria. El berrido que soltó de placer fue espeluznante.

– ¡Arrrg!… ¡Siii!… ¡Cabrooon!… ¡Cerdooo!… ¡Putooo!… ¡Criooo!… ¡Siiiii!… ¡CÓRRETE EN MI CARAAA!… – dice mama orgasmando convulsivamente con los ojos en blanco.

– ¿Papa, te pones a mi lado y se lo hechas en la cara también? – le digo a papa mientras las tetonas de mama y mis manos, son duchadas por los chorritos de jugos que son salpicados alrededor del codo insertado en el enorme coño.

Papa no dice nada, se acerca y pone su nabo al lado de la cara de mama sin dejar de meneárselo.

– Y para rematar… ¿Qué os parece chicas, si sois vosotras las que nos sacáis la leche y llenáis la cara de mami con ella? – les pregunto a mis hermanas, provocando con ello otro estremecimiento en mama y un sonorísimo gemido de las tres.

No dicen nada. Jenny deja mi pene, agarra el de papa e inmediatamente lo pajea justo sobre el ojo izquierdo de mama. Kathy agarra el mío, me arrastra hasta situar mi falo sobre el ojo derecho de mama y me pajea con fuerza.

Las dos pollas son masturbadas con mucha fuerza tan cerca de los ojos de mama que muchas ocasiones los golpean. Mama sin embargo, está tan desquiciadamente cachonda, que cada golpe y roce de nuestros gruesos glandes con sus ojos, es recompensado con un gemido y un chorrito de jugos. Las muy… de mis hermanas parece que buscan rozar los ojos de mama con nuestras pollas a propósito, ya que las dos gimen con cada golpe de polla contra los preciosos ojos de mami.

Papa es el primero. El primer chorro de semen sale disparado contra las pestañas, rebota en las cejas y se dispersa sobre la frente y el pelo. El segundo cubre la mejilla y la oreja. El resto va saliendo lentamente llenando todo el ojo de mama de blanquecino y espeso semen.

– ¡Aaaah! ¡Puta cerdaaa! – dice mirando como su hija busca dar con el semen en el ojo de su madre.

– ¡Arrrrg! – grita mama corriéndose de nuevo alrededor del enterrado codo.

– ¡Arrrrg! – gritan mis dos hermanas salpicando también jugos entre sus dedos.

Yo no aguanto más.

– ¡Toma mamiiii!… – grito al correrme con uno de los enormes globos de mi hermana estrujado al máximo entre mis dedos.

Kathy al notar que me corro, dirige la polla directamente contra el ojo de mama. El chorro sale potentísimo y rebota dentro de la pura expresión de placer extremo que es el ojo de mami y se dispersa por el pómulo. Un espeso cuajo queda colgando de la nariz. El siguiente chorro se va a la frente y el pelo, ya que mi espasmo de placer hace que Kathy no pueda dirigir el chorro. El siguiente si da de lleno en el ojo y lo rebosa hasta las pestañas. Los demás alternan el ojo y las cejas, provocando que de ellas cuelgue el semen, como si de una hilera de estalactitas se tratara.

El grito de mama al sentir mi semen fue de tal intensidad que la modulación de voz transmitía agonía. Las convulsiones de todo su cuerpo alrededor del brazo enterrado hasta el codo en su sexo fueron tan violentas, que parecía tener un ataque. Su pelvis subía y bajaba. Sus descomunales pechos se desparramaban, otrora a un lado otrora al otro. La lengua fuera larguísima con la boca abierta al máximo. Los ojos fijos en mi a través del semen, poniéndose en blanco con cada espasmo.

– ¡Que cerda eres mami! – se corría Jenny con la lengua fuera, salpicando las últimas gotas de semen de papa, en el agonizante rostro de placer extremo que tenía su madre.

– ¡Puta vieja! ¡Tu hijo se ha corrido en tu cara!… ¡PUTAAA! – se corre Kathy regando el suelo como un grifo abierto, mientras su hermano estruja sus enormes tetas enterrando los dedos en ellas sin ningún miramiento.

Los gemidos de todos duran un buen rato y de pronto la calma. Mama se desinfla extenuada en la silla. El brazo ante el relax que regala el placer cuando este pasa, va resbalando poco a poco, hasta que por fin el descomunal agujero queda desocupado. La mano y los dedos rebosan de espesísimos jugos, como prueba evidente de que el placer ha sido brutal.

Papa y yo nos derrumbamos en los sofás más que satisfechos.

Kathy y Jenny se sientan a nuestro lado y miran a su madre sonrientes, mientras acarician nuestros penes con tenues caricias.

¡Que pasada! – pienso disfrutando del momento.

De pronto Jenny y Kathy me miran, se miran entre ellas y dicen al unísono.

– ¿Hermanito, por que llevas esa bata con el calor que hace? – dicen, para luego reírse a carcajadas.

Las carcajadas de todos llenan la casa de manera maravillosa.

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