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Mónica, inicio inesperado

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Mónica perdió su beca debido a los descuidos y fiestas en la universidad, y a sus 19 años no sabía dónde busca trabajo, nunca antes trabajo. Pero además en ningún trabajo ganaría lo que necesitaba para pagar su escuela. Fue su amiga Mariana quien le platico de su trabajo de fin de semana. Lo cual la sorprendió muchísimo. Nunca le paso por la cabeza que su mejor amiga trabajara como stripper en un bar. Aunque ahora entendía porque nunca la veía en las fiestas. Jamás los acompañaba de antro, ni a ningún lado en fin de semana.

—¿Pero, tú crees que me den trabajo?

—Claro, estás bien buena.

Mariana tenía razón, Mónica a pesar de ser bajita, de 1.55 de estatura, tenía unas nalgas deliciosas, razón por la cual era invitada a todas las fiestas y por lo que sus amigos hacían todo por estar cerca de ella. Además desde la adolescencia sus pechos se desarrollaron más de lo normal y verla en días de frío era un espectáculo divino.

—Pero, ¿cómo puedes quitarte la ropa frente a la gente?

—¿Te la quitas frente a tu novio?

—Es diferente.

—Es lo mismo, solo que vas a tener muchos más novios mirando.

—No creó poder…

—Si Quieres seguir estudiando sin beca, puedes hacer eso y más mamacíta! Pero allá tú.

La plática quedó en el aire hasta el jueves, Mónica fue directo a Mariana y decidida le preguntó.

—¿Y qué tengo que llevar o qué?

—Solo ese culo hermoso.

—Estoy hablando enserio.

—Mira, debes tener vestuario. Pero yo te presto algo. Paso por ti a las ocho.

—¡¿HOY?!

—Si hoy, te bañas y no te maquilles allá nos maquillamos.

A las ocho en punto, luego del mensaje de su amiga. Mónica bajó en un vestido corto y entallado que la hacía ver súper sensual.

—¿Estás loca?

—¿Por…?

—No te vas a parar en una esquina. Cámbiate, ponte un pantalón.

—Pensé que…

—Ándale que tenemos que está antes de las nueve.

Subió y se puso unos leggings parecidos a los que vestía su amiga y una sudadera. Cuando bajo, un taxi las esperaba y las llevo hasta el bar. Las Delicias, así se llamaba el bar. Y desde que bajaron del taxi, los tipos de la puerta se la comían con la mirada.

—¿Traes tu identificación?

—Sí, toma.

—Tranquila. Ven, por acá.

La siguió por un pasillo oscuro hasta que las luces la cegaron, luego subió las escaleras y entró a un cuarto con espejos enormes. Durante todo el trayecto, los hombres a su paso le clavaban la mirada. Estaba temblando de los nervios y quería salir corriendo. Pero siguió, y ahora estaba entre al menos una docena de mujeres desnudas. Maquillándose y poniéndose trajes que mostraban casi por completo sus partes íntimas.

—Que te maquillen y ahorita te cambias, ¿quieres traje o disfraz?

—un vestido.

—¿Eres nueva? yo le presto uno. El negro cortito.

—¿Que vas a bailar?

—...

—¿No le explicaste nada?

—Mira, bailas dos, una rápida o así y una para desnudó.

—El desnudó es completo o te descuentan en la caja.

—¡¿TODO?!

—Todo mi amor, mira ahí está el DJ dile de una vez.

El tipo con un micrófono en la mano se acercó y como todos, la desvistió con la mirada.

—Hola mi amor, como te llamas.

—Mónica.

—¡No seas pendeja! No tu nombre, uno artístico. Yo acá me llamo Chanel. Invéntate uno.

—No sé... Thalía!

—¿Thalía? Me gusta. ¿Y qué bailas?

—No se… reggaetón o lo que sea!

—Ok, tienes que estar pendiente al llamado.

—¿Al que...?

—Ya cámbiate y vámonos a una mesa.

Le dijo su amiga, mientras se terminaba de peinar. Cuando salieron al salón, todos. Hombres y mujeres la seguían con la mirada y es que cada quedaba un paso, el contoneo de sus nalgas levantaba el vestido y dejaba ver su hermoso culo. Además su sonrisa coqueta y el rostro juguetón llamaban muchísimo la atención. Los clientes también reaccionaban y volteaban a verla. Sobre todo los clientes frecuentes, siempre estaban ávidos de ver carne fresca.

—Ven mami, vamos a una mesa

—¿Yo?

—Las dos.

—Vamos, para que veas qué pedo y no la cagues Mónica… perdón Thalía ja ja ja.

Un par de señores entre los cincuenta y sesenta años las esperaban sonrientes. A su amiga la saludaron con familiaridad, y una nalgada. Y a ella solo de beso en la mejilla.

—¿Y en serio ya eres mayor de edad?

—Tiene diecinueve pero esa cara de pinga nunca le cambió.

—Estas bien bonita, ¿cómo te llamas?

—Thalía

—¿Estas nerviosa?

—Algo, es mi primer día.

—invítale algo cabron, no me la espantes o no va a regresar.

Con una seña, se acercó el mesero y tomó la orden. Enseguida les llegaron dos botellas de champaña. Thalía abrió los ojos sorprendida, nunca antes había tomado eso. Ella prefería la cerveza, pero tampoco diría que no.

—¿Así de bien o más?

—Gracias!

—¿Ahora si vas a salir conmigo? Ya tienes quien te acompañe.

—No salgo con clientes.

—¿Y tu chiquita?

—Ella tampoco.

“Thalía primera llamada”

Seguían bebiendo y charlando, el que le invitó la botella no dejaba de frotarle las piernas. Y en cuanto se acabaron las botellas. Llegaron otro par.

—A ver, ¿prefieren novios que ni al cine las lleven porque no tienen dinero?

—No es eso flaco, si salimos contigo y se enteran acá, nos corren.

—Pues que las corran, nosotros las mantenemos.

—Ja ja no les alcanza.

“Thalía segunda llamada, prevenida”

—Han de cobrar en dólares o euros no cabrona.

—Casi casi, y tu ya casi pasas a bailar he.

—Si, ya escuche. Mira, estoy temblando.

—Te vamos a echar porras chiquita.

“Thalía esta es tu tercera llamada a la pista”

En cuanto se levantó sintió el Mateo por el champán, ya sonaba “sin pijama” de Becky G y el DJ tuvo que regresar la canción debido a la tardanza de Thalía.

—Te tienes que quitar todo mami.

—...

En cuanto subió a la pista y sintió las miradas de absolutamente todos, los aplausos, los chiflidos y los gritos. Un leve empoderamiento se apoderó a de ella. Empezó a mover su cadera, a mover los brazos hasta que la armonía en su cuerpo fue total. El morbo con que la miraban la excitaba, sentía como el vestido subía cada que movía el culo y ya no le importaba. Estaba disfrutando por completo y las botellas le ayudaron a relajarse. Terminó la canción y empezó a sonar “Bum Bum” de Die antwoord. Y ella ya casi en un trance, comenzó a quitarse la ropa. Todos a su alrededor babeaban, ahora podían ver ese culo al aire y lo festejaban. Cuando termino de caer el vestido, sus dedos fueros al botón del sujetados y callo dejando ver sus pechos duros, hermosos, divinos. Ella sonreía con su cara de niña traviesa. Al final se bajó la tanga y se agachó hasta quedar a gatas. Movía su culito y dejaba ver su hermosa y rosa panochita. Aquello parecía la celebración de un gol en el estadio. El DJ animaba y todos gritaban y aplaudían.

Cuando bajo, sudaba y apenas podía respirar por la emoción. Nunca pensó que sentiría esa satisfacción quitándose la ropa frente a extraños.

—¡que rica estas mamacita!

Le dijo el DJ, luego se vistió en el pasillo ante la mirada perversa de los meseros y volvió a la mesa, totalmente excitada.

—¿Porque te quitaste todo pendeja?

—¡¿No es así?!

—La tanga no, y hasta te empinaste cabrona.

—¿Seguro que eres nueva?

—¡PENDEJO!

—Pero felicidades amiga, mira como los dejaste.

Todos seguían mirándola, y dos botellas más llegaron a la mesa. Aunque muchos querían en su mesa a Mónica, los caballeros no dejaron de invitarles botellas y los ánimos se calentaban. Su amiga bailó y le pidió que pusiera atención. Se acercaba a las mesas y le ponían billete en la tanga. Así cuando volvió a subir Thalía, el salón estaba a reventar y los gritos eran ensordecedores. Thalía estaba más que borracha, y cuando tomaba, perdía un poco el control. Así que ahora las bocinas sonaba un “a mi me gustan mayores” como le prometió a su enamorado de hoy. Y meneaba las caderas de tal manera que todos aplaudían y chiflaban. Aún con vestido, los clientas le pedían que se acercara para colocarle billetes en la tanga. Y ella se empinaba por completo, para que el vestido se levantara hasta su cintura. Para cuando empezó “Darte” de Alex Rose, ella ya tenía llena la tanga de billetes de todas las denominaciones. Incluso algunas clientas le ofrecían billetes a cambio de besos y Thalía encantada besaba a cada chica que se acercaba. Termino la canción y el bullicio era incontrolable.

—Para ser tu primer día, estás reventándola mamacita.

—Y ahora no me encuere toda.

—Lastima, estás bien rica.

—¡Pendejo!

La risa del DJ le daba la total aprobación, las miradas de envidia de las de las chicas y los piropos a su paso también. Era casi hora de irse, pero para ella apenas empezaba la noche. Cuando salió junto a su amiga, con la cartera llena de dinero, supo que ahí estaba la respuesta a sus plegarias.

—¡No mames amiga, en un día me gane…!

—No te acostumbres, hoy eres la novedad. Tienes que hacer clientes.

En ese instante, mientras esperaban su taxi, una camioneta impresionante y lujosa se detuvo frente a ellas. Eran los clientes con los que estuvieron durante la noche.

—¿Vienen o les pegan?

—Ya te dije que no…

—¡Vamos!

—Mira, tu amiga nueva si quiere, no seas aguafiestas.

—Pero son diez…

—Sin bronca mamita.

—Para cada una.

—Ahora si te manchaste pinche Chanel.

—Ya casi llega mi taxi, ustedes deciden.

Las puertas se abrieron y subieron de un salto. Llegaron a un hotel igual de lujoso, en la habitación ya estaban varias botellas de whiskey, comida y una charola con condones.

—¿A poco piensan ocupar todos jajaja?

—Mejor que sobren. ¿No crees?

Su amiga y se fue al jacuzzi con su acompañante. Mientras ella por fin se enteró del nombre y la ocupación de su acompañante. Su nombre era Juan, tenían una empresa de construcción, a sus cincuenta y dos años, por fin se había decidido a tener aventuras. Esto se lo platicaba mientras en medio de besos le iba quitando la ropa. Ella también le confesó que en realidad su nombre es Mónica. Que solo acepto trabajar para pagar sus estudios y que estaba muy borracha.

—Mónica, están bien pinche sabrosa. Sabes a nuevo.

—Tu hueles rico… aaah!

La lengua de Juan exploraba cada centímetro de Mónica, cuando llegó a sus pezones se detuvo y los chupo lentamente. Dejando sentir cada roce sobre ellos, luego descendió poco a poco, hasta llegar a su sexo. Casi ninguno de sus novios se tomaba el tiempo de hacerle sexo oral. Y nunca nada igual. Parecía que le daba un rico beso francés, y su clítoris lo disfrutaba, lo agradecía. Los gemidos no se hicieron esperar.

—Siii papiii maaas! Que rico! Haaay! Aaaah!

Incluso su amiga se asomó para constatar que no la estuvieran apuñalando.

—¡PINCHE ESCANDALOSA!

—Me vale haaa! Si sigue! Sigue papito!

La lengua de Juan se internaba en su interior y ella estaba a punto de explotar. Sentía su vista nublada, el calor en su interior, unos pequeños espasmos. El orgasmo duro poco, pero para ella fue una eternidad gloriosa.

—Métemela ya!

—Primero mámamela chiquita.

Sin perder tiempo se abalanzó sobre su miembro, pero el la detuvo en seco.

—Tranquila, sujétate el pelo. Quiero ver tu cara, quiero ver tu boca con mi verga en ella. Pero despacio.

—Así…

Mónica metía suavemente en su boca aquella verga, mientras le sostenía la mirada a Juan. El movía su verga dentro y lograba marcarle chocando contra su mejilla.

—Así, quiero ver tu cara bonita siendo penetrada por mi verga. Podrías ser mi nieta.

—…

—Solo que mi nieta no tiene ese culito redondo.

—Ahora si, ven acá. ¿Sabes que va a pasar?

—¿Me la vas a meter?

—Si, te voy a dar verga mi niña.

Colocó las piernas de Mónica sobre sus hombros, la beso tiernamente mientras iba acomodándose dentro de ella. Cuando comenzó a balancear sus caderas, los gemidos de Mónica eran incontrolables.

—Siii que rico, que rico me coges papito rico!

—¿Te gusta? ¿Eres mi perra lo sabes?

—Sí, soy tuya cógeme! Dame más duro!

Mónica estaba en trance, en cuanto pudo le dio la vuelta y se montó sobre el para dar sentones sin parar, ahora era el quien estaba totalmente inundado de placer. Pero él quería tenerla en otra posición. Empinada.

—Agacha la cabeza hasta el colchón!

—¿asiii?

—Ahora levanta ese culo!

En cuanto Mónica puso en el aire sus nalgas, y sintió las manos de Juan en sus caderas. Ambos se agitaron sin parar.

—¡que rico culo mi amor!

—Siii asiii dame más! No pares por favor! ¡Que rico!

—¡ven acá!

La cargo, tomándola de sus nalgas y ella lo tomó por el cuello. Mientras ella se balanceaba él se aferraba a sus caderas, el aliento de ambos se mezclaba al unísono. Mientras el terminaba, Mónica se estremecía en un orgasmo que la hizo chupar el rostro de su amante. El la recostó y siguió besándola.

Cuando abrió los ojos, el sol estaba a todo color. Su amiga estaba recibiendo una charola de comida y sus acompañantes habían desaparecido.

—¡Por fin despertó la princesa!

—¡No mames! ¿Qué hora es?

—3:15 de la tarde, no mames no despertabas.

—¡Mi cabeza!

—¿Pero qué tal anoche? Cuenta tu dinero… y tú pagas el taxi al rato. Tenemos que estar a las ocho en punto.

En su bolsa de mano tenía dinero para pagar el semestre completo, la renta de un año y renovar su guardarropa.

—No te vuelvas loca, y no descuides la escuela.

—No no… no como crees… a las ocho… yo pago el taxi…

—Y no podemos irnos con los clientes, no se puede!

—Ajá… si… no podemos… a las ocho… ¡NO MAMES MI CABEZA!

Mónica conoció a la persona más interesante del mundo, ella misma. Y pensaba aprovechar cada oportunidad. Le encantó ser el foco de atención y desnudarse frente a todo el mundo. Vendrán más aventuras.

@MmamaceandoO

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