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La perla del Caribe

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Es bien sabido que la perla del Caribe es Cuba o Isla Margarita de Venezuela o Puerto Viejo en Costa Rica, también es un juego y, sobre todo, una bebida refrescante con base de ron como la piña colada, el mojito de melocotón y otras. Pero no es a esto a lo que me voy a referir, sino a lo que me pasó, siendo la primera vez en mi corta vida y sin buscarlo.

Mi novio me quiere mucho, eso lo sé porque me lo demuestra y yo le quiero como nunca he querido a nadie e igualmente busco mil ocasiones para demostrárselo, pero sé que tiene una inclinación, aunque ha optado por estar conmigo. No sé si es bisexual, él dice que sí, pero nunca me pide compartir con una chica. No estoy seguro que sea bisexual porque si le doy un aro, enseguida se lo pone en su pene, si ve un agujero, el que sea, mide allí su pene. Pienso más que es una obsesión que una orientación. Ahora bien, a veces le he dicho: “vete un rato por ahí mientras yo acabo esto y busca una chica con quien echarte un polvo, a mí me tienes siempre”, pero es demasiado fuerte el respeto que me tiene.

Hace ocho días estuvimos en la playa, como siempre nosotros vamos a la nudista porque odio la línea del sol en mi cuerpo. A Corny —mi novio se llama Cornelio, pero yo le digo siempre Corny— le costó eso de venir a la nudista, sentía vergüenza de quitarse el bañador. Me acuerdo que hace dos años que comenzamos a estar juntos, que es cuando nos conocimos, le dije de irnos a la playa y como sabía de mis gustos no quería venir, le convencí que se quedara con su speedos que yo no le iba a obligar y así lo hizo, aguantó cuatro veces porque se puso morenazo y tenía toda la parte del culo y su delantera con un triángulo bien marcado, mientras que me veía a mí que no tenía ni la mínima señal y comenzó a gustarle.

Hace pues ocho días que, estando tumbados al sol yo de frente y él de espaldas, pasó una muchacha que no conocía de nada y me dijo:

— Eh, perla, ¿qué haces?

Abrí los ojos, me encontré una muchacha muy bonita delante, entre el mar y nosotros, mirando. Ella iba desnuda lógicamente, con unas gafas enormes de sol sobre la cresta de cabello, y dije:

— ¿Yo?, ¿perla yo?, ¿no te equivocas?

— Sí, tú, guapo, tú eres la perla del Caribe.

— Yo no, será este, —dije, señalando a mi novio y tocándole el culo para que se volviera.

— Dos perlas del Caribe, ¿me puedo sentar con vosotros?

— ¿Por qué no? La playa es de todos, —dije sin pensar lo que iba a ocurrir.

Ya era tarde, todavía había sol pero ya no calentaba. Justo yo estaba pensando que sería ya la hora de irnos, pero no dije nada porque Corny se encontraba a gusto. Justo se había pasado toda la tarde mirando chicas y me decía cosas como esta: “mira qué bombón pasa por ahí”. Cuando voy con él a la playa siempre es igual, me señala a todas las mujeres jóvenes que pasan y me indica sus defectos. A mí las mujeres todas me parecen bellas, las flacas, las gordas, todas, pero menos en el sexo, que no me atraen. No entiendo que tener sexo con una chica hay que ponerse necesariamente el condón para no dejarlas embarazadas.

La chica se llama Mónica, digo que se llama porque desde entonces es nuestra amiga ya y nos juntamos muchas veces. Pero a lo que vamos. Se puso en medio encima de nuestro gigante pareo que es como un mantel, sirve para envolverse los dos, para sentarse para poner nuestra comida cuando queremos ir a la playa o al campo, es decir, un mil usos. Ahí estaba Mónica, todavía sin conocernos de nada, en medio de nosotros dos, toqueteándonos. A corno se le puso dura enseguida y tuvo que levantarse para meterse en el agua. Durante ese breve tiempo me toqueteaba mi polla, mi culo, mis tetas, incluso me dio un beso prolongado y con lengua y mi polla seguía morcillona y quieta, y me dijo:

— ¿A ti no se te levanta como a tu amigo?

— A mí solo me la puede levantar un hombre, mi amigo lo consigue rápido, —contesté sonriendo.

— Ah, ¿es tu novio y se le ha levantado casi apenas verme?, —preguntó Mónica.

— Es que él es bi, pero es mi novio —dije.

— ¿Y no le dejas follar con una chica siendo bisexual, —preguntó.

— A mí me da lo mismo, a veces le digo que busque una chica, pero me quiere demasiado —dije.

— ¿No te molesta si yo lo consigo? —preguntó

— Nada, pero quiero verlo…, —respondí.

Corny salía del agua, parecía haberse masturbado dentro del agua, pues yo se lo reconozco, la tenía morcillona, bien morcillona, blanducha y me dijo:

— Julio, ponte tú en medio tú.

— Ve a tu sitio —le dije sin más.

Ya casi no quedaba gente en la playa, algunas parejas diseminadas y ya comenzaban a hacerse arrumacos, aunque aún no veía a nadie follar en serio, se montaban uno sobre el otro como jugando para calentarse. Poco a poco disminuyó la luz y aunque todos nos veíamos, era como pura sombras, ya no se distinguían las caras y Corny estaba de nuevo empalmado.

Mónica tomó la iniciativa. Se sentó, se inclinó y puso su cara sobre mi polla, la olió, la lamió y finalmente abrió la boca y la metió dentro, me la chupaba que era un primero. Yo estaba deleitando de placer con esa mamada que le llegaba hasta la garganta, de vez en cuando metía el dedo en la boca para sujetar la piel de mi polla, esto es el prepucio, y que el cipote estuviera descubierto para que le entrara hasta la campanilla de su garganta.

Corny miraba mi placer, teniendo el culo de Mónica a su disposición porque ella disimuladamente se posó de rodillas y le dio con todo el culo a su frente. Yo lo miraba y con muecas y guiño de ojos le indicaba que se animara. Por fin se decidió y metió abundante saliva en el culo de Mónica y ¡zas!, lo atravesó de una vez y comenzó a follarlo. Ella ni se inmutó, luego supe que la han follado muchos por el culo, pero que buscaba a dos y ahí los tenía. Corny inició un mete y saca y Mónica comenzó a lamerme toda la cara y el pecho mientras ella misma me masturbaba. Ora me comía los labios ora me mordía las tetillas, cada vez con mayor velocidad conforme Corny le iba follando el culo a mayor velocidad.

Se había hecho casi de noche y yo gemí fuerte porque me derramé sobre la mano de Mónica y su s tetas, algo cayó sobre mí, dependía de la dirección descontrolada de la mano de Mónica pues en el orgasmo de Corny ella se descontroló y dejo sus chorros sobre el mantel, caímos los tres extasiados y exhaustos. Me puse a lamer los pechos de Mónica para recoger mi lefa, y ella me dio un beso para compartirla, pero también recogió de la que había sobre mí y dándose la vuelta exigir un beso a Corny con quien compartió mi lefa.

A partir de este momento conversamos, hablamos de nosotros tres, nos dio su dirección, le dimos la nuestra. Nos contó que le gustaba follar con dos chicos a la vez, pero que de los que lo intentaba ninguno había querido, que era la primera vez que lo conseguía, pero que esperaba que le folláramos por delante, por «su almeja», evidentemente se refería a su vagina, que tiene tantos nombres como estos “vulva”, “conejo”, “chocho”, etc. Me gustó la salida de Corny porque le dijo:

— Los maricones fijos no necesitamos condón y no los tenemos, no podía atravesar tu chocho para no dejarte embarazada.

— Pero en mi bolso tengo —dijo Mónica.

A Corny le entraron las ganas y paró la mano para que le diera uno, pero ella le dijo:

— Os lo pongo yo, tú me follas el chocho, y tú, perla del Caribe, me follas el culo.

— Y tú nos comes como puedas a los dos —dijo Corny.

— Aunque sea a besos, dijo ella.

Sacó la tira de condones, tenía para toda la noche. Abrió uno a lo macho, como hacemos los hombres, con la boca y me lo fue poniendo y con el toque, se me iba lentamente levantando la polla sin estar dura. Corny comenzó a comerle el chocho, vi cómo le gustaba, tanto como comerme el culo a mí. Pero ella le levantó la cara con el condón en la mano y él le dio su polla para que le ensartara el profiláctico, Corny ya tenía su polla a tope. Mónica se sentó sobre mí, dándome la espalda y se tumbó encima de mí con la cabeza medio vuelta para besarnos, mi pene comenzaba a entrar en su culo. De pronto Corny inició la penetración del chocho y sin espera a comenzar de inmediato a follarla con todas las de la ley, se inclinó para besarnos a los dos, pero puso mucho interés en hacerla gozar y Mónica comenzó a gemir como una loca. Estoy seguro que nos escucharon pero cada uno iba a lo suyo y nosotros a lo nuestro. Llegó el orgasmo de Corny y de ella y se abrazaron para besarse, Yo tardé un poco más en acabar con mi orgasmo y me besaron los dos. Me daba pena salir de aquel culo, pensando que era el de mi macho, pero no había más remedio.

Decidimos, tras descansar con una amena y descarada conversación sobre las cosas que nos gustaba hacer con nuestro sexo, irnos a casa, porque Mónica nos pidió ver cómo nos follábamos. La invitamos a cenar. Nos pusimos cada uno un short y le dijimos que podía venir con el pecho descubierto como nosotros porque iríamos a nuestro aparcamiento y subiríamos directos a nuestra vivienda. Le pareció bien. Le presté una camiseta de las mías de manga corta y, tras ponernos las nuestras de tirantes, salimos a la calle para cenar. Le daba gusto cogerse de nuestra cintura estando con nosotros. Cenamos, nos tomamos dos botellas de cava en la cena. Fuimos a casa, mesuré tres vasos de whisky y…

Lo demás lo cuento en otra oportunidad, si me da tiempo; pero Mónica, que se hizo nuestra amiga, se quedó dos días con nosotros, además, que nos vimos en otras muchas oportunidades, como aquella en la que… ¡Chist…, silencio, shit!, que es para otro relato.

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