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Ladislao, un vecino muy osado

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La casa en la que vivimos mi novio y yo es de 8 plantas y en cada planta hay cuatro puertas correspondientes a cuatro viviendas, excepto la mía que compró mi padre para nosotros en la sexta planta que es donde vivo; mi padre la quiso amplia para poderse quedar allí cuando mis padres vinieran a visitarnos. A mi padre no le gusta incomodar, pero sí le gusta la comodidad, así que compró las dos viviendas del centro y las comunicó por dentro, de modo que si necesito las dos puedo usarlas, pero siempre respeto la habitación destinada para mis padres.

La vivienda de la derecha está ocupada por dos personas mayores tirando ya para ancianos, algunas veces me he encontrado entrando y en el ascensor, muchachos de varias edades que me dicen que van a visitar a sus abuelos. En general yo hablo poco en los ascensores y no sé exactamente quienes son o qué hacen, pero en cierta ocasión uno de los supuestos nietos me hacía preguntas y contesté. Entre tales preguntas, me hizo una para saber mi estado, le dije que no me había casado, pero que vivía con mi novio. Me miró con los ojos de pescado y se metió a su casa sin cerrar la puerta, pero escuché que le decía a uno de dentro: “Ahí al lado viven unos maricones”. Bueno, ya sabían ellos de mí más que yo de ellos.

La vivienda de la izquierda está ocupada por una familia que si no he contado mal las voces que escucho desde mi casa, además del matrimonio, debe de haber dos chicos y una chica, ya mayores de 19 y 23 años. También me los he encontrado en el ascensor y dos de ellos, un chico y la chica son iguales, les pregunté si eran mellizos y me dijeron que eran gemelos. Yo no distingo la diferencia. Al chico de 23 años me lo encontré en el ascensor, con un pie afuera y morreándose con una chica que supuse que era su novia. Como iba a entrar, me dijo:

— Disculpa, pasa, es que nosotros...

No le dejé hablar porque le dije:

— Vuestra vida es vuestra, por mí como si quisierais seguir besándoos, ¿qué me importa a mí juzgaros?

El chico, mirando a la chica, dijo:

— ¿Ves?, ¿has oído?

Y siguió besándola, mientras yo me entretenía en mi móvil. Llegué a planta baja y ellos se quedaron, al momento el ascensor subía de nuevo y me fui a la calle.

Menudo panorama el que tengo en mi planta, a saber cómo será el resto. Como no voy a las reuniones de comunidad, un día el presidente se presentó para decirnos que había que pagar no sé qué gastos y que alguno debía venir a las reuniones. Le pagué y encargué a Corny que fuera él a las reuniones, si tenía tiempo. A Corny le gustan esas cosas y seguro que un día se hace votar presidente. Cuando viene de una reunión siempre me cuenta que en la finca todos son muy raros. Yo pensaba que ellos dirían lo mismo de nosotros, pero me da lo mismo. Desde la primera vez que pagué al presidente y siempre lo tenía a punto lo que se indicaba en portería, me hacía más caso y me veía como normal, incluso me saludaba aunque tuviera que forzarlo.

Un día escuché una larga conversación a gritos. No sabía exactamente de qué se trataba, pero me llamó la atención que discutieran y algunos insultos sí distinguía con toda claridad, pero no sabía quien lo decía a quien. No me dejaron estudiar nada en más de una hora. Hasta que por fin escuché un portazo que hizo temblar hasta las ventanas de mi casa y me estremecí, pero todo fue silencio durante unos minutos.

Sonó el timbre de mi puerta y me levanté para ver de quién se trataba. Ahí estaba el gemelo, lo vi por la mirilla y abrí la puerta, le invité a pasar y me dijo si tenía un poco de agua. Le saqué un vaso con agua, se lo bebió de una tirada y me miró fijamente sin decir nada. Yo lo miré fijamente sin preguntar nada. Así estuvimos un rato que se hizo eterno, aunque no debió durar mas que un par de minutos. Por fin explotó:

— ¿Por qué mi padre no me deja ser lo que soy?

Guardé un rato de silencio esperando que continuara y en vistas de que no decía nada, le pregunté:

— ¿Y qué eres tú que tu padre no te deja?

— Yo soy gay, y me he enamorado de ti —me contestó a bocajarro e intentó besarme.

— Alto, alto, alto ahí..., explícame tu portazo y la discusión en tu casa —dije con firmeza.

— Yo tengo 19 años, soy mayor, y tengo que hacer mi vida y mi padre no decide por mí, y... —decía a gritos.

Levanté las manos para apaciguarle y le dije:

— Punto uno, en esta casa no se grita, se habla o se calla, pero aquí somos educados y hablamos como las personas en voz baja; punto dos, eres mayor, pero ¿en qué trabajas o estudias? Si estudias, ¿qué estudias y qué notas obtienes? Punto tres, ¿qué piensa tu madre de todo esto y qué piensan tus hermanos?, —le dije muy lentamente esto y como pensando para que se calmara.

— No trabajo, no he podido sacar el año entero en la Universidad y mi madre...

Le interrumpí:

— No hace falta que sigas, si no trabajas y no estudias no eres gay, eres una mierda —noté que se molestó por una mueca que hizo, y continué— ¿Te crees que por ser gay estás liberado de todo y puedes hacer lo que te dé la gana?

— ¿Tú trabajas o estudias? —preguntó.

— Yo trabajo y estudio, intento sacar buenas notas, el año pasado cinco sobresalientes y trabajo de traductor y escribiendo legajos en una oficina notarial, —contesté.

— ¡Ah!

— Sí, ¡ah!, así que vete a tu padre y primero, antes de entrar en tu casa, decide estudiar en serio, entras luego y te disculpas con él y a continuación aquí tendrás dos amigos, que si no sabes ser gay, te enseñaremos...

— ¿El otro chico es hermano tuyo? preguntó.

— El otro chico se llama Corny, es mi novio y está ahora trabajando de camarero en un restaurante, y a la tarde de hoy tiene dos clases.

— ¿Es tu noviooo?

— Sí, lo es, sí, ¿qué pasa?

— Yo me he enamorado de ti.

— Que mala puntería tienes, cabronazo de mierda... anda, anda a tu casa y cuando hayas hecho lo que te dije, vienes y me cuentas.

Le acompañé, le hice apoyarse en la pared para que pensara en tomarse la vida en serio, luego llamé al timbre de su casa y salió su hermana, y le dije:

— Tu hermano quiere hablar con tu pare y disculparse, ayúdale.

Entraron y me regresé a casa. En toda la tarde no escuché ni un solo grito, solo me pareció escuchar gemir a una mujer, pensé que sería su madre, pero me olvidé del asunto.

Como una hora más tarde, llamaron de nuevo al timbre, por la mirilla vi la muchacho, abrí la puerta y, en efecto, era el muchacho de antes y su padre. Los hice pasar, entramos a la sala, nos sentamos. Saqué la botella de whisky y tres vasos, mesuré en los mismos, le di uno a cada uno y les dije que con paz íbamos a hablar.

En definitiva todo quedó bien entendido. El chico es hoy un buen estudiante que pronto concluirá su carrera. El padre está contento con su hijo. Y en la casa reina la paz, aunque algunas veces se escuchan todavía algunos gritos al parecer inevitables. Cuando cuento esto, el chico y la chica del ascensor ya no son novios porque la chica se quedó embarazada y abortó y entre ellos todo acabó, aunque siguen otras historias, pero Ladislao se hizo asiduo a mi casa. Salíamos muchas veces juntos y ocurrió lo que tenía que ocurrir cuando la confianza es extrema.

Un día que Ladislao vino a casa, no sé cómo fue pero todos teníamos muchas ganas. Diría ahora que fue una de esas cosas que suelen ocurrir. Salimos a correr los tres, Ladislao, Corny y yo. Hicimos la carrera de siempre y llegamos al río, lugar donde solíamos bañarlos Corny y yo, en el río, agua cristalina, lugar recogido de la visión ajena y nos bañamos desnudos. Nos desnudamos Corny y yo y entramos, luego fue Ladislao el que se nos unió. El lugar no era tan amplio como para hacer competición de natación pero sí para divertirnos jugando lo que hizo que no solo nos vimos, sino que nos tocamos involuntariamente, pero ser nos metió el gusanillo de algo más entre los tres. Cuando salimos para secarnos antes de vestirnos, Ladislao comentó que teníamos Corny y yo buenas pollas, lo que nos había parecido siempre normal, pero en verdad que a la vista de Ladislao, las nuestras eran grandes, aunque la suya no era muy pequeña, era dentro de lo normal.

Este comentario hizo que, tras vestirnos y mientras regresábamos, Ladislao comentó que tenía ganas de follar, pues nunca lo había hecho. Con esta conversación y algunos chistes más llegamos al portal y nos saludó la gemela de Ladislao, Macarena. Nosotros ya íbamos calientes y en el ascensor se nos calentó la muchacha. La invitamos a tomar algo y entramos los cuatro a casa. Corny sirvió cuatro whiskys e hice un gesto a Corny para que se liara a conversar con Macarena, mientras yo me dejé manipular por Ladislao.

Al rato vi que Corny y Macarena se estaban besando y que Ladislao metió mano por la cinturilla de mi pantaloneta, con lo que me dejé llevar y nos fuimos a la cama para desnudarnos del todo y dejar a la otra pareja que actuaran en paz. Ladislao me dijo que solo quería que mamarme la polla y se la metiera en el culo, así que me senté al borde de la cama, se puso de rodillas frente a mí y comenzó a comerse mi polla como si lo hubiera hecho toda su vida.

Al momento entraron Corny y Magdalena con la excusa de ver qué hacíamos y ella se echó en la cama y comenzó a abrazar mi espalda, Corny me dio un beso y se metió encima de Magdalena para besarla y la fue besando desde la boca a las tetas y por el centro de la barriga pasó a comerse el chocho, lo que hizo que no tardase de gemir Magdalena por el gusto que le daba Corny, yo me tumbé al lado de Macarena y nos comenzamos a besar, pero mi polla se había levantado del todo y Macarena la acariciaba, entonces Ladislao se puso en cuclillas sobre mí y de inmediato Corny me ensartó un condón cubriendo mi polla y Ladislao comenzó a sentarse encima mientras Macarena cuidaba de mantener mi polla para que entrara en el culo de Ladislao cuando se sentara sobe mí.

Yo sujetaba a Ladislao la cintura mirándole a la cara y de ven en cuando me besaba con su hermana Macarena, así fue que vi a Corny que se había enfundado un profiláctico y metió su palla al interior del chocho de Macarena y comenzamos nuestros movimientos. Ladislao jugaba conmigo en un mismo baile y Macarena gritaba como una descosida, parecía que la estaban partiendo por la mitad, pero no tardó nada Ladislao a comenzar a gemir gritando y Corny se acomodó para, al tiempo de follar a Macarena, comerse la polla de Ladislao. Le resultaba difícil por los movimientos de Ladislao y míos, pero Corny fue capaz de hacerle explotar el primero y pudo contener algo de su esperma en su boca, el restó se diseminó.

Macarena probó el semen de su hermano de la boca de Corny mientras yo descargaba toda mi lefa en el culo de Ladislao. Estábamos los cuatro empapados de sudor y cuando saqué mi polla tras levantar a Ladislao con mis manos en su cintura, lo puse sentado sobre mi abdomen para que no se desperdiciara mi semen, lo probé, estaba limpio y los cuatro participamos de este manjar ya directamente, ya cruzándolo de nuestras bocas.

Nos fuimos a duchar dos en mi baño y dos en otro. Lo bueno fue que seguíamos con hambre de carne y de semen, por eso nos volvimos a enzarzar, pero esta vez ocurrió que yo tenía ganas de que me cogiera Corny y me atravesara el culo y lo hicimos, pero frente a nosotros estaba Ladislao follando el culo de su hermana, lo que me pareció una gloriosa visión de una chica muy caliente con tres hombres para ella. Por eso, al acabar Corny y yo, nos dirigimos a la pareja y nos unimos en un beso Macarena conmigo y Corny con Ladislao, mientras este acababa dentro de su hermana. Al final mientras descansábamos y coleaba del culo de Macarena y del mío el semen de nuestros amantes, todavía Ladislao dijo:

— Esto se debiera de repetir.

Nos reímos y ahora sí, nos lavamos y nos vestimos para salir los cuatro a cenar. Macarena se encargó de asomarse a su casa para cambiarse de ropa y avisar a su madre. A Ladislao le prestamos una camiseta y Macarena trajo un short para su hermano.

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