Hacía unos días que había ido con Andrei, el rumano, a la casa que tiene el cura pegada justo detrás de la iglesia, y había sido follado por ambos. Ese día al pasar por debajo del viaducto, para ir hasta el puerto, no vi allí aparcado el monovolumen de Andrei. Al ir con prisas, no me paré a echar una ojeada, por si lo había cambiado de sitio; lo haría a la vuelta; y es que ya deseaba volver a ser follado por aquel guapo rumano, que tan ricamente me daba por el culo, y que tanto me había hecho gozar la última vez que estuve con él.
Cuando a media tarde subía de vuelta para casa, me dispuse a buscar si estaba el monovolumen de Andrei, por allí aparcado. El corazón se me encogió al no verlo por ningún lado, estaba cómo ido, y sin saber que hacer. Cuando de repente, me acordé del cura, y decidí ir hasta la iglesia, y preguntarle al cura, por si sabía algo de Andrei.
Cuando estuve en la puerta de entrada a la iglesia, no sabía que hacer; cómo dirigirme al cura, si estaría dando misa, en fin, que estaba hecho un mar de nervios; así que después de fumarme un cigarrillo, me decidí y entré a la iglesia.
Nada más entrar, fui buscando con la vista si se veía al cura, pero lo único que había en la iglesia, era una señora mayor sentada en uno de los bancos. Fui andando por uno de los pasillos mirando hacia todas partes, cuando llegué a los bancos que quedaban frente al altar, me quedé parado sin saber que hacer. Así que solo se me ocurrió sentarme en uno de los bancos y esperar a ver qué pasaba, mientras me iba aclarando las ideas que se me amontonaban en la cabeza.
No habían pasado ni 10 minutos, cuando por una de las puertas apareció el cura. Quedé mirando fijamente para él, sin saber que decir o que hacer. Cuando el cura me vio y reconoció, mostró una ligera sonrisa, encaminándose hacia donde yo estaba.
Que alegría, Dani, me dijo cogiéndome la mano.
¿Qué te trae por aquí?
¿Bienes a redimir tus pecados?
No, le contesté, a la vez que mostraba una ligera sonrisa en mi cara.
Quería preguntarle por si sabe algo de Andrei. Es que hoy al pasar para ir al puerto, no he visto el monovolumen aparcado donde lo tenía, y al volver por la tarde, miré por si lo había cambiado de lugar, pero no lo he visto, y se me ocurrió entrar a la iglesia a ver si usted me podría decir algo.
Pues sí, Dani, sí te puedo decir, pero creo que no van a ser de tu agrado. Andrei, hace 2 días que se fue para Madrid, allí le espera un trabajo que, gracias a Dios, y a los buenos amigos, le he podido conseguir.
El cura sin dejar de mirarme se dio cuenta de mi cambio de expresión, y de cómo se me oscurecía y entristecía la cara.
No te apenes, Dani, me decía cogiendo mis manos. La vida sigue, y si quieres yo te puedo ayudar, ya sabes que estoy aquí para lo que necesites.
Gracias, le dije al cura, y bajando los ojos al suelo, y sin saber que más decir, me dejé caer sentado en el banco.
Mira, me dijo el cura sentándose a mí lado, si quieres luego podemos hablar más. Ahora en 15 minutos, tengo que dar misa, y a eso de las 10 de la noche, que es cuando más o menos habré terminado por hoy, podemos charlar un poco si tú quieres. Vienes cómo el otro día, allí tocas el timbre y ya te estaré esperando.
Bueno, le contesté, mientras me levantaba del banco. Mientras él agarrándome la mano, me acompañaba a la salida de la iglesia, he iba hablándome.
Cuando salí de la iglesia, el cura me despidió diciéndome que me esperaba, que no me preocupara, que él me ayudaría a sobre llevar la pena que en aquellos momentos me afligía.
Mientras iba caminando para mi casa, iba pensando que el muy cabrón del cura, lo que me iba dar, era una buena ración de polla en mi culo. Pero bueno, no había estado nada mal el día que habíamos estado Andrei y yo, con el cabroncete del curita aquel.
Así que cómo andaba ya más caliente que una perra en celo, lo que haría es irme a casa, ducharme y prepararme bien el culito, y acudir a la cita con el cura para que me ayudara y reconfortara, la pena que mi culito sentía por la pérdida de la polla de Andrei el rumano.
Eran ya las 10 menos 5 cuando me disponía a salir de casa, recién duchado, el culito bien lavado y listo para una buena sesión de polla.
Cuando llegué a la puerta de la casa del cura, eran más o menos las 10 y 10 de la noche. Levanté la tapadera que resguardaba el timbre, y pulsé una vez el interruptor que hacía sonar el timbre.
Esperé unos segundos, cuando el cura ya me abría la puerta.
Que alegría de verte de nuevo, Dani, temí que no vinieses, me alegro de que hayas decidido venir. Ven, pasa, pasa, me dijo el cura agarrándome de la mano.
Una vez dentro, y de haber cerrado el cura la puerta, me echó la mano a la espalda, luego la fue bajando hasta llegar a el culo, tal y cómo había hecho la primera vez que había ido.
Estás muy guapo, Dani, y hueles muy bien, te has duchado por lo que veo, decía el cura mientras me iba tocando el culo.
Abrió la puerta donde tenía la televisión encendida, llevándome hasta el sofá, donde nos sentamos, y cogiéndome de las manos, me iba hablando. Mira Andrei ahora no está aquí, cómo ya te dije, se fue para Madrid, pero no te preocupes, que cuando tú quieras puedes venir, ya sabes donde encontrarme, haces igual que has hecho hoy, y quedamos cuando tú quieras.
¿Quieres beber algo? Un refresco, cerveza, o un vino si lo prefieres.
No, le contesté, ahora mismo no me apetece beber nada.
El cura cogió con sus manos mí barbilla, y mirándome a los ojos, fue acercándose a mi cara, hasta llevar su boca a la mía, sacar la lengua y pasarla por mis labios. No estés triste, Dani, que ya verás cómo pronto olvidas a Andrei, ya me encargaré yo de que no sufras por su ausencia, me decía mientras lamía mis labios, para seguido empezar a morderme el labio inferior, y llevar mis manos a su entrepierna.
Anda, cógela y juega un poquito con ella, que mira cómo me tienes, me decía el curita.
Metió mis manos por dentro de su sotana, y ya tropecé con la gran polla que el cura tenía; el muy cabrón no llevaba nada debajo de la sotana, al igual que la vez anterior; mientras yo le cogía la polla con mis manos, él se aferraba a mi boca, mordiéndome los labios, para luego sin dejar de jadear y de nombrarme por mi nombre, me empezó a meter la lengua en mi boca, buscando mi lengua y decirme entre jadeos, Dani, ay Dani, yo te ayudaré, ya verás cómo te voy hacer disfrutar, Dani.
Mientras yo agarrado a su polla, le bajaba la piel del prepucio, se la acariciaba con una mano, y con la otra le iba sobando y acariciando los huevos.
Poco a poco el curita fue desabrochándome el cinturón, luego hizo lo mismo con el pantalón, hasta que consiguió bajármelos un poco y que quedase a la vista el slip que llevaba. Luego empezó a desabrocharme los botones de la camisa, hasta que me la quitó por completo.
Tiró la camisa al suelo, y llevando sus manos a mis pezones, empezó a acariciarlos y apretarlos. Luego mientras llevaba su boca a los pezones y me los mordisqueaba, siguió bajándome el slip; levanta un poco el culo, para que pueda quitarte el slip y pantalón, me dijo; me levanté un poco el culo del sofá, y de un tirón me bajó hasta los tobillos el slip y pantalón.
Mi polla dio un respingo, quedando tiesa y pegada a mi vientre. El cura la cogió con la mano empezando a descapullarla y manosearme los huevos con la otra mano, mira que durita tienes tu pollita, seguro que andas bien calentito, pero no te preocupes que yo te ayudaré a aliviar esta calentura y pena que sientes por no tener a Andrei.
Después de sobarme la polla y huevos, me dijo:
Anda, sácate los zapatos y calcetines.
Mientras yo me sacaba los zapatos y calcetines, el curita se sacó la sotana quedando en pelota picada, solo tenía puestas unas zapatillas. Estando así de pie, sujetó mi cabeza con sus manos, llevándola hacia su foronga, que se mostraba tiesa, dura y bien hinchada. La cabeza estaba roja y la tenía descapullada por completo. Anda, Dani, abre esta boquita y chúpala un poquito.
Abrí la boca, y cogiéndola con mis manos, la introduje poco a poco en mi boca.
¡Ohhh! ¡ohhh! Dani, suspiró el curita al notar mis labios chupar su pija. Me agarraba por las orejas, y empujaba de mi cabeza para que metiera más su polla en mi boca.
Yo abría la boca lo que más podía, mientras con mis manos sujetaba la polla del curita por la base, y le iba manoseando los huevos.
De vez en cuando me daban arcadas, ya que el curita empujaba a fondo la polla para que se la tragase toda, pero aquello era imposible que me entrara toda; era demasiado larga; y cada vez que me tocaba la campanilla, me abría en arcadas, haciéndome salir las babas por la comisura de los labios.
Después de un buen rato chupándole la gran foronga que se gastaba el curita, me levantó por los brazos. Ven, vamos para el baño, me dijo mientras tiraba por mí.
Al llegar al baño, abrió las puertas de la mampara de la ducha, metió una banqueta que tenía en el baño, y después de abrir el grifo de la ducha y esperar a que el agua se regulase, me ordenó sentarme en la banqueta, me levantó las piernas, y haciéndome que las abriera, se agachó empezando a lamerme el ano.
¡Ohhh! ¡ohhh! Gemí al notar su lengua en mi hoyito y empezar a lamerlo.
Después d un rato lamiéndome el ano y dejarlo lleno de sus babas, llevó un dedo, empezando a meterlo dentro de mi culito, ¡ohhh! ¡ohhh! Volví a suspirar al notar entrar su dedo. Si seguía así, el curita me iba hacer correr antes de meterme su polla en el culo.
Pero no fue así, y enseguida me ordenó levantarme, y después de volverle dar una buena chupada a su polla, el curita se sentó en la banqueta, ordenándome que me sentara a horcajadas sobre él.
Ven, me dijo agarrándome por los brazos, abre las piernas, y siéntate a horcajadas sobre la polla.
Abrí las piernas, y arrimándome a él coloqué las manos sobre sus hombros, y mientras el me iba abriendo el culo con sus manos, yo me iba sentando sobre su regazo. Poco a poco fue entrando en mi culo aquella gran polla que se mostraba erguida, tiesa y bien dura del curita, hasta que estuvo toda dentro de mí culo.
¡Ufff! Suspiré cuando estuve sentado sobre su regazo y con la polla del curita toda dentro de mí.
Notaba los huevos del curita pegados a la entrada de mi culo, y la cabeza de su polla cómo rozaba mi próstata, llegando al tope de mi ano, mientras el agua seguía saliendo por el grifo inferior y hacía que nos fuésemos mojando los pies.
Cuando quedé sentado sobre el regazo del cura y ensartado por su foronga, el curita jadeando decía mi nombre y me iba hablando, ¡ohhh! ¡ohhh! Dani, así mi niño, así, deja que esta pobre y humilde polla entre en este culito tan rico y perverso que tienes. Quédate así y no te muevas mientras se va acomodando tu culito, Dani.
Mientras yo quedaba quieto sobre el regazo del curita, estando bien ensartado por aquella pija que mi culo había tragado, el curita iba mordiéndome los pezones que estaban duros y tiesos, haciendo que gimiera y me abrazara más fuertemente a su cuello.
¡Ohhh! ¡ohhh! ¡ooohhh! Gemía yo mientras el cura mordisqueaba mis pezones y me tenía ensartado en su polla.
Así, así, gime mariconcito, ya verás cómo este curita te quita la pena que siente este culito perverso que tienes.
Empezó el cura a hacer que fuera levantando mi culo, y le fuese cabalgando la polla que me tenía ensartada. Así maricón, así, mueve el culito y haz que este pobre cura te ayude a redimir tus penas y pecados, ¡ohhh! ¡ohhh! Maricón que bien te mueves, ¡ohhh! ¡ohhh! Cómo me gusta, ¡ay que gusto Dani! Ay que gustazo me estás dando pedazo de maricón.
Yo subía y bajaba cabalgando sobre la polla del curita, mientras él me iba diciendo toda clase de barbaridades, sintiendo cómo su polla rozaba mí próstata, y sus dedos pellizcaban y retorcían mis hinchados pezones.
¡Ohhh! ¡ohhh! ¡ooohhh! Gemía mientras subía y bajaba sobre la polla del curita, sujetándome sobre sus hombros. Mi pobre polla al estar rozándose con tanto sube y baja, estaba a punto de expulsar el semen que contenían mis huevos. Y no tardó mucho, ya que noté cómo me subía un gustazo por los huevos, hasta que mi pobre polla explotó soltando todo el semen que mis huevos acumulaban, ¡ohhh! ¡ooohhh! ¡ohhh! Me corro, me corro, gritaba yo, derramando todo el semen sobre el pecho del curita.
Así, así, córrete maricón, anda y deja que tu polla expulse el veneno que contiene tu cuerpo, pedazo de maricón, me soltaba el cura sin dejar que su foronga parase de taladrarme el culo. Deja que satanás salga de tú cuerpo, maricón, me decía haciendo que mi culito subiera y bajara sobre su foronga.
Después de haber terminado de eyacular, y sin dejar de cabalgar sobre la polla del curita, no tardó mucho el cura en empezar a bramar que se corría. ¡Ohhh! Dani, ¡o! Ya, ya me corro, ¡ohhh! ¡ooohhh! Me corro, me corro, gritaba a la vez que me presionaba fuertemente con sus dedos en mis caderas, y su polla se clavaba en lo más hondo de mis entrañas.
Mientras su polla terminaba de soltar todo el semen en lo más hondo de mí culo, el curita mordía la base de mi cuello y hombro sin dejar de gritar y soltarme toda clase de improperios.
¡Ay maricón! Ay que culito más perverso tienes, este culito es la mismísima tentación de satanás, decía el curita mientras terminaba de eyacular dentro de mí.
Cuando terminó de eyacular y haberse repuesto un poco, hizo que me levantara, saliéndose la foronga del cura que aún estaba tiesa, de mí culo. Siéntate me ordenó. Y una vez me hube sentado sobre la banqueta, me dijo que abriera la boca. Anda y chupa maricón, que vas a probar el semen que te va a redimir tus penas y pecados.
Abrí la boca, y tragando la pija que aún se mostraba hinchada y tiesa, empecé a chupar la polla del curita, hasta dejársela limpia y reluciente; al muy cabrón, la polla aún le soltó unas gotas de semen dentro de mi boca, la cual no tuve más remedio que saborear y tragarme.
Después de dejarle la pija bien limpia y reluciente, me levantó cogiéndome por los brazos, y llevó su mano a la palanca que accionaba la ducha, y moviéndola a la derecha, empezó a caer el agua por el maneral de la ducha.
Nos remojamos todo el cuerpo, luego el curita cogió una esponja y gel que tenía sobre una repisa, y después de enjabonarnos a ambos todo el cuerpo; por supuesto parándose especialmente en mi culito y huevos, y recrearse con ellos; descolgó el maneral de la ducha, y nos aclaramos hasta sacarnos todo el jabón.
Salimos de la ducha y cogiendo la toalla que tenía allí colgada, me secó todo el cuerpo, volviendo a recrearse con mi polla, huevos y especialmente mi culito, para terminar por secarse él.
Una vez nos secamos, me cogió de la mano llevándome a la sala donde estaba la televisión, y donde habíamos dejado toda la ropa allí esparcida.
Quédate así, me dijo, no te vistas que voy a buscar algo para beber y quiero tenerte así desnudito, me dijo mientras iba a buscar de beber.
¿tú quieres cerveza, o prefieres otra cosa? Me dijo mientras abría la puerta.
Cerveza está bien, le contesté.
Apareció de nuevo el curita con 2 cervezas y 2 vasos, me pasó una cerveza y baso, y llenando este de cerveza, le di un trago dejando luego ambos en la mesita que había.
El curita, haciendo lo mismo que yo, terminó sentándose en el sofá a mi costado izquierdo.
¿Tienes frío? Me preguntó, echando su brazo sobre mis hombros, y arrimándome a su pecho.
Bueno, algo de frío sí tengo, le contesté; y es que me estaba empezando a coger un poco el frío, al estar así desnudo, y de vez en cuando me daban escalofríos.
Ven me dijo, abrazándome más sobre su pecho. Vamos a terminar las cervezas y vamos para la cama, que allí estaremos más calentitos, me susurraba al oído.
Mientras me abrazaba sobre su pecho, me lamía y mordisqueaba la oreja, luego el cuello y hombro, mientras sus manos jugaban con mi polla, huevos y me pellizcaba los pezones.
Mientras tanto yo, acariciaba su espalda, y jugaba con su polla, que seguía hinchada y tiesa. Le subía y bajaba la piel, dejando su glande al descubierto, y le acariciaba y manoseaba los huevos.
Te gusta la polla, eh mariconcito. Estás hecho toda una nenita, pero una nenita muy guapa, y con un culito muy rico y apetecible. Eres toda una perversión, Dani, me susurraba al oído el curita, sin dejar de magrearme y abrazarme sobre su pecho.
Cuando terminamos de beber las cervezas, yo ya volvía a estar caliente, y con más ganas de que el curita me volviera a ensartar en el culo aquella foronga que se gastaba, y que no había dejado de estar hinchada y tiesa. Ahora además de hinchada y tiesa a más no poder, se mostraba el glande colorado cómo si de un tomate se tratara.
Ven me dijo el cura, levantándose del sofá a la vez que tiraba por mí, cogiéndome del brazo. Vamos para la cama, que allí estaremos más cómodos.
Me llevó a la habitación donde estaba su cama, y después de abrirla, me tumbó sobre ella, quedándome boca arriba.
Me levantó las piernas haciendo que las encogiera, y quedándome abierto y expuesto mi culo y polla a su entera disposición, llevó su boca a mi pobre polla, y después de darle una buena chupada, siguió lamiéndome los huevos hasta llegar a mi esfínter. Allí empezó a lamerme y intentar introducirme su lengua en mi ano, haciendo que yo gimiera cómo si de una gatita en celo se tratara.
¡Ahhh! ¡ahhh! ¡ay ay ay! Gemía y gritaba yo, mientras el curita lamía mi esfínter y trataba de introducir su lengua. Con mis manos agarraba la cabeza del cura, y sin dejar de gemir y dar grititos, me iba retorciendo de gusto.
¿Te gusta lo que te hago, eh Dani? ¿Te gusta, pedazo de maricón?
Claro que te gusta, te retuerces de gusto y gimes cómo una putita.
Dejó de lamerme el ano, y echándose sobre mí, hizo que mis rodillas llegaran a mi pecho, y colocando la punta de su polla sobre mi esfínter, empezó a meterme de nuevo su hinchada foronga.
Nada más empezar a abrirse mi esfínter, el curita dio un empujón a su pelvis, enterrándome toda su verga de una vez.
¡Ohhh! ¡ooohhh! Gemí al notar su polla entrar en mí.
Ya está, ya no sufras maricón, que ya la tienes toda dentro de tu culito. Ahora goza y disfruta de esta verga que te va a quitar las penas del cuerpo, pedazo de zorrita.
El curita echado sobre mí metía y sacaba su polla de mi culo, mientras con su boca sobre la mía, mordía mis labios, metía su lengua en mi boca, y jugaba con mi lengua y saboreaba toda ella, sorbiendo mi lengua y saliva cómo si le fuese la vida en ello.
Ya llevaba el curita dándome por el culo un buen rato, y yo ya no podía más, tenía los labios hinchados de tanto que me los había mordido y succionado, y el culo me ardía de tanto meter y sacar la polla el curita; la pobre de mí pollita no paraba de gotear semen sobre mi vientre.
¡Ay maricón! ¡Ay que me voy a correr! Empezó a gritar el cura, sin dejar de taladrarme el culo con su polla.
¡Ohhh! ¡ooohhh! Me corro, me corro, gritaba el cura clavándome más su polla.
¡Ohhh! ¡ohhh! Que gusto, maricón. Decía el curita terminando de eyacular dentro de mi culo.
Cuando terminó de eyacular, esperó a que su polla fuese saliendo ella sola, y una vez fuera, dejó que mis piernas se estirasen, montó sobre mí, y llevando su polla a mi boca, me la metió en ella.
Chupa maricón, chupa que te gusta mí líquido que emana de la fuente de la vida y del amor.
Chupé la polla y restos de semen que todavía soltaba la pija del curita, y luego de dejársela limpia y reluciente, se bajó de mí, y tumbándose a mi costado, me abrazó, y nos tapamos con la sábana y manta que cubría la cama.
¿Tienes prisa por marcharte, Dani? Me preguntó el curita.
No, le contesté.
Pues vamos a dormir un poco, luego te despierto, nos volvemos duchar, y luego te vas.
¿De acuerdo? Me pregunto.
Sí, le contesté.
A las 5 de la mañana, el curita me despertó, ¡Dani, Dani! Venga que hay que levantarse, me decía mientras me sacudía con su mano.
Vamos mariconcito, me decía besándome en la boca. Anda no seas perezoso, vamos a la ducha que olemos a sexo y semen que apestamos, pedazo de maricón.
Cuando me di levantado, llevado por la mano del curita, me llevó a la ducha, nos metimos en ella, y después de dejarme sentado sobre la banqueta que todavía estaba dentro de la ducha, fue buscar unas toallas, y después volvió a entrar en la ducha, cerró la puerta, reguló el agua, y mientras esta salía por el grifo inferior, el curita me besaba la boca, y llevando su polla a ella, me dijo que abriera la boca, metiendo su polla en ella.
Joder, casi me atraganto al notar la polla del curita en mi boca; todavía estaba medio dormido, y ya volvía a tener una polla dentro de mí.
Chupa, maricón, chupa que te voy a llenar la boca con mi semen.
Empecé a chupar y acariciarle los huevos, hasta que el curita sacando la polla de mi boca, empezó a meneársela. Abre bien la boca que me voy a correr, y quiero que bebas mi leche, mariconcito.
Abrí la boca y mirando a su polla, esta empezó a escupir semen sobre mi cara y boca, hasta dejarme toda la cara manchada de semen y parte de ella dentro de mi boca.
Volvió a meter su polla en mi boca, y después de lamerle y saborear toda ella, la sacó, y apuntándome a la cara, empezó a mear sobre mí.
El muy cabrón del curita se había meado sobre mí, haciéndome lo que fue mi primera lluvia dorada; me había meado toda la cara, pecho y pubis.
Una vez terminó de mear, volvió a ordenarme abrir la boca, volviendo a meterme su foronga en ella. Ahora estaba mojada y soltando gotas de la meada que terminaba de hacer.
Eres toda una guarra, me dijo el muy cabrón del curita, te gusta la polla más que a un niño un caramelo, mariconazo, que eres todo un mariconazo.
Después de lamerle la picha de nuevo al curita, nos remojamos con la ducha, luego me enjabonó con la esponja y mientras me enjabonaba el culito y sobaba los huevos, me empezó a realizar una paja, hasta que me hizo que me corriera.
¡Ohhh! ¡ooohhh! Gemí mientras mi polla empezaba a derramar todo el semen sobre la pared de la ducha.
Así, así maricón, córrete y descarga esos huevos que tienes, pedazo de putita.
Cuando terminamos de ducharnos, nos secamos y me llevó de vuelta a la sala donde estaba la televisión, y allí recogí mi ropa, me vestí, luego el curita después de haberme manoseado bien el culito y haberme hecho prometerle volver a visitarlo, me acompañó a la puerta, siguiendo manoseando mi culito, me abrió la puerta, y saliendo de allí, me encaminé para mi casa.
Cuando iba caminando para mi casa, miré el reloj, eran ya las 6 de la mañana, e iba duchadito, el culito bien repleto de leche, abierto y satisfecho para unos cuantos días.
El curita no me había confesado, pero me había dejado bien satisfecho de polla.
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