Nuevos relatos publicados: 6

Fran y Rolo

  • 14
  • 7.785
  • 9,60 (5 Val.)
  • 0

Fran es un chico de 26 años con su carrera universitaria de Derecho concluida con bastante éxito. Está haciendo los cursos de doctorado y con su profesor preferido le han permitido iniciar la tesis doctoral. Es hijo de abogados, padre y madre. El Dr. Cosme, su padre, es un hombre muy sujeto a todo lo tradicional y Elvira, su madre, no tiene más tiempo que contemplar a su único hijo. Bastante disgusto tuvo ella cuando, tras una acalorada discusión de hijo con el padre, no sabía situarse a favor de uno o del otro. Su hijo le dijo:

— Tú, mamá, con tu esposo, tenga o no la razón.

Esto le gustó a su padre y le dijo a Fran:

— Busca el piso que te guste, yo te lo compro y te independizas en tu vida, pero los domingos has de venir a ver a tu madre.

— Y a mi padre, papá, y no solo los domingos, otros días también.

La mujer los abrazó a los dos, esposo e hijo, y se dio cuenta que en definitiva a eso tenían que llegar en favor de la paz familiar.

Fran se puso a vivir a dos manzanas de la casa de sus padres, de modo que la mamá encargaba sus compras, inspeccionaba su cocina y habilitaba el frigorífico, y la empleada de sus padres pasaba un día a la semana a poner orden en la vivienda de Fran. Padre e hijo dejaron sus discusiones y cada vez se entendían mejor, aunque algo había en Fran que a su padre le costaba de digerir.

*****

Fran llamó a su mejor amigo Rolo (en realidad es Rolando, para Fran es solo Rolo) para salir a cenar, a la discoteca para bailar un rato y luego si quería quedarse en la ciudad como otras veces, se quedaría con Fran en su casa. Esto gustó a Rolo que, sin pensarlo ni una sola vez, aceptó y quedaron para las 7 de la tarde en la cafetería de costumbre.

Como eran las 3 y algo de la tarde, faltaban como dos horas y media para la cita. Fran decidió ir preparado y se puso a arreglarse. Se metió a su baño y lo primero que hizo fue sentarse sobre el inodoro, acabando rápido y satisfactoriamente. Luego pasó a la ducha, allí se limpió el culo, de momento por el exterior, y una vez el cuerpo remojado se dispuso a depilar todo su cuerpo como era su costumbre cada semana, piernas, pecho, axilas, ingle y todo, todo, no le gustaba tener pelo. Solo admitía pelo en la cabeza, aunque por su gusto se lo afeitaría también.

Acabada esta tarea, abrió la puerta corrediza de la ducha y se miró en el gran espejo que había al frente, pensando que tenía que mandar poner uno dentro de la ducha. Se miró, se remiró, se pasaba las manos por todo su cuerpo para notar algún pelo rebelde. No encontró. Volvió a pasar sus manos por sus nalgas y sus ingles y se dio cuenta que ya tenía una erección como para descargar su lefa. Lo dejó, no pensó más en ello. Abrió la regadera y se limpió su cuerpo de toda la pasta depilatoria.

Cerró la regadera y se sentó sobre la plataforma y analizo su polla, sus bolas, se pasaba el dedo por el perineo. Sentía placer, suavizaba su paso de dedo sin apretar y le entraban unas ganas de hacer de todo. Se levantó, cogió el módulo de ducha, dio agua tibia tirando para caliente, agradable, e hizo lluvia fina, dispuso el chorro de agua hacia el perineo y por debajo y detrás del escroto y se llenó de placer, se le puso una erección a tope y seguía jugando con el artilugio de la ducha y sus genitales y cada vez se arqueaba más, sentía el placer desde las piernas a la cintura y de pronto comenzó a babear, escupió en el piso de la ducha y siguió dándose el placer del agua. La tenía dura, recta y con el prepucio totalmente retirado, con agua le daba al capullo, a la base del perineo, detrás del escroto, alrededor del pene, donde estaba totalmente depilado y comenzaron los espasmos sin haberse tocado con las manos, siguió con el agua y surgieron los chorros de leche contra el acrílico de la ducha

Descargó toda su carga de semen allí, sobre el acrílico, sin tocarse, solo con agua. Ya lo había hecho muchas otras veces, pero al final se ayudaba con su mano, pero esta vez triunfó. Una vez descansado, tomó la pipeta con agua tibia y la iba descargando dentro de su ano hasta que su vientre ya no soportaba más. Pero aguantaba ese pequeño dolor de diarrea y cuando se ponía de cuclillas, allí mismo salía todo su detritus del interior. Hizo cuatro pasadas, similares, en la última ya solo salía agua y limpia, con lo que ya podía estar seguro y sin problemas para lo que se presentará porque se iba a presentar.

Se sentía a gusto, limpio por fuera y por dentro. No se secó, salió del baño tras dos saltos sobre la toalla que tenía sobre la alfombrilla del baño y se preparó un whisky, ahora que no tenía nada para sentir toda su fuerza. Cada semana su madre le ponía una botella de whisky. Su padre decía a su madre, “toma esto para el chico”. Se trataba de regalos al director del bufete, pero Don Cosme tenía prohibido el alcohol por su médico. Fran era el beneficiario.

Salió al amplio balcón de su 8º piso para saborear el whisky mientras observaba la plaza, los pocos árboles y los automóviles que adelantaban uniformemente sobre la calle. Al frente descubrió unas personas que le miraba. No le importó porque la calle era amplia. Pensó que debía de haber otros, pero despreció mirarlos. Pero justo al frente quien estaba era una chica que le parecía conocida, ella le hacía señas y él miró que en una cartulina grande había nueve números que empezaban por 6. Entró, salió enseguida con el móvil, llamó a ese número y en efecto. La chica era una compañera de universidad que lo había dejados años antes de concluir. Se alegraron de hablar algo sin importancia y miró a su derecha, un vecino estaba asomado mirándolo. Lo saludó, era un muchacho, probablemente menor de 20 años. El muchacho le habló, pero no escuchaba, Fran le dijo por señas que saliera y le abriría. Así lo hizo.

— Hola.

— Hola.

— Pasa, me llamo Fran.

— Gracias, me llamo Samay.

— Qué nombre más raro…

— Es que mis padres son judíos, significa “Indulgente", "El que escucha”.

— Entonces, tú eres judío.

— Sí, mira— se sacó el pantalón y el slip y le mostró la circuncisión —Esto nos hacen, pero no creemos en nada de los judíos ya. ¿Puedo salir a tu balcón desnudo?

— Claro, deja ahí tu ropa y ven, toma tu whisky.

Samay tenía 19 años, había comenzado ese año la universidad, también estaba en Derecho. Y allí, en el balcón, con la ciudad a sus pies, ambos se declararon gays.

— ¿Estás solo en casa?, preguntó Fran.

— No, están mis padres viendo una película y mis hermanos por ahí, pero yo no quiero ir con ellos, pero no sé cómo decirles a mis padres que llegaré tarde si voy a una discoteca.

— Estás en el armario todavía, afirmó Fran.

— Esooo, sí, un día lo diré y no sé que pasará.

— Yo te invito cenar, a ir a la discoteca, dentro de 45 minutos salgo. Vas a casa, te sientas con tus padres y te llamo, escríbeme tu número. No te vayas de la televisión que escuchen tus padres que te invito y me dices que preguntarás a tus padres, si te dicen que sí, te lavas bien el culo, te vistes guapo, que tus padres tengan gusto de verte, perfúmate y esperas a que te llame a tu timbre, contestas, te despides con un beso y te bajas.

Los dos salieron de casa en dirección a la cafetería. Allí estaba Rolo esperando. Se presentaron y se dirigieron al restaurante donde Fran iba a invitar a cenar a Rolo y a Samay. Tras la cena fueron a un discoteca de ambiente. Encontraron el lugar más grato que otras veces, no había ninguna fiesta y había poca gente. Mientras Rolo y Fran, se levantaron a bailar, se acercó un chico muy joven, si le habían dejado entrar, tendría los 18 justos, y pidió bailar a Samay, lo hicieron. Fran se alegró de verlo alegre. Fran y Rolo bailaron unas tres piezas y luego se sentaron para tomar una copa, aprovechando los muchos lugares que ese día había para sentarse. Perdieron de vista a Samay por un momento largo y al fin vieron a los dos chicos que salían del fondo cogidos del cuello.

Se acercaron a la mesa y los invitaron a tomar una copa. Decidieron cambiar de parejas y Fran bailó con el otro chico, David era su nombre y Rolo bailó con Samay. Fran se insinuó bastante con la finalidad de sonsacar. Invitó a David a follar en el baño, y le contestó que quería volver a follar con Samay. Fran no puso inconvenientes, pero sabía lo que quería. Rolo no se sobrepasó con Samay, se reservó. Cuando acabó la pieza, Fran besó a David que le respondió enroscando su lengua, pero David cortó pronto:

— Besa así a Samay cuando lleguemos a la mesa.

— ¿Por qué?

— Porque estoy con un antiguo amigo que acaba de romper con su novio y no voy a poder atender adecuadamente a Samay, ¿tienes condones?

— Tenía uno y lo he usado con el amiguito.

Echando mano a su bolsillo, le dio cuatro y le dijo:

— Toma esto, voy a esperar un rato porque quiero irme y Samay debe venirse conmigo, a ver si os dais dos polvos cada uno.

Llegaron a la mesa, David besó a Samay, lo invitó sonriendo a levantarse, se fueron al fondo. Después de una hora y media regresaban. Le mostró un envoltorio a Fran y le dijo:

— Él ha usado dos y me queda solo este para mostrarme agradecido contigo.

Se levantó Fran se fue con el muchacho al fondo, se bajaron los pantalones, el chico se bajó su slip y mirando a Fran exclamó:

— ¡La puta de mi madre! Solo llevas jeans…

— Trae eso.

David se lo dio, de un mordisco Fran abrió el envoltorio, se agachó, se lo colocó a David en su pene, se dio media vuelta y le dijo:

— No tengo mucho tiempo, no te entretengas y directamente dentro.

— ¿Ye pongo lubricante? Yo tengo aún.

— No, dentro ya.

David la metió y comenzó a moverse metiendo y sacando polla hasta que rápidamente, más rápido de lo que era de esperar, se corrió sin decir ni una palabra. Fran salió de la polla de David, se fue al baño y sacó sus líquidos ayudándose de sus manos. Salió. Besó a David. Le dio el numero para encontrarse de nuevo un día y se fueron a la mesa para salir de la discoteca. David salió con ellos, pero se fue a casa en dirección contraria a ellos. Fran, Rolo y Samay se subieron a un taxi. Cuando Samay entró en su casa, sus padres todavía estaban viendo la televisión, se sentó con ellos y con un vaso de agua. Se acabó la película beso a su madre y se fue a dormir.

Mientras tanto Fran y Rolo entraron en casa, se desnudaron y se pusieron a enamorarse uno al otro sin tregua. Fran estaba muy activo para alegrar a su compañero. Rolo parecía perdido en sus pensamientos.

— Estás triste, dice Fran.

— Claro que lo estoy, el puto de Nando se fue con un gitano, contestó Rolo.

— Vamos a alegrar esa cara.

Comenzó a tocarle desnudo pecho de Rolo y pellizcó sus pezones. Rolo miró hacia abajo, la polla desnuda, erguida, brillante, afeitada, con el prepucio arremangado y dijo:

— ¿Qué quieres hacer?

— Te veo tan perdido y que no aciertas que contra toda costumbre voy a tomar las iniciativas hasta que te olvides del puto capullo maricón de tu ex; así que prepárate, te voy a dar más paliza que a una puta de pago.

Rolo cerró los ojos y notó el suave rozar de las yemas de los dedos de Fran rozar uno de los pezones; sorprendido Rolo, Fran dio un beso al otro pezón y lo lamió iterativamente. Encendido Rolo, apartó la toalla de las manos de Fran que le caía por la cara y con los ojos abiertos y mirando a los ojos de Fran le dio un apretado beso a sus labios carnosos, suaves y demoledores de espantos.

¡Joder, joder, joder!, pensaba Rolo cuando Fran le mordió el cuello por la parte de atrás. Gimió Rolo, y en su controlado beso dio un giro y empujaba profundamente su lengua dentro de la boca, húmeda y cálida de Fran. Le entró un escalofrío al sentir agradablemente el sabor de la boca de Fra. Era mejor que cualquier otra cosa que había probado en su vida, ni caramelos, ni pasteles, ni manjar, ni miel podrían igualarse. Lo que había probado en la boca de Fran no eran alimentos y sabores comunes, era el propio Fran quien emitía un sabor único.

Mientras Fran paseaba su mano como un vagabundo por doquier, por doquier del cuerpo de Rolo se paseaba esa mano, tocando las partes más sensibles del cuerpo de Rolo para estremecerle y lo conseguía. Rolo que había sido, aunque delgado y musculoso, ahora estaba perdiendo la fuerza descuero y sentía con Fran que eso se iba a acabar, que tenía que darle a su cuerpo el placer necesario para recuperarlas energías sexuales. Por fin ambas manos de Fran se prendieron del culo de Rolo, sus nalgas amasadas con ambas manos para endurecerlas sus dedos viajando momentáneamente al encuentro la más maravillosa gruta de Rolo, e iba metiendo un dedo, dos, acariciaba la entrada, mientras Rolo iba despertando en orden a su sexo gracias a los sabores singulares de su beso.

— Yo te hubiera amado siempre y no te hubiera dejado, pero me dejaste y te voy a resucitar para que seas de otorgue no te deje nunca, confesó Fran.

— La verdad, es que tampoco me gustaba irme con él, pero me volví loco; ahora estoy en el pueblo en casa de mis padres y suerte que me has llamado, contestó Rolo y siguió besando a Fran.

— Pero esta noche estamos los dos, no te vas a ir en dos semanas por lo menos, te irás con alguien que te va a amar siempre.

Esa noche estaban los dos, ahora Fran estaba ya a punto de darle la vuelta y se la dio para meterle su polla en el culo y que supiera lo que es sexo antes que amor, que el amor ya llegaría. Empujó, de un empellón entro. Rolo dio un grito estentóreo y comenzó a gozar de felicidad. Fran inició su mete y saca hasta descargar todo su semen en el interior de Rolo y Rolo le dijo:

— Eres único, único, oh, ya, me has follado, ay que gusto y placer.

Y se reía sin parar. Fran dejó a Rolo sacando su polla de aquel espectacular culo y se metió delante para que Rolo le follara antes de explotar y lo hizo del mismo modo. Lágrimas de los ojos de Fran secaba con sus dedos Rolo y las lamía mientras lo abrazaba por detrás.

Ambos se pusieron frente a frente y se dieron un largo beso enroscando sus lenguas. Se metieron sobre la cama, apartando la sábana y decidieron que esa noche no estaba hecha para dormir sino para follar.

— Sexo, sexo, sexo, eso es lo que necesitas, dice Fran.

— Sexo, sexo, sexo y sexo, esta noche eres mío mi querido Fran, respondió Rolo.

Fue una noche de desenfreno, cuatro veces penetró Rolo a Fran. Este estaba feliz de hacer feliz a su amigo. Por fin gritaron juntos, sonrieron juntos, se besaron, se abrazaron, se acariciaron y se follaron hasta quedar tan jodidos que el sueño les venció.

(9,60)