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Mi prima lejana en el baño de Starbucks

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Ximena es una hermosa morena de cabello rizado, 1.65, unas enormes tetas que saltan a la vista y unas nalgas en su lugar, producto de sus años en el ejército. Ella no es exactamente mi prima; pero es prima del esposo de mi hermana, y dada la cercanía que siempre ha habido entre las dos familias, cuando nos presentaron hace casi 10 años, nos llevamos muy bien y ella comenzó a llamarme con cariño 'prima'.

Lo cierto es que convivíamos poco, apenas en las fiestas familiares, por que como dije, entró al ejército para estudiar odontología, lo cual significó mucho internamiento y esto no la dejaba asistir a todas las reuniones. Por lo que muchos años dejé de verle.

Pero en las navidades pasadas, Ximena apareció en el festejo, con un vestido pegado y escotado que me dejó boquiabierta, imaginando inevitablemente la posibilidad de tener ese par de tetas en mis labios.

Y como si fuera arte de magia, durante esa noche me confesó que lo suyo era salir con mujeres y que además apenas había tenido la oportunidad de salir con dos y acostarse solo con uno, por lo que en seguida me planteé que no la dejaría ir viva tan fácilmente. Para el final de esta fiesta ambas ya estábamos coqueteándonos a lo grande, pero lo nuestro no podía pasar de ahí porque las familias estaban presentes y aquello nos cohibía.

Lo que sucedió a partir de ahí, es que comenzamos a intercambiar mensajes todos los días y a salir los sábados que ella estaba libre de la guardia. Poco a poco nos enlazamos en una especie de relación formal (pero que no podía serlo, porque yo seguía con mi novia formal).

La verdad es que Xime me prendía muchísimo, sobre todo con su manera de vestir (que siempre dejaba entre ver sus tetas) y la forma en que pintaba sus labios y uñas; la hacían lucir muy femenina y que decir de sus piernas torneadas y su abdomen marcado, que más de una vez me hizo tocar en medio del coqueteo. Lo que más me gustaba de ella, es que siempre olía delicioso, y que era sumamente cariñosa; me enredaba del cuello con sus brazos y me besaba intensamente en cualquier lugar sin importarle que la gente nos mirara. Ella era muy desinhibida y me decía que le excitaba provocarme en lugares públicos.

Así que no fue de extrañarse lo que ocurrió una tarde lluviosa en el baño de un Starbucks.

Durante semanas, Ximena había estado portándose mucho más cachonda conmigo. Al ir en la calle me pellizcaba las nalgas, me besaba el cuello provocativamente y cuando se abrazaba a mí, me acercaba mucho las tetas, besaba mis oídos y un par de veces llegó a frotar ligeramente su vagina con una de mis piernas muy despacito y delicioso. Cuando una noche le dije que me gustó que lo hubiese hecho con mi pierna, ella me confesó que le había excitado mucho y que estaba con ganas de masturbarse, sesión que deliciosamente me hizo escuchar en mensajes de audio, provocando también que yo me masturbara escuchándola y terminara con un delicioso orgasmo nocturno.

Unos días después fuimos a Starbucks. Se puso un short corto que me permitía tocar sus piernas cuando las subió sobre las mías, mientras disfrutábamos en la terraza de nuestro café. Pero la lluvia, nos obligó a entrar para no mojarnos y terminamos el café en la barra.

El local estaba vacío por la lluvia, a excepción de una parejita al fondo que se comía a besos. Conforme bebíamos el café, yo volví a tocar sus piernas y con mi dedo pulgar me fui acercando un poquito hasta su vagina y apenas la rocé lentamente para luego seguir mi camino por sus piernas. Ximena soltó un suspiro y en seguida fue a besar mi cuello, luego mi oído y finalmente terminamos el café y me pidió que la acompañara al baño.

Nos lavábamos las manos, cuando ella me acorraló hacia la pared con un beso profundo e intenso y sin más, metió una de sus manos bajo mi blusa. Eso me calentó y por encima de la ropa toqué sus tetas y las apreté.

En seguida abrió el cubículo a sus espaldas y entramos, nos seguimos besando intensamente y tocándonos sobre la ropa hasta que levante su blusa y saqué una de sus tetas del sostén para comerla. Ella muy agitada por la excitación, tomó mi mano derecha y la introdujo en el short y la tanga, y pude sentir su vagina mojada y deliciosa. No parábamos de besarnos.

Después, me desabrochó los jeans y me los bajó con todo y tanga hasta el suelo, yo acerqué mi vagina a su pierna para que sintiera mi humedad, lo cual la excitó mucho. Ambas estábamos muy mojadas, por lo que mis dedos pudieron penetrarla con facilidad y sin dejar de besar su boca, comencé a meter y sacar mis dedos de su vagina, mientras frotaba mi vagina con su pierna. Nuestras bocas solo dejaron de besarse para que ella me dijera "que rico te mueves" mientras me rasguñaba la espalda y las nalgas con sus uñas pintadas de rojo y mis dedos seguían penetrándola.

Terminamos al mismo tiempo y con sus jugos en mis dedos y los míos en su pierna, volvimos a acomodarnos la ropa, para salir del baño y del local. Había terminado de llover.

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