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Fui su esclava y me terminó gustando

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Esta historia me pasó este fin de semana con la persona menos pensada.

Resulta que a mi mamá se le antojó arreglar y pintar una pared del fondo de la casa para las fiestas. Ella se encargó de hablar con el pintor y contratarlo. Yo no sabía quién era y tampoco me importaba mucho saberlo.

Supuestamente, ese viernes yo no lo iba a ver porque el trabajo llevaría muy poco tiempo y lo haría en las horas que yo estaría trabajando. Pero en la oficina tendrían que hacer una reparación general con la luz y nos dieron la tarde libre. Como todas mis amigas estaban en sus respectivos trabajos o facultad, me fui a mi casa.

Al entrar a mi casa y sentir ruido me acorde que estaría el pintor trabajando. No le di mayor importancia y fui a mi pieza a cambiarme, y entre las cortinas lo veo.

Es un señor de cincuenta y tantos, muy buen físico por su edad, alto, de espalda amplia, con rasgos europeos, piel blanca ojos claros. La verdad muy llamativo.

Sentía la curiosidad de verlo de cerca, entonces con la excusa más tonta fui a donde estaba trabajando y le pregunto:

—disculpe ¿Necesita alguna herramienta para trabajar?

Al escucharme, se da vuelta para mirarme y me responde de mala gana…

—No gracias. Cualquier cosa le digo a su madre.

Sin más remedio, me tuve que ir del lugar, pero no entre a la casa. La verdad no era muy atractivo de cerca. Y más con la respuesta fría que me dio, se perdió todo el encanto que de lejos me generó. Pero aún seguía alguna intriga perdida hacia él. Lo miraba de reojo y muchas veces lo noto. Él me sonreía y seguía con su trabajo.

Pasaron unas dos horas más o menos, y escucho como le avisa a mi mama que ya termino, juntaba las herramientas y que se iba. Mi mama le paga el dinero acordado por ellos y se va.

Creí que eso terminaría ahí, pero me equivoque.

El sábado por la mañana arreglo con Pilar, mi amiga de toda la vida, en salir a la noche. La costumbre es cambiarnos en su casa, así que arme mi mochila con un par de polleritas, una remeritas bastantes al cuerpo y zapatos. En la casa de Pilar elegiría que ponerme. Me baño y me pongo un vestido suelto, pero algo cortito y unas zapatillas.

Al ver mi mama que iba a salir, me dice:

—Ya que te vas, podes de paso pasar por la casa de Orlando a dejarle este pincel que se lo olvido ayer?

—La casa de quién??? Le pregunto con un tono de sorpresa porque no sabía quién era.

—El pintor que estuvo ayer. Vive a unas cuadras de acá.

Me quería morir…. Ir hasta la casa del tipo no estaba en mis planes, pero acepte.

Me anota la dirección en un papel y me lo da.

Salgo de mi casa y veo que la dirección es a unas pocas calles de mi casa. Voy escuchando música sin pensar en nada.

Llego y toco timbre.

Veo que una figura se mueve detrás de la ventana y me dice..

—Pasa, está abierto!!!

Tenía dudas en pasar. Vive solo? Tiene familia? Es un psicótico? Me quede paralizada en la vereda.

La misma voz, me vuelve a insistir que pase. Accedí y entré. La casa era muy bonita, bastante ordenada, con un rico olor fresco. Pero en mi cabeza seguía pensando que no conocía a este tipo y me sentía vulnerable en su casa. Él estaba en el fondo, se veía que estaba arreglando una maquina o algo así. Entra por una puerta que daba al patio trasero, y ni bien me ve me saluda gentilmente. Su tono era completamente distinto al primer cruce de palabras que tuvimos.

—Hola, como estas? Me trajiste el pincel que me olvide? Que amable!!!

Con voz entrecortada, le respondo:

—Sí, mi mama me lo dio.

Extiendo la mano para dárselo y el extiende la suya, rozando mis dedos me lo agarra. Siento un frio correr mi cuerpo y se me irisa la piel. Creo que me puse colorada y como pude le digo…

—Bueno, me voy.

—No!! Dijo con voz fuerte. Quédate a tomar algo. Me estaba por preparar un jugo fresco.

Acepte, porque me dio miedo la expresión en sus ojos.

—Pasa, vamos a la cocina. Dame la mochila, así estás más cómoda.

Me agarra la mochila y la deja en un sillón y nosotros nos vamos a la cocina. Sentía su mirada que me desnuda por completo mientras me sentaba en una silla alta que estaba en una especie de barra.

Tuvimos una linda charla. Cada tanto sus ojos se perdían en el escote del vestido y sus palabras también. Entonces tome la decisión de irme.

—Bueno Orlando, ya me tengo que ir. Mi amiga me está esperando. Dije con firmeza.

Me levante de la silla y me dirigí hacia la puerta de salida, hasta que sentí como sus manos me toman de la cintura y de un tirón me vuelta y me arrima a su cuerpo, quedando pegados y nuestras bocas muy cerca una de la otra.

—Soltame!!! Que haces?? Le ordene.

Mis palabras fueron en vano y me besa en forma desesperada. Intentaba meterme la lengua y cada vez me apretaba más hacia él. Sentía la dureza de su pija cerca de mi conchita.

Baja una mano y me empieza a tocar la cola. Primero por encima del vestido, después me la pellizcaba por debajo, me apretaba la nalga.

Llorando, le pido que se detenga. Que me deje ir.

— Irte?? No bebe esto recién empieza.

A los tirones me lleva hasta la habitación y de un empujón me tira a la cama. Él se pone encima de mí, me continúa besando. Ahora me aprieta las tetas y me hace sentir su verga entre mis piernas. Tengo que reconocer que no me gustaba, pero mi cuerpo no respondía igual que mi cabeza, dado que me sentía húmeda.

Me quita el vestido y el corpiño a los tirones. Me agarra las dos tetas y me las besa, me las aprieta, las amasa. Muerde mis pezones, que se encontraban duros.

Ya no lloraba, y tampoco ponía mucha resistencia a lo que me hacía.

Fue bajando, besaba mi panza, mi ombligo, mis piernas, mientras con una mano seguía tocándome las tetas. Se detuvo para mirarme. Su mirada era perversa. Llena de lujuria. Me corrió la tanguita para un costado, sin dejar de mirarme a los ojos, comenzó tocándome los labios, sentía mi humedad de mi conchita y en su cara se dibujaba una sonrisa. Cuando menos lo espere, me metió dos dedos. Pegue un grito acompañado de un salto.

—Shhhh reina. Goza, goza para mí.

El vaivén de sus dedos al principio fue lento, pero después aumento la velocidad. Sentía placer de verdad, pero no quería demostrar que estaba gozando.

Se me acerca al iodo y me dice…

—Estas gozando, putita???

Eso, no sé por qué me encendió más y lo tome de la nuca y le di un beso apasionado. Las lenguas se encontraron y jugaron por si solas. Sus dedos entraban y salían de mí con desesperación.

Me empiezo a contraer, siento que estaba por tener un brutal orgasmo. Él también lo siente y me quita los dedos, y me los lleva a la boca. Se los comienzo a chupar, casi de forma desesperada. Sentía la acidez de mi conchita y me calentaba más aún.

Sin decir ni una palabra, se ubica entre mis piernas. Siento que rasga mi tanga y me la quita. Se pierde en mi concha mojada y me empieza a besarla. Me pasa la lengua por el clítoris, lo chupa. Me muerde. La verdad tenía experiencia en el tema y me estaba dando la mejor chupada de mi vida. Gemía de placer. Me retorcía. Sentía que iba a explotar. Logre mi primer orgasmo, del cual tomo todos mis jugos. Quede exhausta, temblando. Nunca sentí tanto placer.

Se aleja de la cama y se dirige a un placard y saca una cajita y un pote de gel íntimo. Los deja a un costado. Me toma de la mano y me levanta de la cama. Nos volvimos a besar, mientras le quito la ropa. Moría por verle la pija, sentía que era de buen tamaño. Así que con los pantalones, le quite los calzoncillos, dejando esa hermosura a la vista. Era bastante grande. Se la empiezo a acariciar delicadamente. Le toco los huevos. Siento como goza de mis caricias y lo empiezo a pajear más intenso. Esta perdido del placer.

En un momento me toma de la nuca y me hace arrodillar para que se la chupe. Comencé a darle besos suaves en la glande, en el tronco, pasaba mi lengua para humedecerla. Hasta que me la metí en la boca. Escucho un gemido de placer por eso y me vuelve tomar de la cabeza, y me empieza a coger en forma salvaje la boca. No podía respirar, me ahogaba, tenía arcadas. Pero el gozaba de eso y yo en cierta parte también. Cuando me suelta, veo que abre la cajita que había dejado, y saca un consolador. No era mucho más grade que su pija.

—Chupa las dos, putita.

Nunca había chupado un consolador, me daba asquito, porque no sabía si lo había usado antes, pero al instante de pensar eso, me lo mete en la boca.

—Chupa, si te gusta. Además te las vas a comer enteras a las dos!!!

Sentía que me lo metía con violencia en la boca y le gustaba. Después me dio su pija de nuevo para que la chupe. Así estuve un rato.

Saca de la cajita un preservativo y se lo pone al consolador. Me levanta del piso y hace que me acueste de costado en la cama. Y me empieza a untar el gel en la cola y en la concha. Me mete un dedo en la cola para dilatarla, mientras con los otros dos sigue en mi conchita. Me gustaba la sensación y más me calentaba las cosas sucias que me decía al oído.

Saco su mano, abrió mis nalgas, y puso su pija en la puerta de mi culito, y la fue metiendo lento. Sentía que estaba en el paraíso, me gusta el sexo anal y se dio cuenta. Levanta una de mis piernas y toma el consolador. Y de un golpe lo mete casi por completo. Grite del placer que sentí. Ser penetrada en los dos agujeros por un mismo hombre, nunca lo imagine.

Encontró el ritmo entre las dos penetraciones. Tuve un gran orgasmo. Gemía de placer…

—No pares… Seguí Ahhh ahhh!!!

Él me decía…

—Qué lindo culito tenés putita!!! Como coges de rico…

Me quita el consolador de la concha y su pija. Me hace poner en cuatro, y me vuelve a clavar su pija en la conchita como un animal. Me coge en forma brutal. Gemimos los dos. Me pega nalgadas y me toma de la cintura para meterla más adentro aun. Me agarra de los pelos, me tira para atrás y me besa. Me vuelve nalguear. Estábamos los dos muy calientes. Hasta que sentí como me lleno de leche caliente, echándose en mi escalda, hasta que salió la última gota.

Nos quedamos acostados un rato, pero las caricias seguían estando, los besos se hicieron más apasionados y el placer volvió a tomar el primer lugar.

El me masturbo con sus manos. Que placer!!! Tuve dos orgasmos seguidos dado que se adueñó de mi clítoris. Estaba en las nubes. Llego el momento de darle placer a él. Lo hice acostar en la cama, boca arriba. Tome su pija, que a esa altura estaba bastante dura y se chupe en forma suave. Me encantaban los gemidos de placer. Me la metía los mas que podía en la boca. Lo pajeaba con la mano y le chupaba los huevos. Estaba nuevamente muy caliente, y me coloco en un riquísimo 69. Nos chupamos por un buen rato, yo acabe un su cara y me tome toda su leche dejándole a pija bien limpita.

Nos fuimos a bañar y esa noche me quede con él. Pero sabía muy bien que no sería la única.

Si te gusto mi relato, escribime: [email protected].

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