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Cartas homoeróticas (X): De Janpaul a Mikel

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Mi queridísimo Mikel:

No sé por qué me imaginaba que tu campamento iba a ser un desastre y no me extraña lo que me cuentas. Aunque es un exceso de sexo, te habrás divertido, pero, ya ves, has acabado no amando a nadie, no completando tus banquetes de semen, usando condones para ti y para otros, desperdiciando el sexo y tirando por la borda el placer. Te voy a ser sincero, de haber estado yo en tu lugar, me hubiera aprovechado de todos y cada uno y hallar la plena satisfacción, aunque sé que una hora contigo vale más que cuatro días con quince pobres imbéciles, porque erais dieciséis contando contigo, ¿no es así?

Ya ya tuve una experiencia no muy diferente que ni me dio tiempo a comunicarte para tu conocimiento, porque fue de esas sorpresivas, que uno no las busca ni las quiere pero se la presentan y debes aceptar aunque sea a desgana.

Todo el asunto comenzó el viernes pasado, teníamos puente laboral y estudiantil de viernes a miércoles porque viernes y martes fueron festivos. Toda la familia de mi madre organizó una fiesta en Tarragona, de donde son todos originarios y habían contratado un hotel casi para nosotros solos, porque éramos más de cuarenta, viajamos el viernes por la tarde, para estar sábado, domingo y lunes enteros y el martes regresarnos tras el desayuno.

En la provincia de Tarragona hay una población junto al mar que se llama L’Hospitalet de Infant y al sur está la playa del Torn. Pues después de estar comiendo, bebiendo, hablando y visitando los entornos de esa región, te imaginas 40 personas alquilando un autobús para ir de visitas culturales y turísticas con el gravamen de que esas cuarenta personas todos son familiares, abuelos que eran los que pagaban, padres de todos y todo un ejército de primos y primas con unos cinco niños que daban la lata hasta morir. Un hotel como si fuera nuestra casa, y un autobús como si fuera nuestro carro. Ya estábamos hartos de tanta monserga turística y cultural y el lunes habían programado ir de compras a la misma ciudad de Tarragona. Los hombres con sus mujeres y las chicas que les gustan mucho las compras querían ir para traerse consigo un montón de trapillos, tacones y perfumes. Así que mis primos solteros, es decir, los que no tenían ni novia siquiera, se rebelaron y dijeron que no iban, me convencieron para que tratara de convencer a los mayores y ahí me tenías a mí diciéndoles el domingo en la cena que para nosotros no iba aquello, cuando yo ni siquiera sabía qué pretendían estos pájaros.

Como yo tengo fama de chico obediente, educado, amable —si supieran lo puto que soy— se dejaron convencer y dijeron que no nos fuéramos muy lejos, pero ellos se iban para todo el día. Por tanto mis primos, diez cojonudos primos, sonsacaron dineros de sus padres para poder comer (?) o para no sé qué. Mis padres estaban tan contentos de que mis primos confiaran con mi liderazgo, que me dieron dinero para poder forrarme.

En la noche, tal como habíamos quedado, cuando ya todos se iban a retirar a sus habitaciones, se reunieron en la que ocupábamos uno de mis primos y yo. Conté los que estábamos y éramos 11 machos. Quedamos en esta reunión que debíamos estar a punto en zapatillas y short después del desayuno, para despedir al autobús y luego, ir a alquilar unas bicicletas para irnos a la playa nudista del Torn. A todos nos pareció muy bien porque estábamos sin la gente mayor, las mujeres y los niños y podríamos bañarnos desnudos con la ilusión que nos hacía.

La Playa del Torn es una de las mejores playas de Cataluña; se encuentra a unos 2 Km al sur de L´Hospitalet de l’Infant. El paisaje de ese entorno parece el Edén, todo él rodeado de naturaleza pura, rodeado de bosques de pinos y acantilados de roca calcárea que hacen de la playa del Torn un lugar mágico. La playa tiene una extensión de kilómetro y medio limpios de construcciones, solo hay un camping nudista llamado para mayor causa el Templo del Sol. Fuimos en bici hasta el camping. Como estamos en la primavera calurosa y no es verano, no había casi nadie.

Nos dirigimos a la parte trasera donde está el restaurante. Entramos mi primo Alfredo y yo para ver si podíamos comer. Nos preguntaron cuántos éramos y al decir once nos preguntaron para qué hora y les indicamos que a las dos de la tarde. Me preguntaron qué preferíamos comer y les dije que pongan lo que quieran que vendrán con apetito, hambre y ganas de comer y beber. El tipo del restaurante se reía de lo que yo decía. Pusieron nuestras bicis atadas en custodia y atravesando el camping nos fuimos al mar.

Al llegar a la arena, nos empezamos uno a uno a quitar el short y las zapatillas. Bromeábamos de penes grandes y penes pequeños, pero ya con eso todos estábamos empalmados y tuvimos que echarnos de inmediato al agua, sobre todo ellos, mis primos, que algunos no tienen costumbre. Después del primer baño me salí y me tumbé directamente sobre la arena, removida con los pies previamente para que no quemara.

Se me acercó mi primo Cristóbal. Este es buen chico, tímido a pesar de sus diecinueve años y haber comenzado a estudiar ingeniería naval. Intentó sentarse y la arena quemaba, le dije que la removiera, lo hizo y me dijo:

— Lo sabes todo.

— No; es la costumbre.

— ¡Ah! ¡Claro que sí! Tú, primo, eres playero…

— ¿No te gusta el mar, Cristóbal?

— Bueno, a decir la verdad, quien me gusta eres tú…

— Ja, ja, ja; ¿no sabes que tengo novio?

— Ah, sí, eso dicen, pero de allá, de lejos…

— Un novio es un novio, ¿no te parece?

— Entonces…, tendré que conformarme…, me voy allá, aquí hace mucho calor…

—Sí, Cristóbal, tienes razón, allá, detrás de los árboles y sobre aquellas rocas se debe estar mejor…

Emprendimos una carrera, para desplazarnos y para no quemarnos los pies fuimos por donde la arena estaba húmeda junto a las olas que estaban suaves y tenues. Había una parte más rocosa y me metí para adentro, bajo los árboles, sin esconderse mucho para ver el mar. La vista era bella, concupiscente, concupiscible, apetecible y la carrera me puso caliente. Estaba pensando en meneármela un rato y llegó Cristóbal con más deseos que cansancio y se me echó encima, se puso a besarme. Perdí del todo la modestia.

— ¡Métemela, Jor, métemela, por fa…!

— Pero… ¿tú solo quieres un polvo?

— Por lo menos, Jor, mejor algo que nada…, si no puedo ser tu novio, al menos tu amante…

Nos pusimos uno al lado del otro e invertidos, Mi primo Cristóbal tiene buena polla, no tan gorda como la mía pero igual de larga más o menos. Lo que sí tiene es un culo que ni su puta madre, que es mi tía, lo mejora aunque vaya por la clínica Gluteoplástica del Quirón. Aquello son dos medios melones que con verlos me aturdieron y me dije «los voy a atravesar y los corto como sandía».

Me comí aquel culo, me sabía a sal porque había entrado antes al mar para quitarse la arena, es por eso que venía detrás de mí. Me comió la polla como un perro la longaniza. Mi primo estaba súper salido de madre, no había modo de contenerlo, era la hostia, joder con el cabrón y siempre presumiendo de muy hombrecito.

— ¡Joder, me saliste más maricón que Falete! Siempre tan hombrecito, con las chavas jugando a muy hombrazo y ahora me tienes cogida la cola con tus dientes, pues te voy a estrenar, maricón, puto maricón…

Lo agarré con mis manos y lo puse en cuatro. No me paré más, ni había tiempo para remilgos, los otros primos estaban gritando y llamando para no sabía qué en ese momento. Y quise rematar la faena, total se trataba de un polvo. Metí mi polla por ese agujero sin preparar. Imagínate que me dolió mi polla de empujarla y meterla, cómo le iba a doler al puto de mi primo.

Cristóbal sudaba y gemía, y comencé un mete y saca rabioso hasta que los dos nos salimos de onda y el puto de Cristóbal se corrió sobre la arena al tiempo que yo le llenaba su orto con todo mi semen. Me descolgué y caímos los dos al suelo mientras yo estaba todavía en las últimas.

Cristóbal me quiso besar y volvió la cara, para ver a cinco más de mis primos que nos estaban mirando absortos. Habían venido a buscarnos para ir a comer y se pararon hasta que acabáramos la faena.

Saqué mi polla al ver la cara de susto de Cristóbal y dije mirándolos:

— ¿A quién le toca ahora?

Durante la comida todos comentaban el asunto con jocosidad, pero de mí todos saben que soy gay, lo que no sabían es que el primo Cristóbal también lo era. Me levanté para defenderle:

— Nada hay entre nosotros, yo tengo mi novio que va a saber de mí directamente lo ocurrido hoy, que nadie se meta con Cristóbal, cada uno ha de hacer su vida, y que a todos nos vaya bien. Levantaron el vaso, cada uno con lo que tenía y se hizo el brindis más incorrecto de la historia, quien con cola, quien con vino, otros con cerveza e incluso con agua alguno.

Como contarnos nuestras cosas es como ponernos a follar, espero recibir una papelada de tu leche tan grande como la que te mando yo.

Besos, te quiero, te espero, te amo, te deseo,

Janpaul.

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