Estábamos a finales del mes de noviembre, en pleno otoño, ese día hacía un frío espantoso y por encima amenazaba lluvia. Había quedado a las 7 de la tarde para realizar una entrevista de trabajo, tenía que estar a esa hora en el centro comercial Alcampo; dicho centro comercial quedaba y queda a las afueras del ayuntamiento de La Coruña, una zona poco habitada por aquellas fechas.
Había ido en autobús, llegando a las 7 menos 10 de la tarde, ya era noche completamente cerrada. Cuando salí de la entrevista, iban dar las 9 de la noche. Cuando salía por la puerta del centro comercial, estaba empezando a llover, no se veía un alma por la zona, solo alguna gente que iba al centro comercial en su vehículo y los que salían del centro y que también lo hacían en su transporte privado. Yo tendría que coger el autobús, por lo que me encaminé hacia la parada del bus. Esta quedaba algo apartada del centro comercial, y por encima estaba en una zona totalmente oscura, ya que la zona no estaba iluminada.
Eché a correr para no mojarme, nada más llegar a la parada, arrancaba el autobús. Así que no me quedó más remedio que refugiarme en la marquesina y esperar al siguiente autobús, que solía tardar algo más de media hora, si no había problemas.
Menos mal que allí estaría refugiado de la lluvia y algo del frío que hacía. La verdad es que algo de miedo daba, y es que apenas se veía nada a causa de la oscuridad de la zona.
Mientras esperaba, encendí un cigarrillo y me senté en el banco que tenía la marquesina. No habían pasado ni 2 minutos, cuando llegó a la parada del bus donde yo estaba, un señor mayor; yo le calculé unos 65 años o algo más; traía un paraguas con el que se resguardaba de la lluvia. Vino directamente hacia la marquesina y dándome las buenas noches, cerró el paraguas y se sentó a mi costado.
Bufff que frío hace, vaya noche de perros, dijo el viejo sentándose a mi lado.
¿Hace mucho que esperas el bus? Me preguntó.
No, le contesté, acabo de llegar, pero el bus marchaba en ese momento.
Bueno pues ahora te va a tardar algo más de media hora, me dijo mirándome a la cara mientras apoyaba una mano sobre mi pierna. ¿Que vienes del centro comercial? Me preguntaba sin sacar la mano de mi pierna.
Sí, le contesté.
Ah, dijo, como no te veo bolsas dudaba.
¡Bufff! Vaya frío que hace, repitió el viejo Frotando su mano en mi pierna como si nos conociéramos de toda la vida.
eres muy joven, me decía el viejo sin dejar de frotarme la pierna con su mano. Bueno y además de joven, guapo y al verte aquí solo, pensé que…
Me decía el viejo frotando su mano sobre mi pierna mientras me miraba a la cara.
Yo empezaba a ponerme colorado y nervioso por la situación, y por encima mi polla empezaba a ponerse dura a causa del frotamiento que el viejo me estaba dando en la pierna. Cosa que el viejo se había percatado, ya que mi abultamiento era notorio.
Te gusta, me dijo acercando más su mano a mi entrepierna.
Yo sin poder mirarle a la cara, agaché la cabeza mirando al suelo y poniéndome aún más colorado, no le contesté. Dejé que siguiera frotándome con su mano la pierna mientras está iba acercándose más a mi entrepierna.
El viejo no perdía el tiempo, iba directo a lo que buscaba y aprovechó la ocasión que se le presentaba, llevó su mano a mi entrepierna agarrándome el paquete.
¡Ufff! Estás muy caliente y excitado, mira cómo estás de empalmado me dijo, agarrándome la polla y apretándomela.
Empezó a sobarme el paquete sin dejar de mirarme, como vio que yo no decía nada y le dejaba hacer, el viejo se arrimó más a mí, siguiendo con su manoseo. Te gusta me decía, aprovechándose cada vez más al ver que yo lo dejaba hacer y no decía nada.
Me agarró la mano llevándola a su bolsillo y dijo, mete la mano ya verás lo que tengo para ti.
Nada más meter la mano en su bolsillo, noté que esté estaba roto y al meter mi mano, me encontré su polla totalmente erecta y sus huevos gordos y peludos.
¡Uy que fría tienes la mano! Dijo sin dejar que sacara mi mano de su bolsillo. ¿Te gusta lo que estás tocando?
Yo sin sacar la mano y acariciándole la polla y huevos, asentí con la cabeza.
¿Quieres chuparla?
Yo sin contestar nada, me encogí de hombros.
Sácala por el bolsillo me dijo, y agáchate.
Y eso hice, me agaché y saqué la polla del viejo por el bolsillo. Se asomaba la cabeza de la polla del viejo, y llevando mi cabeza ayudado por su mano sobre mi nuca, abrí la boca metiéndome la punta de su polla en ella.
¡Ohhh que gusto! Exclamaba el viejo al notar mi húmeda boca succionar su glande, ¡ooohhh que gusto! Decía empujándome la cabeza para que tragara más su polla.
Mientras yo le chupaba la polla en aquella posición al viejo, el no quedó quieto, me había aflojado el cinturón y desabrochado el pantalón, metiendo su mano por dentro de mi slip, apoderándose de mi polla y huevos sobándolos.
Yo estaba nervioso y estresado por la situación, por lo que me incorporé dejando de chuparle la polla, e intentar parar al viejo que estaba intentando bajarme los pantalones y slip.
Aquí no, le dije mientras sujetaba mi pantalón. Si viene el autobús o alguien nos van a ver.
No tengas miedo me dijo, a estas horas nadie se atreve a venir a esta parada, no ves que está muy oscuro y es una zona muy solitaria. Si, pero ¿y el autobús?
No te preocupes, vamos a abrir el paraguas y lo colocamos así, dijo colocando el paraguas abierto delante de nuestras piernas. Ves así el del autobús, aunque venga, no va a ver lo que estamos haciendo.
Como vio que quedaba dudando, el viejo se volvió a apoderar de mi pantalón y slip, tirando de ellos hasta que me los bajó un poco, dejando que mi polla y pelotas quedaran al aire libre. Me abrazó a él con una de sus manos, mientras con la otra me acariciaba los huevos y polla.
Deja que te acaricie me decía subiéndome la cazadora y camisa hacia mis hombros. Luego se agachó sobre mi entrepierna, metió mi polla en su boca, mientras con sus manos jugaba con mis pelotas, y con la otra iba intentando bajarme más los pantalones y slip, hasta que consiguió bajármelos hasta las rodillas.
Abre las piernas y déjame ver tu agujerito, me decía mientras buscaba con su mano mi esfínter anal. Escupió en su mano llevándola a mi agujerito, mientras me decía, anda ábrete un poquito más y deja que se abra tu flor para mí, deja que te meta mi dedito y te folle con él.
Yo en aquellos momentos estaba tan caliente y excitado, que abría mis piernas todo lo que podía, exponiendo mi culo y dejándolo a entera disposición del viejo. Esté ya había metido uno de sus dedos em mi culito y estaba intentando meter un segundo dedo, cosa que consiguió con bastante facilidad.
Ves mi putita como se abre tu flor para mí, mira como traga mis dedos tu culito. Eres toda una zorrita y estás deseando que te folle este culito tierno que tienes, me decía mientras iba metiendo los 2 dedos en mi culo.
Yo nervioso y excitado, dejé que el viejo me fuese metiendo mano. Cuando el viejo consiguió meterme el dedo en el culo y luego un segundo dedo yo ya estaba que me derretía de gusto. Me sujetaba a sus brazos recostándome sobre el banco de la marquesina y abriendo las piernas todo lo que podía, dejando que el viejo metiera sus dedos en mi culo. Cuando me di cuenta, el pantalón y slip, ya los tenía sobre los tobillos y estaba jadeando y gimiendo de gusto. Ni si quiera me había dado cuenta de donde nos encontrábamos en ese momento, solo me dejaba hacer por el viejo, que en aquellos momentos me estaba haciendo gozar con sus dedos dentro de mi culo, teniéndome a punto de caramelo.
¿Te gusta zorrita, te gusta lo que te hago eh?
¿Te gusta como te abro el culito y te follo con mis dedos eh?
Así putita, así, abre bien las piernas y deja que te abra el culito con mis dedos, anda que luego vas a probar mi polla y ya verás cómo vas a disfrutar con ella dentro de tu culito. Verás como te gusta que te de por el culo y te rompa este culito de zorrita que tienes.
El viejo no paraba de sacar y meter los 2 dedos en mi culo, mientras con la otra mano ya me había bajado el pantalón y slip hasta los tobillos, y ahora me iba acariciando la polla y huevos. Mira como tienes la pollita dura y tiesa, maricón. Siguió subiendo con su mano por mi vientre y pecho, hasta alcanzar mis pezones y pellizcarlos, ufff que duritos tienes los pezoncitos, me decía, estás bien caliente maricón. Dejó los pezones y subió con su mano por dentro de mi ropa, hasta llevarla a mi nuca, haciéndome que acercara mi cabeza a él. Deja que pruebe esta boquita dijo llevando su boca a mis labios. Ni tiempo me dio a reaccionar, cuando me di cuenta, ya me había metido la lengua en ella.
Después de saborear mi boca con su lengua y morderme los labios, me susurró al oído, quiero follarte, déjame darte por el culo, anda.
En ese momento me di cuenta de donde estaba realmente, y que no era otro sitio que, en la parada del autobús, sentado en el banco de la marquesina y en plena vía pública. No, le contesté, aquí no, estamos en la parada del autobús.
Tu tranquilo y hazme caso, dijo el viejo. Levántate y siéntate sobre mi polla, y por si acaso viene el autobús, coges el paraguas con la mano y te tapas las piernas, que así no verán nada con lo oscuro que está.
Sin esperar a que le respondiera, el viejo ya se había desabrochado el pantalón y se había sacado la polla de fuera. Me agarró con sus manos levantándome del banco, haciéndome mover para que me sentara sobre él, metiéndome la polla en el culo, mientras me iba sentando.
Dios, que pedazo de polla tenía el viejo, era gorda la hija de puta y de largo no estaba nada mal, andaría por los 16 o 17 centímetros. Aquella verga del viejo me iba dejar el culo bien abierto.
Tirando por mí el viejo, me hizo que me fuese sentando sobre él. Sujetó su polla con una mano y mientras yo me agachaba para sentarme sobre él, colocó la punta de aquella verga en la entrada a mi ano y mientras yo me sentaba sobre él, su polla iba haciendo que mi esfínter se fuera abriendo permitiéndole la entrada a mi culo.
¡Ohhh! Gemí al notar su polla abrirme el culo. ¡Ohhh! ¡ooohhh! Volví a gemir más fuerte al notar como su polla ya me había entrado más de la mitad, abriéndome por completo el culo.
¡Ohhh! Así, así, ¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! Gritaba el viejo mientras metía su ciruelo en mi culo. Muévete putita, anda muévete y deja que te folle este culito de zorra que tienes.
En esos precisos momentos, vimos venir el autobús. Dios, ahora que estaba ensartado en la polla del viejo aquel, aparecía el autobús, y además con las luces de los faros, alumbraba la zona por donde venía, en cuanto girara hacia la parada, nos iba ver con toda claridad.
En unos segundos ya me había agachado cogiendo el slip y pantalón, subiéndomelos, mientras me ponía de pie. Lo mismo había hecho el viejo, se había levantado y guardado la polla y abrochado el pantalón, cosa que yo todavía no había podido hacer, solo pude abotonarme la cintura del pantalón, quedándome el cinturón sin abrochar y la polla y huevos de fuera, ya que el slip no lo había podido subir por completo. Como pude guardé la polla y huevos, dejando que la cazadora tapara la parte de delante.
Ven, dijo el viejo sujetándome por el brazo y cogiendo el paraguas. Empezamos a caminar por la acera hasta que esta terminó, dando paso a un camino por el que nos metimos.
No sabía a donde íbamos, pero caliente y excitado como estaba, dejé que el viejo me llevara a donde quisiera y terminara de follarme, dándome por el culo con aquella polla que se gastaba.
Todavía lloviznaba un poco y no sabía dónde realmente iba a poder seguir dándome por el culo, tal y como estaba el día, así que le pregunté al viejo a donde íbamos.
¿A dónde vamos por aquí? Le pregunté.
Ya estamos llegando, dijo el viejo. Nada más andar unos 20 pasos, apareció otro camino que llevaba directo a una casa. La casa era de 2 pisos y se veía vieja, pero era allí a donde me llevaba. Nada más llegar a la puerta, el viejo cerró el paraguas, sacó un manojo de llaves abriendo la puerta con una de ellas. Entró el viejo dejando el paraguas y encendiendo una luz, me ordenó pasar.
Aquí es donde vivo, bueno tengo un piso en la calle Barcelona, que es donde suelo vivir, pero esta casa también es mía y suelo venir a ella por temporadas.
Cogió el paraguas de donde lo había dejado y me dijo que lo siguiera. Fuimos andando por un pequeño pasillo, abrió una puerta por la que entramos a la cocina, allí dejó el paraguas y saliendo de nuevo por la puerta, me llevó a una habitación donde había una cama a medio hacer, vamos que allí habían dormido, pero no habían hecho la cama.
Este es mi dormitorio, dijo el viejo, hoy no hice la cama porque no tenía ganas, me decía mientras se acercaba a mí, abrazándome. Ahora si que no nos van a interrumpir putita, ahora vamos a seguir con lo que estábamos haciendo, te voy a follar este culito de puta que tienes, me decía sacándome la cazadora y siguiendo por la camisa. Te quiero tener en pelotas putita, quiero darte por el culo en todas las posturas, quiero romperte el culo y hacerte gritar de placer, me decía sacándome la camisa. Una vez me tuvo desnudo de cintura para arriba, mientras me mordía los pezones fue sacándome el pantalón, solo tubo que desabotonar el botón de la cintura, y dejar que fuese cayendo por su peso. Luego tiró del slip para abajo, llevándolo junto al pantalón hasta los tobillos, allí me sacó los zapatos, terminando de sacarme el pantalón y slip.
Así putita, así te quiero tener, me decía abrazándome a él.
¡Dios que bueno estás maricón! Ufff que joyita tenemos, me decía acariciándome con sus manos la espalda y el culo mientras mordía mis pezones.
Mientras tanto yo desesperado por ser empalado de nuevo por la verga del viejo, caliente y excitado como estaba, fui desabrochando el pantalón del viejo, hasta conseguir tener en mis manos aquella verga que tanto deseaba.
El cabrón del viejo, no llevaba calzoncillos, iba ya preparado para la acción; seguro que había ido a los aseos del centro comercial, y seguro que me vio cuando salía de la entrevista de trabajo y al verme ir para la parada del bus, me siguió a ver si tenía suerte y me daba caza; y el muy cabrón acertó, me había dado caza y ahora me tenía em pelotas a su entera disposición, caliente y excitado, deseando que me follara dándome por el culo.
Yo no dejaba de jadear con las caricias que me daba el viejo, me aferraba a su polla, mientras se la iba descapullando y acariciando sus enormes y peludas pelotas. El pantalón del viejo ya le había caído a los tobillos, como veía mi excitación y calentura, empujándome por los hombros, me hizo agachar, ordenándome que le chupara la polla.
Anda, abre esa boquita y cómeme la polla antes de que te vuelva abrir esa flor que tienes en este culito tan tierno y sabroso. Abrí la boca llevándome aquel falo que tanto estaba deseando y comencé a chuparle la polla al viejo.
Primero chupé el glande, saboreando con la lengua toda la cabeza, metía la punta de la lengua por entre la piel del prepucio, haciendo que el viejo gimiera mientras se agarraba a mi cabeza y tiraba de mi pelo.
¡Ohhh maricón que lengüita tienes! ¡ooohhh que gusto cabrón! Gritaba el viejo tirándome del pelo para hacerme que moviera la cabeza y tragara más su polla.
Mientras le chupaba la polla, el viejo se sentó sobre la cama, y dejando que yo le fuera chupando la tranca, él fue terminando de sacarse toda la ropa.
Cuando ya estábamos los 2 desnudos por completo, sacándome la polla de la boca, me ordenó que me tumbara sobre la cama. Ven putita, ven y túmbate que quiero abrirte la flor de tu culito y follarte antes de que me hagas correr en esa boquita de mamona que tienes.
Colocándome como me ordenó, quedé tumbado boca arriba con las piernas abiertas y dobladas por las rodillas, la polla tiesa mirando al techo, el culito expuesto y dispuesto para ser de nuevo ensartado por la polla del viejo.
El viejo se puso de rodillas sobre la cama, se colocó en medio de mis piernas haciéndome abrirlas aun más, y levantándome las piernas por las corvas, hizo que mi culo quedara a su total y entera disposición, para ser sodomizado por aquella verga que tanto estaba deseando. Echó mis piernas sobre sus hombros, y arrimándose más a mí, colocó la punta de su polla en la entrada a mi agujero, presionó su polla dando un leve movimiento a su pelvis, haciendo que mi esfínter cediera y fuese abriéndose, permitiendo la entrada a aquella estaca que lo invadía. ¡Ohhh! Grité al entrarme el glande en mi culo, ¡ooohhh! Volví a gritar cuando volvió a clavarme otra buena ración de polla. En ese momento el viejo se echó sobre mí, enterrándome por completo aquella tranca en mi culito.
¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Grité al notar toda su polla dentro mía y sus pelotas pegadas a mi ano.
Me agarré con mis manos a sus brazos, clavándole los dedos en ellos, cuando me hubo ensartado su polla por completo. Dios, ya me tenía empalado en su verga y ahora empezaba a mover su pelvis, enterrándome cada vez más su polla en mis entrañas.
¡Ohhh siií! ¡siiií! Así, así, gritaba el viejo sacando y metiendo su polla en mi culo. ¡Ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Ay maricón que culito más delicioso tienes, que gusto me está dando, ay que gusto da follarte este culito. Te lo voy a reventar y dejar bien preñado de leche, pedazo de maricón, ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto!
Yo sudaba y deliraba a causa del gusto que me estaba dando con aquella follada, el cabrón del viejo. Notaba su polla como entraba y salía, escuchándose el chof, chof chof chof de su polla deslizándose por mis entrañas, y cada vez que su verga me tocaba la próstata, daba unos fuertes gemidos, clavándole mis dedos en sus brazos, pegando mi culo aún más a su pelvis, ¡ohhh! ¡ooohhh ohhh! ¡ooohhh ohhh! Gritaba cada vez que aquella tranca tocaba mi próstata.
Te gusta maricón, te gusta que te follen y den por el culo, ¿eh?
Mira como disfrutas con mi polla dándote por el culo, mira cómo gimes pedazo de puta, eres toda una zorrita que le gusta que le den por el culo, ¿eh? Toma maricón, toma polla, toma polla y gime, gritaba el viejo sin dejar de follarme.
Yo ya estaba que no podía más, sudaba y deliraba de gusto y estaba a punto de llegar al clímax, notaba mi polla gotear semen sin parar y un calor cada vez más creciente en mi culito. Hasta que no pude más y estallé soltando unos potentes trallazos de leche, que llegaron a mi cara. ¡Ohhh me corro! Me corro, ¡ooohhh ohhh me corro! Dios me estaba corriendo sin tocarme la polla, había soltado 4 potentes trallazos de semen, y ahora mi polla seguía expulsando el semen a borbotones sobre mi vientre, mientras el viejo seguía taladrándome el culo con su polla.
Te corres maricón, te corres de gusto pedazo de puta. Mira como te hice correr gritaba el viejo sin dejar de follarme.
Ahora sí, ahora sí maricón, ahora me voy a correr yo, gritaba el viejo empezando a culearme más rápido y dándome estocadas más profundas con su polla.
¡Ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Me corro, me corro, gritaba el viejo, follándome sin parar.
Noté como su glande se hinchaba, empezando a eyacular dentro de mi culo, regándome las entrañas con su leche. Me había largado 5 trallazos de semen, dejándolos en lo más profundo de mi culo.
¡Ohhh maricón! ¡ooohhh que gusto! Ya te he dejado bien preñado pedazo de puta, ahora llevas mi semilla en tus entrañas.
Poco a poco fuimos recuperando el aliento, y una vez calmados y nuestros huevos se vaciaron por completo, soltando todo el semen que contenían, la verga del viejo fue saliendo ella sola de mi culito. Una vez salió la polla, el viejo se tumbó a mi costado, y acariciándome la polla y huevos, fue frotando su mano por mi vientre y pecho, esparciendo todo el semen que yo había derramado sobre él.
¿Te ha gustado? Me preguntaba el viejo sin dejar de acariciarme.
Sí, le contesté mirándole a la cara.
Me alegro de que te haya gustado, y que hayas disfrutado con la follada que te he dado, me decía besándome el cuello y pellizcándome los pezones.
Aquel trabajo no tuve suerte y no lo conseguí, pero a cambio lo que conseguí, fue una tremenda follada y una nueva polla con la que disfrutar las veces que me dio por el culo.
Una vez nos hubimos vestido, el viejo me acompañó hasta la parada del autobús, cuando vino este, nos despedimos hasta otro día y subí al bus rumbo para mi casa, bien follado, satisfecho y con la esperanza de ser follado otro día por aquel viejo que también me había hecho disfrutar.
Podéis escribirme a: