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La historia de Ángel, solo era un muchacho (21)

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Nos levantamos y fuimos a ducharnos en su cuarto de baño. Nos lavamos el uno al otro en una constante caricia y volvimos a la cama desnudos, así nos metimos entre la ropa y me abracé a él.

A pesar de haberle complacido dándole mi verga y de haberlo gozado, no me consideraba un macho, de verdad que lo había disfrutado, mucho, y gozando al verle a él dichoso cuando me sentía profundamente metido en su cuerpo, yo se lo que es eso, pero lo mío son las vergas y que me las metan por la boca o por el culo, me sentía agradecido por la confianza que me tenía para pedirme que fuera su primer macho que se lo cogiera.

Nos dimos unos tiernos besos y se quedó con los brazos fuera de la ropa colocando las manos bajo su nuca, su peluda axila quedaba pegada a mi nariz y los pelos me hacían cosquillas.

-¿Te sientes feliz Ángel?

-A tu lado me siento seguro, protegido, amparado y te amo.

-He hablado con Eduardo, queremos que sigas preparándote y le he pedido que tus profesores te dirijan, ahora por internet, como hacían antes, tienes que superar la prueba de acceso a la uni, ¿qué te parece? -me le quedé mirando, o sea, que no solamente había pasado el día atendiendo a sus pacientes, también se había preocupado de mi.

-Haré lo vosotros queráis. -bajó el brazo para pasarlo bajo mi cuello y se giró para mirarme.

-Ángel ahora eres libre para tomar tus decisiones, ya no perteneces a mi tío ni a la organización, puedes hacer lo que te guste. -posó los labios en mi nariz dándome pequeños besos.

-Pero está bien, me gusta estudiar y Eduardo tampoco me lo impuso, entiendo que Guido y Oleguer no puedan estar aquí y que tenéis que buscar otra forma para que estudie, además, Álvaro, yo te agradezco que te preocupes por mi. -me acariciaba el hombro con la mano que tenía libre, hacía que me sintiera bien a su lado, ¿cómo iba a cuestionar lo que él decidiera?

-Puedes usar mi ordenador, todo lo que necesites y si no lo tengo pídeselo a mi madre para que lo traigan. -me sentía como un niño mimado.

-Gracias Álvaro, te quiero, pero no necesito nada, tengo demasiado. -le acariciaba la pierna jugando con los pelitos que hallaba en mi recorrido.

-Tengo que cuidar de mi gatito hacer que se sienta feliz. -era el ser más delicado y delicioso que conocía.

-Ahora cuéntame tu día, como lo has pasado sin mi. -me volví hacia él y comencé a contarle como había ayudado a su mamá, y luego la comida con Eliseo y el viaje a la montaña, todo y muy detallado.

-Vaya, veo que no me has necesitado en todo el día. -elevé la mirada pero no estaba enfadado, me sonreía como solo él sabe hacerlo.

-Estoy contento, muy contento de que lo hayas pasado bien, y que mamá y Eliseo te hayan atendido, quiero que sigas las clases de conducir y nadie mejor que el, mañana te apuntaré en una academia para que puedas examinarte.

-¿Puedo hacerte una pregunta? Es sobre Eliseo.

-¿Pregunta?, todo lo que desees saber gatito, estoy para responderte, lo que pueda.

-Habla muy poco pero me recordaba del funeral de su mujer, y al hablar de ella lo hacía como si su muerte hubiera sucedido hace años y no unos meses. -me pareció que Álvaro se ponía tenso y pensé que no tenía que haber hecho la pregunta.

-Bueno, verás, creo que su relación de marido y mujer había terminado hace mucho tiempo, aunque vivían juntos él tenía sus diversiones y hacía su vida.

-Es un buen hombre a pesar de todo, y ahora que le conoces mejor, te habrás dado cuenta de lo atractivo que es, igual que Pablo. -dejó de hablar y saqué mis conclusiones, Eliseo tenía que ser un don Juan conquistador al que pocas mujeres se resistirían, pasaba con él lo mismo que con Pablo, los dos poseían una virilidad arrolladora.

-Si, es muy, muy… -no sabía que palabras emplear.

-Muy masculino, varonil y macho, ¿es lo que quieres decir? -Álvaro lucía una sonrisa irónica y de mordaz picardía.

-Sí así es, pero también rudo y un poco áspero. -encajaba en todas las calificaciones que pudimos encontrar.

-Igual que Pablo, son idénticos. Por cierto, ya le quedan pocos días para terminar los exámenes en la uni y vendrá a pasar las vacaciones como hace otros años. -tuvo que notar la alegría que reflejaba mi cara.

-¡Ohhh! Pablo, ¡qué bien que venga pronto! -se me quedó mirando y vi que sonreía también.

-¿Tienes ganas de estar junto a él? No hace muchos días que no le ves.

-¿Te molesta?

-No gatito, si a ti te hace feliz a mi también, siempre nos hemos llevado bien, ahora no tiene porque ser distinto. Yo te amo y…, sí, él te ama también.

-Nunca me lo ha dicho.

-Es un tosco y un zopenco, no sabe decir lo que siente, se avergüenza de tener sentimientos. -me besaba lentamente acariciándome la cara y apagó la luz, me fui quedando dormido entre sus brazos, dando vueltas en mi cabeza a lo que podría suceder cuando Pablo llegara.

Pasaron algunos días, comenzaron a caer las primeras nevadas, a cubrir con su blanco manto los campos, y aunque no era mucha la cantidad, bastaba para que el suelo brillara cuando algún tímido rayo de sol conseguía atravesar las nubes.

Mis profesores se habían puesto en contacto conmigo interesándose por mi estado y comenzaron a llegar sus instrucciones, las clases se reanudarían después de pasar las fiestas.

Eliseo envió el abeto que Victoria le encargó, no lo trajo él, envió a dos hombres, y fueron necesarios para meterlo en el salón y dejárnoslo instalado. Los adornos navideños cambiaban el ambiente de la casa y se palpaba la Navidad. Una mezcla de triste melancolía y alegre esperanza se podía respirar poniéndole el contrapunto adecuado, y al calor de la chimenea don Mateo, en los prontos anocheceres, se empeñaba en enseñarme a jugar ajedrez.

Eliseo me recogió en un par de ocasiones para que le acompañara, una vez para llevarme a la academia de conducir como Álvaro le pidió para que fueran preparando la documentación, la otra para llevarme a la hacienda de los abuelos de Oriol, allí pude conocer mejor a los ancianos, eran mayores que los padres de Álvaro.

Me estuvo enseñando las caballerizas y su casa en un pasar de largo, pequeña pero bonita, un poco apartada de la casa principal y del resto de las instalaciones. En unos grandes almacenes, donde guardaban la maquinaria agrícola, estaban varios trabajadores, hablando y preparando aperos diversos.

Estuvo un rato hablando con ellos y dándoles instrucciones, me los presentó por sus nombres, de los que solo me quedó el de un chicho joven, Marcos, pero lo recordaba por su actitud insolente y arrogante.

No era muy mayor y vestía un vaquero ajustado que le marcaban las piernas y muslos como si fuera una segunda piel, la camisa la llevaba con las mangas remangadas mostrando el moreno e hirsuto pelo que le poblaba los brazos, se tocaba insistentemente el bulto exageradamente grande que mostraba con orgullo en la entrepierna, lanzándome procaces y provocadoras miradas.

Tenía delante de mi un ejemplar de macho bastante guapo y apuesto, viril y creyéndose el dios apolo ante el que todos se rinden. Procuré no mirarle demasiado, pero era inevitable que mis ojos se fijaran a veces en él, por su atrevida pose y porque estaba muy bien, él era conocedor de sus atributos sin duda.

Mi aguda y experimentada vista me permitía percibir la forma del alargado pene bajando por la pernera, del glande más gordo que el tronco, y de las dos redondas bolas que eran sus cojones, todo ello marcado claramente en la dura y gastada tela.

En una ocasión sorprendí a Eliseo observándome, justo en el momento que mi mirada estaba prendida del paquetón del tal Marcos, me puse rojo y aparté bruscamente la mirada.

Eliseo iba cambiando, ahora me hablaba más y se permitía algunas bromas del tipo hombre-hombre, o macho-macho, como si yo fuera como él.

-Mira esa chica que culo tiene, para cogérselo y meterle el garrote, o…

-Esa tía buenorra nos está mirando, la tipa está provocativa, o…

-Te voy a llevar un día de estos a follar unas putas…

Yo solamente me reía porque sabía que todo eran bromas, él tenía que haber notado, o mejor aún, conocer lo que yo era, o simplemente me estaba provocando para saber lo que yo pensaba.

También me daba espaldarazos que me temblaba el cuerpo y al ver mi cara se reía con ganas. Toda una camaradería que parecía muy extraña siendo nosotros tan diferentes.

Otras veces me trataba como si fuera una delicada dama, cuando detenía la ranchera y había un charco de agua, me cogía en sus brazos para que no lo pisara, a pesar de todo lo pasaba bien a su lado. Ese día, ya de vuelta a la casa de Álvaro, y como que no quiere la cosa.

-Ese Marcos está como quiere, ya lo se, ya te ha puesto el ojo encima lo mismo que tu, ten cuidado con él, no se si a Pablo y a Álvaro les gustaría… -en un principio me quedé mudo, desconcertado de que pensara que yo podría querer algo con el hombre por muy bueno que estuviera.

-¿Cómo puedes pensar así Eliseo? Yo no quiero tener nada con Marcos… -se puso a reír con esa risa fuerte y bronca que le sale profunda del pecho y me agarró el muslo, su mano era tan grande que rodeaba mi pierna.

-Pues no, claro que tu no quieres, te lo decía por él y eso que yo entiendo que lo miraras de esa manera, es un hombre muy macho que gusta a las hembras y a ti no te interesa para nada, mi sobrino y Álvaro tampoco están nada mal. -ahora hablaba lo que otras veces no había hecho, demasiado, y no sabía a donde quería ir a parar.

-Como tu dices no me interesa, no siento fascinación por los hombres que son tan gallos. -me estrujó un poco más en la pierna con la mano.

-Sin duda eso pensaba, ¿no te habré molestado, verdad? A veces me paso cuando una persona me interesa, ¿sabes? Quiero que sigamos siendo amigos, y que si tienes algún problema o necesitas algo sepas que yo estoy para dártelo. -de repente sacó la ranchera del camino y la detuvo. En ese momento sentí un poco de miedo, bueno de miedo no, tenía la certeza de no me iba a hacer algo malo, me quedé expectante, vigilante por lo raro de la situación.

-No me gustaría que pensaras mal, tu eres un muchacho muy guapo, exquisito, mi sobrino y Álvaro están interesados por ti, seguramente también a otros hombres les pasará lo que a Marcos, no hay duda, y yo tengo que cuidarte cuando estás a mi cargo. ¿Me entiendes? -me miraba muy fijo cogiéndome de los hombros.

-Sí, si Eliseo te entiendo perfectamente. -sonreía como un avispado y viejo zorro cazador.

-Pues venga, un abrazo de amigos que selle nuestra amistad. -me llevó hasta su pecho y pensé que me rompía la columna, al cabo de un minuto que aprovecho para pasar las manos por mi espalda hasta llegar a las nalgas, se separó.

-Eres tan pequeño y lindo como un niño. -ahora acercó la cara y me besaba en la frente, sentía los duros pelos de su barba que la tenía como siempre de dos o tres días.

No se detuvo ahí y bajaba besándome los ojos, las mejillas hasta llegar a la comisura de la boca y allí se detuvo unos segundos, posando su carnosa y roja boca en el extremo de mis labios, le olía el aliento a semillas de comino abriéndome el apetito sexual, otra cosa más que me recordaba a Pablo, si hubiera cerrado los ojos pensaría que era él quien me besaba.

Ahí quedo todo, creo que al no recibir repuesta por mi parte decidió terminar lo que solo él había empezado. Cuando llegamos a la casa me dejó en la entrada sin bajarse, abrió la ventanilla y me guiñó un ojo.

-Recuerda que soy tu amigo para todo lo que quieras, esto no lo hables con nadie, pensarían mal, ¿de acuerdo?. -y se marchó, esperé hasta que las luces traseras del del coche desaparecieron.

Esa noche Álvaro no llego para la hora de la cena, me estaba dando cuenta de que trabajaba demasiado, demasiadas horas sin dedicar tiempo al descanso, siempre tenía la misma disculpa, no había médicos suficientes y en este tiempo se disparaba el trabajo ambulatorio.

Subí a la habitación y me puse a revisar los correos que Guido y Oleguer me habían enviado, cuando escuché el motor de su coche no bajé para buscarle, tardó escasos minutos en subir.

-Mi gatito, pensaba que estabas en la cama. -me levanté para abrazarle.

-Has subido muy pronto, ¿sin cenar? -le abracé la cintura pegando mi cuerpo a él.

-Comí un bocadillo en la cantina del hospital, con mis compañeros del trabajo, no te preocupes que no voy a morirme de hambre. -me dio unos cuantos besos.

-Voy a tomar una ducha, la necesito de verdad. -le ayudé a quitarse la ropa y le acompañé al baño. -veía su hermoso cuerpo a través de los cristales hasta que se empañaron por el vapor.

A pesar de no ser tan fuerte como Pablo no estaba nada mal, era alto y con anchas espaldas, cintura estrecha que terminaba en sus nalgas redondas y altivas, fuertes muslos y piernas, la pija un poco más pequeña pero de respetable tamaño y que estaba aprendiendo a manejar muy rápido. En el pecho tenía bien marcados los pectorales, su abdomen estaba plano marcándosele un poco los cuadraditos abdominales. Le coloqué en la edad de su padre y me gustaba la proyección que veía de él aunque no fueran iguales.

Me decidí y en un segundo me había quitado el pijama y abrí la mampara de la ducha, una nube de vapor me pegó en el cuerpo y entré en aquel recinto tan cálido.

-¿Qué haces gatito? -estaba cubierto de espuma y le abracé sintiendo como resbalaba una piel con la otra.

-Acompañarte, te veo tan poco que no quiero perder los minutos que pueda pasar a tu lado sin tocarte. -le pasaba las manos con la suavidad que proporcionaba el gel que le cubría, pasando por sus anchos hombros, y por los costados hasta su cintura, para llegar a su pequeño y duro culo. Introduje la mano entre las nalgas llegando al ano, sentí a mi pene vibrar recordando que hacía unos días había albergado mi polla y el gusto que me había dado.

Le pasé los dedos por los bordes del ano delicadamente y Álvaro suspiró abriendo un poco las piernas para dejarme que tuviera mejor acceso, con la mano izquierda le acaricié los testículos mientras con la derecha le estimulaba el ano viendo como la verga respondía comenzando a inflarse.

-Por favor gatito déjalo para luego, vas a lograr que mi culito quiera de nuevo tu polla. -pero yo no quería dejarlo ahora que estaba excitado y con deseo, abrí el grifo para aclararle y me arrodillé empezando a lamerle las gotas de agua que caían por el glande y lo introduje en la boca.

-¡Waaaaww! Gatito, que delicia. -chupe el gordo glande cerrando los labios en la base y busqué su ano para introducirle un dedo.

-¡Ohhh! ¡Ohhh! ¡Ohhh! Mi amor que bien lo haces, separó más las piernas y conseguí meterle todo el dedo follándole el culo con él, respondía a los estímulos de mi dedo en su culo engordando su verga y poniéndosele más dura.

Retiré el dedo de su ano y me chupé el índice y corazón para volver a meterle ahora los dos, el culo apretaba la punta de los dedos negándose a que le perforaran y de repente se abrió dejando que resbalaran en su recto.

-¡Oh, Dios mío! Qué gusto nene. -volví a meter la punta de la polla en la boca y seguí moviendo los dedos, la otra mano la ocupaba dandole masajes en los huevos, sintiendo como se le contraían subiendo y bajando en la bolsa hasta pegar en la base del pene.

-¡Oh! Mi vida, mi amor, que placer. -me sujetó la cabeza y sentí que deseaba ir a más pero no se atrevía a follarme la boca con la verga.

Saqué un instante la polla y entonces llevó los dedos de una mano a mi boca y se los chupé.

-¡Ayy! Ángel, mi gatito, que rica boca tienes.

-Fóllamela Álvaro, fóllala hasta que te corras, quiero tu leche mi amor. -al principio iba despacio pero la excitación le podía terminando follándomela con fuerza, hasta que sentí contraérsele el ano cerrándose en mis dedos y empezó a descargarse los huevos.

Sentí como golpeaba la leche saliendo con fuerza en mi boca, estaba caliente y jugosa, no la tragué y dejaba que su verga se envolviera en el semen que terminaba de dejarme, como le tenía sujeto por las nalgas apretándolo contra mi boca, metió la mano y me empujó la cara para que le dejara sacar la verga.

-¡Ya vale, ya vale Ángel! -dejé que la fuera sacando y apretaba los labios para que me dejara todo el esperma que tenía bañándole la polla, fui tragando lo que me quedaba dentro, mucha había escurrido de mi boca manchándome el pecho.

Me sujetó por las axilas y me levantó del suelo, su boca llegó ávida a la mía metiéndome la lengua buscando la saliva.

-Ángel, mi gatito, eres mi rico cielo.

-¿Te ha gustado? -le abrazaba meloso mientras le besaba el pecho.

-Ha sido perfecto, increíblemente bueno.

Nos metimos en la cama y apoyé la cabeza en su pecho mirándole.

-Te quiero Álvaro, me gustas, me sabes rico. -se sonrió y apretó mi cabeza, luego me elevó colocándome a su altura.

-¿Como te ha ido el día? Me ha dicho mamá que has pasado toda la tarde fuera.

-Eliseo vino a buscarme y me llevó a la haciendo de Oriol, estuve con sus abuelos y viendo las instalaciones, entre los trabajadores conocí a un chico un poco prepotente, Marcos creo que se llamaba.

-¡Ah! Le conozco, precisamente esta mañana ha llevado a su madre a la consulta, no tienes que preocuparte, es un poco presumido pero no es malo, no creo que se haya metido contigo y menos estando Eliseo.

Le expliqué algunas de las poses provocativas de Marcos y Álvaro comenzó a reírse.

-¿Te hace gracia?

-Bueno, no tiene nada de malo, te intentaba conquistar, será que le has gustado. -a la vez que reía me acariciaba la espalda que la tenía desnuda, no había vuelto a ponerme el pijama y los dos estábamos sin ropa debajo de las sábanas.

-No ha sido muy agradable, Eliseo ha pensado otras cosas y me ha reprochado que me fijara en él. No se Álvaro, creo que le gusto a Eliseo. -sus risas no cesaban y sus caricias tampoco, había llegado a mis nalgas y jugaba metiendo los dedos hasta llegar a mi ano.

-¿Y a quién no le gustas?, eres una tentación, un capricho para cualquiera, me ha contado Pablo que los hombres de la organización se peleaban por ser los primeros en estar contigo. -lo que decía me estaba sorprendiendo, sabía que Millán y Andrés habían quedado encantados conmigo, se lo habían dicho a Eduardo, pero que hubiera más que lo deseaban me tenía intrigado.

Lo que Álvaro me contaba también me agradaba y elevaba mi auto estima, sentirme deseado por tantos hombres, no podía evitarlo, me encantaba y me daba miedo a la vez. Inspirar ese sentimiento me preocupaba por que alguno me pudiera causar daño al dejarse arrastrar por sus deseos, como había sido con Alejo y su compinche.

Todos los hombres no eran maleantes y la mayoría sabía tener respeto, yo estaba protegido por Álvaro y Pablo, me sentía seguro, como ahora mientras sentía su mano pasar por mi ano acariciándolo.

-¿Sabes una cosa Álvaro?

-Dime gatito.

-Tu y Pablo os parecéis en muchas cosas, no os molesta que otros hombres me deseen, y tampoco que me hayan tenido. -bajó la cabeza para unir sus labios a los míos.

-Mi vida, ¿y qué conseguiríamos enfadándonos? Tu eres increíble, lo mismo que Oriol o más, no podemos evitar que inspiréis el deseo de teneros. Yo te amo como eres y quiero que seas así, terriblemente guapo y deseable, y que estés conmigo como ahora. -pasé la mano por su pecho y la bajé hasta el abdomen y llegué a su pubis, le encontré la verga crecidita y palpitante, descansando sobre el mullido lecho de los pelos.

-Vuelve a hacerse grande, me gusta Álvaro, quiero tu polla, deseo que me la metas y dejes de jugar con mi culo.

-Si vidita, te la voy a dar para que la tengas calentita dentro de ti.

-¡Ayy! Mi Álvaro, dámela ya. -en lugar de hacer lo que le pedía me sujetó las caderas y me puso arrodillado, entendía lo que deseaba hacer y abrí mis piernas empinando el cuelo.

Pegue un grito estridente al sentir el golpe de su lengua en mi ano.

-¡Ayyyyyyyyy! Álvaro mi vida me matas, dame lengua amor, cómete mi culo. -me lo devoraba con mucha intensidad a la vez que me manoseaba la polla y los huevos, yo solo gemía y gemía del gusto que su boca me daba.

Dejó de comerse mi culo y me dio al vuelta colocándome tumbado mirándole.

-Tienes algún pelito alededor del ano. -me quedé sorprendido mirándole y pensando que podría haberle molestado.

-Puedo ir a un salón de belleza para que me depilen si no te gustan. -desde que Ana Marí me llevó por última vez había descuidado el aspecto de mi culo.

-Por mi no lo hagas, me encanta verlos haciendo guardia alrededor de tu ano. -me sonreía con picardía antes de sellar mi boca mordiéndome los labios.

-Sujétate las piernas. -me las puso pegadas al pecho y cogiéndose la polla me golpeaba el ano, como si fuera un látigo de carne que se estrellaba haciendo que mi culo se contrajera abriéndose y cerrándose.

-¡Oh, por favor!, no me vuelvas loco Álvaro métela ya, mi vida, por favor. ¡Dame la verga! -me la metió de una vez toda sin detenerse y haciendo que buscara el aire que me sacaba al empitonarme con su polla.

-¿Así la quieres?

-Sí, sí, dámela fuerte, rómpeme el culo mi amor. -me follaba como el mejor macho enviándome la verga hasta el fondo y cerré los ojos disfrutando de la cogida tremenda que me daba, me tocaba la polla sin apretarla para no correrme y aguantar la cogida gozándola como nunca.

-Me voy a correr Álvaro, me llega la leche mi amor. -al escucharme redobló la velocidad y su verga entraba sin compasión en mi culo llenándome el vientre.

De repente, en el momento de sentirme la leche en la punta de la polla, Álvaro empezó a correrse en fuertes arremetidas en mi culo que me movían sobre la sábana.

-¡Toma, toma la leche que querías! -dejé de sujetarme las piernas, y al caer su verga se salió un poco de mi culo, para sentir mejor los trallazos de leche que me enviaba inundándome.

-¡Ahh! mi amor me estas llenando. -volvió a hincarse en mi culo hasta que se desplomo sobre mi pecho. -descansamos un momento para empezar a besarnos agradeciendo el uno al otro como se había portado.

Cuando sacó la verga estaba manchada de semen, y se la limpié con mi pantalón, lo mismo que la leche que estaba sobre mi estómago y la que me salía del culo.

-Me gusta como me haces el amor, como me follas el culo, es tan hermoso tenerte.

-Si mi vida no es difícil darte placer, es una delicia hacerte feliz, deseo que seas feliz y que hagas lo que te guste. -le miré dubitativo.

-¿Crees que debo volver a salir con Eliseo?

-¿Por qué no? Eliseo no te va a hacer daño y Marcos tampoco.

-Con lo que te he contado pues no se, pensé que te podría molestar. -estaba pensando en las palabras que Eliseo me dijo sobre él y Pablo, que no les gustaría que hubiera mirado a Marcos.

-Mi vida, todo lo que hagas depende de ti, nadie va a pedirte cuentas.

Me dormí pensando que Álvaro era increíble y que mi amor se aumentaba viendo la confianza y libertad que me hacía sentir.

Seguirá…

(9,50)