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Mi tía Violeta

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Esta historia erótica ocurrió en diciembre del 2012, yo tenía 22 años y eran los 15 años de mi prima. Debo confesar y creo que la mayoría o si no todos, tenemos una familiar a la que le hemos dedicado una masturbación.

Pues bien, en mi caso una tía política de nombre Violeta. Ella es esposa de mi tío y la verdad para mi gusto está bien cogible todavía a estas fechas. Ella en ese entonces tenía 32 años, yo le traía ganas, ya la había visto desnuda e incluso ya le había arrimado mi verga la cual ella al sentirla no me dijo nada, solo se dejó.

Bueno ese día ella tomó demás como la mayoría, saliendo del salón decidimos agarrar la banquetera. Ese día ella traía una minifalda blanca una blusa escotada negra y sus medias color carne e incluso bailando se le notaba su liguero.

Yo estaba excitadísimo, y mi buena suerte me puso con ella, era el más sobrio de todos, ella bailaba muy pegadita conmigo, me abrazaba me arrimaba las nalgas, me acariciaba la espalda y me besaba el cuello y cerca de la boca.

Me pidió que la acompañara al departamento de mi abuela por su chamarra, los demás estaban tan borrachos que ni cuenta se dieron, ella me pedía que la abrazara por atrás, yo gustoso le arrimaba mi verga ya parada. Ella la sentía y movía sus nalgas, al entrar a la unidad la jalé hacia la zona de los juegos.

– Tía tengo algo que mostrarte, vienes conmigo?

– Que pasó a donde me llevas jajaja.

– Es algo que te quiero mostrar desde hace tiempo.

La llevé entre un árbol grande y una cisterna, nada se veía, entonces desesperadamente la comencé a besar, al principio ella se opuso alegando que era mi tía y que estaba confundida.

Al mismo tiempo yo le acariciaba las piernas y llevaba mi mano a su trasero, poco a poco se dejó llevar, me besaba el cuello y me desabotonaba la camisa.

– Tía estas buenísima, que ricas piernas y que nalgas tan ricas tienes.

– Luisito, sé que me deseabas, te he visto como me miras, aprovecha que estoy para ti!

Le quité la blusa y su brasier para lamerle sus pezones, tiene unas tetas grandes y paraditas, yo me daba gusto con sus tetas mientras ella me acariciaba la verga.

– Luisito pero que paquetote tienes, sabía que no me decepcionarías…

Me bajó el pantalón y mi bóxer y comenzó a darme tremendas mamadas, desde el inicio se la metía toda en la boca, a veces se detenía en la puntita para darle unas lengüeteadas. Yo le acariciaba la cabeza, ella siguió mamando por un rato más.

– Que rico te comes mi verga tía, que suertudo mi tío…

– Dime Violet, me excita más, así te lo mamo más rico chiquito.

– Si mámamela con todo

– Te voy a exprimir papito, me encanta tu pito.

Me seguía mamando con todo, lamía mis testículos incluso mordía la cabecita, estaba encantada con mi verga y yo con sus mamadas.

– Luis ya dámela toda por favorrr, quiero sentir tu tranca.

– Yo también ya te quiero perforar, ven volteate.

Se empinó un poco, yo le levanté la falda a la altura de su espalda, después le arranqué la tanga y se la empecé a meter lentamente. Le acariciaba las nalgas y su espalda, ella movía sus caderas y sus movimientos hacían más placentero la penetrada, le acariciaba las tetas, no me importaba si alguien nos veía, yo solo quería seguir cogiéndomela…

– Ahhh que rico papiii, cogemeee, ahh ay que verga tan dura y grandee.

– Sii, que rico perrito tienes, me vas a exprimir todooo.

Le di vuelta nuevamente la puse de frente a mi, le levanté una pierna y se la metí nuevamente, ella gemía más fuerte pero la verdad ya no importaba si nos escuchaban o nos observaban solo queríamos llegar al éxtasis…

– Que ricooo, metemelaa, metemela con todoo!

– Uff Uff te voy a dar tu leche perraaa, uff uff

Ambos nos movíamos al mismo tiempo, la combinación de nuestros movimientos nos hacía sentir más, en eso ambos aceleramos y nos venimos…

– Ahhhh asii, dame tu lecheee, quiero lecheeee, ahhh…

– Ten tu lechee, ahhh

Esa sensación fue increíble, la ayudé a vestirse, todavía le di un agasaje más hasta que la acompañé al departamento donde me despedí de ella.

– No le vayas a decir a nadie lo que paso eh, esto es entre nosotros.

– Claro que no le diré a nadie, porque espero que se pueda otra vez.

– Mmmm, ya veremos, ya veremos.

 

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