En donde yo nací suele decirse que el día de san Pedro y su víspera no se va al mar, porque san Pedro sale a pescar e imprevisiblemente siempre se pesca a alguno para el otro mundo. Eso suele decir mi abuela materna que es más buena que el pan, pero muy supersticiosa. Descartado por consiguiente el mar.
A tanto llega la superstición de mi abuela que enciende un cirio por las ánimas, otro por cada uno de sus nietos. Eso es a diario y convierte aquel espacio de sus rezos en una especie de ermita del ocultismo, oscura y humeante con olor a parafina quemada. Pero de vez en cuando hace de las suyas con nosotros, porque si se entera que un nieto suyo sale en sábado a ver chicas, coge una naranja, la parte por la mitad y a una mitad le clava una aguja para que la chica se haga daño. A mí me tiene frito. Como conoce mi afición por los chicos —porque ella lo sabe todo—, cuando salgo —ella sabe que suelo salir en viernes y no sé ni cómo se ha enterado—, ese día apaga mi vela con un trozo de madera de cuatro puntas para que no tenga luz, es decir, que no pueda ver y no encuentre a mis amigos.
Todas mis cuitas con mi abuela materna es porque mi padre y yo vivimos en casa de ella desde que mi madre, esposa de mi padre e hija de mi abuela, se fue con otro hombre. Entonces mis abuelos la desheredaron a favor mío. Mi padre ha sido siempre muy querido por su suegra y ella no le dejó que se fuera de casa, a fin de tener siempre en su nieto sobre quien mandar. En realidad mi casa queda detrás de la suya porque mi abuelo, antes de morir, la dividió y le dio a mi padre esa mitad que en realidad es mía, pero nosotros vivimos con mi abuela desde que murió mi abuelo, solo yo tengo el estudio en la otra mitad. Para que no apague mi vela con sus manías supersticiosas, le digo que no voy a salir o como hice el viernes pasado con todo lo que ocurrió y que voy a contar.
El viernes pasado le dije la verdad. Primero llamé a Dolphis para saber qué pensaba hacer en este día. Me dijo que no tenía nada que hacer, que si yo tenía algún plan.
— No tengo plan, ¿tú tienes alguno?, —le pregunté.
— Mira yo ya estoy en pelotas, porque estoy a punto de salir a mi piscina, si quieres venir…, incluso puedo avisar a Zalo también
— No estaría mal, pero igual molestamos a tus padres y todo eso, —me excusaba educadamente.
— No seas marica, Daniel, nunca me han dicho mis padres nada cuando venís, al contrario, les gusta que no vaya por ahí; pero es que, además de eso, mis padres no estarán y quisiera invitaros a los dos a cenar, la opípara cena que está preparando mi madre.
Me dijo que Zalo le estaba contestando por whatsApp, que esperara un momento y me diría. Al minuto me dijo que Zalo estaba a punto de llegar para pasar la velada junto a la piscina. También me dijo que sus padres se iban a ir con amigos para dejarle en libertad con sus amigos. Tengo que añadir que los padres de Dolphis son muy liberales y suelen hacer intercambio de parejas con otros amigos; algo parecido ocurre con los padres de Zalo, según ellos me cuentan.
Este viernes pasado, el 28 de junio, le había dicho a mi abuela que me quedaba, pero lo que no sabía ella es que iba a llamar a mi amigo Dolphis, chico de su plena confianza simplemente por ser hijo de María Luisa, para ir a su casa o que viniera a la mía. La verdad es que cuando mi padre está en casa no necesito hacer tanta peripecia, solo le aviso a él que me voy y él luego no sé cómo se las arregla con mi abuela.
Concertado todo le dije que iba a ir a casa de Dolphis. La casa de mi abuela queda cerca de la casa de Dolphis. Mi abuela llama a la mamá de mi amigo para decirle que yo voy a ir y que nos controle. Los padres de Dolphis son tan liberales que no le dicen a mi abuela que no, ni le contradicen para que se quede tranquila.
Con mi abuela contenta, me puse un short y una camiseta de tirantes y me fui contentísimo a la casa de Dolphis. Cuando llegué a la casa, llamé al timbre, no me respondía nadie, ni nadie abría por la puerta principal. Pensé que estaría en la piscina y me encaminé hacia allí dando la vuelta a la casa. Hay una portezuela que tiene una anilla fuera muy disimulada y tirando de ella, se abre. Una vez dentro, si no se espera a nadie se saca la anilla y se deja dentro. Entré en el área de la piscina. Allí en los cojines del salón estaban Zalo y Dolphis en una posición de 69 chupándose la polla el uno al otro. Di un grito avisando que había llegado y los dos amigos dejaron de chuparse y me miraron.
Lo siento, Daniel, —se disculpó.
Yo no dejaba de mirar a los dos adorables pollas enrojecidas y a sus dulces culos y me animé. Solo dije:
— Ahora vengo, voy a cerrar.
Fui a la portezuela, metí la anilla a la parte interior y me fui de nuevo a la piscina. Allí seguían mis amigos capándose sus pollas. Dejaron de mamarse y me habló Dolphis:
— Fue mi culpa, debí haber cerrado la puerta o esperar que llegaras, pero no me podía aguantar. Bueno, por suerte nos descubriste y ya sabes el plan, —reaccionó Dolphis.
— Veo que te interesa. ¿Te gustaría jugar con nosotros, Daniel?, —preguntó Zalo.
— Claro de síiiii, me va a gustar mucho» —contesté aceptando su oferta.
Me quité la camiseta y el short de baño y me uní a ellos. Miré fijamente el estado de las dos pollas que hacía tiempo que no veía. Tanto Zalo como Dolphis tienen sus pollas más grandes que la mía, aunque no tanto como la de mi amigo Janpaul. Aún así, eran impresionantes. Daniel sabía que ese día estaba destinado a ofrecer su culo. Vi que Dolphis puso una generosa cantidad de aceite en su polla y la acarició hasta untarla bien. Ya sabía yo que Dolphis sería el primero en follarme.
Me dijeron que me recostara de espaldas en el cojín del salón mientras Dolphis metía su polla bien engrasada en mi dulce trasero. Zalo se arrodilló junto a mi cabeza y me dio a comer su polla. Yo, tras mirar la cara de Zalo para sonreírle, volví mi cara hacia su polla y la engullí. Está buena la polla de Zalo. Zalo se inclinó y se metió mi verga en su boca. Suspiré mientras Zalo me chupaba la polla y pensé que no había cosa mejor que esto. Una polla en el culo, otra polla en mi boca y una tercera, la mía en la boca de Zalo; era el cielo otra vez, como lo había sido en la fiesta de Ismael, de lo que nada sabían Dolphis y Zalo pero que un día lo aprenderían. Zalo jugó con los pezones del muchacho, mientras yo le chupaba su pene.
Ya estaba yo a punto de correrme. Luego sentí que el cuerpo de Dolphis se ponía rígido justo antes de disparar su semen en mi trasero. Debía de haber sido el primer semen del día de Dolphis, ya que yo podía sentir la fuerza de la eyaculación cuando los flujos de semen inundaron mi recto. Apreté mi esfínter alrededor de la polla de Dolphis en un esfuerzo por sacar cada gota de la semilla del macho y fui recompensado por mis esfuerzos. La polla de Dolphis palpitó sin cesar una y otra vez y explotó en mi trasero.
Dolphis me folló lentamente, consiguiendo que su polla se calentara en mi culo caliente. Zalo gimió con mi polla que se estaba corriendo en su boca. Mantuvo la polla de Zalo en mi boca mientras Zalo disparaba chorro tras chorro de esperma por la garganta de su amigo. Eso desencadenó un orgasmo en mí que me hizo estallar mi corrida en la boca a Zalo. Los dos nos chupábamos los penes en la boca hasta que se ablandaron y se salieron de las nuestras bocas.
Fue buena la primera partida, estábamos sonriendo, mirándonos como quien dice «ahora qué». Los tres seguíamos con nuestras pollas semi duras, pero enhiestas. Fue entonces cuando Zalo me pidió:
— Ahora me toca a mí, fóllame, Daniel.
Entonces yo me moví entre las piernas de Zalo y metí mi polla en su culo receptivo, mientras Dolphis me ofrecía su polla para que se la chupara. Esta vez entré en el culo de Zalo, y Dolphis en mi boca. Los tres descansamos de follarnos tan intensamente y ya estábamos pensando en nuestra próxima ronda.
Yo tenía unas enormes ganas de continuar y no me costó mucho tiempo dar la vuelta a mi hermoso y bien formado trasero, ponerlo bien levantado en el aire invitando a la enorme polla de Dolphis. Dolphis no me decepcionó y pronto me dio una verdadera paliza a mi magnífico trasero metiendo y sacando su polla de mi culo con la mayor de las violencias. Dolphis me verdaderamente me violó. Luego Zalo y yo nos pusimos en la posición de 69 de costado al suelo, y Dolphis aprovechó su momento para follarnos el culo. Los tres nos retorcimos y follamos hasta que todos explotamos en orgasmos. Zalo y yo nos llenamos nuestras bocas con el sabor familiar del semen justo cuando Dolphis me inyectó otra descarga de semen en mi trasero.
Los tres permanecimos en la misma posición durante varios minutos mientras nuestras pollas se desinflaban y se salían de sus receptáculos. Dolphis sugirió nadar para refrescarnos y los tres nos metimos en la piscina. Nos relajamos unas horas y Dolphis sacó la cena que había dejado su madre preparada, también sacó unas cervezas. Antes de que terminaran el día, es decir, antes de medianoche, demostramos nuestro poder de recuperación propio de nuestra edad y estábamos listos para volver a comenzar, ahora bien alimentados y con unas cuantas cervezas en el cuerpo.
Se fueron a la hamaca. Dolphis colocó a Zalo en la hamaca sobre su espalda. Dolphis me pidió que le metiera mi verga en el culo a Zalo. Dolphis se puso detrás de mí y me volvió a follar.
— Vamos a acabar con Zalo, —susurró Dolphis.
Salí del culo de Zalo y disparé mi semen en sus abdominales y en el pecho. Sorprendentemente Dolphis no descargó en mi culo, pero también regó con su semen el cuerpo de Zalo. Zalo ya estaba cubierto de semen cuando Daniel lo masturbó y le hizo correrse sobre sobre su propio cuerpo, mezclando los tres tipos de semen. Zalo frotó toda aquella mierda en su cuerpo como si fuera una loción corporal. Nos volvimos a meter en la piscina y luego nos pusimos los bañadores.
Tomamos otra cerveza y les conté lo ocurrido el fin de semana anterior. También compartí con ellos que iría a la escuela de peluquería. Zalo y Dolphis me imploraron que los invitara a una de las fiestas gays de Ismael. Ellos me dijeron que les gustaba que se juntara de vez en cuando con ellos y que deberían hacerlo de nuevo pronto. Yo estuve de acuerdo y dijo que me gustaría, también que les avisaría para la próxima fiesta de Ismael. Los tres nos veíamos muy inocentes sentados junto a la piscina justo cuando llegaron a casa los padres de Dolphis, que hasta se alegraron mucho. Venían sudorosos y allí mismo se quitaron todas sus ropas y se metieron en la piscina. Nosotros tres nos fuimos a la cocina a tomar unos refrescos.
Esa noche nos quedamos a dormir con Dolphis en su cama. No hace falta que cuente más, cualquiera adivina lo que seguimos haciendo.
Nos levantamos al día siguiente tarde y de golpe los tres en la piscina desnudos. Se asomó la mamá de Dolphis y dijo:
— Daniel, tu abuela ya sabe que te quedas aquí a comer y cenar, que ya llegarás el domingo.
— Zalito, hijito, tus padres han tenido que salir al pueblo para ver a tu tía María Ignacia y no regresarán hasta el domingo, así que ya sabes, te quedas como Daniel hasta el domingo.
— Dolphis, papá y yo nos vamos hasta el domingo, os dejo cosas preparadas en el frigorífico.
— Gracias, mamá, — dijo Dolphis
— Gracias, señora, — dijimos al unísono Zalo y yo.
Nos abrazamos los tres, pensando en qué tarde y qué noche hemos pasado.