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Ale, una viuda de 45 años

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Hola. Mi nombre es Martin, vivo en Córdoba (Argentina). He leído mucho de los relatos aquí publicados y pensé en mis historias. No son miles, no son pocas y todas tienen un detalle que, creo, las hace interesante. En las relaciones entre amantes ya casi esta todo escrito y es muy difícil redactar algo que sorprenda a los lectores. Por eso, vamos con la más absoluta verdad. Lo que les cuento pasó así.

Luego de varios meses de desempleo, ya con la autoestima laboral y personal por el piso, fui a una entrevista donde me ofrecieron un empleo bastante por debajo de mis pretensiones y estudios. Pero también era fácil ganarme el puesto. Lo tome como algo transitorio y acepte. El primer día conocí a los pocos empleados y me di cuenta que, empresa familiar al fin, muchos eran parientes o amigos. Solo un par eran "de afuera". Hacia la tarde, me presentaron a Ale: viuda, 45 (yo tenía 25), muy agradable en el trato y la presencia. No una modelo, no un desastre. Una mujer normal con dos hijos adolescentes. Ella trabajaba menos horas que yo por lo que coincidíamos en la hora de salida (20 h).

Con los meses nos conocimos más y, en esas horas de la noche, conversábamos más a fondo de nuestras vidas. La suya era difícil, único ingreso del hogar, la mía de un joven soltero pero, reconozcámoslo, muy tímido para las mujeres. Un tema al que no le encontraba la vuelta, tal vez por esos problemas de autoestima que arrastraba. Una tarde de verano la invite a tomar algo después del trabajo, ella acepto pero me pidió que fuera cerca de su casa por los chicos necesitaban algo. Acepté y fuimos.

Cervezas mediante, la charla se hizo más íntima. Hasta que, con mucha sutileza de ambos, fuimos revelando nuestra ganas de sexo. No nos molestaba la diferencia de edad (a mí en absoluto) y la tensión se hacía insostenible. Pero ya era tarde, debía volver a su casa y lo pospusimos por unos días. Mientras caminábamos abrazados, nos besamos y la pasión comenzó a fluir.

Una semana después, ella acomodo sus horarios y tuvimos nuestra noche. Yo salí primero para esperarla en una esquina cercana, al rato salió ella. Caminamos hasta un hotel cercano y podíamos sentir el temblor de nuestra primera vez. Ya solos en la habitación, nos miramos a los ojos. Su experiencia y sus ganas (varios años de viudez sin un hombre), mi juventud y mis ganas (por fin algo me salía bien!!). A medida que nuestras ropas caían, bese cada centímetro de su cuerpo. Cada rincón de sus tetas (normales, un poquito caídas) pero lo que más me sorprendió fue su piel perfecta. Ella acaricio mi pene y se agacho para saborearlo. Sentí su lengua hacer un trabajo perfecto, esos que solo nacen de la pasión.

Fuimos a bañarnos juntos, enjabonarla fue la excusa perfecta para recorrer su cuerpo. Buscamos una mejor posición y comencé a penetrarla. Así... parados... con el agua cayendo. Al rato, minutos que parecieron horas, nos tiramos en la cama. Nos veíamos hermosos. Mi cabeza busco su entrepierna y mi lengua su vagina. La cara bañada por sus jugos. Nos besamos y volví a penetrarla. Su vagina era un lago, se podía sentir el chapoteo de mi pija y sus líquidos en mis huevos. Su cara explotaba de placer y nuestros cuerpos se sacudían con cada orgasmo. Fue una noche hermosa. Luego de recuperar un poco el aliento, cigarrillo mediante, volvimos a repetir cada momento.

Volvimos a su casa, abrazados como enamorados pensando en la próxima vez. Sabíamos que esto solo sería sexo, pero... sería mucho sexo del mejor

Los días en el trabajo junto a Ale cambiaron. Mantuvimos la misma distancia y trato de siempre, pero después de las 19 cuando nos quedábamos solos en la oficina las cosas cambiaban. Además, ambos nos ganamos la confianza del dueño y nos dejaba la llave así él se podía ir antes cuando no había mucho que hacer.

Tampoco es que hacíamos el amor en los escritorios a cada rato... simplemente estábamos más relajados para hablar, besarnos y acariciarnos sabiendo que nadie nos molestaría. Dos empleados "modelo"

Nos habíamos "organizado" bien. Ambos teníamos las mañanas libres y cada tanto nos hacíamos una escapada al hotel al salir del trabajo. Así fuimos entablando una relación más profunda: amigos con derechos... y muchos derechos.

Una tarde nos avisaron que al día siguiente la compañía eléctrica haría una serie de trabajos en la cuadra. Aunque no habían informado cortes de energía, era muy posible que ocurriese.

Efectivamente, alrededor de las 15 llego Ale y poco después… apagón. Averiguamos y nos dijeron que el problema era serio y que el corte se extendería hasta la noche. Un problema porque nuestra oficina no era luminosa y el trabajo dependía de equipos eléctricos (sobre todo computadoras). Después de un rato, nos dijeron que podíamos irnos, no tenía sentido quedarse a hacer nada.

Salimos con Ale y en el ascensor nos hablamos con la mirada. Teníamos libre hasta las 20 h... sería un buen momento... sí… es una buena ocasión... vamos... donde siempre.

Nos despedimos en la puerta y cada uno tomo un camino diferente… ella aviso a sus hijos que tal vez llegaba más tarde... para llegar 15 minutos después al mismo lugar.

Nuestros encuentros siempre habían tenido el problema del tiempo. Eran muy cortos y cada vez se nos hacían más breves, sea por trabajo o por su familia. Pero esta vez, no era un problema.

Llegamos, entramos y nos enredamos en un sinfín de besos y caricias. Ya sin ropas, las manos encontraron rápido lo que buscaban y nuestros cuerpos armaron un fantástico 69. Esa tarde Ale me lo beso como nunca, estaba más que inspirada... su lengua no paraba jamás, pero al ritmo perfecto. Abandonamos el 69 pero ella siguió su tarea con el pene. Cada tanto levantaba la vista y veía sus ojos negros desbordando placer. Acabe y vi mi semen escapar apenas por la comisura de sus labios. Inmediatamente me beso y su lengua me hizo tragar mi propia leche. Una merienda compartida.

Claramente ese día estábamos desatados... su vagina era un lago y comencé a jugar con mis dedos en su cola. Primero uno, luego dos... y finalmente... la penetré. Aunque ella lo esperaba, hizo algún ademan de resistencia... un par de segundos... rápidamente se soltó y comenzó a gemir de placer.

Descansamos un rato y nuevamente retomamos. Ahora más tranquilos, misionero, besos y charla mientras no dejaba de mover su pelvis y yo no paraba de bombear. Nos dimos vuelta y se sentó sobre mi pija... sus movimientos eran increíbles. No podía aguantar un segundo más y volví a acabar. Ella había perdido la cuenta de los orgasmos. Estamos exhaustos pero aun seguíamos. Nunca nos habíamos amado tanto tiempo. Era un sueño.

Empapados en sudor, el rostro cansado pero feliz... Nos besábamos suavemente para descansar y volvíamos una y otra vez...Ya casi no tenía erecciones pero de algún modo volvíamos a hacer el amor. Miramos el reloj y eran casi las 23... el conserje no necesitaba la habitación y, como nos conoció "clientes habituales" nos dejó liberado el horario.

La experiencia con Ale disipo cualquier duda sobre mi capacidad como amante. No sería el campeón mundial... en absoluto... pero podía hacer feliz a cualquier mujer. Esa confianza me cambio para siempre, me dio seguridad y así salí a buscar un nuevo empleo. Lo conseguí pero los horarios y las nuevas obligaciones, nos distanciaron un poco.

Nos vimos una veces más con casi la misma pasión pero de a poco se fue enfriando.

Ale... si por una de esas cosas de la vida algún día lees este relato y la historia te resulta familiar... si tus iniciales son AZCdeF.... te estoy eternamente agradecido. No voy a olvidarte nunca. Un beso... Obviamente... el nombre no es Ale... pero es parecido.

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