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Amor en el frío

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La tormenta de nieve y viento era terrible en Montana, Linda Harper, exitosa abogada de Chicago viajaba a visitar a su madre en Helena, por la Interestatal 90. Apenas pasada Billings, equivocó el camino, dejando esa ruta y tomando un desvío. Las ráfagas movían el automóvil, el camino se perdía por la nieve acumulada. Vio, a un costado del camino una luz que mostraba una cabaña.

Melody Withman, acostada sobre una mullida alfombra blanca, vestida solamente con un babydoll casi transparente jugaba con sus dedos en su clítoris, mientras pensaba que otra noche dormiría sola en su cabaña. Un hogar calentaba y alumbraba el ambiente, haciendo un lugar muy acogedor. Sobre una mesa baja, algunos bocadillos, una copa y una botella de rico vino de California, la música suave y melodiosa.

Linda, asustada, se acercó a la puerta de cabaña y llamó con cierta nerviosidad. Melody entreabre la puerta y al ver a la joven dice:

-Pase mujer, que hace frío.

Lida quiere explicar su situación pero sus miradas se cruzaron. Un chispazo, una descarga eléctrica, una verdadera explosión nuclear se produjo en esos ojos. Las dos mujeres quedaron en un verdadero shock.

En un momento, Melody reacciona e invita.

-Sáquese esa ropa húmeda y fría, le prestaré algo mío. Acérquese al fuego.

Esas palabras hacen reaccionar a Linda que con sus ojos encandilados recorren el cuerpo semidesnudo de Melody:

-Por Dios! Qué hermosa es!!

Linda, cerca del fuego y sobre la alfombra se desnuda, Melody deja escapar unas palabras que le surgen roncas, casi gimientes:

Cuánto me gusta!! Ojalá pudiera tenerla!!

Linda escucha esas palabras y se estremece. Las palabras salen de su boca sin que se dé cuenta:

- Me gustas.

Son inconscientes que sus cuerpos y sus bocas se acercan, sus rostros serios de excitación, sus labios entreabiertos, sus mentes alejadas de todo razonamiento.

Su beso es magnético, sus tetas se aprietan mutuamente, sus lenguas se enroscan, sus salivas se hacen una sola.

Permanecen una eternidad así pegadas, luego Linda comienza a mover su boca y su lengua sobre el cuerpo delicado y perfectamente formado de Melody. Su cuello, sus hombros su pecho es recorrido con lentitud y deseo. Sus hermosas tetas son el inmediato objetivo de esta nueva amante. Llega a esos pezones rosados, delicados, a sus aureolas suavemente grumosas y atractivas. Melody solo puede susurrar y gemir quedamente. Las uñas delicadas y perfectamente manicuradas de Linda recorren sus caminos paralelos a la columna de Melody delineándola hasta llegar al comienzo de sus nalgas. Besa, lame, chupa esas erógenas carnes.

Melody ha perdido la noción de tiempo y espacio, vive en un paraíso inconcebible. Linda abre con cariño esas nalgas y con su lengua, fina y puntiaguda comienza a jugar en el rosado orificio de Melody. Juega y Juega hasta dilatarlo lenta pero firmemente, lo penetra y juega en su esfínter provocando el primer orgasmo de Melody. Linda, al igual que su amante tenía experiencias lésbicas, pero nada se asemejaba esta sensación.

Recorre el perineo, la entrada de la vagina, siente como Melody fluye su exquisito elixir, golpetea suavemente con su lengua el meato de la joven, un pequeño chorrito de orina escapa de Melody, Linda lo bebe con gusto y abriendo los labios internos con su sabia lengua llega al clítoris sobre excitado de Melody.

Lo de la anfitriona ya no son movimientos, son espasmos, convulsiones que arrancan desde arriba de sus riñones y atravesando todo su vientre explotan al salir por su vagina. El segundo y espectacular orgasmo estalla en Melody. Linda quiere seguir regalando a su ya podríamos decir AMADA.

Se besan, Linda lleva en su boca el sabroso gusto del sexo de Melody y ambas lo disfrutan.

Es el turno de Melody, hace gozar a la hermosa visitante tanto o mejor aún que ella misma. El cuerpo de Linda es más que perfecto, su piel es de una suavidad increíble, su fragancia y su sabor son enajenantes.

Después de varios orgasmos de las jóvenes, quedan abrazadas, fatigadas, felices y enamoradas sobre la alfombra. Sus susurros de amor, sus promesas. Sus confesiones mutuas las convierten en solo ser. Así, el sueño de la felicidad las vence y la mañana las encontrará aún abrazadas.

Linda no volverá a su bufete de Chicago, a su madre la visitará dos semanas después, y ya como pareja formal de Melody

Esa hermosa historia de amor seguirá…

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