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Andrea, la rubia de mi trabajo

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Desde hace algún tiempo trabajo para una empresa donde soy la persona con más edad en la organización,  quien más se acerca a mi edad es mi jefe a quien le llevo dos años (tengo 46). Lo que me ha hecho tener que trabajar con personas desde los 20 hasta los 35, pero sobre todo con mujeres jóvenes, una de ellas la protagonista de este relato.

Andrea es una rubia hermosa, de unos azules como el cielo y linda sonrisa, tiene 20 años y es una chica muy servicial y preocupada siempre por aprender y dar siempre lo mejor en el trabajo. Pero quizás el atributo que más me llama la atención es su hermoso, perfecto y redondo culito! Tiene un culo perfecto, nalgas sin celulitis, sin estrías y firmes! Sus piernas también son hermosas, en sintonía con sus nalgas. Desde el día que comenzó a trabajar con nosotros me encantó su culo.

Al ser yo la persona con más edad en el equipo, ella siempre tuvo mucha distancia, típico de los jóvenes de hoy en día que no les gusta andar con viejos. Y siendo honestos yo soy del tipo de personas que siempre ando en mis cosas, sin estar pendiente de unirme a un grupo, y eso a muchas personas sin conocerme les hace creer que soy un viejo gruñón, y Andrea tuvo exactamente esa impresión de mi. No fue sino hasta que comenzó a adiestrase en mi departamento cuando se dio cuenta de que yo no era lo que aparentaba y como me dijo un día: “a pesar de ser viejito eres nice”.

A pesar de que nunca desaprovechaba la oportunidad de admirar sus hermosas nalgas, siempre fui respetuoso con ella y la trataba como a una hija, aunque ella siempre me decía tío Andrés. Así que al cabo de un par de meses ya éramos muy buenos compañeros de trabajo y existía mucha confianza entre nosotros. Esa confianza una vez nos llevó a hablar de su novio y de que en una ocasión él se molestó con ella porque le consiguió porno en su compu, cosa que ella disfrutaba mucho y le servía para relajarse. Eso me dio mucho morbo, imaginarme a esa hermosa rubia masturbarse, pensar como se pondría su cara sonrojada mientras se corría, confieso que al llegar a casa me hice una paja con esa imagen en mi cabeza.

Pero he aquí el motivo de este relato. Después de tanta confianza y compartir en ocasiones estando a solas en nuestro departamento un día me dirijo a la cafetería de la empresa y veo que me envía un mensaje pidiéndome algo de comer porque tenía hambre y se había quedado sin dinero, y así lo hice. Ya la conocía tan bien que le llevé lo que más le encantaba comer de la cafetería y su cara fue de real sorpresa al verlo. Después de comer me dio las gracias y me dijo:

-Me sorprende que en tan poco tiempo me conozcas más que mi novio, con razón hay muchas chicas de mi edad saliendo con hombres como tú, siempre me preguntaba qué les veían y ahora lo entiendo, son muy atentos y detallista y eso enamora a cualquiera.

Me sentí halagado, y le agradecí con una sonrisa diciéndole:

-Eso se logra con la edad y la experiencia, yo a la edad de tu novio cometí los mismos errores.

Hasta ese momento no la veía con otros ojos que no fuesen de un compañero de trabajo, por lo que jamás me hubiese imaginado lo que pasó a continuación, ella se puso de pie, se acercó a donde estaba, me dio un abrazo fuerte, y cuando se apartó un poco me miró a los ojos con esos grandes ojos azules, y me dio un rico, fuerte y apretado beso en mis labios. Después solo dijo “gracias” con una sonrisa pícara y se fue.

Duré días con esa escena en mi cabeza. Y aunque actuábamos normal entre ambos yo no dejaba de pensar en eso una y otra vez. Hasta que finalmente un día, casi todo nuestro equipo de trabajo debía estar fuera de la empresa para realizar un entrenamiento, a excepción de mi jefe, Andrea y yo. Mi jefe y yo ya habíamos tomado el entrenamiento, y ella no podía porque debía tomar un curso previo. Después del almuerzo nuestro jefe fue a ver cómo le iba al resto del equipo por lo que en nuestra área solo nos quedamos Andrea y yo.

Ella ese día fue con unos leggins negros, pero llevaba un blusón largo que ocultaba sus ricas nalgas lo cual era un poco decepcionante ya que era la primera vez que iba con algo tan ajustado y revelador al trabajo. Después que terminé algo que tenía pendiente me fui al cuarto de descanso a ver una serie en la tv y me senté relajado en un sillón que allí hay. Al cabo de un rato ella llegó y me dijo:

-Te andaba buscando, por qué me dejaste sola?

-Estabas concentrada en lo tuyo -le dije- y no quise distraerte.

-Bueno ya terminé, puedo quedarme aquí?

-Sí claro -respondí haciéndole un espacio en el sillón.

Entonces en la serie que miraba hubo una escena en la que una chica besaba a su novio y este tenía una barba abundante como la mía, a lo que ella comentó:

-Siempre quise saber qué se sentía besar a alguien con una barba así.

Y como ya ella me había besado hacía unos días le pregunté:

-Sí? Y qué te pareció?

-Mucho mejor de lo que esperaba, aunque debo confesar que no fue solo por la barba…

-Ah sí? Y por qué otra cosa fue? -pregunté entre emocionado y sorprendido

-Es que nunca imaginé que me atraería tanto un hombre tan adulto como tú.

Diciendo esto se trepó sobre mi y se sentó. Parecía una gatita en celo, solo le faltaba ronronear, acercó su cara a la mía y poniendo su índice derecho en mis labios los acaricia diciéndome:

-Tus labios son ricos, ni muy gruesos ni finos, tienen la proporción perfecta y me encantan.

Yo la tomé de la cabeza dulcemente, atraje a mi y comenzamos a besarnos. Al principio eran besos cortos, ella mordía dulcemente mis labios, los lamía, yo los de ella, mientras con una mano acariciaba su cuello y con la otra su espalda, que cada vez la bajaba más para ver si lograba llegar a su culito.

Poco a poco los besos fueron más intensos, se desesperaba, me mordía los labios, chupaba mi lengua mientras yo la metía en su boca, de pronto se deja caer totalmente sobre mi y comienza a frotarse contra mi verga que a estas alturas ya estaba totalmente dura. Dio un leve gemido, movió sus caderas adelante y atrás durante unos segundos y se detuvo mirándome a los ojos con una mirada que no descifré a la primera.

-Ocurre algo? -le pregunté-

Ella sonrió pícaramente y con voz lujuriosa me dijo:

-Sí es cierto que los maduros la tienen más grande y gorda.

Volvió a besarme y ahora se movía restregándose su coñito sobre mi verga con mas fuerza. Yo perdí el temor y fui a por todo y agarré sus nalgas! Estuve a punto de correrme como un primerizo, jamás se me había pasado por la cabeza que estaría así con una niña de esa edad y menos tan hermosa y divina como Andrea.

En lo que ella sintió mis manos en sus nalgas dejó de besarme y comenzó a restregar su cabeza por mi cuello como si fuese una gatita queriendo dejar su olor en mi. Yo lamía su cuello, sus orejas, lamía desde su cuello hasta su barbilla y luego lamía sus labios, sin dejar ni un segundo de apretar, amasar y abrir sus deliciosas nalgas.

Después de estar así un rato comenzó a moverse más rápido, y se afincaba aún más contra mi verga, lo que me hizo intuir que su orgasmo estaba por llegar. Así que me la jugué y metí mi mano derecha debajo de su leggins, pude sentir que llevaba una tanga diminuta, era un hilo muy fino que se hundía entre sus nalgas; su reacción me excitó mucho, me miró a los ojos, se mordió el labio inferior y echó si cabeza hacia atrás y solo alcanzó a decir “haz que acabe rico” y comenzó a gemir.

Meto mi otra mano debajo de su pantalón y abriendo sus nalgas voy deslizando mis dedos por su raja hasta llegar a su ano, que estaba empapado gracias a los jugos que salían de su coñito y que se habían regado por donde ella se restregaba contra mi. Su micro tanga se sentía tan mojada como su culito.

Comencé a estimular su culito ya que ella seguía restregando su coño en mi verga, estimulando su clítoris; a medida que hacía más presión en su ano ella se movía más fuerte y gemía aún más. Volví a besarla para que dejara de gemir para que no se escuchara tan fuerte en caso de que alguien llegase no lo notara y yo pudiera escuchar.

Cuando finalmente sentí su culito dispuesto le introduje la punta del dedo y ella con un movimiento de su mano empujó mi dedo lo más profundo que pudo dentro de su ano. Ella se corrió con un grito ahogado, su cuello y todo su torso se tensaron y después de unos segundos se dejó caer sobre mi jadeando.

Saqué mis manos de su pantalón y la acariciaba mientras ella recuperaba el aliento. Dándose la vuelta, se sentó sobre mi ahora poniendo sus nalgas deliciosas sobre mi verga, quedando justo entre su raja, y al sentirla se meneó un poco y me dijo

-mmmm aún sigue dura, me encanta

-No te imaginas lo rico que se siente tus nalguitas sobre mi, tienes un culo delicioso bebé.

Echó sus brazos hacia atrás, agarrándome de la cabeza mientras yo besaba su cuello, y acariciaba su torso, su vientre y sus tetitas, que aunque no eran muy grandes después descubrí que eran perfectas.

-Me encantas viejito -me dijo- ahora tiene sentido el por qué a las niñas como yo le gustan los viejos! El tonto de mi novio nunca ha podido hacerme llegar al orgasmo solo con tocarme -mientras seguía moviendo sus caderas para sentir más mi verga entre sus nalgas firmes-

De repente se pone de pie y se baja el leggins hasta los tobillos pero sin quitarse el tanga diminuto que llevaba, vi ese hermoso par de nalgas desnudas, eran mejor de lo que las había imaginado, y al estar empinada llevando sus pantalones hasta los tobillos pude ver su rico coñito tragando un poco del tanga todo mojado.

Al incorporarse de nuevo voltea a verme y me dice “por favor sácatelo”, Yo obedientemente me bajo un poco el pantalón y saco mi verga tiesa fuera del bóxer, ella la ve y mordiéndose los labios me dice: “es tan gorda cómo se siente”

Entonces se sienta colocando de nuevo mi verga entre sus nalgas ahora casi desnudas, porque solo tenía su tanga. Que deliciosa sensación, de tener ese rico cuerpo tan joven encima de mi, masturbando mi verga dura con su hermoso culo, meneando sus caderas en todas direcciones mientras me agarraba los huevos.

-Están pesados esos huevos! Debes tener harta leche -me dijo con voz de lujuriosa.

-Sí mi vida, la quieres? -le respondí.

-Claro daddy

-Donde la quieres bebé?

-En mis nalguitas papi, quiero que me las llenes de leche, sé que las deseas! -me decía sin dejar de mover su culo sobre mi verga.

-Y si te la meto bebé? Sería más rico.

-Daddy eso lo haremos en otro sitio, porque quiero que me des mucha verga por mucho rato, aquí quiero tu leche ya, antes de que alguien llegue

Y la verdad era que yo ya estaba a punto de acabar, entre la excitación de tener ese rico par de nalgas arropando mi verga, lo rico que me hablaba esta niña, y las ganas que le tenía desde hace mucho, ya estaba más que dispuesto a darle toda mi leche.

Entonces metí mi mano debajo de su tanga para acariciar su coño. Estaba totalmente depilado, era gordito pero apretado, un clítoris pequeño pero podía sentir lo duro que estaba, y apenas lo toqué ella dio un rico gemido diciendo: “eso papi, tócame con esos deditos mágicos, haz que me corra de nuevo”

Entonces comenzamos a acompasar sus movimientos de cadera con el de mis dedos en su coño, frotaba sus labios, su clítoris y la entrada de su coño. Estaba tan mojada que me empapaba los dedos, entonces en un movimiento ella quitó sus leggins de una pierna y subió sus pies a mis rodillas quedando totalmente abierta, lo que me permitió meter mis dedos bien profundo en su coñito apretado, estimulando su punto G.

-Eso papi, hazme acabar rico otra vez, acaba conmigo, lléname el culo de toda tu leche de macho.

Escuchar eso me hizo correrme a chorros entre sus nalgas, mientras ella hacía lo propio en mis dedos. Sentí como se contorsionaba con el orgasmo que tuvo, hasta que se quedó inmóvil y sin aliento, casi desmayada sobre mi. Podía sentir que había muchísima leche entre sus nalgas, y algo se su flujo escurrió hasta mis huevos. Lentamente como pudo se levantó.

-Hay que limpiar este desastre -dijo dándome unos kleenex que estaban sobre la mesa del salón.

Así que me puse a limpiar su rico y hermoso trasero, que ahora pude apreciar con toda claridad. Luego de limpiarla bien, le di un beso en cada nalga y luego le di un nalgada suave.

-Ahora déjame limpiarte -dijo ella mientras alargaba su mano para agarrar mi verga que no se había bajado aún del todo, y cuando la tocó volvió a recuperarse. La apretó un poco desde abajo hacia la cabeza para sacar lo que quedara de leche, sabía lo que hacía la muy putita.

-Papi esto no se puede desperdiciar -dijo mientras se agachaba para pasar la punta de su lengua en la raja de mi verga y lamer las últimas gotas de semen que salían de ella- mmm que rica leche! La próxima la quiero toda en mi boca!

Sin importarme la tiré hacia mi y la besé mientras le agarraba una última vez ese hermoso culo que me había sacado toda la leche.

Nos arreglamos, aseamos un poco la habitación, y volvimos al trabajo. Nuestros compañeros llegaron pasada media hora, y hasta ahora aunque de vez en cuando aprovechamos cualquier ocasión para darnos un beso o tocarnos hemos sabido llevar la situación con total discreción para que nadie sospecha nada. Después de esto hemos tenido dos encuentros fuera de la oficina, los cuales les contaré en próximos relatos.

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