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Ángel y demonio

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Martha vivía en un edificio de departamentos, en el tercer piso, por cuestiones del tacaño del casero frecuentemente el elevador no funcionaba, por lo que debía subir por las escaleras. Hoy era uno de esos días, regreso de su trabajo y vio con enfado que el elevador no funcionaba, subió por la escalera con desgano, cansada ya de las labores del día.

Al pasar por el segundo piso saludo a Jorge, su vecino de abajo, cargando en su cuello una cámara fotográfica, -hola Jorge, ¿qué haces?, pregunto; - hola Martha, estoy fotografiando aves en el parque para la empresa donde trabajo, tuve que traer trabajo a casa, contesto.

Martha llevaba ya varios años conociéndolo, siempre lo saludaba y obtenía una respuesta amable, pero solo eso, Martha se preguntaba: ¿nunca me habrá mirado con morbo?, nunca se me ha insinuado, siempre me habla con respeto, ¿acaso no le gusto?, o tal vez no le gustan las mujeres, jaja rio para sí misma.

La voz de Jorge la saco de sus pensamientos, ¿qué tal tu día vecina?, a lo que Martha respondió: estoy rendida, voy a tomar un baño y me voy a descansar, contesto; -muy bien Martha, que descanses, termino la conversación Jorge.

Martha continuo su viaje hacia el tercer piso de manera lenta, tenía puesto un vestido color negro muy corto, alguien que quisiera verla por la escalera podría ver sus bragas sin ningún problema, el vestido era de tirantes, sus hombros desnudos desviaban la atención de sus senos duros, desafiantes, sus piernas se realzaban por el uso de zapatos de tacón negro, Martha continuo y al dar la vuelta observo que su vecino la miraba de manera tímida, pensó Martha – este vecino jamás se me va a insinuar, y siguió su camino.

Llego a su apartamento, comió algo con desgano y se comenzó a desnudar para tomar un baño, el agua caliente llenaba de vapor el cristal de la bañera, desnuda Martha se metió en la regadera mientras sentía la cálida sensación del agua corriendo por su cabeza y sus hombros, se enjabonaba el cuerpo, se dio un leve masaje en los senos, sentía la dulce caricia de sus dedos en los pezones, tallaba su espalda, su nuca, sus piernas, tímidamente pasaba sus dedos por su rajita afeitada, se sentía muy bien, pensaba: ¿y si me masturbo ahora?, no, estoy demasiado cansada.

Salió del baño secándose con una toalla, se colocó la ropa de dormir, un top de seda negra transparente, unas braguitas blancas con letras impresas de la marca de las bragas, secaba su cabello antes de acostarse, cuando de repente en uno de sus vaivenes de la recamara al baño, volteo hacia la puerta y miro algo tirado debajo de ella, pensó Martha – eso no estaba cuando llegue - , se acercó y levanto el objeto, parecía un papel en blanco, pero al levantarlo y darle vuelta, sintió una gran furia, era una fotografía de ella, tomada desde el piso, subiendo las escaleras, enfocadas sus piernas y levemente se asomaban sus bragas.

Pero que carajo, pensó, que fresco este tipo, le voy a reclamar ahora mismo, salió de su apartamento furiosa, solo se puso unas pantuflas, ni siquiera se fijó que iba con la ropa de dormir, bajo la escalera y llego a la puerta de su vecino de abajo, y comenzó a golpearla, ahora me escuchara, pensó Martha.

Al abrir Jorge su puerta puso una cara de sorpresa, claro – pensó Martha – no esperaba que viniera a reclamar; apenas iba Martha a comenzar el reclamo cuando se empezó a dar cuenta de lo que pasaba: Jorge miraba fijamente los pezones que se transparentaban por el top de Martha, esto hizo que Martha se olvidara del reclamo, sorprendida ahora por la situación comenzó a balbucear: vecino… Ay perdón… no me fije en como vengo vestida… me voy, disculpa…

Pero Jorge la tomo del brazo y la jalo hacia adentro de su departamento, Martha sorprendida no atino a decir nada, apenas y recapacito iba a reclamar pero su boca fue tapada por un beso de deseo, ese tipo de besos que roban el aire, en tanto que con una mano la sujeto de la cintura y con otra comenzó a acariciar los senos semidesnudos de su enojada vecina.

Martha tenía una combinación de sentimientos, estaba enojada, estaba sorprendida, pero increíblemente estaba excitada, de repente se dio cuenta que estaba correspondiendo al beso arrebatado, sus pezones estaban erectos recibiendo las caricias de esas manos extrañas, sentía como la humedad empezaba a llenar su depilada panochita.

Mientras Martha trataba de poner sus sentimientos en orden, su agresor había ya cambiado de estrategia, su mano libre ahora se encontraba masajeando el exterior de su vagina, un dedo grueso y tosco recorría toda la longitud de los labios de su vulva, podía sentir como la humedad de su vagina escapaba ya por el borde de su vulva y empezaba a mojar su braguita, Martha no pudo mas, dejo de pensar y se abandonó a la sensación que estaba recibiendo en ese momento.

Marta dejo de forcejear, con sus brazos rodeo la espalda de su captor y comenzó a hundir sus uñas en ella, mientras abría su boca para recibir la lengua extraña de ese hombre que solamente se había atrevido a intercambiar algunas palabras en muchos años.

El vecino bajo sus manos a las nalgas de Martha, un par de delicadas masas de carne blanca, redonda, firme, que gustosas recibían los embates de esas manos por primera vez, las manos de él masajeaban, toqueteaban, oprimían y separaban ese par de suculentas masas de carne, mientras Martha ahora tomaba del cuello a su vecino y lo jalaba hacia ella, mientras ahora su lengua incursionaba dentro de la boca de él.

Conforme aumentaban de ritmo las caricias fueron caminando al interior del departamento de él, pero no llegaron muy lejos, en el sillón de la sala callo el que iba de espaldas al mueble, quedo sentado frente a Martha que de inmediato se puso de rodillas y despojo del pantalón de la pijama de él, de donde emergió una dura y firme verga, con la cabeza brillosa por el líquido pre seminal que había expulsado ya, el abrió sus piernas para que el obelisco de carne alcanzara su plenitud, en tanto que Marta acomodo su cabello aun húmedo de la ducha, cayendo como una lluvia dorada sobre su espalda, tomo el tronco de carne y comenzó a lamerlo, su lengua daba vueltas sobre la cabeza de la glande, movía su lengua en círculos a diferentes velocidades, primero lento, reconociendo cada centímetro de cabeza y después rápido, como si quisiera bañarlo en saliva para obtener una perfecta lubricación.

Después empezó a devorar el tronco, por su boca fue desapareciendo cada centímetro de mástil de carne lleno de venas saltadas, que anunciaban la eminente excitación, su boca pudo darle cabida a ese tronco por completo, en tanto que sus manos acariciaban sus bolas, su cabeza retrocedió, para ir dejando escapar de nuevo ese miembro de dentro de su boca, hasta que la glande se asomó de nuevo y repitió la operación pero ahora más rápido, comenzó un movimiento de cabeza de arriba hacia abajo y después de regreso para mamar por completo ese miembro desconocido que la estaba enloqueciendo de placer.

El la tomo por la cabeza con sus dos manos y la empezó a conducir a la velocidad que él deseaba. Acompaño su cabeza hacia debajo de nuevo a una gran velocidad, después que llego hasta abajo la levanto de manera suave y despacio, para que el tronco de carne apareciera poco a poco, repitió una y otra vez el recorrido, marta estaba completamente abandonada al placer, su vagina completamente húmeda esperaba impaciente el embate de ese tronco de carne que hacia la delicia de su boca.

El vecino se incorporó, bajo las bragas de marta y la despojo del top, beso los senos, deteniéndose en cada uno de los pezones para dar masaje circular con la lengua, después una leve mordida, la coloco hincada sobre el sillón, con las piernas abiertas de espalda a él, acerco su cara al trasero de Martha y de dio un par de lengüetazos a la vagina de ella, solo para darse cuenta que estaba por demás mojada, se incorporó, se colocó detrás de ella y apunto la cabeza del pene en la entrada de la vagina, empujo un poco y la cabeza empezó a entrar, abriéndose paso entre las paredes de su vagina dilatada, de repente se detuvo y le dijo a Martha: quiero que seas tú la que te ensartes en mi verga mamita, quiero que seas tú la que te des lo que necesitas.

De inmediato Martha arqueo la cintura y movió las caderas hacia atrás para empezar a recibir el embate de ese tronco, podía sentir como ese pedazo de carne se abría paso dentro de ella, mientras la temperatura de Martha subía y subía, finalmente llego a la raíz del tronco, quedando completamente ensartada, de nuevo el vecino hablo: ¡muévete¡, de manera inmediata Martha comenzó con el vaivén de su cintura, moviéndose hacia adelante y hacia atrás, pensó: si yo decido a que velocidad pues me voy a dar un gusto, y comenzó a aumentar la velocidad y el ritmo, cada vaivén aumentaba de fuerza, por la manera como chocaban los cuerpos cuando lograba quedar completamente ensartada, gozaba al escuchar ese sonido de los cuerpos al chocar, era como recibir el aviso que se había comido por completo ese tronco de carne, Martha continuaba con el movimiento de ir y venir sobre ese tronco, ya pensaba en que pronto vendría en un orgasmo intenso, cuando de repente él se comenzó a moverse en sentido contrario al de ella, mientras ella se movía hacia adelante, él lo hacía para atrás, con lo que la salida del pene de la vagina era mas rápido, pero cuando lo hacía a la inversa, que ella se movía hacia atrás y el hacia adelante, la penetración aumentaba de fuerza y de velocidad, haciendo que Martha comenzara a gritar de placer en cada acometida, empezó a decirle: métemela mas papi. Dame más fuerte, quiero gozar todo tu camote.

Los embates se hacían mas y mas fuertes, los cuerpos de ambos bañados en sudor, los gemidos se convertían poco a poco en gritos de placer hasta que finalmente Martha estallo, un orgasmo broto de su vagina, haciendo que un espasmo convulsionara todo su cuerpo, mientras brotaban chorros de su vagina, el saco su pene de dentro de ella, lo tomo con su mano y lo dirigió al cuerpo de ella, disparando balas de esperma que fueron a estrellarse en la espalda tersa de ella, finalmente ambos cayeron rendidos.

Martha cerro los ojos, seguramente cayo dormida, no sabe cuánto tiempo, en la mañana el sol en su cara la despertó, abrió los ojos para ver sorprendida que estaba en su cama, con su ropa de dormir puesta, - que carajos me pasa- pensó, ¿habrá sido un sueño?, ¿será que inconscientemente siento deseo por mi vecino?, de repente se dijo a si misma – basta- levántate y toma un baño y deja de pensar que te vas a volver loca.

Se dirigió al baño y tomo una relajante ducha caliente, salió del baño camino a su cuarto y dirigió la mirada hacia la puerta del apartamento, había un papel tirado bajo la ranura de la puerta, se acercó, levanto la hoja y al darle vuelta, sorprendida se dio cuenta que era una fotografía de ella desnuda, de rodillas en 4, en el sillón del vecino…

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