Nuevos relatos publicados: 26

Anoche me has volado la cabeza

  • 8
  • 6.940
  • 9,70 (20 Val.)
  • 1

Otra vez me encuentro sin poder pegar un ojo, tu suave respiración a mi lado acompaña mis pensamientos en la oscuridad. Me mantienen aún en vela las imágenes de anoche, que recorro en mi memoria con el corazón que palpitando empuja el calor por mis venas.

Hace tiempo no teníamos algo así, el encierro nos ha dejado con pocos momentos de intimidad por el día, la noche se ve opacada por el desgaste de la jornada y la amenaza del despertador la mañana siguiente. Sin embargo, anoche se habían dado las condiciones, los niños se durmieron temprano y nosotros nos desvelamos compartiendo una copa frente a una serie sin importancia, interrumpida varias veces por caricias, besos y otros gestos que empezaron a preparar el ambiente.

_____________

Tú ya te habías dado un baño, pero a mi aún me quedaba pendiente, besé tus labios y te rogué que no te duermas antes de correr para darme la ducha más rápida que pude. Pronto volví a la habitación, cerré la puerta y colgué la toalla que traía en mi cintura en la silla junto a la cama mientras me observabas desnudo frente a ti. Creo que fue bastante evidente que el sólo hecho que me vieras expuesto sumaba su excitación a la acumulada Luego, gateé sobre el colchón hasta volver a encontrar tus labios y escapándose de mi sin pensarlo siquiera te confesé cuánto me calentabas, cuánto echaba de menos estar dentro de ti y cómo eras la culpable de mis noches sin dormir.

Tú estabas recostada boca arriba, vistiendo sólo tus bragas y una de las finas camisetas que usas para dormir, tus brazos por sobre tu cabeza resaltaban tus pechos y me invitaban a quitarte la ropa. Bajé con mis labios por tu cuello al mismo tiempo que mi mano subía por tu cadera hasta llegar para desnudar tu torso. Se cuanto te gusta que sea yo quien se encargue de despojarte de tus prendas y tú sabes que es una de mis tareas preferidas. No pude evitar arrojar una mirada lujuriosa a tus dulces senos y acto seguido sumergirme a saborear tus pezones, que se endurecieron entre mis dientes cuando mis tersos mordisqueos te robaron un gemido. Inclinaste tu cabeza hacia atrás cuando tu mano recorrió mi pierna hasta llegar a mi sexo, lo rozaste de la punta a la base con sutileza para comprobar su firmeza y terminaste jugando con mis testículos entre tus dedos.

El calor aumentaba pero lo hacíamos con calma para que dure, ambos queríamos aprovechar el momento y prolongarlo lo más posible, nos dedicamos a los contactos suaves para no hacer arder el infierno latente dentro nuestro, sin prisa enganché los dedos en tus bragas y las removí tocando cada centímetro de tus largas y sensuales piernas. Me alejé un poco para mirarte por completo antes que nuestras pieles se unan, te mostré cómo dejaba caer tus bragas al suelo para incitarte, después aproveché haber tomado distancia para sacar del cajón de la mesita la pequeña bolsa de encaje negro que guarda uno de nuestros juguetes y pude notar cómo aumenta el ansia en ti dada la forma en que te acomodaste en anticipación a lo que iba a hacerte.

Me volví a inclinar sobre ti pero esta vez los labios que beso no son los de tu rostro. Aventuré mi lengua a degustar tu parte más privada para humedecerla aún más y me ayudé con el plug, originalmente diseñado para un juego anal, pero que sirvió a la perfección para hacer vibrar el interior de tu sexo mientras mi boca se encargaba de satisfacer el exterior. Siempre me llena de placer sentir tu sabor y escuchar tus gemidos, mi palma en tu vientre evaluaba los micro espasmos que me guiaban en mi tarea, así como mis oídos se deleitaban con tus suspiros en crescendo. El hormigueo del placer se irradiaba por todo tu ser impulsado por los patrones cambiantes de las vibraciones del aparato y luego de unos momentos el tempo de tu respiración me indicó que hora de pasar al siguiente nivel.

Tiré el pequeño artefacto de tu interior, los deslicé con delicadeza entre tus nalgas y entonces lo apoyé para que sientas el temblor solicitando tu permiso para entrar. Asentiste con un sollozo ambiguo, sin embargo posicionaste tus piernas para facilitar el acceso y me invitaste a que comience a aplicar presión para penetrarte. Utilicé mi boca para catar por completo tu vulva, esa sabrosa humedad que adoro me regales en cada encuentro, para encenderte más mientras le abrías paso al juguete, que busca su camino lubricado por la saliva que dejo fluir por tu perineo al son que te estimulaba para que te relajes y así dejarlo ir. Finalmente, un dulce quejido indica que logró colarse dentro tuyo y continué avivando la llama con mi lengua directa en tu clítoris y mis dedos en tu coño.

La vibración, la humedad, el calor y el roce se unieron en un remolino de goce que te hizo retorcerte, jadear y tironear de las sábanas. Tu cuerpo pedía más, tu éxtasis aumentaba marcado por el ritmo de tu exhalación, tu sudor aderezaba tu piel y tu pecho se elevaba con fuerza. El descontrol se apoderó de ti, te inclinaste a un lado para corresponder mi juego, tus sorpresivos labios en mi miembro me hacen gemir también, el paseo de tu lengua me endurece más allá de los límites y calor de tu boca abrazándome me hace voltear los ojos al arrastrarme junto a ti al descontrol. Entramos en un ciclo de estimulación mutua que escala en intensidad con celeridad, la excitación se apoderó de nosotros que entrelazados volvemos a ser amantes con la energía de nuestra juventud pero la experiencia de nuestros años juntos, convergen en este instante todos nuestros encuentros sexuales pasados que nos encauzan a las formas que el otro disfruta más y nos recuerda el placer que somos capaces de otorgarnos.

Es tan increíble lo que me hacías que sin quererlo detengo mi juego para disfrutarlo por completo. Sin dudarlo, aprovechas la oportunidad para tomar el control. Primero me haces ponerme de rodillas, continuaste con una felación más intensa y profunda. Tenerte devota a mi no es algo común, sólo pasa cuando te exaltas por completo y alcanzar un estado de lujuria pura. Verte así es uno de mis mayores placeres que me eleva a otro nivel, ambos caímos en un éxtasis salvaje, empujados por el libido cogí tu cabellera, follé tu boca una y otra vez, te observé cómo me dejabas hacerlo disfrutando también la vibración en tu culo que seguía ininterrumpida.

Cuando me detuve me empujaste para que me recueste contra el respaldo de la cama, corriste mis piernas del camino y te inclinaste para continuar. Tus nalgas en el horizonte que descendían a tu cintura, coronado por tu cabello negro sobre mi vientre es el panorama de mis fantasías más profundas. Apartaste tu cabello, te dispusiste a saborear toda mi extensión, jugueteaste nuevamente con mis huevos mientras mi falo se apoyaba sobre tu hermoso rostro, una imagen que no deja de aparecer aquí en la oscuridad para arrancarme de mi sueño. Entre tersos besos y suaves lamidas incluías hondas incursiones a tus fauces, me arrancabas intensos gemidos de placer, volví a decirte cuanto me ponías, cuánto te deseaba y cuánto echaba de menos nuestras incomparables folladas.

Antes de llegar al punto sin retorno te detuve, te sostuve en tu postura, me posicioné detrás tuyo y sin vacilar te penetré con fuerza. Sentí entonces yo también el poderoso sacudir del juguete que continuaba en tu interior y esparcía sus ondas dentro de ti. Enredé tu cabello entre mis dedos, te jalé buscando llegar más profundo cómo si mis embestidas no fueran suficientes. El sonido húmedo, tus jadeos y la excitación acumulada me obligaron a poner toda mi voluntad para prolongar el acto. Exploté primero en palabras descuidadas y sin poesía

─Me voy a correr bien adentro tuyo.

─Voy a venirme en ti.

─¡Te voy a llenar de leche ahora mismo!

Tú sólo respondiste con sonidos ininteligibles y de repente pude sentir tu coño contrayéndose que me aprisiona en ti obligándome a liberar la lujuria contenida.

Nos retorcimos y enredamos soltando nuestros últimos jadeos, sentía la humedad envolvente que comenzaba a escapar de ti. Finalmente, cuando nuestra vos enmudeció nos tumbamos a un lado, te abracé por la espalda, besé tu cuello como suelo hacer y nos quedamos juntos hasta que la penumbra se apoderó de nosotros.

____________

Noto entonces que mientras recuerdo esta escena y la narro para ti mis manos trataron de simular nuevamente las sensaciones. No sé en que momento mi bóxer fue a parar a un lado, o cuando mi erección pasó de un estado sólido a un líquido sobre mi vientre, ni cuando fue que tu pierna cruzó sobre la mía cuando te acomodaste para seguir durmiendo pegada a mí. Sólo sé que tú eres la culpable de mis noches de insomnio y anoche cómo ahora, me has volado la cabeza.

(9,70)