Viajé toda la vida, siempre sentada junto a abuelas que charlan o niños que gritan… Un día dije, cuando se sube un chongo que me caliente y así se la chupo mientras viajamos en largas distancias…
Un día viniendo de la Patagonia hacia Buenos Aires, ocurrió.
Era robusto, llevaba camisa, pantalones de vestir y unos zapatos muy masculinos, su perfume fue la puerta a que me humedezca, no sabía como llamar su atención, si bien estoy cada día más cogible, la cosa no era entrar por mi exuberancia, ni por un escote que deje ver mis atributos, los cuales muestro en mi página de Instagram, con el mismo nombre que escribo, si a vos te digo, mientras me lees búscame y me conoces más profundamente.
Bueno la cosa, empezó por ignorarlo, subirle fuertemente a la música que escuchaba y provocar irritación en él, me levantaba tantas veces como podía y antes de refregar mi culo en su cara, le pedía que se levante y que me deje pasar, paramos en una estación de servicio, y allí llego a mi mente una idea magnifica, me compre un cucurucho grande bañado en chocolate, alto como de 20 centímetros y muy gordo. El fumaba, yo me cruce hacia un asiento que daba justo a su figura, estaba apoyado en la pared y yo a cuatro metros, abrí las piernas, tenía un vestido floreado, y deje que uno de mis botones se abriera, una brisa fresca propia del verano aportaba un vuelo a mi falda que ayudaba más aun, mi cometido.
Comencé a lamer el helado pensando en el tronco de su pija, la imaginaba contundente, y como mis gafas daban a una luz, yo lo podía ver y él no se daba cuenta de que lo miraba, sus pitadas al cigarro eran cada vez más largas y su vista no dejaba de mirar mi lengua, tengo una gran lengua roja, carnosa y ávida de chupar ricas pijas de extranjeros a mi vida, y ese desconocido cumpliría mi fantasía de tomar leche tibia mientras el autobús viaja kilómetros.
Deje que el chocolate cobertura chorree hacia mi escote, con un dedo levantaba esas gotas y me chupaba el dedo, todo lo chupaba como si fueran sus huevos, hasta que abro la boca bien grande y meto todo el helado, integro, garganta profundísima la mía, puedo chupar pijas de 24 centímetros sin ponerme colorada, metía y sacaba el helado y él se le cayó el cigarrillo, me saco los lentes y allí lo mire directamente y comencé a chupar, morder, lamer, escupir ese rico manjar sin quitarle los ojos de encima, me trague hasta el cucurucho como si fuera una mujer faquir, me levante y gire rápidamente, me agache y deje ver mi gran culo jugoso, entangado con bragas rojas y pintitas blancas, vieron que cuando nos agachamos el papo se nos pone gordito y se abren los labios de forma exquisita. Subimos al micro y me senté mirando la ventana, él estaba convertido en un lobo cliente y deseoso de chuparme las tetas con ese chocolate que caía sobre mi.
Estaba nervioso, su respiración agitada, y en Viedma primer parada de Bs As, se bajan las personas que estaban sentadas adelante al costado y atrás nuestro, quedamos como en una isla especial para que todo lo que queramos hacer se realice, apenas sigue viaje el micro, me dice te vi mientras te comías el helado, lo miro y contesto, el helado de chupa o se toma, no se come, jajá él se ríe y me dice, que tal mi nombre es… Le tapo la boca y le digo, no me interesa cómo te llamas, después de este viaje no nos veremos más, y le apoyo la mano en el bulto, el automáticamente me besa y me manosea integra, sus dedos en mi concha eran una delicia, que buena paja me hizo en 5 minutos yo ya estaba acabada y caliente como nunca.
Me apoya contra la ventana del asiento y me abre las piernas, chupa mi concha con fuerza y su lengua estaba dura y muy movediza, amo apretar esas nucas contra mi concha y que la lengua me la prepare para penetraciones profundas, sigo mojándolo y su cara brillaba de tanto placer, le levanta como si acomodara sus bolsos en la guantera del micro, donde se dejan sobre el asiento las cosas, y abre su bragueta, me pongo en cuatro sobre los asientos y se la chupo exactamente igual al heladito, hasta que me pongo boca arriba, cruzo las piernas y el acomoda la pija cogiéndome la boca, entra toda, toca mi campanilla, amo eso, espero que la leche explore dentro de mi garganta, el me masturba y manosea mis tetas, aprieta pezones, escupe sobre ellos, y sigue metiéndome casi la mano entera, que manera de salir leche, la putamadre, borbotones de guasca blanca, rica, tanto que trago y sigo chupando.
No nos importó nada, cogimos toda la noche en ese autobús, se la chupe sentado, parado, me puso de costadito y esa pija me lleno de leche el culo, éramos un solo cuerpo, me decía al oído mientras me chupaba el cuello, decime por favor tu nombre, y yo contestaba, puta, decime puta…