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Con la maestra de muestreo

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Cuando cursaba el sexto semestre de mi carrera universitaria, nos tocó una maestra de estadística y muestreo. Su nombre es Magda, gozaba de fama de ser algo enojona y de su gusto por reprobar a los alumnos a los que no soportaba. Ella tenía un puesto en el gobierno y solo iba ciertas horas a dar clases y se retiraba a su trabajo nuevamente. Por lo tanto muchos estudiantes antes de sexto semestre no sabíamos cómo era ella.

Con todo lo dicho yo la imaginaba como la típica maestra regordete y amargada. El primer día de clases con ella, me lleve una sorpresa. Llegue al salón, obviamente acompañado de mis amigos y compañeros. A lo lejos en el pasillo se escuchaban unos tacones, el caminado era rápido y con fuerza. Dio la vuelta hacia el pasillo donde estaba nuestro salón y la vimos. Una mujer de aproximadamente unos 45 años, 1.75 de altura aproximadamente con los tacones, un pantalón negro de vestir pegado a sus piernas torneadas, caderas dignas de una latina, tez blanca, cabello rizado con un mechón blanco que bajaba hasta su hombro, cara afilada, nariz puntiaguda, y unos labios carnosos, ojos negros y un par de tetas que presumía en un ligero escote que mostraba lo bien cuidada de su figura.

Así pasaron los días, ella hacia justicia a su reputación, era estricta, explicaba solo una vez y si no entendías estabas perdido. Me fascinaba ir a sus clases, no entendía nada, me la pasaba perdidamente hipnotizado en ese hermoso par de nalgas que siempre traía ajustadas en pantalones de vestir. Yo estaba más que perdido en su clase, no entendía nada y por varios roces con ella en cuanto diferencias de opinión decidí asistir lo menos posible y procurar estudiar por mi cuenta y esperar el examen extraordinario para tratar de aprobar la materia.

En una de esas fiestas que organizaban los grupos estudiantiles para generar ingresos para algún viaje, me tope con varios compañeros de mi misma carrera que estaban más avanzados que yo, que ya habían pasado por las clases de la terrible Magda. Entre ellos estaba Neto, tipo moreno, alto, delgado, nada especial realmente. Hablando y bromeando me pregunto como me iba, le dije que bien, a excepción de la clase de Magda. Cuando la mencione pude ver como se reían, en un principio pensé que se burlaban de mi por no entender sus explicaciones o por estar batallando en entender el contenido. Neto dando un trago de cerveza saco su celular, abrió su galería y saco una foto de una chica en lencería negra.

Le dije que la tipa estaba buenísima, pero no entendía que tenía que ver con Magda. “mírala bien” me dijo y al observarla detenidamente mis ojos y mi boca se abrieron. Era la maestra, miles de preguntas salieron de mi boca en ese instante. ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Cuándo? Y mas importante ¿Cómo? Neto puso su mano en mi hombro y como un maestro pasando el secreto a su nuevo discípulo me dijo “tiene debilidad por sus estudiantes”.

Me dio algunos tips que seguir para tratar de conquistar a esa mujer. El lunes volvi a clases, me senté hasta el frente, tratando de que viera mis renovadas ganas de tratar de enderezar el barco, comencé a usar ropa un poco mas ajustada y a pesar de no tener un cuerpo de gym, en ese momento no estaba gordo y mi pene grueso se marcaba en mis pantalones ajustados. Me acercaba a ella y preguntaba cosas, procurando pegar lo mas posible mi bulto a ella. Poco a poco vi como su trato hacia mi pasaba a ser más ameno. Su esposo también daba clases en la facultad, era un tipo francamente aburrido, obviamente era brillante, había publicado varios libros y tenía más maestrías que muchos maestros combinados. Yo comenzaba a mandarle mensajes en privado a Magda, la entrada era preguntarle algo de clase, eso daba lugar a conversaciones sobre otros temas. Mientras me explicaba ella preguntaba temas personales, preguntaba si tenía novia, si mi vida sexual era activa entre otros temas. El último paso que me dio Neto fue… cuando empiecen a hablar más amenamente finge que no entiendas nada, aunque si lo hagas. Y así lo hice, casi a final de curso. Al no “entender” nada ella me dijo que necesitaba explicarme cara a cara, unas asesorías personales, le dije con gusto, ella me cito un miércoles en la tarde en su casa. Siguiendo los consejos, rasure todo mi pene y aéreas cercanas, los consejos de Neto eran no tener nada de vello. Llegue a su casa, una casa grande en una colonia de la ciudad donde habitaban personas de clase media-alta. Toque el timbre, escuche su voz adentro decirme “ya voy”. Yo estaba nervioso, en mi mano llevaba mis materiales y siendo honestos mi pene ya mostraba una erección considerable que trataba de ocultar con mi cuaderno enfrente de mi pene.

Abrió la puerta, ella llevaba la misma ropa que en la mañana que nos dio clases. Eso me decepciono un poco, pensé, tal vez yo sería la excepción y no lograría tener sexo con esa mujer. Me dio una mirada como inspeccionándome, me dijo pasa y pasamos a su estudio, ahí tenía un escritorio y unos libros. Tome asiento y por las siguientes dos horas repasamos todo lo visto en el semestre. Acabamos, yo estaba harto, ya quería irme y matarme a pajas. Ella se levanto y en voz baja me dijo ya vengo. Salió del estudio y en unos minutos escuche su voz llamarme. Su voz venia de su cuarto, entre y ahí estaba ella, con unos calzones de encaje de un color purpura, medias negras, tacones negros, un bra que transparentaba sus rosados pezones.

Quede estupefacto, ella se levanto, camino hacia mi, y poniendo sus manos en mi cuello me jalo tiernamente hacia ella y me beso. Vaya beso, apasionado, de mujer experimentada, metía su lengua y jugaba con la mía, yo tímidamente tomaba sus pechos y pasaba a sus nalgas. Pase mis dedos por su vagina, su calzón ya estaba algo mojado, nuestra respiración era agitada, ella quito mi cinturón, bajo mi pantalón y saco mi grueso miembro, lo miro y me dijo, asi sin vellos, como me gustan y sin quitarme la mirada de encima devoró de un bocado mi pene.

No tarde mucho, le avise que estaba a punto de correrme, saco mi pene de su boca y sin dejar de masturbarme y de verme me dijo ¿Qué esperas? Y lo engullo de inmediato. Cada palpitación que mi pene hacia para expulsar mi espeso semen termino hasta el fondo de su garganta. Ella no hizo ningún gesto y nunca dejo de verme, al parecer mi cara y gemidos de placer la volvían loca. No dejaba de mamar mi pene, yo trataba de apartarla o decirle que me diera un poco de espacio, mi pene se encontraba increíblemente sensible después de haberme corrido. Sin avisar y ella intuyendo mi segunda corrida saco mi pene y descargue tres espesos chorros sobre su cara. Se puso de pie, tomo mi mano y me jalo hacia ella y me beso, mi semen tocaba sus labios, la besaba y el semen se embarro en mi frente, mejillas y en mi cara. Ella paro, y comenzó a lamber mi cara, limpiando el semen que había embarrado mi cara, que rico, dijo entre dientes.

Me tomo de la mano y caminamos hacia su cama, ella me dijo acuéstate, lo hice, ella quito mis tenis, quito mi pantalón y mis calzoncillos, quito mi sudadera y mi camisa. Asi completamente desnudo, me dijo no te muevas. Despacio comenzó a besarme los labios, bajo por mi cuello, y se detuvo en mis pezones, con su mano tiernamente tomo mi flácido pene y comenzó a masajearme el glande y con su lengua daba pequeños círculos en mis pezones, daba pequeños mordiscos, en segundos mi pene estaba al 100. Ella paro, volteo hacia mi pene y viéndome me dijo “te excitas rápido verdad?” no dije nada, mi cara, mi respiración y mis gemidos hablaban por si solos. Soltó una picara risa y dijo “que rico”. Se puso encima de mí, bésame las tetas me dijo, mientras con su mano pasaba mi pene por su húmeda y depilada vagina “espera, el condón” le dije. Con su dedo en mi boca me indico que guardara silencio, ella no tenía planeado ponerle protección al pene de estudiante. Lo introdujo lentamente, pude sentir su vagina irse abriendo con cada centímetro que mi pene entraba. Sus manos en mi pecho se tensaron y apretaron mi piel, su boca abierta, sin emitir sonido alguno, sus ojos en blanco, era increíble, pude sentir sus muslos temblando, su vagina tensarse y palpitar, de alguna forma había logrado sin hacer mucho que la maestra Magda tuviera un orgasmo. Soltó mi piel y agarro su cabello y soltó un gemido espectacular, era un grito de alivio, “cabron, que rica verga!!” decía mientras daba pequeños saltos encima de mi pene. Yo trate de moverme, quería hacerla sentir aun mejor, ella me detuvo y con la respiración entre cortada me dijo “te dije que no te movieras”.

Puse una de mis manos en su cintura y le marcaba el ritmo, con mi otra mano comencé a masajear su clítoris, ella gemía, yo ya me había corrido, pero no me importaba, tener esa mujer encima de mí evitaba que mi pene perdiera dureza. Neto me había contado que ella no dejaba a sus alumnos tomar iniciativa, ella llevaba la batuta de principio a fin y dependiendo del desempeño es como calificaba a ese alumno a final del curso. Francamente me importo poco o nada todo eso, no me importaba la calificación y si tenía que romper reglas y tener que recursar esa materia con tal de poder comerme esa vagina otra vez lo iba a hacer. Con fuerza tome su cintura, la levante y con rapidez y agilidad la puse en cuatro, metí mi pene de golpe en su vagina, con mi pulgar masajeaba su ano, en segundo me corrí, saque mi pene y con mi semen lubrique bien el ano. Ella no decía nada, los dos estábamos poseídos por la lujuria. Empuje suavemente, ella puso sus hombros en el colchón y paro aun mas su culo, dándome más facilidad de introducir mi grueso pene en su hermoso culo.

Ella grito y apretó el colchón, mordiendo la sabana me decía Dame! Dame! Metela hasta el fondo cabron! Yo apretaba sus nalgas y con fuerza arremetía contra sus nalgas, el golpear de nuestros cuerpos inundaban el cuarto, sus gemidos los apagaba con una almohada en su cara, de vez en cuando volteaba a verme, su cara y su cabello manchado en sudor, me vine dentro de su ano, apreté fuertemente mi cuerpo contra ella. Sin fuerza me deje caer encima de ella, mi pene flácido salió solo de su ano, sentí el chorro de semen salir. Ella acariciaba mi pecho, se levanto y se dirigió al baño, pude ver sus muslos y nalgas llenas de mi semen. Con su dedo me dijo que la siguiera, tomamos un baño, sin sexo, ella me baño cual bebe.

Nos vestimos y fuimos a su estudio. Ella guardaba todo y proseguí a hacer lo mismo con mis cosas. Ella volteo a verme, los dos cansados, pero felices. Tienes un 5, me dijo seriamente. Yo quede sorprendido, en mi mente había sido tal vez el mejor desempeño que había tenido desde que inicie mi vida sexual, pero antes de que pudiera decir algo ella me dijo, mañana ven por el otro 5.

Entre Neto y sus amigos me volví algo como un héroe, había domado a Magda, la había hecho correrse, cosa que al parecer ninguno había podido hacer y había repetido con ella en varias ocasiones. Se volvió algo cercano a una maestra del sexo para mi vida, aprendí mucho con ella, me hizo mejorar no solo en lo sexual, sino en lo académico y como persona.

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