Nuevos relatos publicados: 13

Dominado por Arturo

  • 19
  • 21.066
  • 9,50 (10 Val.)
  • 8

Continuación del relato “Castigando a mi novia por infiel”, dejo el enlace al final del relato.

La vida debía continuar, así que decidí regresar a los entrenamientos el siguiente lunes, sabía que me encontraría con Arturo y no sabía muy bien cómo enfrentarlo, había decidido terminar nuestra amistad y relación, no sin antes reclamarle sus acciones, era inconcebible que el mismo hombre nos cogiera a ambos, me seguían atormentando los recuerdos y no debía volver a suceder, tenía que ponerle un punto final.

Al llegar al vestidor, me lo encontré y me saludó como si nada, pero no respondí el saludo, al contrario, desvié la mirada y apreté mis puños, conteniéndome para no ir tras él y golpearlo allí mismo. El entrenamiento fue rápido y todos notaron que no hubo coordinación entre Arturo y yo en la cancha, recibiendo la llamada de atención de nuestro entrenador, amenazándome incluso de mandarme a la banca, me disponía a retirarme lo más pronto posible, cuando se acerca Arturo y me dice que teníamos que hablar, que me notaba molesto y que teníamos que aclarar las cosas, pensé que sería lo mejor no prolongar más el encuentro y acepté ir a su departamento, lo que tenía que decirle no podía decirlo en el vestidor, ni en un lugar público, tampoco en mi departamento, ya que podía estar presente o llegar alguno de mis compañeros que vivían conmigo, así que nos bañamos en los vestidores, me puse unos pants deportivos y una playera fresca, el vistió en forma similar y salimos en su auto, vivía a una corta distancia de la escuela por lo que preferí llegar a su departamento para reclamarle, no sabía si en el auto podría controlarme e incluso llegar a los golpes con él al calor de la discusión.

Iba absorto en mis pensamientos, con la mirada perdida, pensando en todo lo que tenía que reclamarle, cuando se detiene en un semáforo y siento un beso totalmente inesperado, en la mejilla, justo en la comisura de mis labios, la sensación de sus suaves labios me estremeció, pero al mismo tiempo di un manotazo y lo alejé violentamente, sentí que se estaba burlando de mí.

-¿Qué te pasa cabrón?, ¿no chingues?- exclamé.

No te enojes, Ariel, veo tu cara seria y enojada, y no me gusta verte así -Sonrió y siguió manejando, apreté mis puños y me contuve para no soltarle un puñetazo en plena cara.

Subimos rápidamente al departamento y empecé con mis reclamos.

-Cabrón, mal amigo, como fuiste capaz de cogerte a mi novia.

Y no contento con eso me humillaste con mi novia, sabías que escuchaba todas las cosas que le decías sobre mí a Adriana, eres un desgraciado.- Inicié con mis reclamos

-Lo siento Ariel, pero no te mentí, te dije que quería coger a Adriana y pedí tu autorización, tu aceptaste la apuesta, no he hecho nada a tus espaldas, vamos que te estimo y no te engañé y todo lo que dije a Adriana fue para excitarla, vamos que a las hembras hay que hablarles sucio para excitarlas, a ti te he dicho toda clase de guarradas para excitarte, pero en la calle siempre te he respetado, vamos que solamente es parte del acto sexual, no lo decía en serio o realmente quisiera humillarte, si te molestó lo siento, sabes que eres mi amigo.

Tenía razón, en la cama Arturo me decía toda clase de obscenidades que me prendían, al decir hembras en general, sentí un ligero estremecimiento, eso había sido siempre, su hembra, no sabría decir si me molestó o me agrado, pero estaba decidido a terminar de una vez por todas, las cosas se habían salido de control, por lo que seguí firme.

-Es que eres un maldito, tienes un montón de amantes, no merecía que me hicieras esto, amo a mi novia y lo sabías, cabrón.

-Lo sé, pero no voy a interferir en tu relación, vamos, solamente fue sexo, nada más, es igual al sexo que tengo contigo, no afecta a tu relación con Adriana, ¿o sí?, Adriana seguirá siendo tu novia, tu mujer, no quiero nada serio con ella, me conoces y me alegra que estés con ella, hacen una bonita pareja, son tal para cual.

Me quedé pensando un instante, no podía ser lo mismo, ¿o tal vez sí?, pero continué firme:

-Mira, esto ha ido demasiado lejos, lo he pensado mucho y no quiero seguir, aléjate de Adriana y de mí, creo que es lo mejor.

-No digas eso, mira, es cierto que tengo muchas amantes, pero eres la mejor de todas, ninguna me hace gozar como tú, no me gustaría perderte.

-Mira Arturo, es una decisión difícil, también me gusta mucho como me coges, pero no puedo seguir viéndote igual después de cogerte a Adriana, no soporto la situación, tu sola presencia me hace recordar y siento enojo y celos, tuvimos una hermosa relación, pero ya no es posible seguir, y creo que quien tiene más que perder con esto que te estoy diciendo, soy yo, tú tienes un montón de hembras a tu disposición, no creo que me vayas a extrañar mucho, solamente he sido un depósito de semen para ti.

-No Ariel, no has sido solo un depósito de semen, eres especial, y sabes, siéntete orgulloso, siempre uso condón con todas mis parejas, me cuido mucho, excepto contigo y recientemente con Adriana, porque sé que son limpios y sanos, así que son las únicas hembras que tienen el privilegio de ser preñadas por mí.

Al escuchar eso de Arturo me sentí raro, tal vez hasta orgulloso, saber que mi culo era afortunado al recibir su preciado néctar y al mismo tiempo me enojó muchísimo al hacerme recordar nuevamente cómo rompió el hermoso culo de Adriana, culo que era mío y tenía la esperanza de desvirgar.

-Que cabrón eres, tienes la osadía de recordarme que desvirgaste el culo a mi novia, no tienes vergüenza, malnacido, hasta ese privilegio me quitaste, desgraciado.

-Ya Ariel, perdona, amor, no tenía idea que no se lo habías estrenado, la verdad Adriana tiene un hermoso culo y jamás pensé que no lo hubieras ya disfrutado, tal vez te hice un favor, a veces, a una hembra hay que domarla, estoy seguro que a partir de ahora te va a entregar el culo, si se lo pides.

Era cierto, le había por fin hecho la cola a mi novia algunos días antes, pero no se lo iba a decir, me molestó que me llamara amor y más que siguiera hablando del culo de mi novia y muy molesto le reclamé.

-Y no soy tu amor, no me llames así, maldito. Ya no quiero oír una palabra más, me voy y espero que nunca me vuelvas a dirigir la palabra- Expresé muy molesto, casi gritando y me dirigí a la puerta para salir al instante.

Rápidamente bloqueó mi paso y me arrinconó a la pared, me sujetó con fuerza y me dio un beso en la boca cachondo, húmedo y profundo, que me tomó totalmente desprevenido, sentí una corriente eléctrica recorrer mi cuerpo, besos me había dado infinidad, pero nunca en la boca, incluso había comentado en relación al par de hombres que se había cogido con anterioridad a mí, que nunca le dio por besar en la boca a ninguno de ellos, y tampoco lo había hecho conmigo, intenté forcejear, apartarlo, pero era inútil, Arturo era más fuerte y corpulento, apreté los labios, resistiéndome, pero su lengua insistente, venció mi resistencia y se introdujo a la fuerza, explorando su cálido interior y buscando la mía para entrelazarse, no puedo negar que era excitante, pero me estaba besando contra mi voluntad y seguí forcejeando, logré voltear la cara y sacar su lengua de mi boca y le pedí clemencia,.

-Basta Arturo, ¿qué te pasa?, suéltame, me lastimas, por favor, por la amistad que tuvimos, no lo arruines, no me puedes hacer esto.

No me soltó, al contrario, me aprisionó contra la pared más fuerte, su cara contra mi mejilla, su mano buscó mi trasero y en un rápido movimiento me bajó el pants deportivo, mis nalgas quedaron expuestas y las empezó a amasar con firmeza ante los vanos intentos de separarme, apreté las nalgas y seguí forcejeando, me sentía violado, no me gustaba que me tocara así, forzándome, me arrastró a la recámara sin poderlo impedir y me arrojó en la cama, al tiempo que me iba sacando la ropa, él también se desnudaba.

-Nena, no te resistas, sabes que soy tu macho y serás mía por siempre.

Su cuerpo aprisionó el mío, aplastándolo, me costaba respirar, su piel ardiente me quemaba, su enorme mástil ya estaba duro y se refregaba contra mi verga, la cual ante la inesperada situación, se encontraba completamente flácida, en su mínima expresión, sus pesados huevos rozaban mi piel, seguía luchando por liberarme, no quería seguir, nunca me había tratado así, sentía miedo, pensé que podría lastimarme, estaba como loco, me tomó de la cara con ambas manos y me volvió a besar a la fuerza, mordiendo mis labios, forzando su lengua, nuevamente logró introducirla, su boca succionaba salvajemente la mía, ahogando mis gritos y plegarias, apartó su boca de la mía para besar mi cuello, mis mejillas y orejas, dejándome una sensación extraña en la boca, la sentía sensible y ligeramente entumecida y adolorida y seguí implorando piedad, esperando su compasión.

-Por favor, Arturo, no me hagas esto, no quiero seguir, me lastimas, estás como loco, suéltame por favor, te lo ruego.

Mis esfuerzos eran en vano, me sentía impotente, y un par de lágrimas resbalaron por la comisura de mis ojos, mis esfuerzos por liberarme, parecían excitarlo más, pasó su brazo por detrás de mi cuello y me jaló, apretándome más fuerte, al tiempo que empezó a moverse como si me estuviera cogiendo, su lengua limpiaba las lágrimas que escurrían por mi sien, su boca estaba cerca de mi oído y lo escuchaba bufar como toro, me dominaba completamente, me dolía el cuerpo, cualquier intento de zafarme era fácilmente controlado por Arturo y susurró al oído.

-Tranquila nena, no quiero lastimarte, eres mía y sabes que lo serás siempre que quiera, no luches, mejor disfruta a tu macho y goza, yo sé que quieres.

Se me quedó viendo a la cara, con cara triunfal y dulce a la vez, casi angelical, pero firme, insistente, de macho, me veía a los ojos, no pude contener la mirada y cerré los ojos, casi resignándome a mi suerte, otro par de lágrimas escaparon y escurrieron ahora por mis mejillas.

Mis esfuerzos por zafarme fueron disminuyendo, sentía el cuerpo cansado, y todo era en vano, seguí con los ojos cerrados, resignándome, vencido y esperando que todo terminara rápido, tal vez tomaría mi cuerpo, pero no le iba a dar placer, no me entregaría como en ocasiones anteriores, no le daría mi alma y mi esencia.

Bajó a mis tetillas y las succionó con fuerza, estirando mis pezones, casi haciéndome doler, apreté los dientes para evitar dar un quejido.

-Así nena, sabes quién es tu macho, entrégate, no te voy a lastimar, seré suave, quiero hacerte mía una vez más, sabes que no puedo vivir sin ti, me excitas tanto.

De repente volteó su cuerpo para ponerse encima de mí en la clásica posición del 69, sus piernas sobre mis brazos, inmovilizándome, su verga y huevos aplastando mi cara, el aroma de su sexo impregnaba mi nariz, por lo que voltee a un lado y su sexo quedó aplastando mis mejillas, de pronto siento su lengua rugosa y húmeda recorriendo el tronco de mi verga flácida y continuar por el frenillo, una corriente eléctrica recorrió todo mi cuerpo, me estremecí y apreté los labios para no gemir, intenté nuevamente zafarme, fue muy excitante pero no quería mostrar signos de que me había gustado esa suave caricia, mi cuerpo me traicionó, poco a poco mi verga se fue poniendo dura y Arturo lo notó al instante.

-Ay nena, mira cómo se pone duro tu clítoris, ufff, tu cuerpo no miente, te está gustando, zorrita.

¿Clítoris?, lo que dicen los machos para no aceptar que me estaba lamiendo la verga, pensé en humillarlo, para ver si me soltaba, pero no respondí, pensé que podría ponerse más violento y hacerme daño, pero como lo señalaba Arturo, mi cuerpo no mentía, pronto se puso dura mi verga al grado de hacerme doler de tiesa y mi piel se erizaba con cada lamida, jamás creí que Arturo, el macho, iba a estar lamiendo mi verga, nunca lo había hecho, metió mi verga en su boca y empezó a mamar, pero ahí se notó su inexperiencia, me lastimaba con sus dientes, intenté detenerlo, levantando mi pierna y empujar su cuerpo con mi rodilla, pero hábilmente pasó un brazo por detrás de mi pierna y me forzó a abrirla al máximo quedando mi culo a su alcance, se estiró un poco y fue tras él, deslizó su lengua entre mis nalgas y alcanzó mi agujerito, mi cuerpo se estremeció al sentir el suave contacto y me retorcí curveando mi espalda, sin poderlo evitar, señal inequívoca que me causó una ráfaga de placer, sus nalgas musculosas quedaron frente a mi cara, percibía el aroma de su culo de macho, sudoroso y apretado, al estar su culo a mi alcance, me dieron ganas de lamerlo, pero me contuve, no quería hacerle gozar, si bien me estaba dando placer, era un placer forzado.

-¿Te gusta nena?, mira cómo te retuerces, eres una puta y lo sabes, aunque lo niegues, necesitas la verga de tu macho y la tendrás, te haré gozar y me pedirás que te haga mi hembra por siempre.

Punteo con su lengua la entrada de mi orificio y su lengua se hundió dentro sin ofrecer resistencia alguna, entrando como cuchillo en mantequilla, abriéndome, una corriente eléctrica recorrió mi cuerpo y di un respingo involuntario, nuevamente forcejeé sin éxito levantando mi otra rodilla, que fácilmente tomó con su otro brazo quedando mi culo totalmente abierto, a su disposición, succionó mi culo profundo, como si su boca tuviera una ventosa, y lo quisiera succionar entero, devorarlo, me volvía loco de placer, pero no podía rendirme, intentaba apretar las nalgas y retorcía mi cuerpo, forcejeando, todo inútil, jaló más mis piernas, obligándome a abrir más el culo y escupió en mi orificio, un par de dedos forzaron mi entrada y se hundieron profundo, hasta tocar mi próstata, otro respingo, ahogué mi gemido y tensé todo mi cuerpo, me dio un par de fuertes nalgadas que más que dolor me excitaron, las nalgas me quedaron con un ligero ardor y las sentía calientes, las nalgadas provocaron que aflojara mi cuerpo, permitiendo que sus dedos entraran y salieran de mi culo a voluntad, ensanchando y lubricando mis paredes internas, escupiendo cada vez más saliva que introducía dentro de mi culo al extremo que ya no cabía más y escurría por mi rajita hasta mi espalda.

-Por favor Arturo, suéltame, No me hagas esto, me violas, me estás lastimando, no quiero seguir- le rogaba, pero mis ruegos cada vez eran más débiles.

Estaba seguro que mis ruegos lo excitaban, pero no tenía otra opción, era la única alternativa que me quedaba.

Su cuerpo volvió a dar media vuelta, tomó mis manos entre las suyas y las apretó contra la cama, con sus piernas, abrió las mías y su verga se deslizó en la raja entre mis nalgas, lento, haciéndome sentir su hombría y buscando mi orificio, pronto lo encontró, posicionó su verga justo en la entrada y me vio a la cara.

-Vamos nena, yo sé que quieres sentirme dentro, pídeme que te meta la verga.

-No Arturo, por favor, ya no sigas, me lastimas- rogaba sin mucho afán, sabiendo que poco le importaba,

Empezó a puntear suave, lento pero insistente, mi culo reconoció al visitante y se abrió al instante, sin ofrecer resistencia, me traicionaba, arropaba al intruso envolviéndole, dándole cobijo y calor, una calurosa y afectuosa bienvenida, invitándolo a entrar más profundo, seguramente recordando el rico masaje interno que tanto placer le había propinado en anteriores ocasiones.

-Ves nenita, tu culito pide verga, aggghhh, que rico, me encanta como aprieta y succiona mi verga, Ufff, te voy a preñar como una perrita rica.

Empezó a embestir largo y profundo, en cada embestida masajeaba mi próstata y daba un respingo involuntario, arqueando ligeramente mi espalda, me estaba causando un placer infinito, pero no quería demostrárselo, así que cerré nuevamente los ojos y desvié la cara, apretando los labios para no gemir.

Me tomó con ambas manos mi cara y me obligó a voltear hacia él, mientras seguía embistiendo.

-Mírame a la cara y dime que no te gusta, nena, putita, anda, dime que no estás gozando, que no me quieres sentir dentro, que no disfrutas que te meta la verga, pero viéndome a los ojos.

No respondí, pero de mi boca empezaron a salir gemidos de placer, hasta aquí llegó mi resistencia, ya no pude seguir reprimiendo el placer que sentía, Arturo disfrutaba y arremetía con más fuerza adivinando que estocada me causaba más placer y repitiendo aquellas estocadas que me hacían gemir más, quería hacerme gozar al máximo. Estaba en el cielo, el paraíso, me sentía en una nube, ese macho hermoso y salvaje me estaba gozando el culo como una puta y lo disfrutaba, estaba loca de placer.

-Cabrona, así que no quieres hablar, te voy a sacar la verga y solamente te voy a clavar si me ruegas, oíste putita, solo si me ruegas que te rompa el culo.

Sentí que efectivamente sacó su verga, mi culo quedó abierto, con una sensación de vacío exasperante, necesitaba imperiosamente su verga dentro de mí, masajeando mis entrañas, y no tuve más remedio que humillarme, totalmente vencido y pedirle que me metiera su imponente tronco de carne.

-No Arturo, nooo, no la saques, metemeee, aghh.

No alcancé a terminar la frase, Arturo me enterró su verga hasta lo más profundo y lancé un fuerte gemido. Hasta aquí había logrado mantener mi orgullo, me había convertido en su puta, su hembra y así me sentía, mi cuerpo estaba hecho para hacer gozar a ese macho insaciable, me sentía femenina, dominada y mis gemidos empezaron a escucharse más agudos.

-Así nenita, libera a la hembra que tienes dentro, putita y deseosa que su macho la llene y la preñe.

-Ay Arturo, asiii, ay, que rico, rómpeme el culo, reviéntame, préñame, quiero tener un hijo tuyo, soy tu hembra, tu putaaa.

-¿Un hijo tuyo?, que estupideces estoy diciendo, pensé, pero así me sentía, era su puta, su hembra y como toda hembra, nada me daría más gusto que me preñara y tener un hijo de ese macho increíble.

Mis palabras lo enardecieron y me tomó de la cintura, apalancándose para ensartarme duro al tiempo que se inclinó y buscó mi boca, ya no me resistí a su beso y nuestras bocas se fundieron, nuestras lenguas se entrelazaron, intercambiando saliva, las arremetidas se volvieron más salvajes y rápidas, chocando su pelvis contra mis nalgas con fuerza, haciendo que mi cuerpo se retuerza en cada embestida y empecé a convulsionar, exploté en un fuerte orgasmo, mis chorros de leche salieron disparados contra mi pecho y mi vientre, incluso algunas gotas salpicaron el vientre de Arturo y mi cara.

Tomó el semen con una mano y la llevó a mi boca, bebí mi propio semen y chupé sus dedos con ansiedad y glotonería, hasta dejarlos limpios, Arturo me volvió a besar, un beso con sabor a mi leche, dulce, un último empujón fuerte, profundo, clavándome hasta los huevos, al tiempo que resopla y da un fuerte gemido, su verga en lo más profundo empieza a lanzar sus chorros de leche ardiente dentro de mis entrañas, siento como su verga se ensancha y escupe su néctar, vibra, palpita, siento espasmos en su verga, en cada espasmo lanza un chorro de leche inundando mi interior, aliviando mi ardor interno, preñándome, de ser realmente una hembra seguramente habría salido preñada no de uno, sino de gemelos o trillizos.

Se desplomó encima mío, con su verga todavía ensartada en mi culo, la sentía latir dentro de mí, las paredes de mi culo se contraían involuntariamente, ordeñando, sintiendo como expulsaba hasta la última gota, poco a poco su mástil fue perdiendo dureza al tiempo que nuestros jadeos iban disminuyendo de intensidad.

-Ya te preñé putita, tendrás un hijo de tu macho y se llamará como yo, será igual de macho que su padre- bromeó y yo solo sonreí, aunque mi mente evocaba la imagen de un infante rubio y con los rasgos de Arturo.

Se desplomó a un lado mío, mirando al techo, me sentía en el paraíso, en un mundo fantástico e ideal, mi cara dibujaba una sonrisa, cuando una frase suya, desdibujó mi felicidad y me bajó a la tierra al instante.

-Sabes Ariel, fue maravilloso, me encantó, algún día me gustaría cogerme a Adriana y a ti al mismo tiempo.

-Nooo, jamás olvídalo, nunca- respondí con firmeza y un dejo de incomodidad

Nada es más humillante para una hembra, que tu macho se acuerde de otra hembra justo cuando te acaba de preñar, pero debía comprender que así era Arturo, hoy me había hecho gozar y sentir como una hembra, pero seguiría siendo eso, solamente una hembra más en su lista, tal vez, especial, como él decía, pero no la única, además nada podría ser más humillante que ser cogido frente a tu novia y no estaba dispuesto a llegar a tanto.

Así que le respondí:

-Mira, si quieres cogerte a Adriana, si ella acepta, adelante, pero nunca juntos- respondí, rindiéndome ante Arturo y aceptando entregársela cuando él quisiera, me decía a mí mismo, engañándome y resignándome, que mi novia también merecía a un macho como Arturo.

Agregué pidiendo un poco de piedad con mi novia.

-Sólo que no sea muy frecuente, me la vas a dejar guanga.

Arturo no pudo contener la risa y me dijo:

-Ja ja, no te preocupes, no la usaré mucho, tú eres mi preferida y creo que a ti te usaré más, me haces gozar como ninguna, te dejaré el culito bien guango, ja ja.

Cabe señalar, que efectivamente a partir de ese día las cogidas de Arturo se hicieron más frecuentes, me dijo que lo excitó mucho el dominarme y me pidió en varias ocasiones posteriores que me resistiera y fingiera que me violaba, así también en ocasiones me llegaba a atar y me cogía atado, a lo cual accedía sin objeción, ya que también me excitaba sentirme sometido, me cogía duro, pero nunca realmente me lastimó, solo era fantasía, creo que nada da placer más a un macho que dominar a otro macho, y a una hembra, el ser dominada por un macho como Arturo.

Respecto a mi novia, se comprometió Arturo de pedirme autorización cada vez que quisiera cogerla, lo cual se dio en 3 ocasiones posteriores, si bien pudieron ser más ocasiones, no lo creo, ya que le gustaba hacerme saber que se cogería a mi novia, y creo que también me llegó a excitar saber que se la cogería.

La próxima vez que se cogió a mi novia fueron unas tres semanas después, pero eso se los cuento en el siguiente relato.

Si les gustó, háganmelo saber, mi correo es [email protected].

Relato anterior

Castigando a mi novia por infiel

(9,50)