Caía una lluvia torrencial, con rayos y truenos, los tres enfermos ardían en fiebre, todos habían sido despojados de sus ropas y permanecían desnudos bajo su respectiva sábana, cada uno era atendido por una de las monjas médico, todos tenían compresas frías en la frente y medicina de la época.
Laetitia trataba a don Massimo con mucho cariño, no se despegaba ni un momento de él, le decía palabras de ánimo, el pobre hombre de 35 años deliraba, hablaba sobre mariscos, en especial tenía pesadillas con un Kraken, que según él lo quería despedazar.
Horas después, a eso de la medianoche don Massimo parecía que se iba para el otro mundo, dijo unas palabras en latín que preocuparon a la monja Laetitia!
M – Soror, i videre lucem fine cuniculi! "Hermana, veo la luz al final del túnel"
Laetitia estaba desesperada, recitaba oraciones en latín, pero no veía mejora en don Massimo, hasta que le agarro la mano derecha al enfermo, la puso sobre su corazón (mejor dicho sobre su teta izquierda), la reacción del enfermo empezó a cambiar, su rostro era de alegría, abría la boca como queriendo decir algo, pero seguía con los ojos cerrados, la monja Laetitia se entusiasmó y sin quitar la mano de don Massimo de su pecho siguió recitando oraciones, segundos después Laetitia se sobresaltó, pues la mano del marisquero empezó a sobar su seno, al intentar quitarla, vio apesadumbrada que el enfermo deliraba más, así que Laetitia tuvo la ocurrencia de meter la mano de don Massimo por debajo de su hábito y ponerla sobre su teta, con la inocente teoría de que su paciente se sentiría mejor por recordar de modo inconsciente el seno de su madre cuando era bebé!
Minutos después Laetitia notaba una mejoría en don Massimo que acariciaba la teta izquierda de la monja, por cierto la monja Francesa tenía un par de melones grandes y firmes a sus 18 años, Laetitia se alegraba por el repentino cambio del enfermo, pero también se asustó porque las caricias que le daba don Massimo, le empezaban a gustar, sus pezones se pusieron duros como nunca, su entrepierna húmeda empezó a hacerle cosquillas agradables, lo que hizo que la monja se cuestionara, pues le daba miedo caer en pecado, así que puso sus manos en señal de oración y recitó:
L – Oh padre celestial, que hago señor mío, no deseo pecar, pero siento que mis pechos mejoran la salud de don Massimo, que hago padre nuestro? Dame una señal por favor, oh creador del universo, padre omnipotente!
Para su sorpresa sus ruegos tuvieron respuesta, la sorprendida monja sintió que una intensa luz bañaba la habitación y don Massimo habló como en trance:
M – Porque es mejor que padezcan haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo el mal.
Laetitia se sorprendió ante la mención de ese versículo en particular, que pertenecía a Pedro, por eso respondió mirando hacia el cielo.
L – Padre que estás en los cielos, es tú voluntad que al hacer de mi cuerpo un instrumento para mejorar la salud de esté hombre, me veas cómo a una pecadora?
Esta vez los ojos de don Massimo se abrieron, pero se pusieron en blanco, lo cual asustó un poco a la hermosa monja, él enfermo habló con voz más grave aún.
M – Y sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero que si alguno es temeroso de Dios y hace su voluntad, a ése sí lo escucha.
Era un versículo de Juan, ante esta última respuesta Laetitia no albergó más dudas, hizo la señal de la cruz, retiró la mano que don Massimo tenía sobre su pecho, se levantó de la silla, se quitó el hábito, pero se dejó puesto el rosario, la cofia y el velo, aunque era bajita su cuerpo era exquisito, un par de tetas grandes, pequeña cintura y un culo enorme, su coño era peludo como todos los coños de esa época.
Después de desnudarse, la monja se subió a la cama del enfermo, le puso una de sus tetas en la boca, don Massimo empezó a chupar como ternero huérfano del hermoso pezón de Laetitia, que para su sorpresa veía como un bulto crecía a la altura del abdomen de su paciente, la curiosidad de la monja, hizo que le retirará la sábana, asombrada veía cómo a medida que don Massimo le chupaba la teta, su polla crecía desmesuradamente, la excitación de la monja también crecía, pues la lengua y labios de don Massimo la hacían gozar, así que la monja hizo la señal de la cruz y empezó a besar y chupar la gorda herramienta del enfermo.
Laetitia no podía creer el gusto que sentía por la gruesa polla del pescadero, era la primera vez que veía y se comía una polla en sus 18 años, le chupaba todo el tronco, hasta los huevos metía en su sacrílega boca, minutos después don Massimo empezó a reaccionar, salió del ensoñamiento y no podía creer lo que veía, la monja bajita, la más simpática de las hermanas del convento, le estaba dando una mamada digna de una fina ramera!
M – mm pero hermana, que está haciendo?
La monja dejó de chupar y le hizo señas con su dedo índice para que hiciera silencio, se acercó a su rostro, le tocó la frente que ahora estaba tibia, el cambio era impresionante, pues antes hervía en fiebre, Laetitia sonrió y le dijo a él asombrado vendedor de mariscos:
L – Don Massimo, sólo hago la voluntad de nuestro amado señor, en estos momentos soy una herramienta del altísimo, usted puede usar mi cuerpo a voluntad, pues hasta ahora es el mejor método para su pronta recuperación!
M – Dios la bendiga hermana, haré la voluntad del señor con su hermoso cuerpo, por cierto su rostro es bellísimo hermana!
Acto seguido le dio un libidinoso beso a la hermosa monja francesa, luego hizo que lo montará, el ahora cachondo Massimo, trataba de empujar la verga por la concha de la sumisa monja, pero está lo detuvo, le dijo que su virtud no podía ser mancillada, que para su recuperación, le iba a ofrecer su ojete, el marisquero sonrió, se escupió la mano le lubrico el orto a la monja, ella se dejó hacer, pero al intentar penetrar el orto de la monja, su gorda polla no entraba.
M – Hermana haga el favor y ponga su dulce trasero sobre mí cara!
Laetitia enrojeció, pero hizo caso del marisquero, total hacia la voluntad del señor, puso su redondo y gordo trasero sobre la cara del caliente Massimo, éste le abrió las nalgas con sus manos y metió su lengua en lo profundo del ojete de la monja, la habilidosa lengua del vendedor de mariscos regalaba el mayor de los placeres a la alegre monja, que estaba súper excitada, sus fluidos vaginales resbalaban por el mentón del enfermo, que disfrutaba comiendo de ese culo celestial, alternaba la lengua con sus dedos, logró meter tres de ellos hasta la última de las falanges, luego con una de sus manos apoyada sobre la cofia de la monja, la hizo descender hacia su erecta polla, Laetitia que ya no parecía la alegre e inocente monja, devoraba con gran placer la polla de don Massimo, llegó al punto de tragarla entera!
Minutos después de un sincronizado 69, con el orto ya dilatado por la lengua y los dedos de don Massimo, la monja se levantó para luego acuclillarse sobre la polla del enfermo, que esta vez sí pudo entrar por el ojete de la excitada Laetitia, que gemía ahogando gritos de dolor y placer, por fortuna la tempestad los enmudeció.
El culo de la monja subía y bajaba por todo el tentáculo de don Massimo, que gemía como búfalo, la gorda polla llenaba de placer a la hermosa francesa, que por vez primera experimentaba la maravillosa sensación de un orgasmo, que escena tenía ante si el enfermo, veía como su polla se perdía en los gordos cachetes de la monja, se veía súper sensual con su cofia y el rosario entre sus enormes melones, que apretaba con fuerza, hasta que no aguanto más, con su fuerza ya recuperada, sacó su polla del culo de la monja, se irguió con la polla en su mano, Laetitia quedó de rodillas a la espera de la semilla del marisquero, pues según ella le había dicho, ahí residía el último vestigio de enfermedad con el que debía regar su rostro, para poder sanar del todo!
El entusiasmado Massimo explotó en una gran eyaculación con la que bañó todo el rostro de la sacrílega monja, el marisquero le restregó la polla por el hermoso y profano rostro de Laetitia, que acto seguido movida por el instinto del sexo, se metía toda la polla de don Massimo, limpiando hasta la última gota!
M – Hermana muchas gracias por su divina intervención, sentí que me moría, pero gracias a usted y sus cuidados soy un hombre nuevo!
L – Amén hermano, solo hice la voluntad de nuestro señor, ahora por favor duerma, mañana se podrá ir a su casa, pero por favor no vaya a comentar nada de lo ocurrido en esta bendita noche!
M – Se lo juro hermana, la gloria del señor sea para usted!
L – Amén
En la habitación contigua, estaba don Fabrizio el herrero de 29 años que ardía en fiebre, era atendido por la monja rusa Varenka, le espectacular belleza eslava de cabello rubio y ojos grises, que después de darle medicamentos y ponerle una compresa fría en la frente de su paciente, leía algunos pasajes de la biblia, minutos después sentada en una silla al lado de la cama del enfermo, la monja se sumió en un dulce sueño.
{Varenka caminaba por el claro de un bosque, que tenía de fondo una hermosa cascada, estaba vestida totalmente de blanco y se sentía especialmente feliz, recogía flores, hasta que la tierra empezó a temblar, y en medio del claro surgió un altar en el que yacía acostado un hombre, tenía un halo de luz que no permitía reconocer su rostro, cuando Varenka se acercó al hombre que por cierto estaba desnudo, escuchó una atronadora voz!
Puesto que Cristo sufrió por vosotros en su cuerpo, también ustedes deben adoptar esa misma actitud, porque quien sufre en su cuerpo pone fin al pecado, para que el tiempo que le queda de vida en este mundo lo viva conforme a la voluntad de Dios y no conforme a los deseos humanos.
V – Oh padre mío, yo que soy tu fiel sierva, indícame lo que he de hacer!
Varenka hija mía, debes curar la enfermedad de este hombre, y sacar el veneno que lo agobia.
V – Tus deseos son órdenes padre celestial, he hecho lo que he aprendido en las artes medicinales, pero no sé qué más hacer, oh gran señor guíame por medio de tu gracia!
Hija mía he puesto entre tus piernas el bálsamo sanador para este pobre hombre, haz que lo pruebe y al final con tu bendita boca exprime el veneno que Satanás implantó en este fiel siervo mío, así como se saca el veneno de la traidora serpiente, pero recuerda hija mía que tú sagrada concha no debe ser usurpada, entrega sólo la puerta de Sodoma!
V – Oh padre creador del universo, así lo haré, gracias por dirigir tu gloriosa voz a tu fiel sierva!
El mundo y sus deseos pasan, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
V – Amén.
Minutos después Varenka se despertó sobresaltada, don Fabrizio estaba dormido, parecía en estado de coma, la monja recordaba perfectamente su revelador sueño y los versículos de Pedro y Juan que eran la mismísima palabra del creador, se levantó de la silla, se arrodilló recitando una plegaria, hizo la señal de la cruz, en cuanto se irguió y se quitaba el hábito, un relámpago invadió la habitación, por un momento su sombra reflejaba sobre la pared una paloma con las alas desplegadas, lo que para la fiel seguidora era otra señal inequívoca de la voluntad de su señor.
Solo tenía puesto su rosario, cofia y velo, lo que dejaba al descubierto el cuerpo de una diosa eslava, unas tetas de mediano tamaño, cintura delgada y nalgas en perfecta armonía, tenía vello púbico de color oro plata, unas piernas bien torneadas, si el pobre Fabrizio estuviera despierto, se le habría tirado encima!
La esbelta monja rusa se subió a la cama del enfermo, agarro la cruz de su rosario y se metió parte de la cruz por la boca, se sentó sobre el rostro en cuclillas dejando su rosado ojete sobre la nariz del inconsciente herrero, que segundos después aspiraba un embriagador bálsamo mezcla de coño y orto, lo que hizo que involuntariamente su lengua lamiera toda la concha y el culo de la hermosa rusa, que miraba hacia el cielo con sus manos en señal de oración y chupaba la cruz de forma sacrílega, pues la lengua del herrero en su culo hacía que se comportará como una monja ramera sin darse cuenta de ello, movía su culo por toda la cara de don Fabrizio que por fin abrió los ojos, ante su asombro de ver ese perfecto culo y sentir su delicioso sabor, su gran verga empezó a levantarse cual carpa de circo, lo cual noto enseguida la lujuriosa monja, que recordando las palabras de su señor, le retiró la sábana y empezó a chupar como Dios manda!
Varenka enceguecida por el sueño disfrutaba chupando la polla del herrero, creyendo con toda su fe, que lo que hacía era por orden de su señor, don Fabrizio alucinaba con el perfecto 69 que le brindaba la monja rusa, que no aguanto más y se corrió como un burro en toda la garganta de Varenka, que sorprendida pero con gusto se tragó hasta la última gota del "veneno", que por cierto le gustó mucho su sabor, el herrero todavía con el culo de la monja sobre su cara le dijo:
F – Oh hermana, usted con su hermoso culo y su gloriosa boca me han resucitado, no sé cómo agradecerle!
Parecía que don Massimo le hablaba al ojete de Varenka en vez de a ella, quien recordaba las palabras que su señor le dijo en el sueño, así que metió en su boca nuevamente la flácida polla del herrero para poder cumplir toda la orden de su creador.
V – Don Fabrizio, todavía no he terminado de sacar el mal de su cuerpo, necesito que me ayude!
F – Oh por Dios, claro que sí querida hermana, siga comiéndomela que enseguida mi espada se recompone!
Dos minutos después la daga se convertía en espada, gracias a los jugosos labios y lengua de la monja Varenka, quien también gemía por la forma en que don Fabrizio le chupaba el ojete, la lengua del herrero se metía hasta las entrañas!
La monja se puso en cuatro con su orto brillante de saliva, esperaba con impaciencia la polla de don Fabrizio, que enseguida se puso detrás de la hermosa rusa y empujó su pollón poco a poco hasta llegar al fondo de sus entrañas, mientras la sacrílega monja chupaba la punta de la cruz de su rosario, como si fuese el miembro de su señor, segundos después sentía el dulce placer de un orgasmo increíble, era su primera vez.
F – Que culo más divino y apretado tiene usted hermana Varenka, estoy que me vengo, donde quiere mi leche hermanita?
V – mm don Fabrizio, su espada sagrada me llena y me rompe delicioso mi culito, por favor señor herrero córrase en mi ano, se lo ruego, dejé toda su semilla en mis purificadoras entrañas!
Ante las blasfemas palabras de la monja rusa, don Fabrizio se corrió a chorros por segunda vez, llenando todo el orto de la lujuriosa Varenka, que seguía con el crucifijo entre sus labios, el herrero dejo hasta la última gota en lo profundo del perfecto culo de la monja, luego Varenka se puso de rodillas para "eliminar" lo que quedaba del "veneno" de Satanás en la polla del herrero.
V – Don Fabrizio, ahora por favor duerma que mañana se podrá ir a su casa, le deseo buena noche.
F – Gracias hermana Varenka, nunca olvidaré lo que hizo por mí.
En la otra habitación la hermana Brunilda se ocupaba del carnicero del pueblo don Enzo, era un hombre pálido, poco agraciado y bajito de unos 40 años, mientras que la monja alemana Brunilda era una auténtica belleza vikinga, de cabello negro como la noche y una elevada estatura.
La monja hacía todo lo posible por su paciente, pero no veía mejoría, pasada la medianoche Brunilda estaba muy preocupada, los latidos del corazón eran muy débiles, pero entonces pasó algo "Divino" según Brunilda, pues en medio de la tempestuosa noche, una paloma se coló por la pequeña ventana ubicada en la parte superior de la habitación, luego el ave batió sus alas y se posó exactamente sobre el bulto que se marcaba a la altura del abdomen de don Enzo, ósea en su polla, la estupefacta monja veía como la paloma luego de dicho acto, remontaba el vuelo y se iba por donde llegó!
Para Brunilda esto era una señal inequívoca de lo que debía hacer, aunque estuviera en contra de su doctrina, se decidió a intentarlo, hizo la señal de la cruz, pero lo que a continuación sucedió disipó cualquier duda que albergará, pues cuando se levantó de la silla, su biblia cayó sobre el piso abierta y su anillo de ónix que tenía en el dedo anular cayó sobre un versículo de Lucas que decía "y oyéndolo Jesús, le respondió: no temas, cree solamente y ella será sanada", la monja recogió la biblia con una lágrima de felicidad pues sentía que Dios se había comunicado con ella.
A continuación retiró la sábana que cubría al carnicero y vio por primera vez una polla, por cierto era grande y contrastaba con la estatura de don Enzo, la monja agarró la polla del carnicero que veía hipnotizada como está crecía más a medida que su mano subía y bajaba por el tronco de carne, gracias a el líquido preseminal resbalaba mejor por su palma, segundos después tomó aire y empezó a chupar la morcilla del carnicero, para su sorpresa le empezó a gustar el sabor a verga y como le llenaba toda su boca, minutos más tarde de ponerle la verga dura y gruesa, Brunilda se daba cuenta de la mejoría de don Enzo, que abrió los ojos y recitaba emocionado!
E – Aclamen al señor, porque él es bueno, porque su misericordia es eterna!
Brunilda sonrió y puso más empeño en su mamada, pues reconoció enseguida el versículo de Crónicas, la monja sentía que debía expulsar el "veneno" que estaba inoculado en la polla de don Enzo.
B – Don Enzo, que debo hacer para que expulse la enfermedad por su aparato?
E – Hermana, yo creo que debo meter mi aparato entre sus piernas, es la mejor manera!
La monja lo pensó, pero estaba segura de que no podía ofrecer su castidad, así que como una valiente, se quitó el hábito, dejando sobre si únicamente su rosario, cofia y velo, los ojos de don Enzo por poco se salen de sus órbitas, la monja era una tremenda yegua, con un par de enormes melones, gran trasero y lo más increíble eran sus piernas, parecían las piernas de una diosa amazona!
E – Por Dios hermana, es usted más bella que una noche estrellada y su cuerpo desafía en belleza la más perfecta de las obras creadas!
La monja se sonrojo, pero su rostro serio no demostraba emoción alguna, el carnicero le indico que se recostara boca arriba y abriera sus piernas, tenía una conchita peluda y cerradita, y un ojete que alcanzaba un tono rosado casi blanco como la piel sedosa de la monja.
B – Don Enzo, disponga usted pero solo de mi culo por favor, mi virginidad no puede ser tocada.
El ansioso carnicero asintió con pesar, pero la idea de comerle ese precioso culo lo motivó a darle una lamida de ojete que Brunilda disfrutaba como loca, aunque intentará no manifestarlo, minutos después de dejarle dilatado el orto con su lengua y dedos, el carnicero se disponía penetrarla.
E – Entremos por sus puertas y por sus atrios con alabanzas y con acción de gracias; Alabémosle, bendigamos su nombre!
Y don Enzo se la metió hasta el fondo, provocando un gran dolor y placer en la monja que gritó:
B – Aleluya, bendito sea Dios!!
Ay que me rompe mi culito, amén, mm
El carnicero metía y sacaba su chorizo a gran velocidad, con sus manos sujetaba las grandes y hermosas piernas de la monja vikinga, que ya no podía disimular sus emociones, gemía bastante a cada embestida del cachondo carnicero.
E – Le gusta mi polla en su culo hermana? ¿le gusta como se lo abro?
B – Don Enzo, me gusta servir a nuestro señor, eso es todo!
Mentía la monja, pues muy a su pesar, estaba disfrutando ser poseída por la salchicha de don Enzo, sin darse cuenta sus dedos giraban en círculo sobre su clítoris, hasta que sintió su primer orgasmo, involuntariamente baño el abdomen del carnicero con un placentero squirting!
E – jaja veo que sí que lo disfruta hermana, yo también estoy por correrme!
Le saco la polla de su abierto ojete y derramó su leche por todo el abdomen, tetas y cara de la excitada monja, que saboreaba lo que llegó hasta sus labios, luego el hambriento carnicero volvió a metérsela por el dilatado orto!
B – ay don Enzo, es que tiene más?
El carnicero no respondió, como una bestia siguió follando el culo de la excitada monja que se mordía los labios de gusto, la polla de don Enzo aguantó heroicamente un segundo round sin bajar la guardia, pero con la velocidad que se follaba a la hermosa monja, fue cuestión de minutos para que volviera a eyacular, en cuanto sintió el dulce placer, se la sacó del orto y se puso a la altura de su cabeza para dejarle la boca llena de "veneno" blanco caliente y cremoso, que la abnegada monja tragó con placer, su boca abrazaba la polla de don Enzo, chupó hasta que limpio todo el miembro del afortunado carnicero.
Minutos después la monja se puso su hábito, le indicó a don Enzo que descansará, a la mañana siguiente podría regresar a su hogar.
Continuará…