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El gran huracán (Parte 1)

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La rutina es un mal que afecta a todos y dado a eso uno grupo de amigos nos hemos dado a la tarea de hacer una agenda de viajes. La mayoría de los viajes son de turismo interno pues mi isla del encanto es bella y rica en lugares para pasarla bien. Para ese viaje las opiniones estaban divididas entre aventuras en la montaña o un fin de semana acampando en un islote al sur de la isla. Finalmente decidimos la aventura acuática pues un amigo del grupo quería estrenar su recién reparado bote y como estamos en septiembre sabíamos que tendríamos la isla para nosotros.

Salimos viernes en la mañana con una marea que no hacía fácil la travesía. El grupo lo componíamos originalmente cinco personas. Un matrimonio, Rosabel la chica “wild” del grupo, Jaime el dueño del bote y yo. Dado a que yo iba con intenciones de ver cuán salvaje podía ser Rosabel, Jaime nos pidió que invitáramos a alguien para que le hiciese compañía en caso de quedarse solo en aquella playa. Después de pensar en candidatas se me ocurrió invitar a una amiga mía. Juliana es una chica que recién terminaba una relación con alguien muy cercano a mí. La cercanía dada a su relación hizo que se convirtiera en mi gran amiga, la que conoce todos mis secretos. Amistad que siempre paso por debajo del radar de su exnovio y de todas mis relaciones.

Ya en la isla montamos un campamento y comenzamos a disfrutar en grupo de aquella paradisiaca playa. En la isla solo había unas personas y ya estaban recogiendo sus cosas para regresas a la isla grande dejándonos aquel paraíso solo para nosotros. Ese primer día hicimos actividades en grupo y la pasamos muy bien. Juliana hizo muy buena química con Rosabel. La realidad es que nunca hizo química con Jaime pues ella compartió con Rosabel y conmigo la mayor parte del tiempo.

Paso el día y la gente se fue retirando a dormir. Cuando fui a mi caseta vi que las chicas estaban en ella y no me habían dejado mucho lugar para yo dormir. Cuando le pregunto a Rosabel que porque no me dejaban espacio me dijo en son de broma que quería estar sola con Juliana y que Juliana sería solo para ella esa noche. Ese comentario fue acompañado de su cara de traviesa. Realmente entendí que esa noche no sería mi oportunidad de tener algo con ella. Como pude me acomodé en una esquina y todos quedamos rendidos.

Al levantarnos al otro día vimos que la pareja de casados estaba hablando con Jaime sobre ir a su casa durante el día pues habían escuchado de una tormenta que se había formado y que podría tener algún efecto en el área local. Preferían irse y para prepararse para la tormenta, aunque no era seguro su paso por la isla. Nos dieron la opción de todos irnos, pero Rosabel, Juliana y yo entendimos que no era nada para preocuparse y nos quedamos para seguir disfrutando el día.

Durante el paso del día disfrutamos los tres juntos, pero me poco a poco fui sintiendo fuera del grupo ya que, aunque se acababan de conocer ya tenían varias bromas que solo ellas entendían. El alcohol hizo que me incluyeran en los chistes internos. Quizás el alcohol fue mucho pues cuando me di cuenta las dos chicas se habían quedado dormidas bajo una palma. Decidí dejarlas descansar y busqué mi cámara para entretenerme.

Me fui por la isla a sacar fotos de los hermosos paisajes que allí se esconden. Llegue al faro que está en la parte alta de la isla y tome cientos de fotos de todos sus ángulos. Como pude me subí a la parte más alta y comencé a tomar fotos panorámicas.

Estaba fascinado con aquella vista paradisiaca. Enfocando la cámara pude notar dos siluetas en una parte de la isla alejada del campamento. Haciendo un acercamiento con la cámara pude notar que mis amigas se habían ido a la orilla de la playa a tomar un baño de sol. También pude notar que en ese momento se estaban quitando la parte de arriba de sus trajes de baño. Esa escena capto totalmente mi atención. Podía notar lo que estaba pasando, pero no podía apreciar bien los detalles de sus cuerpos.

Baje del faro y camine en dirección de donde ellas estaban. Sin hacer ruido llegue lo suficientemente cerca de ellas como para poder ver. Me escondí detrás de unos arbustos y pude notar mejor la curvatura de sus cuerpos. Pude notar los pechos de Rosabel, que denotaban la firmeza que el bisturí y la silicona logran formar. Eran impresionantemente esbeltos y muy bien hechos y daban muestra de que habían cogido sol recientemente. Del otro lado estaba Juliana con sus naturalmente grandes pechos. A juzgar por su blancura podría decir que era la primera vez que veían la luz del sol de esa manera.

Poco tiempo después de yo llegar allí se voltearon para tomar sol en sus desnudas espaldas. Juliana trataba de pasarse loción bloqueadora, pero no alcanzaba a llegar a toda su espalda. Rosabel, con sonrisa maliciosa se ofreció a ayudarla. Primero fueron los hombros, luego la espalda alta y media. Cuando llego la parte de la cintura pude ver como Rosabel se sonrió y se bajó a decirle algo al oído a Juliana. Juliana dio una señal de aceptación, pero con cierta duda en su cara. Luego de esto Rosabel comenzó a pasarle la loción por la espalda baja y llego a las nalgas. Podía ver que inicialmente Juliana lucia tensa, pero a medida que sentía las manos pasando la loción su cara se relajó. Una vez termino de pasarle toda la loción Rosabel se detuvo y nuevamente le dijo algo hay oído. Por lo que pude entender, Juliana le contesto que en esas partes no necesitaría ayuda. A lo que Rosabel pícaramente insistió. Al parecer la picardía de Rosabel hizo que Juliana bajara la guardia.

Juliana se volteó nuevamente boca arriba y Rosabel comenzó a pasarle la loción desde las piernas hacia arriba. Conocía las historias de Rosabel y no era secreto que era bisexual lo que me daba ideas de sus intenciones ocultas. Eso y el contacto de los dos cuerpos había comenzado a causar efectos en mí. Rosabel continuó su trabajo casi como estuviera dando un relajante masaje. Podía ver que la cara de Juliana había cambiado a una relajada. Se sentía cómoda con las manos que frotaban todo su cuerpo. Una vez Rosabel llego a sus pechos se detuvo. Se acomodó más cerca de lo que estaba antes y comenzó a frotar ambos senos a la vez. No recuerdo haber visto loción en sus manos en ese momento lo que me hizo pensar que esa acción era solo con propósitos de palpar el cuerpo de su nueva amiga. Frotó sus senos ya dejando ver sus intenciones directamente. Juliana que para ese entonces tenía sus ojos cerrados los abrió y la miro confundida. No entendía bien lo que allí estaba pasando. Cuando iba a hablar, Rosabel le puso un dedo en la boca para que hiciera silencio. Le dijo que confiara en ella y siguió su masaje centrado en sus pechos. Juliana giro la vista hasta cerca de donde yo estaba y allí tuve que esconderme. Ella evidentemente no quería hacer contacto visual con su masajista. Era como si se avergonzara de sentir el placer que aquel acto causaba.

Cuando pude volver a mirar, noté que Rosabel le hablaba al oído a Juliana. La miraba fijamente mientras seguía tocando sus pechos, esta vez con los dedos frotando sus pezones. Cuando cambio la vista fue solo para inclinarse hacia los pechos de Juliana y comenzar a besar sus pezones. Esto hizo que Juliana arqueara su espalda repentinamente. Su reacción fue la aprobación que Rosabel necesito para dejar salir sus instintos salvajes y dejar correr su erotismo sin límites. Rosabel tenía los pechos entre sus manos y alternaba su boca entre ambos pezones. Pude ver como el movimiento corporal de Juliana indicaba que disfrutaba lo que le hacían. Ya su respiración era agitada y sus manos se clavaban en la arena. Para ese entonces ya yo tenía una erección completa. Sabía que Rosabel era atrevida pero nunca pensé que lograría lo que estaba haciendo.

Me concentré en la cara que ponía Juliana y estaba pendiente a ver si se le escapaba un gemido. La voz fina de Juliana siempre me había dado mucha curiosidad pues siempre había pensado que con ese timbre de voz se deberían escuchar increíbles sus gemidos. Más que disfrutar el trabajo que hacia Rosabel lo que captaba mi atención y la causa de mi excitación era la respuesta corporal de mi amiga.

Luego de cierto instante pude ver que el tan esperado gemido llego acompañado de muchos más. Cuando mire el panorama completo note que Rosabel tenía una mano dentro del tanga de Juliana. Sus gemidos iban directamente conectados con los movimientos de la mano dentro de su tanga. Ya cuando esto ocurría mi mano ya frotaba mi bulto. Sus gemidos me excitaron como hacía tiempo no lo hacía. Ya no podía contenerme.

Busqué una mejor posición que me permitiera ver aquella escena de más cerca. Cuando vi nuevamente Rosabel estaba entre sus piernas. Había movido el tanga hacia el lado y la penetraba con sus dedos directamente. En el momento que su lengua hizo contacto con el cuerpo de Juliana, esta gimió de tal manera que se escuchó por toda la isla. Su excitación estaba en su punto máximo, ella misma se tocaba los pechos y yo la disfrutaba. Ya no aguantaba, ya a ese entonces habíamos sincronizado movimientos. Me frotaba al mismo ritmo que ella era penetrada por los dedos de Rosabel. El ritmo que llevaban sus dedos y los movimientos de su boca dando placer eran casi perfecto y los gemidos lo confirmaban. Llego un momento en que el placer que recibía Juliana era tanto que se empezó a contorsionar por aquella playa mientras Rosabel nunca la soltó. Ambos seguimos frotando al mismo ritmo hasta que yo no pude más. Descargué toda mi excitación allí mismo y varios segundos más tarde lo hizo Juliana.

Me quede quieto para no ser descubierto por las ya recompuestas bellezas. Rosabel se reía mientras Juliana no podía esconder su cara de pasmada. Pude escuchar cuando Juliana le dijo que no quería que eso se supiera y Rosabel le dijo que eso sería un secreto solo entre ellas. Juliana le pidió volver al campamento lo que hizo que yo saliera corriendo. Tenía que borrar los rastros en mi pantalón antes de llegar a su encuentro. Me metí a la playa cerca del campamento justo antes de que ellas llegaran. También a lo lejos se veía el bote de Jaime de regreso. Ellas no daban ningún indicio de lo que allí había pasado.

Cuando nos reunimos todos no podía despegarme de Juliana. Ya no la podía ver igual, ver su desnudez y la manera en que su cuerpo reacciono al placer había despertado un gran deseo por ella. La sencillez de Juliana junto a lo maravilloso de su respuesta sexual me tenía fascinado. Rosabel y su sensualidad había pasado a un segundo plano. Lo curioso de todo es que sabiendo quien era no sentía culpa por aquello que había nacido.

Jaime venía con noticias de que teníamos que irnos urgentemente de la isla. La tormenta que estaba cerca de las Antillas se había convertido en un gran huracán llamado Irma y se acercaba peligrosamente a la isla. Recogimos rápido y no perdimos tiempo para salir. Cuando pude estar solo con ella en una esquina del bote le pregunté como la había pasado. Ella me comentó que había vivido una experiencia que nunca había pensado que iba vivir. Dándome el desentendido le pregunte que si era buena o mala la experiencia. Ella me contestó que había sido extrañamente muy buena. Sin pedir detalles le pregunte qué había sido lo mejor de lo que había vivido a lo que ella me contesto que la experiencia fue buena pero lo mejor y más excitante era saber que yo la estaba viendo recibir placer y que por mí fue que no paró el encuentro una vez este comenzó.

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