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El hermano gemelo de mi padre (IV)

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Una fiesta a la que me invitan y no quiero ir con la ropa que me obligan mis padres, así que acudo a la casa de mi tío para que me dé la de su ex novia.

Todo termina con mi tío masturbándome corriéndome la tanga blanca diminuta de encaje. Y cerramos estando yo en el piso sentada apoyada contra la pared y chupando el falo de mi tío, gemelo de mi padre, sin manos, solo mi boca y mi lengua y sus manos guiándome la cabeza.

Concluye ese episodio con una explosión de leche en mi boca, que cae por la comisura de mis labios, y por fuerza de gravedad a mi teta derecha que quedo descubierta por el movimiento, parte en mi pierna.

La leche caliente de mi tío en mi cuerpo era el trofeo de él.

Yo me derrumbe acostándome totalmente al suelo, tratando de recuperar el aire. Mi pecho aún subía y bajaba y mi corazón poco a poco iba recuperando su ritmo normal.

Mi tío se viste y me dice que me arregle, que va a pedir un Uber para que me vaya.

Eso me decepcionó un poco, me sentí usada, un objeto que usó mi tío para desahogarse.

Pero obedecí. Me acomode la tanga, me baje la pollera blanca, puse en su lugar bajo cubierta a mi teta derecha. Me saque con un papel el exceso de transpiración. Y me arregle el cabello y el maquillaje.

Me puse bien los tacos y en una bolsa puse mi ropa que había traído de casa.

Bajo por las escaleras hasta el living. Allí estaba mi tío sentado tomando una copa de vino.

Me llama con la mano sin hablar.

Me acerco sin mirarlo a los ojos, y con timidez quedo frente a él.

Me da dinero para el Uber y cuando estoy por tomarlo lo deja caer al piso, al lado de sus pies.

Me arrodillo a buscar los billetes, es mucho más de lo que cuesta el Uber. Pero no digo nada, solo lo recojo.

Me pongo de pie y le digo gracias.

Él no dice nada, solo sonríe.

Suena el timbre, ha llegado mi transporte.

Me acompaña hasta la puerta, su mano se posa en mi cintura pero al llegar a la salida, baja tocando mi culo, y metiéndose por debajo de mi corta falda.

No digo nada, sigo caminando. Él juega con mis nalgas, mete su dedo entre ellas.

Al final llegamos a la puerta de salida donde espera el vehículo y se despide acariciando mis labios vaginales desde atrás.

No digo nada, no lo miro, solo salgo de allí y me dirijo al Uber.

Una vez dentro del auto mi tío saluda como una persona decente, yo solo lo miro y saludo para que no parezca nada anormal.

El chofer habla de muchas cosas, del país, de la economía, del covid, de las vacunas. Yo respondo con cortesía pero estoy aturdida por todo lo que paso.

Cuando llego a la fiesta, me aburro. La siento tan monótona. Los chistes de los chicos, la fanfarroneada por el alcohol, el cigarrillo o la marihuana me causa rechazo. Lo veo como actitudes infantiles.

Muchos chicos intentan seducirme al ver cómo voy vestida, como una puta, pero una puta fina.

Muchas chicas comienzan a hablar mal de mi, las veo mirarme de arriba a abajo y criticarme. Los chicos que estaban con ellas, ahora están coqueteando conmigo.

Los chistes que me hacen los chicos para llamar mi atención me parecen de niño.

Cuentan anécdotas de como compraron un reloj o una motito como si fueran empresarios, me dan vergüenza ajena.

Llega la hora de irme, mi padre vendría a buscarme.

Me cambio de ropa, para ponerme la que mis papás me permitieron usar.

Volvemos a casa y cuando me habla mi papá es como si me hablara su hermano gemelo, la cara es igual, los gestos también. Solo que no está tan cuidado de cuerpo, pero mirándolo veo que solo tiene un poco de pancita, con un par de meses de ejercicio estaría bien.

Lo veo mirar constantemente por el espejo, estamos llevando de paso a unas amigas a su casa.

Es vivo mi padre, mira por el espejo para verle la bombachita a mis amigas. Con las demás chicas de mi edad no tiene problema de que vayan vestidas como quieran, mientras yo vaya como monja.

Casi no mira para adelante, se hace el chistoso como un adolescente, trata de robarle sonrisas a mis amigas, se arremanga la remera como para mostrar su brazo maduro y grande. Esta hecho un pajero.

Cuando dejamos a una, se queda mirándola con la excusa de que quiere asegurarse de que entre a la casa. Claramente le mira el culo.

Yo miro hacia su entrepierna y tiene un bulto que crece, mi padre se está excitando mirando a mis amigas de 18 años.

Tal como lo hacía su hermano conmigo.

El bulto es enorme, hasta se lo acomoda mientras va manejando, evidentemente no esperaba el mismo esa erección.

Yo trago saliva mientras recuerdo lo vivido con mi tío. Me pregunto si los gemelos serán iguales también en su sexo.

Al llegar a casa, cada uno va a su cuarto.

Me saco la ropa, me quedo con la bombacha blanca de algodón con una florcita al frente. Y una remerita de tiritas que tenía desde hacía años. Sirve para dormir, deja mi panza al descubierto, pero es cómoda, mucho mas sin corpiño.

Me dirijo al baño para lavarme los dientes, pero está ocupado.

Espero en la puerta, pero pasan unos minutos y nadie sale, iba a tocar la puerta pero escucho ruido dentro.

No sé porqué lo hice pero miré por el agujero de la cerradura.

Allí vi con horror a mi padre con los calzones bajos, sin remera masturbándose.

Me dio asco y saque mis ojos de allí, y me estaba por ir a mi cuarto pero algo me hizo volver. Un bufar de mi padre.

Volví a mirar por el ojo de la cerradura, con ese morbo de lo desagradable. El cuerpo de mi padre estaba fuera de forma pero no era feo. No era mi tío pero seguro les gustaba a muchas mujeres así.

Tenía más vello púbico que mi tío, pero su miembro era igual. Era grande, ancho, con huevos grandes que colgaban como cencerros.

Sigo mirando hasta que lo veo largar chorros de leche al piso. Inmediatamente va en busca de papel higiénico para limpiar el enchastre.

Tengo que irme de ahí antes de que salga mi padre, pero cuando estoy yendo a mi cuarto me topo con mi mama saliendo a buscar agua.

Me pregunta como estuvo la fiesta y en eso sale mi papá del baño.

De espaldas a él puede verme en bombacha, no es la tanga que usaba con mi tío pero sin duda es una imagen sensual con luz tenue.

"ya está el baño" dice mi padre como si solo hubiera ido a hacer sus necesidades.

Lo cruzo para meterme y cepillarme los dientes.

Mientras me cepillo vuelan todas las imágenes en mi cabeza, lo que paso con mi tío, lo que vi de mi padre. Me sentía sucia. Luego de lavarme los dientes giro y veo una gota blanca en el piso.

Me arrodillo y lo toco con el dedo, me lo acerco para verlo, lo huelo, huele como la leche de mi tío.

Lo pruebo con la lengua, evocando lo que pasó con mi tío. Me meto todo el dedo.

Busco en el tacho de basura el papel que uso para limpiar sus porquerías mi padre. Lo encuentro, y lo mismo, lo lamo, lo huelo con fuerza. Me erotiza, me recuerda a mi tío, aun cuando es más perverso, de mi padre.

Vuelvo a mi cuarto y no puedo dormir. Todas las imágenes siguen en mi mente, y por primera vez hago lo que muchas mujeres hacen, comienzo a tocarme.

Mis manos se meten dentro de mi bombacha que esta húmeda.

Mis dedos juegan con los labios vaginales.

Se mete uno, luego dos, y aunque no se compara a los dedos de mi tío lo emulan bastante bien. Jadeo con sonidos sordos. No quiero que nadie me escuche.

Mi espalda se arquea de placer y largo una cantidad de flujos como nunca antes en mi vida. Mis dedos son un enchastre de jugos, entran y salen como extrayendo petróleo.

Me los llevo a mi boca y me gustan. Así lo hago repetidas veces. Mientras me aprieto los pezones.

Así me quedo dormida, con los dedos metidos en mi vulva. Y mis sabores dentro de mi boca.

Desde esa noche cada noche, hago esta práctica.

Por causa de que no hay casi vacaciones y por las restricciones sanitarias las fiestas se tornan una normalidad.

En nuevo fin de semana llega y nuevamente le escribo a mi tío para pedirle ropa.

No me responde, le vuelvo a insistir y no hay respuesta.

Llega el día de la fiesta y me voy triste, decepcionada. Ni siquiera tengo ganas de ir, pero mi papa insiste, es obvio que también es su día de mirar culos de jóvenes y tener material para su paja.

Hasta se ofrece a llevar a mis amigas y buscarnos a la vuelta.

A la ida se repite la escena, pero esta vez mi papa va con una remera nueva, de esas para salir, como si él estuviera invitado, está peinado, y perfumado.

Se puso su reloj como para tener mas clase. Evidentemente quiere impresionar a mis amigas.

Mis amigas dicen que mi papa es re buena onda, él se ríe y sigue comportándose como adolescente. Su bulto ya está avisándole que está listo para descargar.

En medio de la fiesta recibo un mensaje. Es mi tío.

Me dice que si quiero ir, que mande la ubicación y me busca.

Me tiemblan los dedos, pero le mando la ubicación.

Una hora después está en la puerta, le digo a mis amigas que me cubran nuevamente. Ellas me acompañan hasta la puerta, le digo que no hace falta pero ellas quieren saber quién me busca, nunca les dije que era mi tío.

Llega con un Mercedes de los nuevos, todas mis amigas se ríen mientras dicen de todo. Yo me pongo colorada pero le digo que no es lo que piensan.

Entro al auto, saludo a mi tío y él me toma del cuello y me da un sonoro beso en la comisura de los labios.

Desde lejos mis amigas ven la escena, no sé si logran divisar a mi tío, pero si lo de ese beso que no es algo normal.

"te quedaste con ganas sobrinita puta?" me dice mi tío mientras pone primera y me lleva a su casa, esa casa que es su guarida donde me tiene como su presa y puede hacer de mi lo que quiera.

Continuará...

Sigan comentando que les va pareciendo el relato, quieren agregar algo, algo que quieran que suceda.

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