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El vagabundo y la perra que habita en mí

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Hola, mi nombre Paula, tengo 40 años, no voy a decir que tengo un cuerpo fabuloso, pero tengo una figura definida gracias a mis entrenamientos con pesas. Diría que buenas piernas y una cola que no pasa desapercibida en la calle.

Lo que quiero contar y compartir con ustedes queridos lectores, hace referencia a un momento de total locura sexual. 

Con mi esposo tenemos como acción benéfica salir de moche a repartir comida y ropa a las personas que viven en situación de calle. 

Es algo que nos hace sentir bien y ayudar siempre es bueno para quien recibe la ayuda.

El miércoles a eso de las 20.30 a recorrer las calles, para ir entregando las viandas a quienes las necesiten. Llegamos a la plaza de la bandera donde generalmente se reúnen estas personas y vimos que había más de la cuenta con respecto a las viandas que teníamos en el auto. Empezamos a repartir y como era de suponer nos faltó una vianda para un hombre, debe tener unos 60 años aproximadamente. Nunca anda sucio, y siempre tiene una sonrisa maravillosa sobre su rostro. Él siempre me cautiva con su mirada y me dice cosas bonitas. Pero este día se lo notaba molesto. A lo que trate de explicar la situación y que iría a buscarle algo para que pueda cenar a alguna casa de comida.

Note que dentro de su enojo por la vianda, no me sacaba los ojos del escote. Me miraba con morbo, como si me tocara con la mirada, todo eso me estaba poniendo algo incómoda y sin darme cuenta en un segundo de descuido me agarra una teta y la apretó, a lo que quise gritar pero me contuve, no podía ser, este hombre ya estaba pasando los límites, me sorprendió que mi esposo viendo la situación no dijo nada, y solo hizo un gesto como de aprobación a este hombre. Entonces no conforme me da una nalgada y suelta esta frase "ya que no me vas a calmar el hambre, al menos calmame las ganas de coger".

Me quedé muda, helada pero dentro de mí se encendió el fuego del morbo mojando prácticamente hasta la costura de la tanga. Sin mediar palabras lo tome de la mano y nos dirigimos a un lugar más oscuro de la plaza, mi cabeza no paraba de imaginar y de pensar en lo que estaba por hacer. Cuando noté que nadie podía vernos lo empecé a tocar sobre el pantalón y debo confesar que el bulto parecía que explotaba, estaba duro y el tamaño de su pene parecía ser más de lo normal.

Solo le pedí que no hiciera ruido para que nadie sospechara nada y me arrodille delante de su bragueta para sacar ese pedazo de carne que me pensaba comer con mi boca, lo escupí un poco en la punta para limpiarlo al menos un poco, no olía tan mal, y estaba muy rico, lo bese, lo chupe con ganas, le pasaba la lengua hasta los testículos, se lo escuchaba gemir casi entre dientes pero estaba disfrutando mucho. En un momento me toma de los pelos y me empuja más fuerte y más fuerte, entendí que estaba por acabar, incremente mis movimientos y un chorro caliente y espeso se derramó sobre mi lengua, mis labios y todo lo que más pude lo fui tragando. Pensando que tantas veces alimenté a este hombre y ahora él me estaba dando alimento prohibido a mi.

La verdad estaba muy caliente ya todo ese morbo, y en la calle, con esa adrenalina de que alguien podía vernos, me puso a mil. Mi vagina ya no daba más de humedad y pedía sexo a gritos. No demore más y como pude me baje el pantalón y la tanga y le pedí que me la metiera. Me penetró suave, con el pene a media erección, se movía delicioso, y en pocos minutos ya estaba y se sentía bien firme, lo sentía bien profundo. Empecé a moverme más hacia su cuerpo para acercarme más a su máximo largo, sentí mi primer orgasmo y lo dejé salir en silencio pleno, apreté los dientes y contuve las ganas de gritar. Él estaba muy satisfecho se lo notaba, el ritmo, la calidad con la que me lo metía, sus manos en mi cintura, fue más intenso cuando de repente solo soltó un quejido y acabó dentro de mi vagina. 

Se apuró a acomodar su miembro y yo a subir mis prendas, unos pasos se aproximaban, era mi esposo que con una sonrisa de complicidad me advertía que ya era hora de retornar a nuestra casa. 

Me di media vuelta y nos fuimos.

No puedo dejar de pensar en lo maravilloso que penetró este hombre... solo espero tener la oportunidad de tenerlo en mi cama aunque sea una noche para que me haga todo lo que quiera.

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