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En el medievo (P. 5): Teodon encula a Sahara

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Sahara se había escondido junto a Teodon. También estaban tras unas rocas, y aunque no podían ver a los que se habían parado en el sendero, si que podían oír sus voces lejanas.

– Tenemos que subir más! Susurró Sahara a Teodon. – Aquí nos pueden oír si hacemos algún ruido.

Sahara continuó reptando por la ladera y Teodon la siguió hasta que ya dejaron de percibir las voces de los caminantes. Era una zona entre rocas pero con hierba alta en el suelo. La espesura de los árboles no dejaban ver a pocos metros.

– Creo que este es un buen sitio. Aquí no nos verán ni nos oirán! Comentó Sahara mientras se sentaba sobre la hierba.

– Y los demás? Preguntó Teodon algo nervioso.

– No te preocupes, seguro que se han escondido como nosotros. Esperaremos una hora y nos acercaremos al sendero para ver si se han ido. Ahora descansa y no hagas ruido.

Sahara tiro de el para que se sentará. Se recostaron contra una de las rocas mientras sus respiraciones se iban relajando. Sahara giro la cabeza y vio a Teodon que miraba sus tetas con cara de niño travieso. Pensó que podían aprovechar la ocasión. Abrió más el escote de su vestido para provocar al muchacho. Miro hacia su pantalón y pudo ver cómo se iba abultado. Acerco su mano y toco sobre la tela.

– Ummm, parece que esto se está animando!

Dijo con sonrisa picarona. Teodon fue acercando su mano hasta las tetas, le abrió el escote hasta dejarlas al aire.

“Que maravillosas tetas!” Pensó mientras las miraba. Eran más pequeñas que las de su madre, pero claramente más redondas, bonitas y duras. Su madre le había enseñado a tocarlas, a sobarlas y la mejor manera de chuparlas. Había sido año y medio de aprendizaje y lo había aprendido bien. Comenzó a pasar las yemas de sus dedos sobre ella rozando mínimamente los pezones. Al momento noto como se habían hinchado y endurecido. Sahara miraba su cara, era como la cara de un niño con un juguete nuevo.

– Te gustan? Le dijo con un tono de voz suave.

– Joder! Son preciosas! Y muy duras!

Contestó el sin dejar de mirarlas con los ojos muy abiertos. Sahara seguía sobando su entrepierna, apretando suavemente el bulto hinchado bajo el pantalón.

– Vamos, hazme lo que le haces a tu madre!

Dijo con el mismo tono de voz suave y cariñosa. El muchacho acerco su otra mano y comenzó a amasarlas y a sobarlas las dos a la vez. Sahara seguía mirándole la cara, la excitaba ver cómo sus ojos chispeaban fulgurantes de deseo. Acercó la boca hasta uno de los pezones, paso su larga y carnosa lengua por el, una vez, otra y otra. Después fue al otro pezón e hizo lo mismo hasta dejar ensalivados los dos copiosamente. Abrió los labios y los succionó por turnos. Los dos pezones estaban ya rojos y muy duros y los mordisqueó con suavidad. Sahara notaba como iba creciendo su excitación.

– Joder chico! Como me pones de caliente!

Le susurró mientras le desabrochaba el pantalón. El miembro saltó como un resorte y duro como una roca. A Sahara no le dio tiempo para asombrarse al sentir como los dientes de Teodon tiraban de uno de sus pezones.

– Madre de Dios! Como me estás poniendo!

– Como? Dijo el muchacho.

A Sahara le pilló por sorpresa la pregunta. - Pues...muy caliente!

– Solo caliente? Otra pregunta inesperada.

-Si, muy caliente! Por que? – Mi madre me dice otras cosas! Comento él.

– Como qué?

- Pues... como… guarra, salida, zorra… cosas así!

– Ahhh, y te gusta?

– Síii! Mucho!

- Vale, entonces te gusta que te digan guarradas, jajaja!

Río alegremente Sahara. Al muchacho se le enrojecieron las mejillas y asintió con la cabeza.

– Vale, pues te diré todas las guarradas que se me ocurran, pero sigue chupando! Sahara miró al miembro que manoseaba ya fuera del pantalón y le pareció más gordo que la vez anterior. Estaba erecto y duro, con un capullo redondeado que brillaba especialmente. “Joder, que gorda la tiene este cabron” Pensó mientras lo apretaba con su mano para sentir más la dureza. Dentel le chupaba los pezones de diferentes maneras, les pasaba la lengua, los succionaba con suavidad, otras veces con fuerza, les daba mordisquitos suaves y otras veces tiraba de ellos con los dientes. A Sahara le estaba encantando, parecía que a este chico no tendría que enseñarle, y sobre todo, la estaba poniendo especialmente guarra. Ni Deva, la esclava de Iván, le había chupado los pezones así, y eso que Deva sabía de sexo.

– Que bien te ha enseñado tu madre! Me estas poniendo más caliente que el hierro de una fragua! Además de muy guarra! Dijo finalmente con una sonrisa lasciva.

– Mi madre me ha enseñado muchas cosas! Dijo el muchacho con sonrisa orgullosa.

– Creo que en Irenat vas a triunfar con las chicas!

– Tu crees? No sé si les gustará todo lo que se hacer!

– Cuando lo prueben, les encantará! Ya te lo digo yo! Mira como me has puesto los pezones, están como dos fresas maduras y duros como garbanzos!

Sahara seguía masajeándole la gorda polla que estaba como un pepino de color carne.

– Que te gustaría hacerme ahora? Preguntó ella mientras ya sentía su coño húmedo. El chico se ruborizó un poco.

– Pues… me gustaría follarte por detrás! Ella le miró con sonrisa pícara.

– El coño o el culo? – Los dos! Dijo el con cara lasciva.

– Los dos?

– Si, los dos! Primero el coño hasta que te corras y después el culo!

Ella intentó no reírse. Veía que el muchacho aspiraba a mucho.

– Crees que harás que me corra sin correrte tu? Le dijo con una sonrisa interrogante.

– Creo que hasta te correrás dos veces! Dijo él orgulloso y seguro de sí mismo. Sahara le volvió a mirar la polla sin soltársela, la sintió dura y también el deseo de tenerla dentro. Se giró sobre la roca en la que estaba apoyada y se inclinó levemente sobre ella. Teodon miro el delicioso cuerpo cubierto por la estropeada tela. Paso la lengua por sus propios labios humedeciéndolos. Sus manos bajaron hasta el borde bajo del vestido y lo subió lentamente. Apareció el culo de la muchacha cubierto por las andrajosas bragas. Las bajó despacio hasta descubrirlo totalmente. Lo admiró unos segundos antes de poner las manos sobre él. Lo acarició, lo sobo y lo apretó, disfrutó con la vista y con las manos antes de agacharse. Colocó su boca cerca y escupió sobre el centro. La salina escurría metiéndose entre las piernas. Acercó más su boca viendo caer el chorretón de saliva y sacando la lengua comenzó a lamer. La saliva se fue repartiendo, dejando brillante y jugoso todo el culo. Bajó entre las piernas y tiró de las bragas hasta que cayeron al suelo. Le abrió más los muslos y pudo ver la mata de pelo castaño que había bajo ellos. Paso la mano sobre el suave y rizado bello provocando un mínimo temblor, apenas perceptible, en el cuerpo de Sahara. Metió los dedos entre el bello y llegó hasta los abultados labios del coño. Era de un tacto suave, más que los de su madre, paso varias veces los dedos sobre ellos hasta introducir uno dentro. Lo metió y sacó varias veces, lentamente, hasta notar como el clítoris se había abultado. Sabía lo que era y lo que significaba, lo tocó, lo acarició y lo frotó hasta hacer que las piernas de Sahara se tensaran. No sólo se tensaron, vibraron como lo hace un timbre al pulsarlo. Todo el cuerpo se estremeció. “Diosss, que cabronazo, como sabe dónde tocar!” Pensó Sahara mientras sentía temblar su cuerpo.

– Siii, siii! Susurró ella sintiendo cómo aumentaba su placer. Teodon había agarrado su polla con la otra mano y la puso entre las piernas de la excitada muchacha hasta notar como se pegaba su capullo contra los abultados labios. La frotó contra ellos buscando que también el clítoris. Ella solo notaba más excitación, más placer y más ganas de sentir esa polla dentro.

– Vamos, vamos! Métela ya!

Acabo gritando en forma de susurro. Teodon apretó la polla contra el coño de Sahara y abrió los labios con su capullo. Sintió como arrastraba parte de la suave carne de la vagina al penetrar.

– Despacio! Despacio! Grito ella al sentir como la llenaba con la gorda polla. No había acabado de gritar cuando notó como los huevos de Teodon pegaban contra sus piernas, la había penetrado totalmente haciendo que todo el cuerpo de la excitada muchacha se pusiera rígido. Teodon se agarró a las caderas y empezó a mover su pelvis. Sahara sintió como esa polla gorda y dura entraba en su coño llenándolo totalmente y volvía a salir dejándolo vacío. Su boca jadeaba, resoplaba cuando Teodon aumentó el ritmo. Los jadeos se convirtieron en sonidos guturales semejantes a rebuznos. Teodon embestía hasta meterla completamente a cada empujón. La sacaba y volvía a meter con fuerza.

– Dime que estás muy guarra! Susurró apretándola el culo a la vez que se lo abría con sus manos.

– Joder, estoy terriblemente guarra! Vamos cabron! Dame más! Diosss, es que me has puesto como un putón!

Teodon embisto más y más hasta que los gritos de Sahara se ahogaron y sintió como le empapaba la polla.

– Ahggg, Ahggg! Notó como temblaba todo su cuerpo, como le daban estertores. Teodon aflojó un poco las embestidas y puso la punta de su dedo en el culo de Sahara.

– Esto te gustará! Le susurró mientras introducía el dedo dentro del culo.

– Ahggg! Serás cabron!

Grito ella al sentir la penetración. Fue un grito seco, no era placer, tampoco dolor, más bien, algo inesperado. Teodon volvió a bombear con su polla el coño de Sahara, a la vez que hacía lo mismo con su dedo en el culo. Una vez, otra, otra… Sahara sentía como la follaba, como esa polla gorda y dura salía y entraba en su coño sin parar. Como el dedo horadaba su culo haciendo que se abriera cada vez más. Ni el cabron de Iván se la había follado así. Mientras su mente se llenaba con una nube de placer, noto como le abría el culo aún más con dos dedos. Ya no jadeaba, sentía que de su garganta ya no salían sonidos después de más de dos minutos de jadeos. Nunca la habían follado tanto tiempo y sintió una corrida larga, profunda y deliciosa. Tenía los ojos cerrados y el placer invadía todo su cuerpo. Teodon sacó la polla empapada de corridas de Sahara y la metió en el culo abierto y dilatado. La agarró del pelo enmarañado y la embistió brutalmente durante más de tres largos minutos en los que el cuerpo de Sahara ya parecía de trapo. Su polla estalló dentro del culo de Sahara igual de brutal que sus embestidas. La leche comenzó a manar como si hubieran abierto un grifo y lo llenó con rapidez. Siguió embistiendo hasta que su polla dejó de manar leche, que era tanta que rebosaba y caía entre las piernas de la temblorosa muchacha, unos temblores que hacían que su cuerpo se retorciera. Ella notaba los jadeos de Teodon en su nuca, y compartió el placer con él aunque sentía su culo reventando.

Sin hacer ruido, había aparecido Jonás, que les había estado observando durante el último minuto.

– Que hacéis? Dijo cuando Teodon sacaba su polla del culo de Sahara. Ella bajo rápidamente su vestido.

– Escondidos esperando a que se vayan! Dijo ella volviéndose.

– Como que nada? Os he visto! Estabais follando!

Los dos agacharon la cabeza mientras se acercaba Jonás hasta medio metro de Sahara. Ella mantenía su cabeza agachada mientras Jonás la miraba con una sonrisa algo perversa. Se acercó más a su oído y susurró.

– Que pasaría si se lo contará a tu amigo? – No por favor! No le diga nada! Dijo ella en un tono de súplica.

Jonás dio un par de pasos alrededor de ella mientras la miraba el cuerpo con ojos de deseo.

– Y si no digo nada…que gano yo? Susurró de nuevo Jonás.

– Sahara levantó la cara y le miró. Tenía una sonrisa cínica y lasciva. No tenía que decir lo que quería, llevaba el brillo del deseo en los ojos. Sahara no quería que Dentel se enterará y no dudó.

– Haré lo que me pidas! Dijo ella intentando dibujar una sonrisa con sus labios. El hombre sonrió más abiertamente y llevó la mano hasta el vestido para levantarlo. Miró y vio como las piernas de Sahara chorreaban todavía leche de Teodon.

– Este cabron te ha llenado bien de leche! Ya he visto como te embestía, jajaja!! Rio con descaro.

– Creo que me conformaré… con tu boca! Dijo mientras se abría los pantalones. Sahara le miró con desprecio, pero no podía permitir perder la confianza de Dentel. No sabía cómo podía reaccionar si se enteraba.

– Vamos, agáchate y empieza! Sahara miró el miembro semiduro que ya estaba fuera del pantalón. Se agachó y lo cogió con su mano, lo masajeó y al momento ya estaba duro. Acercó la boca y no se detuvo en paladearlo con la lengua, comenzó a chupar con ganas, quería sacarle la leche lo antes posible. Sintió como el bajaba las manos y las metía bajo su vestido buscando las tetas. No dijo nada, dejo que se las sobara mientras ella se metía la polla entera en su boca succionando como si fuera una bomba de vacío. A los pocos segundos noto como el hombre jadeaba como un cerdo. Le apretó suavemente los huevos y la leche comenta manar. Succionó con más fuerza, una vez y otra y otra, hasta sentir como le dejaba sin gota de leche. Se la tragó toda y siguió chupando hasta que Jonás soltó sus tetas. Él se separó y se abrochó el pantalón, y sin decir nada, agarró al burro del ramal.

– Vamos, hay que buscar a los otros! Dijo echando a andar.

Después de andar un par de minutos encontraron a Sira y Dentel que se acercaban entre la maleza.

– Ya se han marchado! Dijo Dentel.

– Estáis bien?

– Si! Se apresuró a contestar Sahara.

– Pues volvamos al sendero para no perdernos! Dijo Dentel tirando de la mula.

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