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Era Infiel por necesidad ahora por gusto

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Como les contaba en el relato anterior, con Luis, mi amigo con beneficios, nos veíamos regularmente.  Luego de ese tenso primer encuentro, lleno de silencios, las cosas fueron cambiando. Charlábamos como amigos, me contaba sus cosas y yo las mías. La última vez, estábamos tomando una copa de vino y me preguntó:

“¿Tu máxima locura sexual?”

“En el auto con mi marido a la salida de una fiesta. Como veras, muy normal”

“¿Fantasía?”

“Cumplida, tener un amigo para el sexo.”

“Dale, en serio.” Dijo.

“Más que fantasías, intrigas. Como será estar con una mujer, un trio con una mujer y un hombre. Y ser el objeto de placer de un hombre, que haga conmigo todo lo que quiera, que goce con mi cuerpo hasta quedar agotado de placer.”

“Para eso no necesitas mucho más de lo que haces conmigo cada vez que nos vemos. Te lo aseguro.”

“Me voy a meter en un lio: ¿Y vos, fantasías?” dije mordiéndome un dedo.

“Varias, pero que me gustaría cumplir con vos, solo una.”

“Contame una de las otras y esa conmigo, dale, se bueno.”

“De las otras, coger a mi amiga con otro tipo. Darle con todo.”

“Guau, y conmigo.”

“Lograr que cumplas tus fantasías, aunque con una variante: que cuando seas mi objeto de placer, esté mi amiga. Yo me centraría en vos, definitivamente, pero que esté, que te vea gozar el sexo como lo gozas, que aprenda como goza realmente una mujer.”

“Ella es bisexual, supongo.” Dije.

“No, es medio tonta en la cama. No tiene iniciativa, se deja hacer”

“Sumisa entonces.”

“Muy sumisa.”

La charla quedó ahí. Tuvimos otra vez sexo, y era claro que a los dos nos quedó picando la idea del trio.

Dos semanas después, nos encontramos en el bar y antes de ir al hotel le dije:

“Luis, ¿te acordás lo que charlamos sobre las fantasías?”

“Si, te aseguro que no me puedo olvidar.”

“Entonces te gustaría.”

“Por supuesto. Hasta lo hable con ella y no tiene problemas.”

“La semana que viene mi marido se va tres días de viaje por negocios. Si querés podemos encontrarnos, y no tener la presión del tiempo.” Dije.

“Genial, y si no tenés problemas lo podemos juntar en mi casa, cenamos y después vemos que pasa. Pero te aclaro desde ya, que si Jess no se engancha, pierde ella. Yo quiero cumplir tu fantasía, sí o sí.”

“Porque te conviene, chanta.” Dije riéndome.

“Obvio.”

La semana siguiente, llegué puntualmente a la casa de Luis. Tomamos un aperitivo y se notaba que Jess estaba súper nerviosa, me miraba como preguntándose como Luis podía estar con una mujer como yo, y de mi edad.

“Luis, necesitas que te de una mano en la cocina, o viene el chef Delibery en un rato.”

“Vos me dijiste que querías que goce por completo, bueno, cocinar me da mucho placer, entonces para entrar en calor, estoy cocinando unas pastas para Uds.”

“Que sexy, cocinando para dos damas que después te vas a comer.”

“Eso, no lo dudes.”

Jess casi no hablaba. Solo nos miraba como charlábamos, nos hacíamos bromas con doble sentido y nos reíamos.

“Jess, ¿no sos de mucho hablar o pasa algo?” le pregunté.

“Es que como no tengo mucha confianza…”

“Perdoname, pero así callada, apocada, me da la sensación que no te gusta mucho la idea que te propuso Luis.”

“Si, me gusta solo que no sé qué hacer, la es verdad que reconozco que soy medio aburrida en la cama.”

“Tranquila, solo deja fluir todo. Y disfruta todo momento que pase.” Dije y me levante para ir al baño.

Cuando volví Luis estaba en la cocina, y Jess en el living sentada sola. Fui hacia ella, me senté a su lado, le tome la cara y la bese. Ella accedió y me respondió el beso.

“Jess, la idea es ponerlo bien caliente a Luis, que goce como nunca gozó. Yo quiero ser su objeto de placer, no me interesa si no tengo orgasmos o tengo mil. Aunque estoy segura que voy a gozar como loca. Igual vos.”

“Entiendo.” Dijo y la volví a besar.

“¿Te parece si lo empezamos a poner loquito?” le dije y sin esperar respuesta, la volví a besar, empecé a acariciar sus pechos y desabrochar su camisa. Ella inmediatamente comenzó a gemir muy suavecito.

“Termina de sacarte la ropa, solo quédate en ropa interior, que yo hago lo mismo.”

Cuando lo hicimos, puse su mano en mi pecho y yo acariciaba su entrepierna.

“Me parece que esto nos gusta a las dos, estamos las dos mojaditas.” Le dije.

“Si, la verdad que me gusta, tenía vergüenza, miedo.”

Me pare, y me senté apoyando mi vagina en su pierna, y la comencé a besar y acariciar los pechos. Ella me acariciaba los pechos y puse una de sus manos en mi cola, que la apretó de inmediato. Me empecé a frotar contra su pierna suavemente y lo llamé a Luis que estaba en la cocina todavía.

“Luis, ¿falta mucho para la cena? Con Jess tenemos hambre.”

Luis salió de la cocina y se quedó duro.

“Ves, tengo tanto hambre que le estoy comiendo la boca a Jess.”

“Perdón, pero creo que la idea era que fuera yo el centro de atenciones.” Dijo Luis.

“¿Acaso esto no es algo que deseabas ver, como tus dos hembras se calentaban para vos, jugaban con sus cuerpos para después llenarte de placer?”

“Hijas de puta. Claro que ya me estoy calentando. Acaben de una vez, quiero decir, basta, vamos a la mesa.”

Me reí con ganas y Jess me siguió. Pusimos la mesa, dejando un plato de un lado y dos del otro bien juntos. Lo estábamos haciendo cuando Jess me dijo al oído.

“Traje un par de juguetitos por si no ligaba con Uds.” la miré y le guiñe un ojo.

Jess y yo nos sentamos juntas, bien pegadas, y en ropa interior. Luis nos miraba y sonreía. Estábamos charlando y comiendo, me acerque al oído de Jess y le dije algo que Luis no escucho. Jess sonrió llevó su mano a mi entrepierna, y yo hacía lo mismo, ambas sin dejar de comer, pero dando pequeños gemidos de vez en cuando.

“¿Se puede saber que hacen?” dijo Luis.

“Mantenemos la comida calentita para vos, mi dulce.” Y con mi pie, me puse a acariciar su pierna.

Durante toda la cena mantuvimos la tensión sexual.

“¿Supongo que nosotras seremos el postre?” Dije.

“Por supuesto, pero después de un whisky y un café.”

Con Jess nos ocupamos de prepararlo y servirlo. Antes de sentarme, desde atrás del sillón, le dije al oído a Luis.

“Estoy muy caliente, pero muy caliente. Y quiero verte gozar como nunca gozaste. Y acordate, hace conmigo lo que quieras, incluso lo que nunca hiciste.”

Luis me miró sorprendido. Fui y me senté frente a él.

“Jess, anda a buscar eso.” Dije y Jess volvió con un par de esposas y dos consoladores.

“Jess a partir de ahora, las dos somos una perras, las perras de Luis, lo que él quiera lo hacemos, aunque no nos guste, nos duela, no importa, hoy es la noche de Luis, y por mi edad, yo soy la perra mayor. ¿De acuerdo?”

“Si Clara.”

“Bueno, contale a Luis, si hay algo que nunca hiciste con esos consoladores, y no pensas hacer.”

“Nunca me metí uno en el culo, ni pienso hacerlo, son grandes.” Dijo.

“Entonces, ponete en cuatro patas en el suelo, y mostrale a Luis, como hoy, por él te lo metes.”

Jess me miró, se mordió los labios, se puso como le dije, chupó un poco el consolador y lo acercó a su ano. Me miró, volvió a morder sus labios, y al tiempo que lo enterraba, decía:

“Luis, amor, esto es para mostrarte que hoy todo es para vos, que soy tu perra, tu puta. Me está entrando, y me duele un poco amor, pero por vos, lo aguanto amor.”

Luis se paró se sacó los pantalones y los bóxer. Su pija estaba a full. Jess ya gemía y lo miraba a Luis.

“Luis, a partir de este momento, todo lo que quieras se cumplirá, sin discutir ni dudar. Por esta noche, serás nuestro amo, y nosotras tus perras sumisas. Especialmente yo.”

“Vengan a chuparme las dos, y vos Jess, no te saques eso del culo.” Las dos fuimos hasta él y comenzamos a chuparlo y lamer tanto el pene como sus bolas. Jess se enterró la pija en su boca y el consolador en el culo al mismo tiempo. Tuvo su primer orgasmo, pero no se detuvo.”

“Soy muy perra amor, ya tuve mi primer orgasmo. Para vos.” Dijo.

“Vamos al dormitorio, Clara, trae esos juguetes.” Dijo Luis.

Fuimos al dormitorio, me hizo acostar boca arriba, y se puso al lado de mi cabeza, y me puso su pija en la boca.

“Jess, chupale las tetas, la quiero bien caliente.”

Se tumbó a mi lado y comenzó a chuparme suavemente, jugaba con su lengua en mis pezones, que estaban bien hinchados. Yo chupaba tranquila, tratando de darle todo el placer posible con mi boca, mientras acariciaba la cabeza de Jess. Ella fue deslizando su mano a mi concha y la acariciaba muy suave. Me empecé a retorcer de placer. Me moría por pedirle que me la chupe, pero mandaba Luis. Por suerte, pareció leer mis pensamientos. Y le dijo que me chupe.

Cuando empezó a hacerlo, sentí que me derretía, primera vez que estaba con una mujer, y que me chupaba la concha.

Luis fue detrás de Jess, le puso nuevamente el consolador en el culo, y le metió la pija en la concha y empezó a bombear.

“Clara, no sabes que apretadita y caliente que la tiene. Contale Jess.”

“Si Clara, la tengo toda adentro, cada vez me siento más perra. Ensartada por los dos agujeros y chupando tu rica concha. Que hermoso, como estoy gozando.”

“Me estoy poniendo muy loquita, Luis, esa boca no sabes como me está trabajando.”

“Entonces, levanta las piernas, y vos Jess, chupa, lame y mete la lengua ese hermoso orto.” Dijo Luis. Las dos le hicimos caso y sentí que me desmayaba cuando esa lengua jugaba con mi ano. Estuvimos unos minutos así, Luis se acostó y me dijo:

“Hace lo que tan bien sabes hacer.”

Lo monté u metí si pija en mi concha. Estaba tan caliente, que con solo sentir que entraba, tuve otro orgasmo, la tenía tan dura que me volvía loca, cabalgaba sin parar.

“Mirá y aprende como goza y hace gozar una mujer, me vuelve loco.” Le dijo Luis a Jess, que no paraba de tocarse y jugar con el consolador en el culo y en la concha.

Yo no paraba de moverme, para descansar las piernas, movía la cadera en círculos, Luis llevó sus manos a mis pechos y los apretaba fuerte.

“Si querés recibir placer, tenés que dar placer Jess. Ponete atrás, y chupale el culo, vas a ver como la pones.”

“Hijo de puta, me querés hacer mierda en serio.” Dije.

“No, quiero ponerte tan caliente como nunca en tu vida. Viste que vos hiciste que Jess hiciera lo que nunca iba a hacer, vos lo vas a hacer sin que nadie te diga.”

No entendía como podía ser posible más calentura de la que tenía en ese momento. Jess empezó a jugar con su lengua, y si, podía ponerme más caliente. Trataba de girarme sin dejar de subir y bajar, para enterrar su cabeza en mi culo. Luis, atrapó mis pezones y suavemente me los retorcía. Todo se empezó a poner nublado, no dejaba de tener orgasmos cada vez más intensos.

Cuando pude focalizar mi mirada en Luis, vi su cara de placer, y sus ojos lujuriosos. Como pude me bajé, me puse en el borde de la cama en cuatro patas y le dije:

“Hijo de puta, ya me tenés como querías, rómpeme el culo de una buena vez.”

Él se puso detrás de mí y apoyo la cabeza de su pija en mi ano, la comenzó a meter despacio y yo sin pensarlo, me moví para enterrarla toda. Me quedé quieta y respiré profundo. Sentía un ardor tremendo, segura que me había lastimado. No me importo y comencé a moverme.

“42 años virgen llevaba mi culo, y te lo entrego para tu placer, como buena perra que soy. Gozame como se goza a una perra puta como yo.” Dije.

Él me tomó por la cintura y comenzó a bombearme cada vez más fuerte. Podía sentir claramente como mi orto se abría para darle paso cada vez con mayor facilidad. Como podía me apoyaba en una sola mano mientras con la otra, me apretaba una teta.

Jess me miraba y se masturbaba, mordiendo sus labios.

“Luis, perdón, ¿puedo hacer algo?”

“Si” dijo Luis, muy concentrado en destrozar mi culo.

Jess tomó las esposas, me cruzó los brazos en la espalda y me las puso. Luego se acomodó entre mis piernas y la muy hija de putas, me comenzó a chuparme la concha.

“Pendeja de mierda, ya te voy a agarrar.” Grité

Lo miré a Luis y estaba loco totalmente, primero fue una cachetada en mi culo y luego otra.

“Si hijo de puta, cogeme así, porque así me guste que me coja mi macho. Bien fuerte”

Cuando Luis acabó, puedo asegurar que sentí que su pija golpeaba contra mi estómago. Yo llegué a un tremendo orgasmo anal, el primero de mi vida. Me temblaba todo el cuerpo.

Sacó su pija y se la dio a chupar a Jess que lo hacía mientras llegaba a un orgasmo con sus dedos en la concha.

Me sacaron las esposas y los tres nos tumbamos en la cama. Luis nos besó dulcemente a las dos.

“Gracias, fue el mejor polvo de mi vida, por lejos. Me volvieron loco por completo.” Dijo Luis.

“Exactamente lo mismo digo yo. Y que forma de romperme el culo, por favor, valió la pena esperar.” Dije.

Jess estaba nuevamente callada. Se puso de rodillas y me dio un beso, luego a Luis.

“Gracias a los dos por dejarme participar. Ahora te entiendo Luis, con Clara no puedo competir en la cama. Pero si me dejan… me gustaría algún día yo poder entregarme así como hoy lo hizo Clara. Y ser yo quien te vuelva totalmente loco.”

Luis, muy dulce, le dio un beso en la boca.

“Por supuesto mi amor. Si Clara está de acuerdo, claro.”

“Encantada, y te aseguro que te vamos a hacer gozar como nunca gozaste Jess.”

Con Luis seguíamos nuestros encuentros semanales, cada vez era una fiesta de sexo. Sin límites ni fronteras.

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