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Esclavas del mar

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-Qué preciosa es la vista desde acá arriba ¿verdad? -Me comentó Gino.

-De verdad que sí mi amor… me encanta como se ve el mar -le contesté yo, viendo por la ventana el paisaje que se presentaba debajo de nosotros.

Mi nombre es Noelia, tengo 27 años de edad, y me encuentro en ese momento montada en una pequeña avioneta junto con mi prometido Gino en rumbo hacia Gran Roque, la isla más grande del archipiélago de los Roques. Faltaban escasos 15 días para nuestra boda, la cual se celebraría en dicha isla más específicamente en la casa de mis suegros tienen para vacacionar en la isla. Mis suegros la habían adquirido hacía dos años atrás, y hacía seis meses que habían terminado de remodelarla. Íbamos en la pequeña avioneta junto con mis suegros y unos amigos de estos, quienes también estaban invitados a la boda y que también tenían propiedades en la isla.

A los pocos minutos aterrizamos y el grupo completo nos fuimos a la casa de mis suegros transcurriendo dicho viaje en total normalidad, con varios de los amigos de mis suegros recorriéndome con mirada lasciva tal y como lo venían haciendo desde que nos reunimos en Venezuela para abordar la avioneta e iniciar este viaje. Yo la verdad ya estaba acostumbrada a estas miradas, ya que soy consciente de que soy una mujer con un cuerpo bastante explosivo. Soy alta, de 1.70 metros, blanquita, con una piel bastante tersa y suave, con un rostro muy bonito adornado por una cabellera negra como el azabache así como también larga (un poco más abajo de la mitad de mi espalda), lisa y suave como la seda. Mis medidas son 105-60-95, con unos senos bien paraditos, duros y redondos, tan naturales como el agua del mar (aunque suelen confundirse y decir que son operadas), una cintura bastante curva con el abdomen plano y para finalizar unas caderas anchas con una cola bastante canosa y redonda, todo esto sostenido por unas piernas de muslos carnosos, torneados y bien definidos. Este cuerpazo es cuidado por mí llevando una rutina de ejercicios que sigo casi a diario.

Llegamos a la casa de mis suegros a eso de las seis de la tarde. Era una casa hermosa y bastante grande la cual quedaba prácticamente a orillas del mar, inclusive tenía su propio puerto privado el cual estaba anclado un yate no muy grande pero que si se veía bastante lujoso y bonito. Los amigos de mis suegros se fueron a sus respectivas casas mientras que nosotros nos quedábamos desempacando las cosas, ayudados por la gente de servicio que mis suegros tenían en dicha casa. Si no se habían dado cuenta, mis suegros son bastante adinerados, eran italianos dueños de una gran cantidad de negocios en Venezuela, por lo cual podían permitirse muchísimos lujos. Gino manejaba gran parte de los negocios de sus padres, y lo hacía bastante bien, tan bien que pasó a ser el hijo favorito de mis suegros. Antonina, mí cuñada, si era un caso perdido, ya que se metía en muchos problemas desde muy niña, típica actitud de las niñas sifrinitas y adineradas de mi país. Ella se había adelantado a nosotros en el viaje, llegando tres días antes. Y en esos tres días se lo pasó de fiesta en fiesta. Ese día que nosotros llegamos, ella se apareció por la casa a eso de las diez de la noche, bastante borracha y me atrevería a decir que hasta drogada, lo cual generó una pequeña discusión familiar.

Mi suegra (de nombre Alessandra, por cierto, cariñosamente llamada “Alessa”) corrió a la habitación de Antonina a revisar sus cosas, para reprenderla si conseguía alguna droga o algo por el estilo. Antonina (cariñosamente llamada “Nina”) corrió tras de ella, entre gritos y palabras fuertes, para impedir o estorbar a su madre en su inspección. En fin, que la señora Alessa no consiguió nada, y la discusión no fue a parar en mayores contratiempos, yéndose Nina a encerrarse en su habitación. Gino y yo tenemos 7 años de novios, por lo que ya me había acostumbrado a este tipo de discusiones entre padres e hija. Luego de todo esto, acordamos ir al día siguiente a pasarla en el yate, en altamar, y nos fuimos a dormir.

En la habitación nuestra, Gino intento buscar algo de “acción” conmigo. Pero la verdad yo estaba agotada del viaje, por lo que sin mucha dificultad lo convencí de que durmiéramos. Yo no es que estuviera bastante agotada, debo confesar que en realidad me daba fastidio tener sexo con él.

Gino no es muy bueno en la cama que se diga. Me enamore de él más que todo por cómo me trataba y me complacía en otros aspectos, pero en el sexo, no era muy bueno. Era más bien, rutinario. Los primeros días si disfrutaba pero con el tiempo la monotonía me fue aburriendo. Además de que el sexo con él la mayoría de las veces duraban entre 5 y 10 minutos, llegando yo a quedar insatisfecha muuuchas de esas veces. Y su pene no era grande, estaba casi en la media, con 12 centímetro de largo, no muy grueso. He de admitir que él es bello, blanquito también de cabello negro y corto, con un cuerpo de musculatura definida, con porte de modelo de agencia. Es de mirada bastante penetrante, fue lo que más me cautivo de él, aunque la verdad en la cama me quede un poco decepcionada. He intentado romper la monotonía, comprando lencería erótica, o intentando buscarle “pelea” en ciertos sitios (como en el cine por ejemplo, o un estacionamiento de un centro comercial, entre otras partes) pero nunca accedió a mis deseos. Eso sí, me trata como a una reina, es por eso que no le he dicho nada de esto, no quiero herirlo.

En fin, al día siguiente, nos despertamos a eso de las 10 de la mañana. Me puse un bikini blanco bastante bonito y un poco atrevido, ya que la tanga se me metía entre las nalgas, y el sostén pues, le daba un aspecto bastante apetecible a mis tetas. Para terminar, un pareo alrededor de mi cadera de color blanco también y semitransparente, lo que hacía que la tanguita se remarcara aún mas, y unas cholitas playeras. Mi novio se puso una franela suave de color blanco y unos shorts negros, junto con unos zapatos deportivos.

Salimos de nuestra habitación y fuimos al comedor, donde ya estaban mis suegros desayunando. Nos unimos Gino y yo a ellos y hablamos de distintas cosas, mientras la servidumbre nos servía el desayuno. Al terminar, tomamos nuestras cosas y nos fuimos al puerto privado de la casa, para abordar el yate. Allí nos esperaba David, que era el encargado del mantenimiento del pequeño yate. No pude evitar detallarlo con la mirada. Era un negro alto, de unos 1.90 metros, increíblemente fornido, de espalda ancha y brazos gruesos y musculosos. Vestía únicamente un short, y su cuerpo se veía realmente hermoso, abrillantado por el sudor. Parecía Arnold Schwarzenegger en sus años mozos, aunque creo que con la espalda más ancha aun. De verdad me quede realmente impresionada con ese hombre.

-Buenos días David, ¿todo listo? –Le preguntó mi suegro (quien por cierto se llama Víctor)

-Buenos días Víctor, todo listo. Nina ya está a bordo esperando. –le contesto el negro, con voz gruesa. Me sorprendió el hecho de que no lo tratara como el resto de la servidumbre, con sumo respeto.

-¿Nina también vendrá? –pregunto Gino, un poco contrariado por la noticia. Gino quería mucho a su hermana, aunque últimamente solo la criticaba por su conducta de niña estúpida.

-Si –dijo la señora Alessa. –Hablé con ella esta mañana, le dije que quería que viniera. Quiero que pase más tiempo con nosotros, en familia. Pienso que la hemos descuidado mucho y tal vez así se meta en el carril. –termino de decir mi suegra, mientras abordábamos el yate.

Una vez todos estuvimos a bordo, David prendió los motores e iniciamos la marcha para alejarnos de la costa. Durante el viaje no puede quitarle la vista a David de encima, nunca había sentido esa clase de atracción por un hombre, ni siquiera cuando conocí a Gino. El verlo haciendo las tareas de peso durante el viaje, manejando el yate, cargando cosas extremadamente pesadas que ni mi novio ni mi suegro podían alzar ni siquiera entre los dos, en cierta forma me cautivaba. Afortunadamente durante el viaje Nina se comportó bien, la señora Alessa sin embargo le reviso los bolsos que ella trajo en el paseo, en busca de alguna droga o algo por el estilo que pudiera perjudicar la tranquilidad y la paz que buscábamos en familia, aunque dicha búsqueda afortunadamente fue infructuosa.

Una hora después de haber partido del puerto me dirigí a mi camarote para buscar una crema bronceadora, y en el camino sentí un ruido en el baño. Como vi que la puerta estaba entreabierta, me asomé disimuladamente y lo que vi hizo que se me pusiera la piel de gallina. Era David, quien se había quitado el short y solamente tenía puesto un bóxer de color blanco que se le pegaba por toda su humanidad por allá donde cubría. Pude ver como esa prenda dibujaba a la perfección su falo el cual se hallaba curvado hacia un lado totalmente pegado a su cuerpo y cuya punta llegaba hasta un costado de la cadera prácticamente. No solamente se me puso la piel de gallina, sino que también los pezones se me pusieron duros y sentí como mi vulva comenzaba a babear de deseo. Para cuando me quise dar cuenta, David me estaba viendo con una sonrisa maliciosa. -¿Te gusta? -Me preguntó, posicionándose para que pudiera verlo mejor.

Sin decir nada, me di la vuelta y continué mi camino hacia mi camarote para seguidamente encerrarme en él. Yo tenía la respiración agitada sentía un delicioso escalofrío recorrer mi cuerpo atacando más que todo mis zonas genitales. Traté de calmarme un poco busqué mi bolso para sacar la crema que había ido a buscar, pero mientras buscaba me topé con una bolsa transparente en cuyo interior había un polvo blanco y fuera de dicha bolsa había un pequeño papel pegado en el cual se podía leer claramente "droga del sueño". Me percaté que el papel estaba doblado, y al desdoblarlo se notaba una nota escrita a mano:

"Querida Nina, un poco de este polvo te ayudará con aquellos indeseables insistentes. Pónselos en la bebida y dormirán como bebés durante un largo rato.

Con cariño: la Churri"

Me quedé sorprendida por un momento. Nina me estaba usando como una mula. Seguramente cuando su mamá iba a revisarle el equipaje, rápidamente metió esa bolsa en mi bolso. En ese momento en que yo tenía la bolsa en mi mano, sentí que alguien estaba abriendo la puerta del camarote, por lo que rápidamente volví a colocarla en mi bolso y la tapé con mis cosas.

-Nena, te estaba buscando es hora de comer -me dijo Gino, al entrar.

-Adelántate mi vida, ya te alcanzo -le contesté, obedeciéndome él y dirigiéndose afuera del camarote. Volví a hurgar en mi bolso, y saqué de nuevo la droga. La vi durante unos segundos, tiempo en el cual se me ocurrió una maravillosa y loca idea.

Salí de los camarotes a la superficie del yate para unirme al almuerzo. Los platos ya estaban servidos, así que yo me dirigí a servir las bebidas y afortunadamente nadie notó que me saqué la bolsa de droga del sostén y la puse en cuatro de esas bebidas, ofreciéndoselas a mis suegros, a mi novio y a mi cuñada, quienes comieron y bebieron todo con bastante rapidez.

Mi plan había sido todo un éxito. Luego de una hora, todos comenzaron a tener mucho sueño, y se fueron a sus respectivas camas a dormir, todos a excepción de mí, y de David. He de admitir que todo me parecía una locura, pero que más daba, ese negro me enamoró a primera vista. Bueno, tal vez no sea “amor” propiamente dicho, sino pura LUJURIA. Quería tirarme al negro.

Después de acompañar a Gino a la cama, Salí a la superficie del yate. David estaba recogiendo unas cadenas que se veían pesadas, con las cuales habían tenido el yate en el puerto asegurado. Me sentía nerviosa por el siguiente paso, me daba miedo que despertaran todos y me vieran en pleno acto con el negro, por lo que por probar, coloque música a todo volumen en el equipo de sonido que se hallaba afuera. Comenzó a sonar una salsa, que en realidad no sabía ni como se llamaba, y comencé a bailar y moverme al ritmo de la música, bajo la atenta mirada de David, quien dejo lo que hacía solo para verme. Era claro que yo le atraía también, no es por ser pedante pero sé que tengo un cuerpo que le llama la atención a cualquier hombre, por lo que no era difícil imaginar el por qué ahora él estaba concentrado en mí.

Al cabo de unos minutos me le acerque y sin decirle nada tome sus manos para bailar, y él me siguió el juego, bailando los dos durante tres o cuatro canciones más de salsa. –ya me aburrí un poco de esta, vamos a probar otra cosa –le dije, separándome de él para cambiar de CD y colocar uno de Reggaetón. Una vez puse el disco y comenzó a sonar la canción de turno, la cual tampoco tenía idea de cómo se llamaba, pues comencé a moverme al ritmo de la música de nuevo, meneando las caderas con toda la sensualidad que pude. Estaba solo con el bikini, ya que el pareo lo deje en el camarote a un lado de Gino, cuando lo lleve a dormir. Yo sabía que me veía apetitosa, más aun el hecho de que el tanga estuviera todo metido entre mis nalgas. Me le acerque meneando el culo lo más que pude, y me puse a espaldas de él, para comenzar a restregarle el culo contra su paquete, que se encontraba tremendamente abultado. Estuve durante un par de canciones moviéndome para él, restregándole el culo lo más que podía.

Luego de esto, me volteé y comencé a bailarle de frente, procurando bambolear las tetas ante sus atónitos ojos. -¿sabes? –Le dije mientras bailaba –este sostén me queda demasiado apretado… -le termine de decir, y llevando mi mano derecha a mi nuca y la izquierda a la espalda, desate los nudos del sostén ubicados en dichas zonas y lo deje caer al piso, dejando mis enormes tetas al aire. David veía atónito el espectáculo, mis tetas se bamboleaban incitando ser tomadas, amasadas, chupadas, lamidas, mordidas, o al menos eso era lo que yo deseaba que él me hiciera.

Él se quedó parado atónito observando lo puta que era, mientras yo restregaba mis dos enormes tetas contra su pecho desnudo y musculoso. Un par de minutos estuve en esas, y me volví a dar la vuelta para seguir restregándole el culo, pero ahora recostándome toda de él, pegando mi espalda a su cuerpo. David Tenia una erección impresionante, se notaba enorme esa verga. -¿Qué pasa guapo? Allá adentro no parecías tan tímido…-le dije, en alusión a lo que había ocurrido en el baño. –te diré algo: SI ME GUSTA. –le dije, en respuesta a la pregunta que me había hecho en esa ocasión. Tome sus manos y directamente las lleve a mis tetas, haciendo que las moviera y apretujara. No tuve que sostener sus manos mucho tiempo, ya que a los pocos segundos el tocaba y amasaba por sí solo, disfrutando del espectáculo.

-Sí que están ricas estas tetotas… -dijo, mientras me las amasaba. Acto seguido, y mientras yo me movía haciendo ahora el baile popular llamado “twerk” o “twerking”, consistente en mover el culo arriba y abajo. Mis caderas se prestan muy bien para dichos movimientos, y más aún mi bien formado culo. Mientras me movía para él, me quite el tanga, quedando totalmente desnuda ante David. Continué bailando mientras el disfrutaba de mis tetas con sus manos, hasta que unos 5 minutos más tarde me di la vuelta y lo senté de uno de los bordes del yate dispuesto a modo de sillón, donde puse mis piernas abiertas a cada lado de su cuerpo y me apoye con las manos del piso, para seguir bailando de la misma forma morbosa que ya venía haciendo, dándole una preciosa vista de mi culo y de mi cuca ya mojadita y deseosa de ser usada, restregando con dichos movimientos esa zona en su enorme hombría al mismo tiempo que el comenzaba a darme nalgadas diciéndome que me moviera más y más.

En cierto momento el posó sus manos sobre mis nalgas, haciéndome detenerme en la misma posición en la que yo estaba. Apretujo bien fuerte ambas masas de carne, juntándolas y separándolas, ocultando y dejando al desnudo mi agujerito anal. –Tienes un culo muy rico zorrita…y esa cucota se ve muy apetecible…-me dijo mientras con su mano derecha me la comenzaba a sobar, lo que me hacía estremecerme. -¿Qué pasará si se despierta esta gente? –me dijo, mientras me metía dos dedos en mi encharcada cuca.

-mmmm ellos… dios si… sigue así suavecito… ellos… no se despertaran en un largo rato… -le conteste entre gemidos por el trato que me estaba empezando a dar.

-¿Cómo estás tan segura? –me pregunto.

-Nina… mmmm… Nina me uso de… de… ¡Ah! ¡Papi que rico! –le dije gimiendo y estremeciéndome más y mas ya que sus caricias dentro de mi cuquita aumentaban en intensidad. Me dio una fuerte nalgada con su mano libre, mientras me seguía trabajando la cuquita.

-¡Contéstame zorra! –me dijo después de la nalgada.

-¡¡Ahhh!! ¡¡Nina me uso de mula!! ¡Vi en mi… ooohhh… en… mmm… en mi… en mi ahhh en mi bolso una bolsita con droga para hacer dormir a la gente! ¡Se las puse en las bebidas a todos menos a ti y a mí! –le conteste con respiración agitada y entre más gemidos.

-¿Por qué lo hiciste? –me pregunto sin dejar de trabajar mi cuca con sus dedos.

-¡Porque estas demasiado bueno y quería que me hicieras tu mujer! ¡Soy insatisfecha, Gino no me da lo que quiero en la cama! Sé que es una locura ¡pero quiero vivirla! –le dije, gritándole.

-¿quieres que te meta el güebo zorra? –me pregunto.

-¡SIII! –le dije ya gritando del placer, temblando del gusto. Había tenido mi primer orgasmo, el cual ocasiono que los brazos me fallaran y terminara de recostar mi torso en el piso aplastando mis tetas, con mis piernas aun a cada lado de David. Ese primer orgasmo había sido mucho más intenso que el más rico que haya tenido con Gino. Tuvieron que pasar unos deliciosos segundos para que mi cuerpo dejara de temblar, momento en el cual recogí mis piernas y me quede sentada en el piso, viéndolo a él. Mientras temblaba de placer, él se había quitado el short y el bóxer, quedando también desnudo, y con ese increíblemente enorme trozo de carne dura al aire, erigiéndose como un edificio ante mí. Él tenía sus piernas abiertas.

-¿Qué esperas? Hora de trabajar zorra. –me dijo, señalándome su verga. Me puse de rodillas entre sus piernas, acomodándome para llevarme ese magnífico güebo a mi boca.

Primero introduje su glande lentamente, para acariciarlo suavemente con mi lengua y mis labios. Estaba brillante, por el líquido pre seminal que me sabía a gloria. Lo tome con mi mano derecha y apreté un poco para ver cómo salía más juguito como si se tratara de un tubo de crema. Lo veía, y luego que había suficiente líquido, me lo metía en la boca, pero solo la punta, para saborear el delicioso líquido. David me tomo por el cabello, con cierta agresividad me hizo tragarme su verga más o menos hasta la mitad. En ese momento puse mis manos en el piso, quedando yo en cuatro, lo que le permitió a David controlar mejor la mamada que yo le hacía. Su miembro era realmente enorme, lo que me producía arcadas cada vez que David me empujaba a superar el límite al que yo llegaba. Cuando el notaba que me venían las arcadas, el me sacaba el enrome güebo de la boca y me hacía recorrer el resto de que me faltaba con mis labios y mi lengua, llegando a restregar mi rostro contra sus enormes bolas, las cuales se notaba que estaban bien cargadas de leche, o al menos es lo que me imagine.

Continué mamándole el güebo un buen rato. Toda su verga y sus bolas estaban bien empapadas de mis babas, así como mi rostro de tanto que David lo restregó contra su verga. Sin soltar mi cabello, me hizo alzarme, llevándome hacia su cuerpo, poniéndome de rodillas con él entre mis piernas. –Baila –me dijo, al mismo tiempo que me daba una buena nalgada, y con ambas manos me tomaba las tetas para chuparlas y lamerlas. Yo obedecí de forma muy sumisa, y comencé a mover las caderas de nuevo, con el mismo baile “twerk” pero ahora restregando mi empapada vulva y mis nalgas contra su miembro erecto. El roce con su güebo me excitaba sobremanera, y qué decir del trato que le estaba dando a mis enromes tetas, las cuales comenzó incluso a morder deliciosamente mientras las tomaba con bastante fuerza y deseo. Ese trato algo brusco y agresivo me fascinaba, me hacía excitarme muchísimo, a diferencia de Gino que siempre me trataba dulcemente. Ok, ok, eso también me gustaba, pero de esta manera en cierta forma me sentía más deseada, y por supuesto, mas entregada.

En un momento dado en que movía mi culo, el negro soltó una de mis tetas y tomo su verga para posicionarla de cierta forma que con mis movimientos se metiera en mi cuca, y logro su objetivo, en el momento en que sentí que su glande comenzaba a entrar, detuve el movimiento rápido para pasar a hacerlo lentamente, sintiendo como mi cuquita se estiraba cada vez más y más para darle paso al poderoso miembro de David. Comencé a gemir cada vez más fuerte a medida que entraba esa verga, al igual que el negrazo que me estaba haciendo suya. No llegue a metérmelo completo, llego un momento en que tuve que parar porque sentía que me partía en dos. –que zorrita tan inexperta… tranquila putita, poco a poco te acostumbraras a mi güebo. –me dijo, mientras tomaba mis caderas y me hacía moverme a su antojo, de arriba abajo, primero lentamente pero subiendo la velocidad y la intensidad poco a poco. Yo gritaba ya, de placer y he de admitir que un poco de dolor, ya que era la primera vez que un güebo tan grande y tan grueso se introducía en mí, aunque poco a poco el dolor iba desapareciendo, pero al final no del todo. Luego de un buen rato en esa posición, donde mis caderas se movían ya por si solas, sentí que un par de manos se apoderaron de mis tetas desde detrás de mí. Rápidamente me estremecí toda y luego me pare en seco, asustada. La mente se me puso en blanco, y cuando voltee, era Nina.

-¡¡¿NI-NINA?!! –le dije, asustada. En ese momento vi todo mi mundo derrumbarse. Siempre me había portado muy bien y la única vez que hago una locura, todo se va al traste. Al menos era lo que yo pensaba.

-Shhh perra. –me dijo Nina poniendo un dedo sobre mis labios. –cállate la boca y sigue moviéndote, ¿no ves que David está gozando un montón? –termino de decir mientras se sentaba al lado de David, acariciándole la cabeza.

-Pero… ¿qué? –me quede descolocada. No comprendía la actitud de mi cuñada.

-¿Qué de qué? Dime putita ¿crees que eres la única que sucumbe ante la hombría de semejante macho? La carne es débil mamita… yo hace tiempo que hice lo mismo que tú, rendirme a los pies de la lujuria que este negro despierta en nosotras… ¿verdad que si mi amor? –le pregunto al negro.

-Claro que si putita… -le dijo David al tiempo que le agarraba el sostén del bikini y se lo quitaba, dejando sus tetas al aire. Antonina era una chica preciosa, tenía un porte de miss universo, típico de una niña de alta sociedad. Mientras el mío era algo un poco más vulgar y voluptuoso, el de ella era el de toda una señorita. No tenía muchas tetas (88 centímetros) era bastante delgada y tampoco es que tuviera un culo de muerte, aunque si lo mantenía en una línea de modelo. Era una chica bastante atractiva de rostro, es una lástima que sea tan estúpida en su forma de ser y desperdicie semejante cuerpo en lugar de trabajar para una agencia de modelos. Intente apartarme de ambos, pero David me tomo con fuerza, impidiéndolo. -¿A dónde crees que vas? –me pregunto.

-Esto… yo… -no sabía que decir.

-No me vas a dejar así zorra. Estabas gozando tanto como yo, y ahora que Nina está aquí, gozaras mucho más, créeme. –me dijo David, mientras con una de sus manos magreaba las tetas de Nina.

-Espera… no sé qué te has creído… pero yo no soy bisexual. –le conteste, sabiendo que estaba tomando el camino para que hiciéramos un trío.

-putita, putita, putita… -me dijo Nina tomando del pelo, para luego plasmarme un profundo y delicioso beso con lengua que duro unos segundos. –yo decía lo mismo hasta que lo probé. Veras lo rico que es tirar con otra mujer.

-Esperen… -dije descolocada por el beso. Debo admitir que fue el más delicioso que me han dado en mi vida.

-Nada… -dijo David, interrumpiéndome. -¿querías vivir una locura? Aquí la tienes. –me dijo, y tomándome a mí y a Nina del pelo, nos hizo fundirnos en otro profundo beso, al cual correspondí abandonándome en la lujuria, mientras que David comenzaba a mover sus caderas poco a poco para continuar con la penetración, a la cual comencé a corresponder nuevamente moviendo yo las mías cada vez con más agresividad. Nos soltó el cabello y tomo mis nalgas, separándolas y controlando los movimientos que yo hacía. –déjense de cariños putas, es hora de que me den placer. Nina, ya sabes que hacer. –le dijo a Nina, quien se separó de mi rostro un poco, dejando nuestras bocas separadas a escasos centímetros, con un hilo de baba conectándolas entre sí.

-Escuche cuando dijiste lo de la droga. La traje sin darme cuenta, y como mi madre iba a revisar todo de nuevo, la puse en tu bolso con la intención de sacarla después. Qué bueno que la dosis que me pusiste no me hizo tanto efecto, de tantas drogas que me he metido. En mi debiste usar una dosis más fuerte. –me dijo ella mientras se bajaba del mueble y se colocaba a cuatro patas en el piso, entre las piernas de David para seguidamente comenzar a lamerle las bolas, las cuales estaban embadurnadas de una mezcla de mis flujos vaginales con mis babas y el flujo de la verga de David, quien no paraba de gemir sintiendo nuestras atenciones.

Estuvimos un largo rato en esa posición, hasta que el negro me hizo alzarme para sacar su enorme güebo de mi cuca. En ese momento me di cuenta de que Nina estaba totalmente desnuda ya. David la tomo a ella por el pelo y como si fuera un títere la subió al mueble, poniéndola a cuatro patas sobre este. A mí me agarro y me puso sobre Nina, con mis tetas aplastadas por mi cuerpo contra la espalda de ella y nuestros culos bien alineados. David en ese momento penetro a Nina por su cuca, y a mí me metió dos dedos en la mía, para comenzar una salvaje penetración contra ella mientras que a mí me mantenía realmente excitada. Sentía el empuje que David ejercía sobre Nina a cada embestida, mientras ella gritaba de placer pidiendo más y más, y luego de unos minutos, se lo saco a ella y me lo metió a mí en mi cuca, metiéndome esa enormidad de verga dentro de mi cuca hasta lo más profundo. Pegué un fuerte alarido de dolor y de placer, me lo había metido completo cosa que no había logrado minutos antes. y durante un rato me dolió mucho pero poco a poco me fui acostumbrando, aunque el dolor no desapareció por completo, sino que más bien disminuyó para darle paso al indescriptible placer que comenzaba a sentir cada vez más y más.

En un momento dado comenzó a palpar con sus dedos mi agujerito anal. -¿Eres virgen del culo zorra? –me pregunto.

-aaahh sii… ahh aahhh… soy… virGeennn ohhh!!! –le dije yo entre fuertes gemidos.

-Perfecto…-oí que dijo él. Sin dejar de penetrarme, saco a Nina de debajo de mi, y la hizo ponerse a un lado masturbándose ante nuestra mirada. Unos minutos más tarde, me saco el güebo de la cuca, y se sentó entre nosotras en el mueble, para luego tomarme por el pelo (si, al parecer era algo que le gustaba mucho, tomarnos del cabello) y acostarme sobre sus piernas, haciéndome sentir su enrome verga a nivel de mi vientre. Luego tomo a Nina y la hizo ir hasta donde estaba mi culo, ubicándola entre mis piernas y hundió su rostro entre mis nalgas. –prepara ese culo para mi zorrita estúpida. –le ordeno a Nina quien comenzó a mamarme el ano con suma fuerza, intercalando la mamada con deliciosas lamidas, haciendo que su lengua luchara para introducirse en mi culo, sin éxito. Yo, al sentir semejante trato, comencé a gemir como una loca, y la excitación se me elevo hasta límites insospechados, la verdad me sentía realmente excitada, lo que Nina me hacía sentir era indescriptible, delicioso.

Luego de un par de minutos David alzó mi cuerpo, lo suficiente como para salirse de debajo de mi. Me puse en cuatro patas mientras él me tomaba del cabello para ponerme a mamar su güebo una vez más y Nina me seguía comiendo el culo. En ningún momento ella separó su rostro de mis nalgas. Comencé a mamarle el güebo a David, de forma fuerte y frenética. Seguía sin poder tragármelo completo, pero cada vez estaba más cerca aunque con bastantes arcadas. El aumento de mi libido, de mi lujuria, me hacía querer ir cada vez más lejos, deseando que esto jamás terminara. Mientras estaba dándole la mamada de mi vida al negro, Nina comenzaba a jugar con uno de sus dedos en mi muy bien lubricado ano. Sentía como recorría el borde de mi agujero anal con delicadeza, empujando poco apoco de vez en cuando, y no descansó hasta que su dedo entro en mi culo. Una vez con el dedo adentro, lo comenzó a girar deliciosamente, y a doblarlo dentro de mí, haciéndome sentir algo extraña en esa zona, pero sin duda, una sensación muy rica.

En ese momento, sentí que un líquido caía sobre mi espalda. David había tomado un bote de aceite que estaba a la mano y lo comenzó a derramar sobre mí, lo que Nina aprovechó para, sacándome el dedo del culo, comenzar a esparcirlo frotándome con sus dos manos, mientras hundía su cara de nuevo entre mis nalgas, para continuar dándome un delicioso beso negro. Una vez estuve toda llena de aceite, con el cuerpo bien brillante, el negro me soltó del cabello y se dirigió hacia atrás de mí, mientras Nina observaba que haría nuestro macho en ese momento, sentada a un lado. El negro con una mano separo una de mis nalgas, y sin miramiento alguno, me metió un dedo en el culo lo cual me hizo dar un respingo de sorpresa y algo de dolor. Al igual que Nina, lo giro varias veces y lo doblo dentro de mí, para luego sacarlo y meterlo repetidas veces. Acto seguido intento meter dos dedos, cosa que le costó un poco (mas a mi aguantar los dolores) pero que logro hacerlo luego de unos largos segundos insistiendo hasta que mi carne cedió a sus deseos. Nuevamente se quedó unos largos segundos hurgando en mi culo con sus dos dedos hasta que los saco y se los ofreció a Nina, quien sin pensarlo dos veces llevo su boca hacia ellos para chuparlos.

Fue en ese momento en que David poso su enorme miembro en la entrada de mi ano. Era más largo y grueso que dos dedos suyos, por lo que en el fondo me dio cierto temor, pero la calentura me impidió oponerme a sus calientes intenciones. Con sus dedos en la boca de Nina, la enganchó, llevándola a mi culo. –Lubrícanos –le dijo a mi cuñada, y esta sin decir nada escupió un par de veces en su verga y mi culo. David comenzó entonces a empujar suavemente su verga, poco a poco mientras mi carne comenzaba a abrazar fuertemente su enrome verga. Sentía como si me estuvieran partiendo en dos, un fuerte corrientazo recorrió mi columna vertebral y me llego a la cabeza, haciéndome abrir la boca para intentar gritar, pero al estar privada de respiración, simplemente el grito no me salía. El negro no dejo de empujar hasta que toda su extensión de carne dura y gruesa estuvo por completo dentro de mí. Sentí como los pezones se me pusieron duritos, como la cuquita me chorreaba de flujo vaginal, producto de la excitación, de la sensación de entrega, de la sensación de sentirme suya por completo. Nina se puso de rodillas ante mí, y me tomo del rostro dulcemente. –¿En serio mi hermanito nunca te enculó? –me preguntó. Yo le contesté negando con la cabeza. –perfecto…-me dijo –eso significa que eres la mujer de David. Así como yo. –me terminó de decir, y luego me dio un delicioso beso en la boca, al cual correspondí aunque a duras penas dado que David en ese momento comenzó a sacar su miembro lentamente de mi culo, provocándome fuertes dolores pero al mismo tiempo fuertes oleadas de placer.

Una vez lo saco completo, lo volvió a introducir, con la misma velocidad que la primera vez, y luego lo volvió a sacar, un poco más rápido. Repitió la operación varias veces, hasta que en un momento dado, me estaba haciendo un fuerte y rápido mete y saca, mientras que mi cuñada estaba acostada sobre el mueble del yate con mi cabeza entre sus piernas, obligándome a hacerle una buena mamada de cuca. Debo admitir que no puse mucho empeño en mis atenciones orales hacia Nina, ya que la verdad estaba concentrada aguantando los dolores pero más aún la fuerte excitación de la que estaba siendo presa por el enculamiento al que David me tenía sometida. A pesar de estarle haciendo oral a Nina, mis gemidos no podían ser ahogados, me sentía plena, en el paraíso del placer. Tuve unos deliciosos orgasmos mientras David me daba fuerte por el culo.

Luego de unos intensos y deliciosos minutos de sexo anal. David me saco la verga, y se dirigió hacia donde estaba Nina, metiéndole el güebo en la boca. Nina, sin miramiento alguno, comenzó a mamárselo con deseo y adoración. –Dale un buen orgasmo con tu boquita a esta puta Noelia…estimula bien su clítoris, no te detengas –me ordeno David, y yo acate sus deseos, esmerándome en darle la mejor mamada que pude a Nina, recorriendo su deliciosa vulva húmeda con mi lengua, jugando con sus labios vaginales, mientras que con mis manos castigaba su clítoris de manera intensa e incansable. Nina se corrió un par de veces gracias a mí, temblando de placer.

En eso, el negro se sentó sobre la cara de Nina con su verga apuntando hacia mí, que aún seguía entre las piernas de mi cuñada, la cual paso a tomar el enorme miembro de David con su mano izquierda para comenzar a hacerle una fuerte paja al tiempo que le mamaba las bolsas y el culo, según David iba intercalando a gusto en su boca. El tomo a Nina por los tobillos y la hizo doblarse por la mitad bastante, de manera que el ano de Nina quedo accesible a mi boca, y yo, por mero morbo y deseo, comencé a lamer y chupar con deseo. Nunca me imaginé que sería capaz de mamarle el culo a alguien, pero ahí estaba yo, lamiéndole el culo a mi cuñada. A los pocos segundos, vi como David comenzaba a temblar y a gemir de placer, abriéndole las piernas a Nina, y vi como de su enrome verga comenzaban a salir fuertes y espesos chorros de semen, yendo a parar los tres primeros al pubis y el abdomen de Nina, y el resto a sus tetas y uno que otro al piso. Sin duda fue la corrida más abundante que había visto en un hombre.

David soltó los tobillos de Nina y se puso de pie a un lado de nosotras, para tomar mi cabello y hacerme lamer la leche del cuerpo de Nina, pasando primero por su pubis y su abdomen, y haciéndome subir lentamente hasta sus tetas, obligándome a lamer cada rincón de su torso lleno de sudor y semen. Por último me llevo a su rostro haciéndome acostarme sobre ella, para fundirnos en un exquisito beso, al cual se unió el güebo de David el cual tomo un ligero estado de flaccidez. Nina y yo seguimos besándonos con ese enorme güebo entre nuestras bocas, limpiándolo de los flujos de nosotras. Luego de un par de minutos en esas, David se alejó y se sentó en una tumbona, no sin antes ponerse su bóxer y sus shorts nuevamente, dejándonos a Nina y a mi acostadas besándonos intensamente.

-Nina, limpia la leche del piso. Noelia tráeme un poco de limonada bien fría. –nos ordenó el negro. Rápidamente mi cuñada y yo nos pusimos de pie, yo corrí a servirle la copa de vino a David y se la lleve, y vi con mucho morbo como Nina se ponía en cuatro patas para lamer la leche del piso. Una vez ella termino, corrió rápidamente hacia una cesta con frutas y saco un racimo de uvas, para acto seguido ponerse de rodillas a un lado de la tumbona de David, mientras yo llevaba con una bandeja una jarra con limonada y un vaso lleno. Al igual que Nina, me puse de rodillas al otro lado de la tumbona. Nina le daba las uvas en la boca a David, mientras que yo esperaba pacientemente a que el tomara la limonada cada vez que le apeteciera, como si fuéramos sus criadas, ambas totalmente desnudas. Estirándose en la tumbona, sonrió y dejo escapar una frase de su boca: -Que rico es tener a un par de ricachonas bien amaestradas como mis ESCLAVAS DEL MAR…

FIN

Epilogo.

Gino y yo nos casamos en la fecha pautada, y el pobre ni se enteró que era un cabrón. Nina guardo muy bien el secreto, le convenía además, porque le encantaba que David se la cogiera. Al igual que ella, yo me hice adicta al güebo de David, quien aprovechando lo que sentíamos por él, consiguió grandes beneficios, lo que le permitió darse una gran vida. Los viajes a Los Roques por parte mía y de mi cuñada se hicieron muy numerosos, viajando casi todos los meses a pasar una o dos semanas en la casa. Lo mejor del caso era que por motivos laborales mi suegro y mi marido no nos acompañaban, y las veces que mi suegra, la señora Alessa no iba, mi cuñada y yo junto a David armábamos unas deliciosas fiestas sexuales en la casa, a las cuales David invitaba a otras golfas y algunos amigos para pasar las noches folla que te folla.

Lo mejor de todo fue que, con el tiempo, en uno de nuestros viajes mi suegrita descubrió todo. Y con todo, me refiero al placer que sentíamos al tener sexo con David, quien en una sola noche la hizo entrar al club de putitas ricachonas que conformábamos yo, mi cuñada y ella…

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