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Esclavo de ti mismo (Cap. 16): Orgía en el agua

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El sol se alzó sobre el horizonte y brilló sobre el espectacular cuerpo de Mauro Mendosa, que vestido solamente con el bañador esperaba a Marcus sentado en la palapa a un lado de la piscina.

-Excelente Mauro. Ponte de pie, vamos, ven conmigo.-

Pidió Marcus al tiempo que lo tomaba del hombro.

-Sssi, Amo…-

Respondió Mendosa con voz sumisa al incorporarse.

-Ven, sígueme a la piscina. He oído que eres un magnífico nadador y clavadista, incluso sé que ganaste una medalla de oro. ¿Es cierto?-

-Si, Amo… Gané una medalla de oro en la competencia nacional… Hace un año…-

Contestó Mendosa, mientras dejaba que Marcus lo abrazara y lo llevase hasta el trampolín.

-Bien, muy bien. Quiero que te des un clavado como el que realizaste en tu última competencia. Después nada y exhíbeme tu cuerpo. Ansío verte nadar. ¿me complacerás?-

Inquirió Marcus, mientras besaba y chupaba los pezones de Mendosa.

-Ssi, Amo… Claro que te complaceré… Tus deseos son órdenes… Si, soy tu esclavo encuerado y obedeceré… Obedeceré…-

Dijo el argentino para enseguida subir y lanzarse desde el trampolín de forma muy similar a como lo hubiese hecho un clavadista olímpico.

-¡Soberbio, MI ESCLAVO ENCUERADO! ¡NADA, NADA, QUIERO QUE NADES, ¡QUIERO QUE ME PRESUMAS ESE CUERPO ESPECTACULAR DE MEDALLISTA DE ORO QUE TIENES!-

Gritó Marcus mientras aplaudía y miraba a Mendosa desde la orilla de la piscina.

El argentino comenzó con brazadas suaves y lentas, al tiempo que atravesaba lo ancho de la alberca. Esta era de unos veinticinco metros y Marcus quedó encantado cuando las gotas de agua sobre la espalda desnuda de Mendosa, destellaron ante los rayos del sol. No era capaz de apartar la mirada de aquel liso y fuerte torso, de aquellas piernas perfectamente torneadas, de aquellos bíceps firmes y remarcados que se estiraban y contraían ante cada brazada.

-¡HIPNOTIZADO Y ENCUERADO!, ¡NADA MÁS RÁPIDO, MÁS RÁPIDO!, ¡QUIERO VER DE TODO LO QUE ERES CAPAZ!-

Ordenó Marcus a gritos.

El argentino obedeció e incrementó el ritmo. Marcus quedó prendado por aquel güero en bañador, sobre el que los rayos del sol creaban un magnífico espectáculo.

-Mi dueño, aquí están las cosas que pediste…-

Se escuchó la voz de Sam a sus espaldas.

Marcus se giró y observó al ojiazul vestido con un diminuto short negro, que en sus manos sostenía un jabón, una botella de acondicionador y un estropajo.

-Perfecto mi zombi. Sabes, antes del desayuno, dile a Alfonso Nicolás y Hércules que se coloquen sus trajes de baño, tú también póntelo. Todos vamos a nadar y bañarnos aquí con Mendosa. Diles que vengan, pero siéntense en las palapas hasta que yo les ordene entrar.-

Indicó Marcus, mientras tomaba los objetos de las manos de Sam y lo besaba en el cuello.

-Sssi… Mi dueño, lo que quieras… Sólo existo para obedecer…-

Contestó Sam entre murmullos de placer.

-Bien, muy bien. Vete y haz lo que te digo- Dijo Marcus, mientras se acercaba al borde de la piscina. -¡ALTO MI ESCLAVO ENCUERADO! Ven, acércate y ayúdame a entrar.-

Pidió al hipnotizado argentino, al tiempo que colocaba los enceres en el suelo junto al borde.

Mauro acató de inmediato y se aproximó al sitio donde estaba Marcus. Se colocó de pie, el agua le llegaba hasta la mitad del pecho y sumiso estiró sus brazos para sujetar el torso desnudo de su Amo. Aquellas manos fuertes como tenazas, tiraron de Marcus y con gran precisión le apoyaron a entrar al agua.

Marcus sintió el golpe algo frío del líquido, pero lo ignoró y de inmediato se aferró al lampiño cuerpo del hipnotizado argentino. Acarició su espalda y se restregó contra él, al tiempo que rosaba su enorme y poderoso paquete.

-Eres un sensual y encuerado medallista de oro. ¿te gusta estar bajo mi poder?-

Preguntó Marcus en un ronroneo, mientras besaba a Mauro en el cuello.

-Si, Amo… Disfruto estar hipnotizado… Me gusta estar encuerado… Me complace estar bajo tu poder…-

Contestó el argentino con la mirada perdida y en medio de varios gemidos guturales de satisfacción.

-Sabes, me encantas. Eres tan guapo como Alfonso, pero me excitas más. Alfonso no se resistió, pero tú sí luchaste, me encanta tenerte dominado. Tenerte aquí, en el agua, casi desnudo, a mi merced. Eres muy guapo y sexi. ¿te encanta nadar conmigo verdad?-

Inquirió Marcus, mientras acariciaba y pellizcaba los pezones de Mendosa.

Mauro suspiró sometido y doblegado por el lívido antes de contestar. -Ssi, Amo… Me encanta nadar contigo… Me gusta estar encuerado… disfruto estar hipnotizado… Soy tu esclavo encuerado… Ahora soy completamente homosexual… Me complace tener sexo contigo y con quien tu mandes… Soy tu esclavo sexual… Tus deseos son órdenes… mi Amo, sólo tú tienes poder sobre mí, sólo tú me puedes ordenar… Disfruto estar bajo tu poder… yo obedeceré… Obedeceré… Obedeceré…-

Repitió todas las sugestiones de golpe, cosa que a Marcus complació sobre manera, pues significaba que Mendosa se encontraba en el nivel más profundo del trance.

-Bien, toma esto. Comienza a bañarte, quiero ver como te enjabonas. Disfrutas bañarte para mí, eso te complace.-

Dijo Marcus tras entregarle el jabón y el estropajo.

Mauro hizo espuma con las manos y comenzó a frotar su cuerpo de forma concienzuda desde arriba hacia abajo, mientras chapoteaba en el agua. Las burbujas flotaban a su alrededor y Marcus se regocijó particularmente cuando quiso enjabonarse los muslos y la entrepierna, mas obviamente el bañador le estorbaba y el argentino al hallarse en aquel estado tan profundo de hipnosis, desconcertado no fue capaz de decidir qué hacer.

-Quítatelo ya. Te estorba. Te estorba mucho. Deseas lucir tu cuerpo. Te gusta estar encuerado, te complace nadar desnudo y bañarte para mí. Quieres bañarte conmigo.-

Instruyó Marcus con su sensual y atrayente voz.

-Sssi… Me estorba… Me estorba mucho… Quiero lucir mi cuerpo… Me gusta estar encuerado… Me complace nadar desnudo y bañarme para ti… Quiero bañarme contigo…-

Respondió Mendosa al tiempo que se liberaba del bañador y dejaba que este flotara lejos.

-Bien, ahora quítame el mío. Te complace estar encuerado conmigo en el agua. Quieres sentir mi cuerpo desnudo y bañarte conmigo. Te complace que los dos estemos desnudos, completamente encuerados.-

Indicó Marcus, tras tomar las fuertes manos de Mendosa y colocarlas alrededor del elástico de su bañador.

-Ssi… Me complace estar encuerado contigo en el agua… Quiero sentir tu cuerpo desnudo… Quiero bañarme contigo… Me complace que los dos estemos completamente encuerados… Ssi, eres mi Amo y obedeceré… Obedeceré… Obedeceré…-

Respondió Mendosa con una voz gutural y totalmente presa del lívido de acertarse desnudo con Marcus.

-Eres un muchacho muy guapo. Un muchacho guapo que huele a cloro y jabón. Tu cuerpo y mente me pertenece, no podrás despertar nunca de este trance. Es más, no deseas hacerlo ¿verdad?-

Inquirió Marcus, con una mano en la cadera y la otra en torno al miembro de Mendosa.

-No… Mi Amo… No deseo hacerlo… Disfruto estar hipnotizado… Me gusta estar encuerado… Yo te complaceré… Tus deseos son órdenes… Yo soy tu esclavo encuerado y obedeceré… Obedeceré… Obedeceré…-

Contestó Mendosa enteramente perdido en aquel trance.

-Bien, acércate. Compláceme. Pídeme un beso, ¡lo deseas. ¿Verdad?, ¿deseas besarme mi guapo muchacho con olor a jabón y cloro?-

Inquirió Marcus, a la vez que acariciaba el rígido y duro pene de Mendosa.

-Oh sí… Si… Lo deseo… ¿Amo, puedo besarte?... Lo deseo en verdad… Por favor Permítele a tu muchacho guapo con olor a jabón y cloro… A tu esclavo encuerado besarte…-

Suplicó Mendosa con una voz ansiosa, cada vez más hipnotizado, pero también cada vez más víctima de aquel inducido placer homosexual.

-Si, claro. Hazlo varias veces y mientras lo haces, quiero que repitas que tu cuerpo y tu mente me pertenecen.-

Mauro se aproximó a Marcus, lo tomó de los hombros y lo atrajo hacia sí. -Mi cuerpo y mente te pertenecen- Murmuró tras el primer beso. -Mi cuerpo y mente te pertenecen- Repitió luego de un beso más largo y profundo. -Mi cuerpo y mente te pertenecen… Mi Amo…-

Dijo al romper un tercer y profundo beso, en el que Marcus exploró con su lengua toda la cavidad del argentino.

-Exacto. Excelente. Escúchame bien, quiero que vuelvas a besarme. Pero cuando termine el beso, quiero que cierres los ojos y duermas más profundamente, quiero que entres en un trance aún más profundo con tus ojos cerrados y te quedes inerte, de pie en el agua, completamente dormido hasta que yo te vuelva a besar. ¿entiendes?-

Instruyó Marcus abrazado al torso desnudo de su esclavo.

-Ssi… Inerte… Con los ojos cerrados… Debo dormir y entrar en un trance aún más profundo… Dormir profundamente… Hasta que vuelvas a besarme…-

Aceptó Mendosa aquella extraña orden.

-Bien, bésame, con pasión.-

Pidió Marcus.

Mauro tomó a su Amo del rostro y le plantó un fogoso beso, en el que puso todos sus deseos, su necesidad por demostrar que obedecía y complacía en totalidad a su Amo. Marcus rompió el beso y Mendosa dejó caer pesadamente los párpados y se quedó inmóvil, totalmente rígido en medio del agua.

Marcus quedó fascinado por el nivel de profundidad que podía conseguir en cada una de sus presas. Volvió el rostro y observó a Hércules, Nicolás, Alfonso y Sam, todos con sus cabezas clavadas en el pecho, los cuatro sentados en las sillas de playa y tan sólo vestidos con bañadores y sandalias como sus únicas prendas.

-¡MI SONÁMBULO, “KALIGARI”, VEN AQUÍ, ¡ENTRA EN EL AGUA Y NADA HASTA DONDE ESTOY!, ¡HÉRCULES, “MÚSCULOS DE HIERRO”, SUBE AL TRAMPOLÍN, ¡HAZ UN CLAVADO Y NADA HASTA DONDE ESTOY YO!, ¡SAM, “SICODÉLICO”, IGUAL SUBE AL TRAMPOLÍN Y SALTA TRAS HÉRCULES, ¡NADA HASTA MÍ!, ¡”CUERPO DE CRISTAL”, NICOLÁS, VEN, ¡NADA HASTA MÍ!-

Los cuatro obedecieron y ejecutaron al pie de la letra las instrucciones de Marcus. Saltaron y nadaron hasta donde él se encontraba y se quedaron flotando a su alrededor.

-Excelente, colóquense de pie y hagan una fila aquí, junto a mí.-

Los cuatro obedecieron y se pusieron en hilera a la izquierda de Marcus y Mendosa, que, pese al ruido y movimiento del agua, seguía completamente rígido, sin moverse y con los ojos cerrados.

-Vale, vale. Quiero que cada uno bese a Mendosa, quiero que lo besen con mucha pasión. Chupen y muerdan suavemente sus labios. Comienza tú Nicolás, después hazlo tú, Hércules, luego Sam, y al final tú mi predilecto. Cuando lo besen, quiero que vuelvan a formar la fila. Vamos, ahora.-

Los cuatro siguieron sin oponerse a los deseos de Marcus. Nicolás besó con sensualidad al argentino, en una acción romántica y calma, aunque con su lengua no dejó de acariciar sus labios. Hércules fue más brutal, mordisqueó y atacó la boca de Mauro con su lengua, hasta la garganta. Sam utilizó la lengua igual que Nicolás, pero succionó con fuerza y tardó en romper el beso. Alfonso fue sexi y dominante, pues acarició y chupó con suavidad los labios de Mendosa, pero luego introdujo la lengua hasta el fondo en un claro acto de sometimiento.

Marcus se fascinaba a cada minuto. Presenciar cómo aquellos hombres eran incapaces de resistirse a su poder. Cómo los obligaba a realizar aquellos actos gays, a disfrutarlos, a excitarse con los cuerpos de sus compañeros. Pero también resultaban fabulosos los estados de trance en los que había conseguido inducirlos. El sonambulismo de Alfonso era cada vez más profundo, pues mientras más tiempo permanecía dormido, más sonámbulo se volvía. En los últimos días había bastado con la primera fase del Kaligari para que cumpliera todas sus órdenes y las pocas veces en las que lo colocó en la segunda fase, prácticamente la diferencia fue nula.

Marcus idolatraba a su esclavo sonámbulo, porque la Caja Kaligari se trataba de una fuente inagotable y no era necesario nuevamente drogar a Alfonso o hipnotizarlo, además que el castaño disfrutaba el sueño como ningún otro. Alfonso jamás despertaría, al menos que el propio Marcus lo liberase o la Caja Kaligari fuera destruida. Marcus recordó por un momento los dos días de entrenamiento que compartió con él antes de la llegada de Sam y sonrió gustoso.

Después estaba Sam, el homofóbico. A diferencia de Alfonso, él se había resistido, aunque la hipnosis que había utilizado era muy poderosa. A través de varios biosensores hechos con un mineral especial e instalados en la pantalla tridimensional de la sala Sicodélica, Marcus introdujo una secuencia de ondas teta y gama acompañadas por un flujo de instrucciones subliminales, que en combinación con un láser de diamante, creaban un trance hipnótico muy profundo, en el que la zona consiente del cerebro era reprimida hasta casi la nulidad y dejaba en su lugar a un cerebro sumergido en un constante sopor, que lo hacía maravillosamente dócil y manejable.

Sin embargo, contaba con una pequeña falla. Para que el trance permaneciese, cada noventa y seis horas, el norteamericano debía tener una sesión de reinducción delante de la pantalla, que duraba al menos dos horas. Por eso Marcus había fijado en Sam un comando posthipnótico. En el caso de que el ojiazul consiguiera despertar, el comando lo regresaría a un estado de hipnosis lo suficientemente profundo, como para conducirlo a su sesión de persuasión gay. Además, también servía para emplear de modo fragmentado su personalidad real. Pues conseguía que Sam regresara parcialmente a su estado consiente, como la vez que ayudó a cazar a Sergio y Hércules, pero sin abandonar el trance hipnótico.

Hércules y Sergio eran un caso muy especial. La mezcla de drogas que les había suministrado anulaba sus mentes y los volvían prácticamente unos autómatas, en los que Marcus había implantado gradualmente nuevas personalidades, comportamientos, gustos y características homosexuales.

Aunque, igual que en Sam, estableció gracias a comandos posthipnóticos estados intermedios en los que volvían a ser ellos mismos, pero sin estar verdaderamente despiertos. No obstante, como ocurría con el norteamericano, la narcosis producida por las drogas debía ser mantenida y reforzada a través de un colágeno que Marcus les daba a comer cada cinco días.

Nicolás, oh, Nicolás. El mexicano había sido hasta entonces el segundo de los machos que más le había excitado y complacido. Debido a su pequeño acercamiento al placer gay en la universidad, junto con Alfonso era el más receptivo y dispuesto a complacerlo en todo. La sortija egipcia que Marcus le había colocado, en realidad era falsa. Marcus la había forjado junto con el medallón que él llevaba al cuello. La sortija y el medallón poseían un par de chips hechos a partir del mismo mineral con el cual fueron construidos los sensores de la pantalla tridimensional, mismos que generaban poderosas ondas teta, que volvían al poseedor de la sortija una especie de receptor viviente y lo inducían a un trance supercargado e inagotable mediante constantes implantaciones de órdenes subconscientes de sumisión, mientras la sortija se mantuviera en el dedo de la víctima.

Por último, estaba su nueva y más reciente presa. Mauro Mendosa. Nicolás y Sergio habían conseguido cazarlo mediante un aparato de su creación. El hipnocopio. Marcus utilizó el mismo mineral para diseñar y construir varios espejos, circuitos y nodos luminosos, con los cuales podía inducir un trance muy similar al de Nicolás y mucho más poderoso que el de Sam, pero con un fallo igual de fastidioso. Mendosa debería ser expuesto a las luces estroboscópicas del techo de la sala Sicodélica al menos cada tres días, de lo contrario podría despertar.

No obstante, Marcus volvió a fijar su vista en todos y sonrió complacido. Con ellos bajo su dominio, experimentaría, conseguiría replicar los beneficios de la Caja Kaligari en sus demás métodos de control hipnótico. “Sí lo haría”. Todo era perfectible. Esos hombres jamás volverían a ser libres.

Observó a su esclavo argentino y quedó encantado al verificar que Mendosa seguía sin inmutarse, pese a la repetida violación de su boca. Marcus le había ordenado que no fuera consiente de nada hasta que el le besara y Mauro había obedecido. La hipnosis era muy profunda, insondable.

-Mi esclavo encuerado, abre los ojos, pero continúa hipnotizado.-

Dijo Marcus, luego de besarlo largamente.

El argentino abrió sus ojos, pero mantuvo la vista perdida y su rostro ausente, en espera de más instrucciones de su Amo.

-Bien, quítales los bañadores a los demás. Quieres estar encuerado con todos nosotros, quieres nadar y bañarte desnudo con nosotros, eso te complace.-

Indicó Marcus, mientras acariciaba el rostro de Mendosa.

-Sssi, Amo… Quiero estar encuerado con ustedes… Quiero nadar y bañarme desnudo con todos… Eso me complace… Ssi, Amo… Obedeceré…-

Repitió Mendosa, a la vez que comenzaba a sacarles los bañadores uno por uno.

-Bien, mi esclavo encuerado, vas a bañarnos a cada uno y cuando acabes, todos vamos a cogerte. Recuerda que eres homosexual ahora y te complace tener sexo conmigo y con quien yo te mande.-

Instruyó Marcus.

-Ssi, Amo, voy a bañarlos a todos… Y cuando termine, voy a dejar que todos me cojan… Soy gay ahora y me complace tener sexo contigo y con quien mandes… Tus deseos son órdenes… Eres mi Amo y obedeceré… Obedeceré…-

Dijo Mendosa totalmente excitado, mientras comenzaba a bañar a Alfonso, pues era el que estaba más cerca de él.

Marcus se deleitó con aquel espectáculo tan homoerótico, pues los cinco lo gozaban en grande. En los cinco había fijado la misma instrucción y el poder de la inducción era irrefrenable. Los cinco gemían de satisfacción cuando Mendosa los tocaba, tanto que Marcus no se refrenó y empezó a penetrar a Nicolás, que sería el último en ser bañado por Mendosa.

-¡Aaaah, MI AMO!... SSSI… MI AMO ¡SÓLO TU TIENES PODER SOBRE MÍ!... ¡YO VIVO PARA SERVIR Y COMPLACERTE!... ¡TE PERTENEZCO… SOY TU AMANTE!... ¡SOY EL ESCLAVO DE LA SORTIJA DE CRISTAL!... ¡DISFRUTO COGER CONTIGO!... ¡AHORA SOY HOMOSEXUAL, DISFRUTO QUE BESES MI CUERPO DESNUDO!... ¡OH SÍ MI AMO!... ¡POSÉEME… TE PERTENEZCO!-

Gritó Nicolás imbuido por el placer.

-Mi esclavo encuerado, cambio tu orden… Déjate coger por cada uno cuando termines de bañarlo… Y después cógete al que bañaste … Comienza por Alfonso…- Indicó Marcus entre gemidos de placer. -Mi sonámbulo, cógete a Mendosa. ¡Enséñale porque eres mi esclavo capataz! ¡enséñale el placer homosexual!-

Ordenó Marcus autoritario.

-Sssi… Mi Amo… Haré lo que digas… Sólo vivo para complacerte y nada más…-

Afirmó Alfonso, a la vez que giraba a Mendosa para penetrarlo.

-Sssi, Amo… Soy tu esclavo encuerado y yo obedeceré… Obedeceré… ¡OBEDECERÉ!-

Terminó Mendosa con un grito al sentir el duro miembro de Alfonso atravesarlo sin piedad.

En menos de dos minutos la piscina se llenó de gemidos y gritos de hombres en el más delicioso coito. Mendosa gritaba como un puto en selo. Chapoteaba con fuerza en el agua, mientras braceaba víctima del éxtasis. El semen de todos destellaba en el agua y Marcus gozó en particular cuando Sam penetró con vehemencia a Mendosa y aún más cuando el norteamericano gruñó como un perro al sentir la dura y férrea erección del argentino atravesar su esfínter.

-¿Quién tiene poder sobre ustedes esclavos?-

Inquirió Marcus, mientras clavaba sus uñas en los hombros y desgarraba el ano de Hércules.

-¡SÓLO MARCUS TIENE PODER SOBRE NOSOTROS!, ¡SÓLO MARCUS NOS PUEDE ORDENAR!-

Gritaron los cinco bajo un paroxismo absoluto de lujuria y perdidos enteramente en aquellos estados de trance.

-¡Mi sonámbulo penétrame ahora!, Mi esclavo encuerado, ¡quiero penetrarte ya!, Mi gran esclavo, y mi esclavo de cristal, ¡masturben a Mendosa!, ¡Mi zombi tu trae aquí tu miembro para que yo te masturbe!, ¡todos ahora esclavos!-

-Sssi, Mi Amo, haré lo que digas… Soy tu esclavo sonámbulo y Sólo vivo para tu placer y nada más…-

Afirmó Alfonso e introdujo su pene en el ano de Marcus.

-Sssi, mi dueño… Lo que quieras… Soy su zombi sin voluntad… De inmediato lo cumpliré… Sólo vivo para obedecer…-

Continuó el norteamericano al tomar las manos de Marcus y colocarlas en torno a sus genitales.

-Ssi, mi Amo… soy tu esclavo bruto, puto y sexual… Una montaña de músculos sin voluntad… No tengo mente propia… Puedes hacer conmigo lo que quieras…-

Aceptó entonces Hércules al agarrar con firmeza el miembro a punto de explotar de Mendosa.

-Si, mi Amo… Soy el esclavo de la sortija de cristal… Soy tu esclavo amante… Sólo existo para servir y complacerte… Tus deseos son órdenes…-

Aseguró Nicolás al pelear con Hércules para masturbar a Mendosa.

-Soy tu esclavo encuerado, Amo… Disfruto estar hipnotizado… Me gusta estar encuerado… Ahora soy homosexual… Me complace tener sexo contigo y con quien tu mandes… Yo obedeceré… Obedeceré… Obedeceré……-

Dijo finalmente Mendosa, al permitir que Marcus lo penetrara de un golpe.

Esa había sido una de sus fantasías, celebrar una orgía en la piscina. Muchos decían que no era posible tener sexo en el agua, pero con aquel nivel de excitación y gracias al poder de la hipnosis todo resultaba factible.

Marcus dejó entonces que su cuerpo y sensaciones se extraviaran entre los brazos de Alfonso, Nicolás, y Sam, y la lampiña espalda desnuda de Mendosa. Por lo que estuvo convencido de que esa mañana gozó de la más apoteósica sesión de sexo que jamás hubiese tenido al aire libre.

Nota del autor: Mendosa fue incapaz de resistirse. Marcus lo ha subyugado e igual que Alfonso, Samuel, Sergio, Hércules y Nicolás, se ha sumado al harem del perverso hipnotista.

Parte de los secretos de Marcus comienzan a revelarse, ¿acaso Jason y Nataku podrán tener una oportunidad?

¿Qué tarea le habrá encomendado a Sergio?

¿Cómo consiguió inculcar en cada uno esas conductas tan agenas?

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