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Fantaseando con mi amante

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Después de tantos días de cuarentena al fin nos juntaremos, mi mente no deja de imaginar el encuentro y mi cuerpo le sigue el juego. Fantasear es mi consuelo al no poderlo tener cuando deseo, pues ambos tenemos parejas.

Nos conocimos en el trabajo. Un año más tarde y después de su insistencia caí en la curiosidad, en su juego de palabras especialmente con ese acento chileno y su forma de hablar.

Fueron pocas las ocasiones que pudimos antes que apareciera el covid y sus famosas cuarentenas. En el trabajo cero contacto físico y con tapabocas, solo podíamos intercambiar miradas que decían más que mil palabras, en esos días aumenta el deseo y la necesidad de aprovechar cualquier oportunidad de algún lugar donde poder besarnos y tocarnos, así fue,encontramos un lugar secreto para que nuestras lenguas no tuvieran descanso y su penetración le diera sosiego a ese deseo acumulado por días, por cierto un día casi nos descubren y tuvimos que cambiar a otro. Es emocionante tener sexo mientras tus compañeros andan tan cerca trabajando.

Parece que van a levantar la cuarentena y ya estamos planeando que y como nos vamos comer, ya mi cabeza me duele de imaginarme cerrando la puerta de la habitación del hotel y quedando a merced de él.

Pero una de mis fantasías es que al cerrar la puerta nos metamos a la ducha aún con ropa y bajo el agua comience la furia de besos y caricias descontroladas. Que su lengua y dedos suban y bajen, entren y salgan sin restricciones y que poco a poco nos saquemos las prendas de ropa que nos estorben. Ya siento ese placer, el agua fría que corre por mi piel y se evapora con el fuego infernal de mis entrañas. Imaginar el vaivén constante de su lengua entre mi boca y mi vagina y en el trayecto mordiscos que me infligen dolor placentero.

Y lo más esperado sentir que me penetra... es algo que me deja sin fuerza. Me atonta, que su cuerpo choque con el mío me mata. Todavía dentro de él; irnos a la cama y combinar la penetración con el sexo oral... el cambio de temperatura entre el pene y la lengua no tiene comparación igual que la sensación de la vagina y la boca, ya de ahí que haga lo que quiera conmigo... solo me queda esperar sentirlo tras de mí y en mi oído escuchar sus gemidos de placer cuando alcanzamos el punto máximo. Que eso también me mata... sus gemidos y su "me tení loco".

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