Nuevos relatos publicados: 0

Fantasías

  • 6
  • 7.083
  • 9,33 (6 Val.)
  • 3

Leia, era una chica atrevida, confiada, que se apuntaba a un bombardeo. Pero esta vez había algo distinto en ella, estaba "apagada" quién la conoce de cerca (Muy muy pocos) sabían que venía de tiempo atrás pero ya empezaba a ser evidente para el resto.

Esta vez decidió darse un respiro ella sola, no quería dar explicaciones, no quería pensar, quería sentir, sentir lo que se le había perdido hace mucho tiempo y por lo que estaba así. Su deseo sexual, su líbido, era todo para ella.

Se marchó a un hotel, uno de esos que te miman por completo. Cuándo llegó se puso manos a la obra en busca de: su deseo. Una vez en el bar, buscaba una mirada cómplice en cada hombre que se le cruzaba pero no la encontró precisamente en uno de ellos. Su mirada se cruzó con Ella. En ese mismo instante se le erizo la piel y un calambre le recorrió todo su cuerpo, parando justamente dónde menos ella imaginaba. Leía trataba de apartar la mirada de ojos negros, le daba un sorbo a su copa para intentar "desaparecer", pero justo al levantarla ahí estaba otra vez Ella. Cuándo vio lo que pasaba, decidió volver a su habitación. ¿Qué estaba pasando? Nunca había sentido eso por una mujer, su deseo estaba volviendo pero con Ella.

Para evadirse del efecto del calentón y la bebida, se dispuso a darse un baño. Estaba a punto se meterse en la bañera cuando sonó la puerta. ¿Y ahora? ¿Si no he pedido servicio de habitaciones? Se lio en una toalla y fue a abrir la puerta. Al abrirla, se quedó tan perpleja que se le cayó la toalla y dejó al descubierto su cuerpo desnudo. Era Ella, la chica del bar, su mirada conseguía que se erizaran todos los pelo del cuerpo de Leía. Sin medir palabra, Ella se abalanzó suavemente sobre Leía. Le rodeó su cara con sus manos y comenzó a besarla, primero despacio, lentamente, hasta que fue subiendo el ritmo. A la par que subía el ritmo sus manos se deslizaba por el cuerpo de Leía, primero se detuvieron en sus pechos, y luego siguió bajando, parecía que nada la detendría.

Pero Leía, se "desparalizó", se retiró de esas dulces manos que la estaban acariciando y haciéndole sentir eso que llevaba mucho tiempo perdido. Pero no conseguía articular palabra, así que Ella, volvió a la carga, y esta vez Leía se dejó llevar. Dejó que ella le mordiese el labio, que le fuera besando todo su cuello lentamente mientras las manos de ella iban bajando lentamente hasta llegar a su coño.

En tal éxtasis estaba que no se habían dado cuenta que la puerta de la habitación estaba abierta hasta que de pronto alguien vino.

Leía estaba soñando, no podía ser real, una de sus fantasías más ardiente parecía que se iba a hacer realidad. Y ella iba a ser la protagonista. Pensó "el baño puede esperar, esto no, no quiero despertarme".

A los besos de Ella, se le unieron las caricias de él. Leía solo podía dejarse llevar, no era capaz de articular palabra más que un gemido cada vez que notaba como Ella le mordía los pezones y cómo se quedaba sin respiración Cuándo notaba las manos de él frotándole todo el coño, buscando ese humedad perfecta.

Ella y Él, tiraron de Leia hasta la cama, en aquel momento, Leía reaccionó. Empezó a usar sus manos para recorrer el cuerpo de Ella, quitándole poco a poco la ropa que ella aún tenía, buscando con su boca los pecho de ella para lamer suavemente sus pezones. Todo eso, mientras Él seguía con sus manos y más bien con su dedo, cada vez más adentro de Leia. Leía estaba tan excitada que tuvo su primer orgasmo. Lejos de pararse, de volvió contra Él y junto con una mirada cómplice con Ella, empezaron a quitarle toda la ropa. Lo aprisionaron entre las dos, una por delante, la otra por detrás. Su espalda era fuerte, y su piel estaba suave, y el bello del pecho hacía que Leía se excitara aún más.

Cuando terminaron de quitarle la ropa, ambas le empujaron a la cama, entrelazaron sus manos y se pusieron a jugar con su herramienta.

Al principio, subían y bajaban lentamente las manos a la parque Leía y Ella seguían besándose. Poco a poco, esos besos fueron bajando y ambas pudieron saborear esa herramienta tan excitada que tenían entre sus manos. Se iban turnando, primero Leía, luego Ella, mientras una tenía su boca ocupada en la herramienta, la otra buscaba la boca de él, y dejaba que sus manos entrarán por todos los agujeros posible de su cuerpo. Se tornaron un rato, hasta que Él decidió coger las riendas, cogió a Leia, la tumbó boca arriba y poco a poco fue penetrándola, un bombeo suave al principio, aunque no por que hiciera falta humedecer el camino puesto que ya chorreado de sus bocas, sino por hacer que el placer de Leía subiera más.

Leía solo era capaz de gemir, no creía que hubiese algo más excitante que aquello, hasta que Ella, se puso abierta de piernas delante de su cara, dejando todo su coño depiladito al alcance de su boca.

En ese momento, Leía, instintivamente, la agarró por los muslos y hundió su lengua en sus labios, la movía al ritmo que él la penetraba, suave, pero constante. Le gustan, chupar su clítoris, lo succionaba suavemente, escuchaba sus gemidos y poco a poco aumentó el ritmo de su lengua, mientras sentía como ella le chupaba sus pecho y le mordía sus pezones a la par que compartía su boca con la de Él.

Leía no aguantó más tal excitación que tuvo su segundo orgasmo justo cuando conseguía que Ella también explotase de placer.

Ahora solo quedaba él.

Leía estaba dispuesta a dejarse llevar por él, pero hacerle disfrutar. Él se dio cuenta, sacó su miembro mojado de ella, la agarró de la cintura y la puso boca abajo en la cama, con un moviendo enérgico pero firme, puso el culo de Leía junto a su herramienta y poco a poco empezó a moverla.

Leía no podía creerse aquello, algo que toda su vida había rechazado y en aquel momento la hacía viajar hasta la galaxia más lejana.

Él seguía empujando, cada vez más rápido y con más fuerza. Leía buscaba con la mirada los ojos de Ella, no quería perderla de vista, quería su boca de nuevo junto con la de ella. Ella lo notó y enseguida reaccionó dándole lo que Leía quería.

Y en aquel momento, Leía tuvo lo que nunca se imaginó, un tercer orgasmo, pero no uno cualquiera, el mejor que había tenido hasta entonces y justo a la par que él le dejaba su culo lleno de su crema.

Los 3 cayeron rendidos en la cama, tanto así que se quedaron dormidos hasta la mañana siguiente.

Al despertar, Leía estaba sola, el único rastro de esa noche eran las sábanas mojadas todavía. Entonces ¿había sido realidad o tan solo un sueño?

(9,33)